Capítulo 3: El despertar de Sora, parte 3
Luego de unas horas de viaje en el tren, Natalia no podía estar más entusiasmada. Cuando llegaron a la Torre de misterios, los cuatro bajaron del tren y Natalia abrió la boca impresionada.
—Wow... Es increíble... —pensaba Natalia asombrada, admirando la elevada torre que se erigía ante ellos. Jamás había visto una construcción tan majestuosa.
De pronto, el tren desapareció emitiendo un brillo.
—Jaja, a ver cómo volveremos... —río Sora nervioso.
Los cuatro se encaminaron a la puerta de la torre. Y ahí, estaba un gato antropomórfico grande haciendo algo... ¿sospechoso?
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Donald.
El gato río maliciosamente—. He enviado a mis lacayos dentro a ver si el amo de esta torre es tan grande y duro como dicen —dijo sin prestar atención a ellos—. Dicen que es un hechicero muy poderoso, por lo que sería el perfecto guardaespalda para mí. Bah, da igual lo duro que sea. Cuando sea un sincorazón, hará lo que yo diga.
Los cuatro se sobresaltaron, poniéndose a la defensiva.
—¿¡U-un sincorazón!? —chilló Donald.
—¡Exacto! —dijo el gato sin mas. Seguía sin darse cuenta de la presencia de ellos cuatro—. Son esos seres que salen de lo más oscuro del corazón de la gente. Y oye, con todos esos sincorazón de su parte, mi querido amigo, ¡Maléfica va a conquistar todo! Estoy en duda con esa bruja. Así que me dedico a recorrer el mundo todo para conseguirle un gran ejército de sincorazón. ¿Qué hago hablando con ustedes, mocosos? ¡Largo! Ya llevo bastante retraso.
—Deberías buscarte algo mejor que hacer —opinó Goofy de forma honesta.
El gato se sobresaltó, claramente ofendido—. ¿Quién lo dice? —a verlos, quedó en shock—. ¿¡Eh!? ¡Ahhh! ¡Ustedes!
—¿Pete? —dijeron sorprendidos Donald y Goofy.
—¿Qué están haciendo aquí, entrometidos?! —bramó Pete.
—No, ¿tú que haces aquí? —replicó Donald.
—¿Lo conocen? —preguntaron Nat y Sora.
—¡Pues claro! ¡Pete lleva toda la vida causando problemas! —contó Goofy—. Su Majestad le desterró a otra dimensión hace mucho. ¿Cómo se habrá escapado?
Pete volvió a reírse—. ¿Quieren saber cómo? ¡Maléfica me liberó! ¡Así escapé! Y ahora su mundo... ¿qué digo?- ¡Todos los mundos van a pertenecer a un servidor! Porque Maléfica me va a ayudar a conquistarlos.
—Maléfica, ya... —Sora comenzó a carcajear, contagiando a sus tres compañeros.
—¡Ohh! ¿¡De que se ríen!? ¡El poder de Maléfica es inconmensurable!
—Ha palmado —confesó Sora.
—Lo siento, pero Maléfica ya no puede ayudarte —explicó el escudero.
—¿Qué quieren decir? —interrogó Pete—. Ustedes, ¡ustedes son los culpables!
—Bueno... —Sora colocó sus brazos en su nuca—. Igual si tuvimos algo que ver.
Pete apretó sus puños furioso, apretando sus dientes— Ughh, ¡A mí, sincorazón! ¡A formar!
Varios sincorazón comenzaron a formarse desde el suelo, acorralando a Sora y sus compañeros.
Sora invocó su Llave espada, poniéndose en posición para pelear, Natalia no sabía que hacer.
La chica dio un paso atrás, intimidada ante los numerosos sincorazón. Su anterior encuentro apenas le había dado una probada de su poder, y ahora sin la Llave Espada se sentía indefensa.
Sin embargo, observó determinado a Sora junto a Donald y Goofy, listos para la batalla como buenos compañeros. "Ellos me protegerán... supongo", pensó ella.
Pronto los tres acabaron con los sincorazón. Pete volvió a estallar de la furia.
—¡Ya verán! ¡Nadie, y quiero decir nadie, se mete con el todopoderoso Pete!
—Bueno, todopoderoso Pete. ¿Quién vive en en esta torre? —preguntó Natalia cruzando sus brazos.
