Capítulo 11

Todo este asunto fue, de alguna manera, inesperadamente traumático.

Fue Hoseok quien, al recibir una llamada inesperada de Jeon tras recuperar sus pertenencias en la comisaría, entendió de inmediato que las cosas habían salido terriblemente mal. Sin necesidad de más detalles, pidió un taxi y se dirigió hacia la estación.

Cuando llegó, lo encontró de pie junto a la puerta principal, acompañado por Jimin. El cabello algo desordenado de Jungkook y su rostro visiblemente agotado hablaban más que cualquier explicación. 

Al verlo, Jungkook caminó hacia Hoseok con pasos inseguros, sus ojos buscando algo que ni siquiera él sabía definir. No podía sacudirse la sensación de incomodidad que sentía mientras salía de la comisaría junto a Jimin. 

Este último fue el primero en despedirse, pero antes de marcharse, se detuvo frente a Jungkook y le ofreció su número, tendiéndole un pedazo de papel arrugado.

―Llámame si necesitas algo... o si quieres saber cómo está Tae.

Jungkook, algo sorprendido, tardó en reaccionar. Finalmente tomó el papel, pero al principio no dijo nada. Sus dedos temblaban levemente mientras cerraba el puño alrededor de él. Durante un momento, su mirada permaneció fija en el suelo, como si las palabras se resistieran a salir, como si su voz estuviera atrapada en algún lugar oscuro.

―Gracias... J... Park Jimin ―fue todo lo que logró murmurar.

No se sentía lo suficientemente fuerte, ni confiado, para contactar a Taehyung directamente después de lo sucedido. Era cobardía, sí, pero también una forma retorcida de protección o un intento de mantenerse al margen para evitar empeorar las cosas.

Jimin quedó algo desconcertado, a decir verdad. Había algo en la forma en la que el joven de cabello púrpura evitaba mirarlo directamente que lo dejó inquieto. Aunque no entendía del todo la relación entre él y su amigo, podía ver que no era algo simple. Sin embargo, decidió no insistir. Dio un paso atrás, se despidió de ellos lanzando una última mirada y se marchó, dejando a Hoseok y Jungkook solos.

―¿Nos vamos? ―preguntó Hobi, intentando sonar casual al señalar con las manos el coche que esperaba por ellos.

Jungkook simplemente asintió y subió al vehículo. No dijo nada mientras se acomodaba en el asiento posterior, dejando escapar un suspiro pesado cuando la puerta se cerró a su lado.

El taxi arrancó, y Hoseok, sentado en el asiento delantero, observaba a su amigo a través del retrovisor sin decir palabra. Había aprendido que era mejor darle el espacio necesario para que hablara por sí mismo. Sin embargo, su silencio esta vez era distinto.

Jungkook, por su parte, bajó la ventanilla del auto. El aire frío de la tarde le golpeó el rostro, pero no logró sacarlo de ese estado de ensimismamiento en el que había caído. Sus ojos estaban perdidos, fijos en algún punto lejano, más allá de las luces parpadeantes que se encendían al borde del camino mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte.

Estaba tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera notó que Hoseok llevaba tiempo hablándole.

―¿¡Acaso me estás escuchando, Kook?! ―exclamó Hoseok, frustrado, girándose en el asiento delantero para mirarlo. Extendió su brazo y le dio unas palmadas en la rodilla, lo suficientemente fuertes como para sobresaltarlo un poco.

Finalmente, Jungkook levantó la vista y su mirada perdida se encontró con la de Hoseok. No dijo nada, pero sus ojos hablaban por sí mismos.

―No puede ser, Kook... ―murmuró Hoseok, bajando la voz al verlo en ese estado―. No puede ser que te hayamos perdido de esta manera.

El joven deglutió y apartó la mirada, devolviéndola al paisaje que se desdibujaba rápidamente más allá de la ventanilla abierta. El viento agitaba su cabello púrpura de forma desordenada, pero ni siquiera eso parecía importarle.

―Gracias por venir... ―murmuró por lo bajo de repente, sus palabras perdiéndose entre el sonido del viento y el ruido del motor.

―¿Qué dijiste? ―preguntó Hoseok, inclinándose un poco hacia atrás, esforzándose por escuchar mejor.

