Capítulo 2
En el interior del pequeño centro de atención médica, una doctora se concentraba en su tarea, sus manos hábiles asegurando el vendaje en la rodilla del joven rubio que permanecía sentado en la camilla de primeros auxilios.
―¡Y listo! ―anunció la doctora con una leve sonrisa, retirándose para observar su trabajo―. La herida en tu cabeza no es ni grave ni profunda, sanará pronto con los cuidados adecuados. Pero... ―añadió, alzando la vista para mirarlo con seriedad―. Necesitas descansar. ¿Aún sientes mareos?
El rubio levantó la mirada, los mechones desordenados cayendo sobre su frente mientras hacía una pequeña pausa, como si estuviera evaluando su propio estado. Finalmente, negó con la cabeza.
―Bien, eso es un alivio, pero no estaría de más que alguien te acompañe por si acaso. ¿Viniste con algún amigo o familiar? ―preguntó ella.
El joven negó nuevamente, encogiendo sus hombros. La doctora arqueó una ceja, sorprendida por la respuesta.
―¿Solo? ―repitió, mientras comenzaba a recoger los utensilios médicos. Sus guantes de látex crujieron cuando los retiró, tirándolos a un pequeño recipiente cercano. Alisó su cabello corto, que parecía moverse con cada paso que daba, y volvió a mirar al rubio―. Bueno, en ese caso, asegúrate de no hacer ningún esfuerzo innecesario esta noche. Y si llegas a sentirte peor, vuelve aquí o pide ayuda.
El rubio asintió sin decir nada, mientras sus dedos jugueteaban con el borde del vendaje en su rodilla. La doctora lo observó por un momento, evaluándolo antes de soltar un pequeño suspiro.
―No te olvides de hidratarte ―agregó finalmente―. Y de comer algo. ¿Me escuchaste?
―Sí ―respondió él al fin, con una voz baja y áspera, sin levantar demasiado la mirada.
Ella lo observó por un momento más, como si quisiera asegurarse de que realmente escuchó sus palabras, antes de darle un leve asentimiento.
―Si necesitas llamar a alguien, puedes hacerlo desde recepción ―añadió amable, mientras terminaba de acomodar los instrumentos que había utilizado―. No olvides recoger los medicamentos que te receté.
―Gracias... doc ―murmuró. Luego se puso de pie y el roce de sus zapatillas contra el suelo generó un sonido áspero. Alzó la vista lo justo para ofrecerle una sonrisa débil, más por cortesía, antes de salir del área de atención.
Se dirigió a recepción y la joven sentada en el escritorio lo recibió con una sonrisa, pero no insistió en iniciar una conversación. Sin hacer preguntas, le entregó los medicamentos recetados en una pequeña bolsa blanca con su nombre garabateado en la etiqueta.
―Si necesitas hacer una llamada, el teléfono está aquí ―dijo ella, señalando el aparato que descansaba sobre la mesa.
Taehyung tomó el teléfono fijo sobre el mostrador y marcó el número de casa con rapidez. Apoyó el aparato contra su oreja, escuchando el sonido de los tonos que parecían extenderse más de lo que su paciencia podría soportar. Para su mala suerte nadie contestó.
Colgó con un movimiento brusco, dejando el aparato de nuevo en la base, mientras apretaba los dientes. «¿Por qué no contestan?», pensó con frustración y su pie comenzó a golpear ligeramente el suelo en un intento inútil de canalizar la ansiedad que empezaba a invadirlo.
En un suspiro, intentó marcar el número de su novio. Su corazón dio un salto pequeño cuando comenzó a sonar, esperando con todas sus fuerzas escuchar su voz, esa voz que siempre lograba calmarlo. Pero después de varios tonos, todo lo que obtuvo fue el frío mensaje de la operadora, notificándole que nadie estaba disponible para atender. Colgó con un gesto tenso, sus dedos apretando el teléfono como si fuera responsable de su creciente desesperación.
Miró el aparato por unos segundos, como si esperara que mágicamente le diera respuestas, pero sabía que eso no pasaría, por lo que finalmente decidió marcar el número de su mejor amigo.