—Ah, ¿no sabes? Es el venerable Yen Sid. Claro que ya debe de ser un sincorazón —pensó Pete viendo hacia arriba de la torre.
—¿¡El Maestro Yen Sid vive ahí!? —exclamó Donald.
Natalia observó la reacción de Donald con curiosidad. Parecía que ese tal Yen Sid era alguien muy importante.
—¿Quién Maestro Yen Sid?— preguntó ella.
Antes de que pudieran responder, Pete lanzó un rugido de frustración.
—¡Bah, ya me voy! Pero volveré, y entonces ninguno se reirá —amenazó mientras desaparecía en un portal oscuro.
—Yen Sid es el mago más poderoso que existe, es el maestro del rey Mickey Mouse —explicó Goofy, volviéndose hacia Natalia—. Estoy seguro de que él podrá dar respuesta a tus dudas.
La joven asintió, intrigada. Sin perder más tiempo, el pequeño grupo se dispuso a subir las largas escaleras de la torre. Con cada paso, el corazón de Natalia latía con más fuerza, ansiosa por conocer al misterioso mago y descubrir el significado de su extraño don.
Cuando llegaron, Sora tocó la puerta tres veces y esperó hasta que Yen Sid lo dejaran entrar.
Sora invitó a Natalia a pasar primero con un gesto caballeroso. La chica ingresó tímidamente a la estancia, abrumada por la imponente presencia del Maestro Yen Sid. Jamás había visto un anciano tan poderoso.
—Bienvenidos —habló el mago con solemnidad—. Pasen.
Sora, Donald y Goofy asintieron con respeto. Natalia los imitó y ocupó su lugar en silencio, observando todo con fascinación y nervios.
—Les escucho —invitó Yen Sid a hablar—. Cuéntame los motivos que los traen ante mí, joven portador.
Sora procedió a relatar los sucesos con detalle. Al llegar al punto clave, miró a Natalia con gesto amable.
—El motivo principal es ella, Maestro. Natalia pudo empuñar mi Llave Espada a pesar de no ser una portadora. ¿Podría explicarnos el significado?
Yen Sid dirigió su profunda mirada a la joven, quien sintió su corazón acelerarse. Había llegado el momento de descubrir por qué.
—Bueno... es una señal de que puede ser una portadora de la llave espada. Si ella pudo usarla, entonces no hay mucho que decir —explicó el Maestro.
Nat se señaló con su dedo perpleja—. ¿Yo? ¿Usando una arma como la que trae Sora?
Natalia sintió que su corazón iba a estallar de la impresión. ¿Ella, una portadora de la Llave Espada? Se veía a sí misma y luego a Sora, Donald y Goofy. Ellos eran héroes que salvaban mundos, mientras que ella apenas era una chica común y corriente.
—Disculpe Maestro Yen Sid, debe haber un error...— musitó, sintiéndose abrumada —. Soy sólo una adolescente normal. No entiendo cómo pude usar esa arma.
El mago la observó en silencio, como analizando cada parte de su ser. Parecía poder ver a través de ella.
—Tu corazón alberga un gran poder, jovencita. Algo que te permite conectar con la llave espada —explicó solemne —. No es mera coincidencia que hayas podido empuñarla.
—Pero... yo no soy especial como Sora —insistió Natalia, cada vez más nerviosa.
Sora le dirigió una sonrisa cálida y le puso una mano en el hombro.
—El Maestro tiene razón. Tu corazón debe ser muy valioso.
Animada por su apoyo, Natalia tomó aire para calmarse. La idea seguía pareciéndole inconcebible, pero si ellos confiaban, estaba dispuesta a intentarlo.
—Está bien. Lo... intentaré —sonrió Natalia, aunque seguía nerviosa.
—Muy bien, ¿has logrado invocar tu llave espada? —preguntó Yen Sid.
—No... ¿cómo se hace? —cuestionó ella.
—Entiendo tu sorpresa, Natalia —dijo el Maestro Yen Sid con calma—. Invocar la Llave Espada por primera vez puede ser desconcertante. Pero basta con que escuches la voz de tu corazón.
Natalia cerró los ojos e intentó calmar su respiración. Su corazón latía con fuerza, como si quisiera salir de su pecho. "Escúchalo", se repitió mentalmente.