―Todo se ha terminado, Hyung... ―sus voz era lentas, pesada, y un diminuto puchero asomó en sus labios―. Solo déjame procesar esto a mi manera. Ya lo superaré...

Hoseok suspiró profundamente, dejando caer su cuerpo contra el respaldo del asiento delantero. Sabía que Jungkook siempre optaba por lidiar con sus emociones a su propio ritmo, aunque eso significara encerrarse en una burbuja de silencio. Y aunque odiaba verlo así, también entendía que presionarlo no haría ninguna diferencia.

―Hoy yo invito al soju, amigo... ―susurró Hobi, intentando suavizar el ambiente.

―¿¡Que fue absuelto pese a la agresión, dices!? ―gritó Do Geon, con furia, mientras sostenía el teléfono con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos. Caminaba de un lado a otro en la sala de estar, incapaz de contener su enojo―. ¡Me destrozó la cara ese malnacido! ¿Cómo demonios puede salir libre?

Del otro lado de la línea, su representante intentaba mantener la calma, aunque el tono de Do Geon lo hacía dudar de si valía la pena seguir discutiendo.

―Dicen que hay pruebas de que actuó en defensa de tu novio ―respondió con cuidado, pausando antes de añadir―. Y que no había razones legales suficientes para retenerlo.

―¿¡Defensa de mi novio!? ―Do Geon soltó una carcajada amarga, su voz escalando hasta un tono casi histérico―. ¡Ese hombre no tiene ningún derecho a involucrarse! ¿Me escuchas? ¡Voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que pague por esto!

Do Geon estaba tan consumido por su enojo que no se percató de unos pasos ligeros acercándose por el pasillo. Una figura delgada apareció detrás de él, y una mano firme se posó en su hombro, obligándolo a girar.

Era Taehyung. 

Su rostro estaba pálido, los labios apretados en una fina línea. Había salido de su habitación para tomar un poco de aire, pero los gritos de Do Geon lo habían llevado hasta la sala. Había escuchado más de lo que hubiera querido, y ahora lo miraba con una mezcla de agotamiento y algo que parecía... decepción.

―Déjalo en paz ―fue lo único que pronunció, como si arrastrara ese peso que ya no podía soportar.

Do Geon sintió cómo la ira se arremolinaba por sobre sus hombros, la vena de su frente se marcó con fuerza, y su mandíbula se tensó. Apretó los dientes, respirando profundamente mientras intentaba contenerse. Finalmente, con un gesto brusco, cortó la llamada sin decir una palabra más.

―¿Qué dijiste? ―preguntó Do Geon, aunque ya sabía perfectamente lo que Taehyung había dicho. No necesitaba que le repitieran esas palabras, pero aún así lo hizo, buscando una reacción.

Taehyung no retrocedió, aunque su postura reflejaba lo tenso y cansado que estaba. Se cruzó de brazos, sosteniéndole la mirada fijamente hacia él.

―Estoy dispuesto a ceder solo si lo dejas en paz... ―dijo si más.

Oh, aquí vamos de nuevo.

Do Geon respiró hondo y, como era de esperar, soltó una risa corta y amarga. Ladeó la cabeza mientras una sonrisa sardónica se dibujaba en sus labios y dio un paso hacia Taehyung desafiándole con sus ojos oscuros.

―¿Hablas en serio, Kim Taehyung? ―inquirió, suavizando su mirada de forma engañosa, como si intentara comprender lo que acababa de escuchar. Pero esa máscara se rompió casi de inmediato, dando paso a un destello de amargura―. Estoy escuchando... adelante, soy todo oídos.

―Deja pasar esta situación y... volvamos ―soltó Taehyung, rápidamente y con una pequeña pausa, como si temiera que esas palabras se le atorasen en la garganta. Pero incluso mientras las decía, había algo en su tono que traicionaba su propia inseguridad.

Do Geon se detuvo. Su sonrisa se desvaneció, y por un momento, parecía que consideraría lo que Taehyung acababa de ofrecerle. Pero luego, inclinó la cabeza, entrecerrando los ojos con incredulidad.

―¿Eso es lo que quieres? ―preguntó, con su voz ahora más fría―. ¿Ofrecerme...volver como si fuera un trato, y esperar que me quede callado mientras ese idiota sigue caminando como si nada hubiera pasado?