Mientras esperaba, sus ojos vagaban por la sala de emergencias, observando a los paramédicos que llegaban apresurados, trayendo consigo a más pacientes afectados por el incidente en el rompeolas, mientras las enfermeras intentaban atender a todos lo más rápido posible. Después de unos segundos que parecieron una eternidad, una voz familiar habló al otro lado de la línea, y el rubio sintió un atisbo de alivio.
―¡Gracias al cielo que contestas! ―exclamó Taehyung, su voz saliendo más entrecortada de lo que hubiera querido. Su garganta se sentía seca, como si pesara una tonelada.
―¿Hola? ―habló Jimin, con su tono despreocupado.
Taehyung sintió que su pecho se aflojaba ligeramente.
―Tae, ¿por qué me llamas desde un número tan extraño? ―bromeó Jimin con una risa ligera―. Pensé que era uno de esos números que llaman para ofrecerte créditos falsos. ¿Y qué pasó con tu teléfono? ¡Ni siquiera has contestado mis mensajes! Quería saber si ya tomaste fotos del lugar.
El rubio se llevó una mano al cabello húmedo, apartándolo de su rostro. Sabía que no podía seguir postergando la explicación, aunque le costaba poner en palabras lo que había sucedido.
―Tuve un pequeño accidente ―admitió al fin.
―¿Accidente? ―la voz de Jimin cambió en un instante, pasando a total preocupación―. ¿Qué tipo de accidente, Taehyung? ¿Estás bien?
El rubio intentó calmarlo, aunque la verdad era que aún no lograba tranquilizarse ni a sí mismo.
―Sí, sí, estoy bien ―respondió, aunque el nudo en su garganta decía lo contrario―. Solo me resbalé y caí al agua. Fue una tontería, en serio. Solo terminé con un rasguño en la cabeza y un teléfono inservible. No es nada grave.
―¡¿Nada grave?! ―replicó Jimin,elevando su elevado por la preocupación―. Caíste al agua, Tae. Eso no suena como "nada grave".
―No quería preocuparte. Además, ya estoy en un lugar seguro, me atendieron en el centro médico. Solo estaré incomunicado por unas horas mientras resuelvo lo del teléfono ―dijo, intentando sonar casual, aunque sabía que Jimin no se dejaría engañar tan fácilmente.
―Taehyung, no me hagas esto ―dijo Jimin, su tono adoptando un matiz más serio―. Sabes que no me voy a quedar tranquilo sabiendo que estás solo allá. Voy a llamar a Gof ahora mismo. Él tomará un vuelo directo y te sacará de ahí en cuanto pueda. No me importa si tengo que cruzar medio país para alcanzarte.
―¡No es necesario! ―interrumpió rápidamente Taehyung, sintiendo un pequeño atisbo de pánico al imaginar esa situación―. En serio, Jimin, estoy bien. Solo necesito descansar un poco. No hagas nada loco, por favor.
Para ser francos, Taehyung no había tenido la oportunidad de ponerse en contacto con él, y la preocupación por su reacción se sumaba al peso de la situación.
―Lo intenté contactar, pero seguro está muy ocupado ―explicó el rubio, con resignación―. Por eso te llamé, para que le avises lo antes posible, dile que estoy bien.
―No puedo dejarte solo ni cinco minutos sin que termines en un drama ―intentó bromear Jimin, para aligerar la conversación―. Cuídate, ¿sí? Y regresa pronto. No quiero tener que leer sobre ti en los titulares locales.
Taehyung dejó escapar una risa suave.
―Gracias, Jimin. Te contactaré tan pronto como pueda. Dile a los demás que estoy bien, ¿vale?
―Lo haré, pero más te vale mantenerme al tanto ―replicó Jimin, antes de que la llamada se cortara con un suave clic.
Taehyung suspiró, bajando lentamente el teléfono y colocándolo de nuevo en el mostrador. Su mirada se dirigió a la recepcionista, que seguía atendiendo pacientes. La joven levantó la vista cuando él se acercó nuevamente.
―Disculpe ―dijo con tono algo inseguro―, ¿podría indicarme dónde está el banco estatal más cercano? Necesito solucionar algunos problemas con mis cuentas.
