❀; Twenty Six.
— No es necesario, Seungmin. No hagas cosas que crees que los demás esperan que hagas, por lo menos no conmigo, no lo hagas, porque no espero nada de ti como persona. ¿Puedes, por favor, ser real cuando estemos solo tú y yo?
Cuando se trataba de trabajo, Hyunjin se volvía alguien frío y directo, tanto que asustaba y hasta hería. Sus actitudes profesionales realmente no le importaban, mucho menos el uso que le daba a su vocabulario; casi no trabaja en el museo por lo que no existe trato alguno con la gente de ese lugar a excepción de Seungmin, quien ni siquiera está dentro del museo. Y en el escenario no eran necesario un lenguaje verbal. Allí, Hwang se convertía otra persona, alguien libre a la vista de todos, seductor y atrapante, no necesitaba las palabras para demostrar todo lo que guardaba en su interior, por lo que su forma de relacionarse en el trabajo siempre fue irrelevante.
Hasta ese momento y con aquella persona. Hasta que llego el dia en el que fue hora de tratar los errores de Seungmin. Lo hizo mal y lo noto. Quiso morir en ese mismo instante porque de verdad, haber hecho llorar a Seungmin era lo más malvado e imperdonable que había hecho en mucho tiempo.
Los ojos de Seungmin se estaban llenando de agua, Hyunjin sin querer había sido un poco -demasiado- rudo con sus palabras. Entendía que el mayor solo se le decía su opinión, una que esperaba que siguiera, pero aun así se trataba de un consejo para su bien.
El problema surgió debido a que el castaño ya se encontraba bastante sensible por su pintura anterior, mas su juez no supo percibir ese malestar, sino después de verlo soltar las primeras lágrimas, donde experimentó el sentimiento de la culpa, cosa que no recordaba la última vez que pasó. Seungmin no dijo nada ante sus palabras, asumía la sensatez y verdad que se hallaba en ellas, y ese era el peor castigo que pudo darle; el silencio.
En un acto estúpido e impulsivo, se levantó a la velocidad de la luz de su silla y envolvió a el pequeño en sus brazos y metió su cabeza en su hombro, totalmente arrepentido.
— Perdóname, SeungSeung.— Le rogó con la voz desesperada. —No estoy acostumbrado a tratar bien a la gente, lo siento de verdad.
Nunca antes se había sentido tan mal por dañar los sentimientos de alguien, aunque si lo pensaba, cuando se trataba de Seungmin no se refería al mismo como "alguien". Le guste o no, poco a poco el chico ocupaba uno de los puestos más importantes en su vida y la sola idea de haberlo hecho llorar lo enloquecía muchísimo.
— No lo hago a propósito, lo siento.— Respondió el menor en un susurro. —Solo quería hablarte acerca de mis colores, las historias detrás de ellas porque así me nace ser cuando estoy contigo, ser sincero y expresar la mayoría de mis pensamientos. Supongo que se ven forzados y poco creíbles, lo lamento de verdad, no volveré a insistir con ello.
— No, Seung, no me prives de oír tus pensamientos, te lo suplico.— Lo apretó más a su cuerpo. —Ven conmigo, por favor.
Trasladó a Seungmin hasta su silla y lo sentó en regazo. Por un largo rato se mantuvo en silencio, centrando toda su atención en la labor de limpiar cada una de las gotitas que escapaban de los ojitos cafés del pequeño, quien tampoco soltaba ninguna palabra, miraba un punto cualquiera en una de las ventanas del jet y parecía estar fuera de sí. Hyunjin podía notar cómo sus pensamientos lo consumían por dentro.
Por algunos minutos se dedico a admirar su rostro, quedando maravillado con sus pestañas, contando y clasificando en pequeños, grandes, opacos o pálidos los once lunares que su rostro presumía, el color entre rosa y morado de sus labios y su clara piel, que algunas imperfecciones en su textura sacaba a la luz.