Taehyung apretó los puños, respirando hondo para mantener la compostura.

―Esto no es sobre él. Es sobre nosotros ―dijo, con su voz firme a pesar de las pocas ganas que tenía de continuar esta conversación―. Si realmente te importa lo que tenemos y lo que tuvimos, entonces deja este asunto atrás.

Do Geon soltó otra carcajada breve, sin humor, y dio otro paso hacia él, invadiendo su espacio personal, hasta llegar a posar su mano suavemente en su mejilla, acariciando los labios con sus dígitos.

―¿Sobre nosotros? ―repitió, con sarcasmo. Pero luego, como si cambiara de táctica, suavizó el tono, adoptando una postura algo manipuladora―. Amor, eso quiere decir que... ¿pensaste en lo de la propuesta?

Taehyung sabía que sacaría ese tema, tarde o temprano, usándolo como una cuerda para atarle a su lado y que él, por compromiso y cansancio, nunca había rechazado abiertamente. El rubio desvió la mirada, su mandíbula apretándose sutilmente y Gof retiró la mano de su rostro.

―Solo... dame tiempo ―fue lo único que Taehyung respondió al respecto y secamente se dirigió hacia el jardín posterior de la villa, sin decir más. Pero no había avanzado mucho cuando escuchó pasos tras él.

―Espera... ―Do Geon lo alcanzó, tomando su brazo con firmeza―. Compré nuestros boletos de regreso para mañana ―anunció, de forma más práctica, como si la conversación previa no hubiera sucedido―. En dos semanas inicia la siguiente fase del campeonato. No tienes que recoger tus cosas ahora. Las llaves las dejaremos con un ama de llaves.

Taehyung se giró lentamente, sus ojos buscando los de Do Geon fijamente.

«Qué astuto», pensó, sintiendo una punzada de frustración. Sabía que él estaba asegurándose de controlar cada aspecto de su tiempo. Era calculador, como siempre, y ahora esta situación parecía diseñada específicamente para evitar que tuviera cualquier oportunidad de ver a Jungkook sin que él lo notara.

―Yo puedo hacerme cargo de mis cosas ―murmuró Taehyung, con un deje de sarcasmo que apenas ocultaba su malestar.

Do Geon alzó una ceja, como si no entendiera el reproche implícito en las palabras del rubio, o simplemente eligiera ignorarlo.

―Solo quiero estar para ti y que no tengas que preocuparte por estas mínimas cosas ―respondió con una sonrisa falsa, inclinando ligeramente la cabeza, casi como si estuviera intentando parecer comprensivo―. ¿No es eso lo que quieres? ¿Que muestre interés en ti?

Taehyung no respondió de inmediato. Su mirada se desvió, perdiéndose en algún punto lejano más allá de Do Geon, hacia el jardín de la terraza que apenas lograba distinguir en la distancia. Su mente estaba completamente atrapada en pensamientos que no tenían nada que ver con el hombre frente a él. El sonido de su respiración parecía ahogar todo lo demás, pero no podía callar el sonido de sus propias dudas.

―Claro ―dijo finalmente, su voz vacía, carente de emoción, como si las palabras no tuvieran peso ni significado para él―. Haz lo que creas conveniente.

Do Geon, por su parte, sonrió con satisfacción.

Antes de llegar al jardín, Taehyung sacó su teléfono del bolsillo, sintiendo un peso incómodo en su pecho mientras sus dedos titubeaban sobre la pantalla. Durante un momento, dudó si realmente debía marcar el número de Jungkook, pero no podía evitar esa sensación tan extraña de control que Do Geon siempre ejercía sobre él.

El teléfono vibró en sus manos, interrumpiendo sus pensamientos. Taehyung miró la pantalla y, vio el nombre de Jimin. Un suspiro de alivio se escapó de sus labios, como si su aparición fuese la pequeña escapatoria que tanto necesitaba.

―Hola, bebé, ¿puedes hablar ahora? ―preguntó Jimin, su voz baja, casi hablando entre dientes como si temiera que Do Geon pudiera escucharlo.

Taehyung se recargó contra el borde de la terraza, dejando que su mirada vagara por las sombras de las flores que se proyectaban en el suelo, mientras el sol comenzaba a desaparecer lentamente en el horizonte. La tarde era hermosa, pero él de alguna forma no podía apreciarla de la misma forma que antes.