La mujer asintió con comprensión y le dio indicaciones detalladas, incluso dibujando un pequeño croquis en un papel para ayudarlo a llegar. Taehyung le dio las gracias con una leve inclinación de cabeza.
Conseguir un crédito rápido o desbloquear sus tarjetas tomaría varios días. «Qué idiota, ¿por qué no fui más cuidadoso?», pensó con un amargo toque de autorreproche.
Cuando salió del centro médico, el sol del mediodía lo golpeó con fuerza, haciendo que entrecerrara los ojos mientras la brisa marina revolvía su cabello. El aire tenía el aroma salado del océano, mezclado con el leve olor a alquitrán de los barcos que descansaban cerca del puerto. A pesar de la calidez del día, la ropa húmeda y salada que aún llevaba puesta se pegaba incómodamente a su piel.
Miró hacia sus pies, donde los vendajes que cubrían su rodilla asomaban por el borde de sus lindos shorts desgarrados. Su cabeza, también vendada, latía ligeramente, pero nada comparado con la incomodidad general que sentía al caminar al aire libre en ese estado.
―¡Maldición! ―murmuró con los dientes apretados mientras pateaba una pequeña piedra en la acera. El golpe fue tan fuerte que el zapato resbaló un poco, casi haciendo que tropezara. Se enderezó rápidamente, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie lo hubiera visto.
«Este día no podía ser peor», pensó mientras cruzaba la calle en dirección al banco que la recepcionista le había indicado. Sin embargo, mientras avanzaba, intentó empujar sus pensamientos negativos al fondo de su mente. Necesitaba solucionar lo del dinero primero. Luego, tal vez, encontraría una manera de dejar este desastre atrás. O al menos, intentarlo.
Tras el alboroto causado por el incidente en el rompeolas, una vez que el disturbio se calmó, se pospusieron las actividades. Los jóvenes guías y el equipo de la compañía de turismo optaron por recargar energías en un pequeño restaurante al aire libre en la costa.
En una de las mesas cercanas, Hoseok, Jungkook y otros amigos del grupo se acomodaron, aprovechando el descanso después del suceso. La mesa de madera pronto estuvo repleta de platos de pescado frito, papas crujientes, y bebidas frías.
―¡Joder, está bien guapo, hermano! ―exclamó Hobi, mientras deslizaba la pantalla de su teléfono, y con un movimiento rápido, giró la pantalla para que todos pudieran ver―. ¡Es el mismísimo rubio que sacaste del agua! ¿Lo viste bien? ¡Parecía salido de una revista!
La foto mostraba al joven rubio descansando en lo que parecía ser una entrevista antigua. Su cabello claro caía en mechones perfectamente despeinados, y su sonrisa conquistando cámaras. Hoseok rió, claramente disfrutando la reacción de los demás.
―Y lo besaste, ¿eh? ―agregó con un tono pícaro, golpeando suavemente el brazo de Jungkook con el codo.
Jungkook, que había estado distraído mirando las olas en la distancia, frunció el ceño y se cruzó de brazos, haciendo todo lo posible por ignorar el calor que empezaba a subir a su rostro.
―Se llama RCP, no un beso, idiota ―corrigió con seriedad. Para ocultar su nerviosismo, tomó un sorbo largo de su bebida helada, deseando que el frío bajara la intensidad de su sonrojo.
―RCP o lo que sea, Jungkook ―continuó Hoseok―. admitamos que fue como un momento de película. Salvador del día, héroe, y ahora... ―hizo una pausa dramática, levantando un dedo como si acabara de recordar algo importante―. el hombre que besó al hijo de uno de los CEO más influyentes en la industria del surf.
Jungkook se quedó congelado por un segundo. La bebida que tenía en la boca casi terminó saliendo disparada, pero se las arregló para tragar antes de girarse hacia Hoseok sorprendido.
―¿Qué acabas de decir? ―preguntó, aunque sus cejas se alzaron con sorpresa.
Otro de los chicos del grupo, que había estado escuchando en silencio, intervino con una sonrisa.
―Es cierto. En el navegador sale que Taehyung, el chico al que salvaste, es hijo del tipo que patrocina todas las competencias grandes de surf. Sus marcas están en todas partes, y su hijo es casi como una celebridad.