Todo en Seungmin lo volvía un ser hermoso.
—Duele, ¿sabes?— Dijo de repente. —No ser suficiente para nadie, que nunca haya nadie realmente, arruinarlo todo siempre.
— Es suficiente, Seungmin.
No parecía estar hablándole justo a él, pero aun asi respondio con el fin de que finalizara con todos esos pensamientos despectivos.
—Me hiciste recordar todo aquello que me hiere, y no es fácil simplemente dejarlo pasar, porque no soy el imbécil fuerte que nada lo lastima que pretendo mostrar. En realidad, soy un idiota, alguien tan malditamente sensible que hasta las palabras de alguien que me tiene pena como tú lleguen a lastimar. Soy tan patético.
Intentó levantarse e irse, como siempre, abandonar todo, porque ese era Kim Seungmin, alguien que se cansó tanto de luchar que ya no le importaba rendirse sin más, pero lo detuvo, porque ahí estaba el momento preciso donde él debía actuar.
— Maldición, Seungmin.— Gruñó aburrido de la situación. —Nunca te tuve, ni te tengo, ni te tendré lástima, ¿de dónde sacas esas estupideces?— Le tomó la cara para que lo mirara directamente a los ojos. —Basta. Entiende que todo lo que hago, lo llevo a cabo porque quiero. No lo sé, ¿si? Nunca sentí esta necesidad de querer ayudar a alguien, pero contigo es tan fuerte que hasta me causa miedo a mí. Sin embargo, aunque no sea fácil, no me niego nada a mí mismo, porque ese es el mínimo respeto que todos debemos tenernos a nosotros mismos; la sinceridad, aunque sea por dentro. Así que por favor, no rechaces todo esto que intento hacer, porque lo haces más difícil para mí y hasta para ti.
Y se fundieron en un abrazo una vez más, porque no había nada más confortante que necesitar un abrazo y abrazar a alguien que también lo necesite. No supieron cuánto tiempo estuvieron en esa posición, solo Hyunjin levantó un poco la cabeza cuando el piloto del jet le informó que el viaje había terminado y ya estaban otra vez en tierra. Con cuidado, otra vez intentó mover a Seungmin, quien no estaba dormido, pero sí muy apagado por dentro.
—Anda, Seung, ya es tarde.— Le dijo al oído para que se levantara de a poco.
Abandonaron ese jet que tan problemas en, como mucho, dos horas y algo. Caminaron fuera, en las pistas. El aeropuerto tenía ese mismo panorama de siempre; ruidos de turbinas, personas exigiendo a los de atención al cliente, y muchas luces, pues ya estaba de noche y veía cuántas ganas tenía Seungmin de dormir.
— ¿Quieres ir a mi casa o te llevo a casa de Felix?— Le preguntó preocupado.
— Será mejor que vaya a casa de Felix, no estará contento si otra vez vuelvo a faltar en la noche.- Le dijo con una mueca que quiso simular ser un sonrisa reconfortante. —Gracias por la prueba, luego me dices qué tan porquería se veía. Nos vemos.
Levanto la mano y lo saludo. Se dio la vuelta y comenzó a caminar lejos, fuera del predio, donde todas las personas que también bajaban de aviones se retiraban. No tenía dinero ahí mismo, pero cuando llegara, pagaría el taxi que planeaba tomar con dinero de sus ahorros.
Hyunjin no se movió de donde estaba, mas antes de cruce la puerta para perderse entre la gente, le gritó:
- ¡Eres la mejor persona que pudo pasar por mi vida, Kim Seungmin!
Y corrió, corrió a buscar a ese niño indefenso que tanto anhelaba, porque no sería como todos los idiotas que conocía; no dejaría a esa persona especial abandonada por nada del mundo.
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¡Hola perfecciones!
Espero y esten disfrutando <3
Nos leemos luego ~.
— D a n o n i n o .
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