―No tienes que susurrar, estoy afuera en el jardín... ¿Lo lograste sacar de allí? ―inquirió Taehyung, dejando escapar un pequeño atisbo de sonrisa, casi como si intentara ocultar lo que realmente sentía.

Jimin rió suavemente al otro lado de la línea.

―Ya lo escuchaste de Do Geon, ¿no es así? Debe estar furioso... Sal de ahí pronto, bebé. Vete a vivir conmigo ―Le suplicó Jimin, casi como un pequeño puchero que Taehyung pudo imaginar con facilidad.

El rubio suspiró profundamente, cerrando los ojos por un segundo, como si intentara encontrar algo de paz en la puesta del sol, que teñía el cielo de colores cálidos, pero nada parecía llegar a él.

―Con respecto a eso... ―dijo, su tono más serio de lo que Jimin esperaba. La pausa que hizo fue suficiente para que se quedara en silencio al otro lado, escuchando atentamente.

―¿Qué pasa, Tae? ―preguntó, claramente confundido, sin estar preparado para lo que el rubio le tenía que decir.

―Hice un trato con Do Geon... ―respondió secamente y Jimin tardó un poco en procesar lo que acababa de escuchar.

―¡¿Un trato?! ―preguntó con exasperación, como si lo que había escuchado de él haya sido un error de sus propios oídos.

―Sí, un trato... ―repitió Taehyung, sin poder ocultar la fatiga en su voz―. Él... no lo va a dejar en paz, hyung. Y lo que menos quiero es que esto se vuelva peor de lo que ya es.

―Tae, no hagas esto... No le debes nada a ese tipo. ¿Por qué estás haciendo esto? ―Jimin insistió, casi rogando, como si esas palabras pudieran cambiar la situación.

Taehyung no supo qué decir. Y cuanto más pasaba el tiempo, más insoportable se volvía, incluso hasta un punto en el que el rubio sintió un nudo en el estómago. Quería que Jimin entendiera, pero sabía que no podía pedirle que lo apoyara en algo tan complicado.

―¡Me tienes que estar jodiendo! ―gritó Jimin, con una frustración evidente en su tono, mientras su rostro se tornaba rojo de rabia―. No me digas que lo perdonaste, porque si lo perdonaste, iré yo mismo a darle otra buena paliza, para que no logre pararse en un puto mes.

Taehyung, completamente agotado, solo pudo suspirar en respuesta. No tenía fuerzas para enfrentarlo, sabiendo que este tenía razón, pero había tomado la decisión que sentía que debía tomar.

―Kim Taehyung, ¿esta es la tercera? ¿Cuarta? ¿Quinta vez que lo perdonas? ¡Ya es suficiente!―le reprochó el pelirrojo, con su respiración acelerada, la rabia saliendo a borbotones.

―No es tan simple, hyung ―murmuró―. Esta vez lo hice porque si no, no sería capaz de dejar a Jungkook tranquilo... Hasta que esté seguro y se cierre este problema, intentaré hacer algo con respecto a esta relación. Lo prometo ―trató de calmar a su amigo, pero su voz sonaba como si no pudiera ni convencerse a sí mismo de lo que estaba diciendo.

Jimin furioso, soltó un bufido de frustración.

―No puedo creer que ese imbécil siga jugando contigo de esta manera. ¿Te estás escuchando, Kim Taehyung? ―dijo, con la desesperación ardiendo en sus ojos. Podía ver claramente la autonegación en sus palabras, y eso lo destrozaba.

«¿Cuándo vas a entrar en razón, bebé?»pensó para sí, casi desbordado de impotencia.

―Vi el reporte y las fotos eran falsas, hyung ―respondió Taehyung, tratando de aferrarse a una verdad que parecía una total y vil mentira.

Jimin, al escuchar eso, dejó escapar una risa amarga, llena de frustración.

―¿Las fotos dices? ¿Según quién? ¿Do Geon?―respondió Jimin, un tanto incrédulo, mientras sentía cómo su paciencia se agotaba―. ¡No merece ni el beneficio de la duda! Era más que evidente que era él. ¡Me encargaré de buscar la fuente y comprobarlo por mí mismo! Ya lo verás ―afirmó, con el odio hacia Do Geon destellando en su voz.