―Maldita sea, deja de decir tonterías. Solo salvé al chico y ni siquiera sabía quién era ―respondió Jungkook, tratando de restar importancia al asunto.
Hoseok, que no podía resistir la oportunidad de bromear con él, levantó las manos de forma exagerada y las movió como si estuviera simulando estar tomando una fotografía, imitando el sonido de un flash.
―¡Qué pena que la prensa no estuviera ahí para captar ese momento! ―continuó con su tono sarcástico―. Seguro que todo Pearl Cove estaría de rodillas ante ti. Todos vendrían a las playas solo para caerse al mar y que el famoso guardacostas los rescatara con un beso de película.
El grupo estalló en carcajadas y Jungkook se cruzó de brazos, solo podía suspirar, sabiendo que su amigo no iba a dejar de bromear con el asunto, no importa cuán incómodo se sintiera. Pero, de repente, la situación dio un giro inesperado cuando otro de los jóvenes del grupo, que había estado callado hasta ese momento, intervino con una expresión algo exagerada.
―¡Oigan, oigan! ―gritó señalando con el dedo, tan claramente que no se molestó en ocultar la mirada que dirigió hacia el joven que caminaba al otro lado de la calle―. ¿Ese no es el modelo sexy?
Una palmada juguetona en la cabeza por parte de otro compañero acompañó el comentario, provocando una risa ahogada.
―¡Ay, no me golpees, idiota! ―respondió, riendo entre dientes.
Y Hoseok, se levantó de su asiento y se inclinó para ver más de cerca al joven que caminaba al otro lado de la calle adoquinada próxima a la costa, claramente saliendo del centro médico.
―Al parecer ya lo dieron de alta, pero se ve bastante maltratado, el pobre chico no querrá volver a visitarnos en Pearl Cove―comentó.
Mientras tanto, Jungkook, en su rincón de la mesa, observaba fijamente al rubio. Y sin decir una palabra, decidió levantarse de su asiento, dejando a los demás todavía inmersos en sus bromas y conversaciones.
La reacción de Hoseok al verlo fue instantánea y un estallido de emoción que se tradujo en un golpecito juguetón en la cabeza del joven que había hecho el comentario inicial. Este último, con una expresión de frustración, lamentó en voz alta la posibilidad de quedarse sin cabeza debido a la atención repentina de Hoseok.
―¡Nunca lo había visto ser tan proactivo! ―exclamó el rubio, su voz cargada de orgullo y entusiasmo mientras alzaba la mano hacia el joven de melena púrpura, como si estuviera señalandole un futuro prometedor―. ¡Ese es mi chico! ¡Nos sacará de la pobreza!
Y este con un gesto de desdén, lo fulminó con la mirada antes de salir del restaurante, caminando apresuradamente, con la intención de alcanzar al joven rubio.
Mientras tanto, los otros dos chicos continuaban con su juego, ajenos al drama y, Hoseok, con una sonrisa de oreja a oreja, observaba la escena mientras Jungkook se acercaba al joven rubio, quien se inclinó en un gesto de agradecimiento por haberlo rescatado anteriormente.
―Shhhh, ¿se pueden callar? Ya empezó mi novela de verano favorita ―intervino Hoseok, interrumpiendo el bullicio de los chicos.
Luego observó como Jungkook se rascó la cabeza con gesto nervioso y una pequeña sonrisa, señalando hacia el grupo e instándolos a saludar desde el otro lado. El rubio respondió al saludo con gracia, provocando sonrisas bobas y gestos amigables por parte de los presentes.
Después de unos breves momentos incómodos, Jungkook pareció despedirse del chico, volviendo con un ligero rubor en sus mejillas, lo que no pasó desapercibido para sus amigos.
―¡¿Eso fue todo?! ―exclamó el rubio, observando cómo el joven regresaba al restaurante. Los tres jóvenes se mantuvieron en silencio, con la mirada fija en Jungkook, esperando escuchar más detalles sobre su encuentro.
―He vuelto ―anunció el joven, arrastrando la silla para sentarse pesadamente. Suspiró, cerrando los ojos y frunciendo el ceño, como si tratara de evadir las miradas curiosas de sus amigos.