De pronto, percibió como una cálida presencia que surgía desde lo más profundo de su ser. Algo comenzó a materializarse entre sus manos con un destello de luz.
Cuando abrió los ojos con cuidado, ahogó una exclamación de asombro. Allí estaba, una hermosa llave espada de un brillante color rosado con una punta que acaba en forma de corazón, recordando a las decoraciones hechas especialmente para flores.
—Lo... lo logré —musitó, sin dar crédito a sus ojos. Sora y los demás aplaudieron emocionados.
Natalia chilló entusiasmada, dando brincos sin parar como niña chiquita—. ¡Lo logré!
Y sin querer, le dio un golpe en la cara de Sora con la punta de la llave espada.
—¡Auch! —exclamó Sora, llevándose la mano a la cara donde la punta de la llave espada lo había golpeado.
Natalia paró de saltar abruptamente. —¡Ay, lo siento tanto Sora! No fue mi intención, estaba tan emocionada que...—explicó apenada.
Sora apartó su mano a sentir algo húmedo bajar de su nariz, era sangre.
—¡Sora! —exclamaron Donald y Goofy claramente preocupados.
—Rayos, lo siento mucho —se disculpó Natalia mortificada, al ver la sangre en la mano de Sora. No había sido su intención lastimarlo.
—No te preocupes, fue un accidente —dijo Sora, aunque estaba evidentemente dolido. Goofy le ofreció un pañuelo.
El Maestro Yen Sid suspiró negando con la cabeza—. Ustedes dos vayan uno por uno a la siguiente puerta, recibirán un atuendo adecuado para sus viajes.
—Bien, lo lamento otra vez Sora —se disculpó Natalia apenada.
El joven le dedicó una pequeña sonrisa para tranquilizarla.
—No pasa nada, de verdad. Será mejor que vayamos a cambiarnos, ¿sí?
Natalia asintió, ambos se dirigieron a la puerta indicada y Sora entró primero con Goofy e Donald.
Dentro de la habitación, se encontraban tres hadas de ropa roja, verde y azul.
—¡Ooh! Bienvenidos sean. Soy Flora, y ellas son Fauna y Primavera —saludó la hada de rojo.
—Ustedes tres son Sora, Donald y Goofy, ¿cierto? —preguntó Fauna acercándose.
—Sí, lo somos —dijo Sora, incómodo por su nariz lastimada.
—¿Qué te pasó? —preguntó Flora.
—Me lastime la nariz... —musitó Sora adolorido.
Flora sacudió la cabeza con preocupación. Levantó su varita y apuntó suavemente hacia el rostro de Sora.
—Cura —dijo Flora en voz baja. Un resplandor verde envolvió la nariz del chico. El dolor desapareció en un instante.
—¡Wow, gracias Flora! —exclamó Sora, sorprendido.
La hada de rojo le guiñó un ojo—. Para eso estamos. Ahora, vamos a darte un mejor atuendo. ¿Hace cuánto no te cambias de ropa, eh jovencito?
—Aah... —se rascó la nuca avergonzado—. Ya tiene un tiempo...
Sora soltó una risita nerviosa. Sabía que sus ropas se habían desgastado considerablemente tras tantas aventuras.
Fauna y Primavera se acercaron alrededor de él, examinándolo de pies a cabeza. Luego las tres hadas parecieron ponerse de acuerdo.
—Tenemos el atuendo perfecto para ti —anunció Flora—. Prepárate a lucir como todo un héroe —movió su varita y un resplandor multicolor envolvió a Sora. Cuando la luz se disipó, estaba completamente transformado. Sus nuevas ropas eran más acordes a su edad y estatus: camiseta azul marino con detalles en blanco y rojo, pantalones cortos negros con cinturones amarillos y bolsillos rojos. Una chaqueta con capucha negra y hombreras, guantes negros con detalles blancos y amarillos, y sus característicos zapatos negros y amarillos con correas azules y cremalleras.
—Wow, me encanta —dijo Sora admirado, dando vueltas para ver cada detalle del atuendo.
—Te queda de maravilla— coincidió Goofy.
—Ahora falta Natalia —recordó Donald. Se acercó a la puerta para abrirla—. ¡Natalia! Ven, ya puedes entrar.