―Hyung, por favor...―respondió Taehyung, con su voz baja ―Deja las cosas así. Olvidemos todo este maldito embrollo, ¿quieres? Estoy cansado de esto...―su voz tembló levemente.

Jimin sintió un nudo en la garganta al escucharlo, pero su determinación era más fuerte que su compasión en ese momento.

―Te quiero tanto, Tae, que no puedo dejar que esta situación quede así ¿Por que eres tan bueno con él? No puedo permitir que te vean la cara cada vez que les dé la gana. Aunque me llegues a odiar por esto ¡Voy a demostrarte que ese idiota no vale nada!―exclamó.

Pero antes de que pudiera terminar la frase, escuchó el inconfundible sonido de la llamada cortada. El pitido seco del final de la conversación solo lo dejó congelado en su lugar. 

Kim Taehyung le había colgado a medio decir por primera vez en todos los años que llevaban siendo amigos.

Jimin se quedó inmóvil, con el teléfono todavía en su mano, su pecho subiendo y bajando con fuerza. No podía creerlo. Eso hizo que comenzara a sentirse de alguna forma, herido.

Dentro de sí, sabía que no debía entrometerse más, que esto era un asunto entre Taehyung y el malditos bastardo de Do Geon. Pero esta situación ya había cruzado todos los límites, ya no era solo un problema de pareja. Y él no iba a quedarse de brazos cruzados viendo cómo su mejor amigo se destruía a sí mismo por un hombre como él.

Ese imbécil había hecho cosas imperdonables, y aún así, Taehyung seguía cediendo. Era como si estuviera cegado por algo que Jimin no lograba comprender. Si el rubio no estaba dispuesto a enfrentarse a la verdad, entonces él lo haría por los dos, haría todo lo posible por encontrar pruebas, por desenmascarar a Do Geon y ponerle fin a esa relación. Solo entonces Jimin estaría dispuesto a cargar con esa culpa, porque su amistad y el bienestar de su amigo valían mucho más que cualquier resentimiento pasajero.

Porque si alguien tenía que quitarle la venda de los ojos a Taehyung, ese iba a ser él, a cualquier costo. 

Las estrellas brillaban con fuerza aquella noche, iluminando el cielo despejado con un sereno brillo cristalino y la brisa fresca traía consigo el sonido de las olas rompiendo suavemente contra la costa.

La noticia sobre lo que había pasado con Jungkook no tardó en llegar a sus otros amigos, y fue Hoseok quien decidió organizar una salida grupal para intentar levantarle el ánimo, por ello, los invitó a una disco en la costa, un sitio al que solían ir de vez en cuando para relajarse. Tal vez salir a tomar algo no era tan mala idea.

En su habitación, Jungkook se encontraba frente al espejo, abrochando los botones de una camisa negra que apenas recordaba haber sacado del fondo de su armario. Después de todo lo sucedido en los últimos días, la idea de salir no le apetecía en absoluto. Pero la noche estaba demasiado tranquila, demasiado fresca, que sentía la necesidad de darse la oportunidad de desconectar del caos en su mente. 

Escuchó el timbre de la puerta y, sin pensarlo demasiado, dejó que sus piernas lo guiaran hacia las escaleras. Bajó casi a trompicones, con los latidos de su corazón marcando un ritmo desacompasado en su pecho. Por alguna razón, se sentía extrañamente ansioso por pensar en la reacción que tendrían al verle.

Cuando abrió la puerta, el silencio que siguió fue tan contundente que casi podía escucharse el crujir de las olas a lo lejos. Sus amigos lo miraron como si acabaran de presenciar un milagro.

Jungkook, quien habitualmente no se molestaba demasiado en su apariencia, esta vez se había tomado el tiempo de arreglarse. Sí, siempre había sido más relajado y desordenado, pero esta vez apareció con el cabello recogido en una coleta que hacía resaltar sus facciones, bien prolijo, y con un estilo más serio, elegante. No era el típico Jungkook con camiseta ancha y pantalones cortos de verano, era una versión de él que no veían desde hacía tiempo.

Oh, después de todo, Taehyung sí había cambiado algo en él.