―Pero cuéntanos, ¿Nuevo ligue ya? ―insistió Hoseok, con una sonrisa traviesa, seguido por los gritos de aliento de los otros dos jóvenes, quienes golpeaban la mesa animadamente.
―¡Cuéntanos, galán! ¡Cuéntanos, galán! ―vociferaban, aumentando la presión sobre Jungkook para que confesara.
―Necesitaba devolverle sus pertenencias ―respondió Jungkook, tratando de mantener la compostura mientras sus amigos esperaban una historia más emocionante―. Después de llevarlo al centro médico de emergencia, uno de los residentes encontró su bolsillo flotando en la orilla, con sus documentos adentro. Lo dejaron en una de las torres de vigilancia cerca de los rompeolas y solo le indiqué donde quedaba para que fuera a recuperar sus cosas.
Un sonido colectivo de decepción se instaló en la mesa, seguido de expresiones de incredulidad.
―¡Qué desperdicio, Jeon Jungkook! ―se lamentó uno de los chicos.
―Yo lo hubiera incluso acompañado ―añadió el otro, con un gesto de desaprobación.
―Me dijo que denunciaría a la compañía de turismo ―respondió Jungkook con un tono más serio, dejando a los tres chicos paralizados en sus asientos, sus rostros ahora pálidos, desdibujados por un pequeño mareo que les provocaba la noticia.
Una atmósfera tensa se apoderó de la mesa mientras los amigos procesaban la información. La mera idea de enfrentar una demanda legal de parte de alguien tan importante como él, era suficiente para hacer que sus estómagos se revolvieran de ansiedad.
Jungkook, por otro lado, comenzó a reírse a carcajadas, disfrutando de la expresión de sus amigos.
―¡Ja, ja, ja! Qué gracioso ―respondió Hoseok con sarcasmo, aunque una lágrima se asomaba en la comisura de su ojo. ―Por tu culpa, casi voy yo también al centro de emergencias; se me atragantó el jugo.
―Denunciaré a la compañía de turismo ―susurró entre dientes, sintiendo la impotencia mientras escuchaba una y otra vez el tono de llamada sin respuesta.
El joven pelirrojo, caminaba de un lado a otro en el despacho de su agencia, con el teléfono celular apretado contra su oreja mientras intentaba desesperadamente comunicarse con alguien que no respondía. Su asistente personal, Junhyuk, lo observaba desde su puesto con una pequeña sonrisa ladeada, como si estuviera disfrutando del pequeño despliegue de frustración del joven.
―Deja de mirarme así ―le reprendió, notando la expresión de complicidad en su rostro―. Esto es algo grave. Taehyung debe estar desolado en un lugar que ni siquiera conoce, sin teléfono, sin dinero, sin nada.
Junhyuk suspiró y se sentó en su silla, cruzando los brazos frente a él.
―Siempre ha sido muy independiente, saldrá de esta sin problema. Tú lo conoces bien ―respondió, tratando de calmar los ánimos del otro―. Además, Gof no va a contestar a estas alturas. Llevas al menos veinte llamadas con esta.
Jimin frunció el ceño, sintiendo el peso de la preocupación aumentar con cada segundo que pasaba, mientras seguía dando vueltas por su despacho.
―¿Dónde estará este muchacho? Siempre desaparece en momentos importantes ―murmuró para sí mismo, dejando escapar un suspiro de frustración.
―Vamos, sabes que ahorita está compitiendo en las regionales. Su itinerario debe ser un caos, y es posible que esté tan inmerso en su entrenamiento que ni siquiera tenga tiempo de revisar su teléfono.
―Sí, pero vamos, es normal que te preocupes por querer saber como está tu pareja, y no lo sé, últimamente ha estado muy raro con Taehyungie... Desde la última vez ―confesó, con un deje de preocupación en su voz.
En el crepúsculo casi nocturno, en la opulencia de un apartamento de hotel frente al mar, la brisa acariciaba suavemente las cortinas de tela que ondeaban en armonía con el sol que se ocultaba lentamente en el horizonte.
―Ahhh... ah... ―eran los gemidos en su oído, entre exhalaciones entrecortadas, sintiendo los movimientos de otro joven sobre su cuerpo atlético.