—¡Voy! —se acercó Natalia, entrando a la habitación.
Las tres hadas a mirarla, se maravillaron simplemente de que se trataba de una jovencita.
Natalia se sintió algo nerviosa al ser observada de arriba abajo por las tres hadas.
—No te preocupes cariño, estamos aquí para ayudarte —dijo Flora con dulzura.
—Sí, ya es hora de darte un lindo cambio de imagen —secundó Primavera.
La joven asintió, dejándose guiar. Fauna evaluó el tamaño de su cuerpo mientras Flora tomaba medidas con su varita mágica.
—Muy bien... —Primavera notó que Sora y los otros dos seguían ahí. Ella se acercó a ellos—. ¿Pueden retirarse, por favor? La jovencita necesita de privacidad.
—A-ah, sí, por supuesto —respondió Sora amablemente—. Vamos chicos, esperaremos afuera.
Salió de la habitación junto a Donald y Goofy, cerrando la puerta tras de sí. Respiró profundamente, admirando su nuevo atuendo.
—Me pregunto qué estilo elegirán para Natalia —comentó pensativo.
—Sea lo que sea, estoy segura que le quedará muy bonito —opinó Donald.
Permanecieron allí charlando unos minutos, hasta que la puerta se abrió. Natalia asomó la cabeza, luciendo tímida.
—Natalia, ¿ya estás lista? —cuestionó Goofy.
Natalia no dijo nada, estaba calladisima de la pena.
—Natalia, vamos, ¡sale de la habitación! Tenemos prisa —urgió Sora suplicante.
Natalia suspiró profundamente para juntar valor. Lentamente salió de la habitación, con la mirada baja. Sus nuevas ropas le quedaban como un guante y nunca se había sentido tan bonita, pero también era la primera vez que llamaba tanto la atención y eso la ponía nerviosa.
Llevaba un atuendo muy precioso. Un vestido rosa y blanco con capas de volantes y mangas abullonadas blancas. El corpiño tenía un escote en forma de corazón con una gema rosa en el centro. Los detalles dorados en todo el atuendo le daban un toque elegante. Además, llevaba medias negras y zapatos estilo ballet de color blanco con cintas que se enrollan alrededor de los tobillos.
Lo completó con un moño blanco en el cabello y guantes cortos sin dedos.
—¿Y bien? —susurró sin levantar la vista—. ¿Cómo me veo?
—Te ves hermosa, Natalia —dijo Sora con sinceridad.
La joven levantó la vista, sorprendida por el cumplido. Sora le sonreía cálidamente, sin un ápice de burla en su mirada.
—Sora tiene razón. Estás preciosa —añadió Donald, causando que Natalia se sonrojara aún más.
—¡Ahora sí pareces toda una aventurera! —exclamó Goofy con alegría.
Natalia no pudo evitar soltar una risita, sintiendo que poco a poco se iba relajando.
—Gracias chicos. Los hadas hicieron un trabajo maravilloso —comentó, admirando la suave tela rosa.
—¡Seguro que con eso atraparás a todos los villanos! —bromeó Sora.
Riendo juntos, el pequeño grupo se dirigió de nuevo con el Maestro Yen Sid para continuar con su discusión.
El hechicero sonrió levemente a verlos acercarse—. Ahora si se ven como verdaderos aventureros.
—Gracias maestro. Bueno, ¿qué nos quieres explicar? —preguntó Natalia.
El maestro Yen Sid asintió seriamente.
—¿Han visto al rey, cierto?
—Sí, pero no pudimos hablar con él —explicó Goofy.
—Entiendo... últimamente ha estado muy ocupado —divago el maestro pensativo—. Por tanto, parece que la tarea de adiestrarlos ustedes cuatro será mi cometido. Tienen un peligroso viaje por delante, deben estar preparados —advirtió él.
—Entonces... ¿debemos embarcarnos a otra misión? —preguntó Sora—. Yo quería buscar a mi amigo Riku, para que podamos volver a las Islas.
—Sí, lo sé. Sin embargo, todo lo que hay en tu viaje, Sora, está conectado. Que encuentres el camino de vuelta a las islas... Que regreses con tú solo o con tu amigo... Incluso que las Islas estén aun donde estaban —reflexionó Yen Sid—. Y la llave que conecta todo eso eres tú, Sora.