Hoseok fue el primero en reaccionar. Una sonrisa lenta y amplia se dibujó en su rostro mientras daba un paso al frente, cruzando los brazos y examinando a Jungkook de pies a cabeza.

―Wow... ¿Eres tú? ―dijo, medio en broma, inclinando la cabeza como si estuviera intentando comprobar si era realmente su amigo. 

Yerin, quien había permanecido callada detrás de Hoseok, dio un paso al frente y soltó una risa ligera. Sin pensarlo dos veces, lo rodeó con un abrazo fuerte, dándole un par de palmadas en la espalda que lo hicieron tambalearse un poco.

―No te había visto bien, querido Kook... ―bromeó, separándose para observarlo detenidamente, con una ceja arqueada y una sonrisa juguetona en el rostro.

―Ya, déjalo respirar ―interrumpió Soohyun, apartándola suavemente con el brazo y un gesto exagerado. Se inclinó hacia Jungkook y fingió olfatearlo como si estuviera evaluando un vino fino―. No arruines su magia ―bromeó, ganándose una carcajada de los demás.

―Por favor, comportémonos al menos cinco minutos ―agregó Hoseok con un tono falso de seriedad que nadie se tomó en serio, porque su sonrisa lo traicionaba.

―No exageren ―murmuró Jungkook, bajando la mirada mientras su sonrisa crecía inevitablemente cuando se llevó una mano a la nuca, un gesto que delataba su incomodidad pese a la cálida recepción.

―¿Que no exageremos? ―repitió Yerin, alzando una ceja mientras lo señalaba―. Por favor, esto es un evento histórico. Deberíamos estar escribiendo esto en una placa conmemorativa.

Jungkook, tratando de no dejarse llevar por la marea de bromas, bufó y negó con la cabeza, mientras cerraba la puerta detrás de él, sin embargo, la pequeña sonrisa que se le escapó traicionó su intento de mantenerse serio. Luego, Yoongi, siempre el más práctico, los interrumpió con un gesto amplio de su mano, instándolos a moverse.

―Ya, déjense de dramas todos ustedes ―dijo, dándole un empujón amistoso a Jungkook para que avanzara primero―. Vamos, antes de que Kook decida que ya tuvo suficiente de nosotros.

Mientras caminaban hacia la costa, sentía cómo un peso parecía levantarse de sus hombros. La brisa nocturna, fresca y salada, acariciaba su rostro, como si intentara barrer con suavidad todos los pensamientos que lo habían atormentado durante días. Tal vez esta noche no resolvería del todo el caos que llevaba dentro, pero de alguna forma las bromas de sus amigos lograban mantenerlo distraído o al menos tenía la sensación de que podría respirar un poco mejor.

Luces intermitentes destellaban en la disco al aire libre frente a la costa, creando un espectáculo de colores que competían con el brillo del mar a lo lejos. La música y el ambiente eran realmente agradables, pero Jungkook parecía estar aislado en su propio mundo. Ya había bebido al menos más de cinco copas seguidas de soju en la barra, sin embargo, su semblante seguía tan sobrio, que era casi desconcertante.

―Kook, ya basta de beber, ¿sí? ―dijo Hoseok, mientras lo observaba preocupado desde el asiento a su lado, claramente sorprendido―. Vamos a la pista con los demás. No deberías tomar de esta forma. Aunque, bueno, técnicamente vinimos a eso, pero... ―Hobi hizo una pausa y sacó su cartera, mostrando el contenido con una exagerada mueca de preocupación―. No tengo tanto dinero como crees, ¿vale? calma...

Jungkook, que había estado mirando el fondo de su copa sin mucho interés, finalmente levantó la mirada. La risa nerviosa de Hoseok era lo único que parecía poder romper su concentración, aunque no sabía si debía sentirse avergonzado o simplemente aceptar que su amigo estaba tratando de hacerlo reaccionar de cualquier manera.

―Lo siento...Hyung ―dijo Jungkook sin más, mientras señalaba su copa vacía con una sonrisa torcida.

Hobi lo observó con una mirada escéptica, pero antes de que pudiera decir algo más, vio a Yerin bailar cerca de ellos y le hizo un gesto rápido para que se acercara. Ella no tardó en ir hacia ellos, captando la señal.