―Maldit..a sea, ¿Podrí..as apagar ese mal..dito telé...fono? ―intentaba articular el otro entre susurros, agobiado por el constante sonido que les interrumpía.
Ante la insistencia del teléfono, el azabache decidió detener la faena y atender la llamada, claramente molesto.
―Ya dime quién eres y qué quier...
―¡Hola, mi amor! Por fin puedo comunicarme contigo.
La voz de su novio al otro lado de la línea lo dejó sin palabras por un momento, sintiendo un nudo en la garganta mientras observaba al otro chico tumbado en la cama, mirándolo expectante, cubierto de sudor y completamente desnudo, lo cual le hizo deglutir con dificultad.
―Holaaa, ¿Qué tal? ―dijo nerviosamente―. Perdóname por no haber contestado, he estado demasiado ocupado estos días ―se excusó, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar su ausencia.
―Jajaja, ¿Por qué tan seco? ¿Tuviste un mal día hoy, bebé? ¿Cómo te ha ido en las clasificaciones? Sé que has de estar muy estresado ―dijo Taehyung al otro lado de la línea, mostrando preocupación en su voz.
El azabache decidió colocarse los bóxers que yacían desordenadamente en el suelo, para luego salir al balcón y continuar su conversación, necesitando un poco de aire fresco para calmar sus nervios.
―Me ha ido bastante bien. Tendré algunas entrevistas mañana y hasta ahorita pude deshacerme un poco del estrés de la competencia. Y tú, ¿cómo has estado? ―respondió, tratando de sonar lo más calmado posible.
―Justamente por eso te llamo ahora desde este número ―explicó Taehyung, y el otro joven revisó la pantalla de su celular para confirmar el origen de la llamada―. Tuve un accidente y, bueno, perdí mis cosas. Pude recuperarlas, pero no mi teléfono.
―¿Te pasó algo más? ¿Estás bien? ―preguntó con un deje de preocupación, aunque al parecer algo disfrazado.
Taehyung suspiró pesadamente.
―Recibí ayuda médica y ya estoy en casa, descansando. Un chico muy amable me rescató del mar y me ayudó a conseguir mis cosas ―comentó, tratando de transmitir cierto alivio a su novio―. La gente aquí es muy sociable y diferente a otros lugares que hemos visitado.
―Me alegra mucho que estés a salvo. No dudes en llamarme si pasa algo más, ¿Vale? ―concluyó, sin decir ni una palabra más.
Sin embargo, Taehyung quedó con un sabor amargo en la boca ante la aparente indiferencia de su novio. El hecho de que no mostrara mayor preocupación o interés en ir a verlo después del accidente le dolió más de lo que esperaba.
―Ohhh, está bien. No tienes de qué preocuparte. Cuando vengas, te llevaré a los mejores lugares que visite después de recuperarme ―respondió Taehyung, tratando de disimular su decepción detrás de una sonrisa forzada.
―¡Jajaja, suena bien! ―rió el otro chico, pero eso no logró disipar la sensación de vacío que el rubio experimentaba―. Está bien, nos veremos pronto, apenas esta tortura termine. Cuídate, ¿sí? ―añadió, con un tono que Taehyung percibió apresurado, como si estuviera ansioso por terminar la conversación.
―De hecho, he estado pensando en quedarme un poco más de tiempo... Te...―concluyó el rubio, dejando la frase en el aire, pero la llamada finalizó antes de poder siquiera continuar.
La frustración se apoderó lentamente de Taehyung. Había llegado a un punto en el que se sentía como si estuviera luchando solo por mantener viva la chispa entre ellos. El trabajo absorbía gran parte de su tiempo y energía, y si su pareja no estaba dispuesta a poner de su parte, ¿cómo podrían seguir adelante juntos?
Cada intento de Taehyung por llevar a flote su relación parecía encontrarse con un muro de indiferencia. Las llamadas telefónicas cortas, los mensajes sin respuesta y la falta de atención cuando estaban juntos comenzaban a minar su confianza. Se sentía como si estuviera navegando solo en un mar, sin un puerto seguro al que dirigirse.