Natalia escuchaba con atención las palabras del Maestro Yen Sid. Al parecer, los acontecimientos en los que se encontraban involucrados eran más grandes y complejos de lo que imaginaba.
—¿Yo... soy la llave? —se preguntó Sora confundido. Tomó aire y cerró sus ojos para concentrarse e invocar su llave espada.
—¡El elegido de la llave espada! Tú eres la llave que abrirá la puerta a la luz —declaró el maestro Yen Sid.
El maestro Yen Sid observó a cada uno de los presentes con su profunda mirada. Sora parecía determinado a cargar con la responsabilidad.
Sus acompañantes también estaban dispuestos a continuar a su lado. Donald y Goofy se cuadraron firmes, listos para obedecer a su rey tal como habían jurado. Natalia le dedicó una sonrisa de apoyo a Sora, deseosa de aprender y llegar a ser útil para la misión.
Satisfecho con su respuesta, Yen Sid hizo aparecer un grueso libro de cubiertas de piel. Lo deslizó sobre la mesa hasta quedar a la altura de los cuatro jóvenes.
—Este libro contiene conocimientos muy
valiosos que necesitarás en tu viaje —explicó—. Estudien con atención.
El libro se abrió enfrente de ellos y Sora se acercó curioso.
—Cuando hayan terminado, hablaremos de los enemigos que sin dudas encontrarán —dijo Yen Sid.
Natalia asintió y se acercó también, comenzando a leer. Sora parecía perdido, pero intentaba disimular.
La chica notó de su confusión y lo miró—. ¿Quieren que lea el libro en voz alta?
Sora le dedicó a Natalia una sonrisa avergonzada.
—La verdad es que se me da mejor la acción que la lectura— admitió rascándose la nuca.
Donald rodó los ojos, pero sus brazos se mantuvieron quietos. Natalia comprendía que estaba conteniéndose de regañar al portador de la llave espada.
—No te preocupes, yo te ayudaré a entender— ofreció amablemente la joven. Goofy y Donald asintieron a su vez, también dispuestos a aclarar las dudas de su amigo.
Juntos se acercaron al libro. Natalia comenzó a leer en voz alta, parando de vez en cuando para resumir y explicar mejor los conceptos más complejos. Sora escuchaba con atención, haciendo preguntas cuando algo no le quedaba claro. Poco a poco, las páginas fueron pasando.
—Un momento... Maestro Yen Sid, ¿cómo es que los sincorazón siguen por ahí? —cuestionó Sora sorprendido.
El Maestro Yen Sid asintió sabiamente ante la pregunta de Sora.
—Tus pasadas hazañas impidieron una inmensa expansión de los sincorazón desde la gran Oscuridad. Eso tenlo por seguro —explicó él. Tras unos segundos de pausa dramática, continuó impartiendo sus sabias palabras.
—Sin embargo, los sincorazón son oscuridad hecha realidad y la oscuridad habita en todos los corazones. Es cierto, hay menos sincorazón. Pero mientras quedé oscuridad en un corazón, será difícil erradicarlos.
—¡Ahí va! Eso significa que si todos los corazones estuvieron llenos de luz, los sincorazón desaparecían —argumentó Goofy. Los tres asintieron de acuerdo.
—Exacto. Ahora tenemos que hablar de los enemigos que encontrarán —Yen Sid con su mano hizo aparecer un especie de "holograma" de Donald y que en poco tiempo se convirtió en un sincorazón—. Un ejemplo para que puedan entender es este. Si alguien como tú, Donald, cede a la oscuridad de su corazón, también se convertirá en un sincorazón. Eso ya lo saben.
—Entiendo... supongo —dijo Natalia rascando su nuca.
—Los sincorazón siempre andan al acecho, intentando capturar nuevos corazones. ¡Nunca bajen la guardia! —advirtió el maestro—. Ahora bien...
Nuevamente el hechicero hizo aparecer un holograma con la imagen de un incorpóreo.
—En ocasiones, cuando alguien de corazón y voluntad fuertes, ya sea bueno o malo, se convierte en un sincorazón, el cascaron vacío que lo deja tras de sí actúa con voluntad propia —explicó Yen Sid—. Un incorpóreo vacío cuyo corazón ha sido robado... Un espíritu que sigue viviendo, que cuando su cuerpo abandona la existencia... ya que... Los incorpóreo "son", pero no existen. Puede parecer que los incorpóreo tienen sentimientos, pero es un engaño... Fingen tener corazón. ¡No se dejen engañar!