―¡Vamos, Kook! ―dijo la joven con energía, tomando las manos del guardacostas y comenzando a darle empujoncitos hacia la pista de baile, abarrotada de personas.

Jungkook no opuso resistencia, simplemente dejó que la corriente de personas lo arrastrara, mientras Hoseok, los seguía de de cerca. Y cuando la joven soltó sus manos, Jungkook simplemente se dejó llevar por la música, sintiendo cómo las vibraciones se colaban bajo su piel. El mareo de las copas que había bebido antes le daba una sensación extraña de ligereza, como si su cuerpo estuviera flotando en medio de la multitud. Incluso cerró los ojos por un momento, permitiéndose sumergirse en el ritmo de la música. 

Se sentía mareado, sí, pero de alguna forma olvidó sus penas. Las luces brillantes de colores comenzaron a mezclarse con el calor de los cuerpos a su alrededor, y, por primera vez en mucho tiempo, empezó a sentirse más relajado.

De repente, las luces se apagaron por completo, dejándolo algo desorientado. Luego, un parpadeo de luces estroboscópicas lanzó destellos que se reflejaron en los rostros de los que bailaban a su alrededor. La fuerza de las luces lo hizo dar unos pasos hacia atrás, mareado por el cambio abrupto. Sin embargo, intentó seguir el ritmo, mientras los latidos de la música golpeaban su pecho con fuerza, hasta que de pronto, se dio cuenta de que había perdido de vista a sus amigos.

La canción que antes había tenía un ritmo animado se transformó en una melodía más lenta, ahora sonaba como una corriente de agua, fluida, arrastrándolo de un lado a otro.

Fue en ese momento que abrió los ojos de golpe, como si algo le hubiera congelado la sangre.

De pronto, vio una figura delgada moviéndose entre la multitud, su cabello rubio y liso brillaba a lo lejos bajo los flashes intermitentes y Jungkook sintió un nudo en la garganta, por un segundo, incluso sintió que le faltaba el aire. ¿Era posible? ¿Había perdido completamente la cabeza? Sí, seguramente lo había hecho. Pero aún así, no podía dejar de mirarlo.

¿Taehyung?... ―murmuró en voz baja, con su respiración acelerada.

Los movimientos del joven eran lentos, delicados, y ese pecho semidescubierto, oh Dios, no tenía intenciones de perder la oportunidad de acercarse para tomarle de la cintura y no despegarse de él hasta que el sol comenzara a asomar en el horizonte.

Vaya que sí estaba enamorado.

Giró entre la multitud con una rapidez que no correspondía a sus pasos vacilantes, sorteando a los cuerpos que lo empujaban y lo hacían tropezar mientras intentaban arrastrarse hacia el centro de la pista.

Y cuando finalmente estuvo frente a él, el rubio se giró con suavidad, dándole la espalda, pero no sin antes mirarle por el rabillo del ojo, su rostro ladeado en un gesto que le provocó todo tipo de sentimientos. ¿Era acaso un sueño? Jungkook no necesitaba pensarlo mucho. No podía negarse, jamás podría.

Los reflectores parecían estar posados sobre ambos y el mundo entero parecía solo existir para ellos. ¿Qué importaba si los veían juntos de nuevo? ¿Acaso no podían ser libres de amarse? «Al diablo con todo, al diablo Do Geon», pensó Jungkook.

Cuando el joven levantó su mano pálida hacia su rostro, Jungkook sintió cómo su corazón comenzó a latir con fuerza. 

Su cercanía lo estaba volviendo loco, sentía que su cuerpo estaba a punto de desfallecer. Y cuando la mano descansó en su cuello, no pudo evitar inclinarse más hacia él para intentar besarle. Pero, para su sorpresa, el rubio desvió su mirada, dirigiendo sus labios hacia su oído, como si intentara evitar el movimiento.

―¿Eres tú? ¿El ex campeón estatal de Pearl Cove?...

Oh no...

Para la mala suerte de Jungkook, esto lo hizo reaccionar de inmediato y caer en cuenta de que el licor le había jugado una muy mala pasada.

«Que forma tan vergonzosa de confundir a Taehyung con otra persona» se reprochó a sí mismo.

Tendría pesadillas esa noche, horribles pesadillas...

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