Las cosas ya no estaban funcionando.
Se recostó en su cama, envuelto en las suaves sábanas, cerrando los ojos en un gesto de rendición y la sensación de desilusión lo invadió por completo.
El joven de melena púrpura, sintió su teléfono vibrar en el bolsillo mientras caminaba hacia casa y al revisar el mensaje, vio que era de una de sus compañeras de trabajo en la guardia, solicitando ayuda para la patrulla nocturna en la costa. El texto era breve pero urgente, por lo que sin dudarlo, decidió responder afirmativamente y dirigirse hacia una de las pequeñas torres que servían como base para los guardacostas.
En el camino escuchaba las olas rompiendo en la orilla y el suave graznido de las gaviotas que planeaban en el cielo. La brisa marina revolvía su cabello y le daba un toque de frescura después del largo día que tuvo después de aquel incidente.
Cuando Jungkook subió, encontró a su compañera, Yerin, concentrada en la revisión del equipo de seguridad y su sonrisa se ensanchó al verlo llegar.
―¿Listo para la patrulla nocturna, Kook? ―preguntó Yerin con energía, ajustando su linterna mientras esperaba la respuesta de su compañero.
Jungkook asintió con determinación, con los ojos brillantes llenos de anticipación.
―¡Siempre listo!―respondió con confianza.
Con un gesto amable, la joven le entregó una linterna extra y un chaleco reflectante, asegurándose de que estuvieran completamente preparados para la noche que tenían por delante.
―Vamos, esta noche promete ser tranquila ―dijo Yerin con optimismo mientras bajaban de la torre.
La brisa marina jugueteaba con sus cabellos, mientras el suave murmullo de las olas proporcionaba una banda sonora serena para la noche.
Jungkook había trabajado junto a la joven durante mucho tiempo y compartían una gran amistad. A medida que avanzaban, mantenían una conversación relajada y amigable, hablaban sobre el día, los pequeños detalles de la playa, como las conchas que encontraban en la arena y las estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo. Cada paso dejaba una huella efímera en la arena, siendo borrada fugazmente por la marea que venía y iba con su ritmo constante.
―Vi tu hazaña de hoy en el rompeolas, parecías un héroe sacado de una película. Gracias a eso, podría ser que te promuevan. ¡Felicidades! ―exclamó, con entusiasmo.
Jungkook recibió las felicitaciones con modestia, aunque no pudo evitar sentirse un tanto abrumado por la atención.
―Ah, sí, parece que Hoseok anda alardeando por ahí, pero realmente no fue la gran cosa ―respondió con sinceridad, esbozando una sonrisa agradecida.
Mientras caminaban por la playa, Yerin parecía emocionada, su cabello castaño ondeaba suavemente con la brisa, y su entusiasmo por la conversación era evidente.
―El chico vino por sus cosas esta tarde. Es muy lindo ―continuó Yerin, con una nota de complicidad en su tono. Jungkook asintió con una sonrisa, desviando un poco la mirada hacia la arena bajo sus pies.
―Me alegra que haya encontrado sus cosas. Él estaba muy preocupado ―respondió Jungkook, su tono revelando el alivio que sentía.
La brisa marina acariciaba su piel, disipando cualquier tensión que pudiera haber en su cuerpo, mientras sus pasos continuaban en un ritmo tranquilo y regular, en armonía con su voz serena.
―Se realizará un festival de verano este fin de semana. Deberías considerar asistir ―dijo Yerin, con un brillo de emoción en los ojos, mientras continuaban su paseo nocturno―. Podría ser divertido, y tú no sueles ir a esos eventos. Por eso te estoy invitando, para que te relajes un poco.
Inclinándose ligeramente hacia Jungkook, dobló su torso para captar su atención, ya que él estaba absorto en la vista de las suaves olas rompiendo en la orilla.
―Aprovecha e invita a alguien también ―añadió con una sonrisa alentadora.
Al sentir la mirada de Yerin sobre él, Jungkook finalmente desvió la vista del mar y le devolvió la sonrisa, considerando la propuesta con seriedad.
―Lo pensaré ―respondió con calma, aunque con una pequeña chispa de interés brillando en sus ojos.
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