Sora reflexionó sobre las sabias palabras del Maestro Yen Sid. Los incorpóreos sondeaban, igual que los sincorazón, pero con mayor sutileza.
—Incorpóreos... Y no existen...
De pronto, tres hologramas mágicos se manifestaron detrás de los cuatro, sobresaltándolos. Ellos se volvieron para mirar.
—Muy bien... El ser que ven ante ustedes es un "umbrío". Es la forma más común de los incorpóreos. Pero hay otros... algunos más grandes, otros con poderes aterradores y singulares... —habló Yen Sid.
Natalia observó al umbrío con aprehensión. Era una criatura delgada y etérea, que flotaba sin rumbo fijo.
—Dan mucho miedo —susurró.
Sora le dedicó una sonrisa reconfortante.
—No te preocupes, estamos juntos en esto. Los umbríos no son rivales para nosotros cuatro.
Su optimismo parecía contagioso, pues Natalia se sintió ligeramente más tranquila. Sin embargo, algo inquietante brilló en los ojos del mago.
—Aun hay enemigos más poderosos —advirtió Yen Sid—. Vean con atención.
Nuevos hologramas mágicos aparecieron. Tres figuras con cuerpo humanoide con túnica y capucha negra. Así como si fueran unas simples "personas".
—Los seres que tienen ahora ante ustedes es otra cosa. Los incorpóreo más poderosos han formado un grupo llamado Organización XIII, que dirige a los más débiles —reveló Yen Sid.
Natalia observó a los miembros de la Organización XIII con precaución. Había algo inquietante en ellos, cubiertos por capuchas, sin que se vieran sus rostros.
—Son peligrosos... —musitó ella. Se volvió hacia Sora—. Tendremos cuidado al enfrentarnos a ellos.
Sora asintió con semblante serio. Sabía que como portador de la Llave Espada, seguramente terminaría cruzándose en el camino de la Organización.
—No se preocupe, Natalia. Estaremos juntos en esto —repetía, queriendo transmitirle tranquilidad. Luego miró al Maestro Yen Sid—. Gracias por abrirnos los ojos sobre estos nuevos enemigos, maestro. Usaremos todo lo aprendido en nuestros viajes.
El mago asintió, complacido con la determinación de los jóvenes.
—Bien, entonces será mejor que vayan a comenzar con su misión —se levantó y se acercó a la ventanal de la torre—. Su nave ya se encuentra aquí.
—¿Una nave? ¿¡Ustedes tres tienen una nave!? —exclamó Natalia impactada.
—Así es, tenemos nuestra nave, que usamos para viajar entre mundos —dijo Sora con orgullo—. Ven, te la mostraremos.
Salió apresuradamente de la torre, ansioso por exhibir el vehículo. Afuera se hallaba una pequeña nave de forma redonda y ovalada, de color rojo con detalles azules.
—Esta es la Gumi —anunció, palmeando la entrada. La puerta se abrió al reconocerlo y les hizo señas para que subieran—. ¿Qué te parece, Natalia?
La chica inspeccionó el interior con curiosidad. Era mucho más grande por dentro, repleto de luces, pantallas y botones de control. Pero... sólo había tres asientos.
—Ah, olvidé ese detalle... —musitó Sora.
—No se preocupen, puedo sentarme en el suelo —dijo Nat humildemente.
—Pero, Nat, ¿estás segura? —preguntó Goofy.
—No se preocupen, estaré bien —insistió Natalia con una sonrisa—. Lo que importa es que podré acompañarlos en su viaje.
Sora le devolvió la sonrisa, agradecido por su disposición.
—Bien, entonces vámonos. ¡Hacia el primer mundo! —exclamó entusiasmado, tomando asiento junto a Donald.
La nave encendió motores y despegó, lanzándose al brillo de un portal. Natalia se aferró al suelo, emocionada por empezar su propia aventura. Quién sabe qué desafíos los estarían esperando, pero mientras estuvieran juntos, sabía que podrían superar cualquier cosa.
🐚
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top