❀; Twenty Nine.

Desde que Hyunjin hizo acto de presencia en su vida, esta había tomado un rumbo donde cada vez que se ponía a analizar un poco su presente, sentía como si todo fuera muy absurdo. Realmente la mayoría de las cosas que le pasaban rozando la linea de lo inverosímil.

Se consideraba una persona creativa, sin embargo siempre estuvo muy lejos de imaginar la disparatada idea de caminar junto al vicedirector del museo que siempre amó, mucho menos con una canasta y cuidando a su hermanita menor en los juegos de ese simple parque, el mismo al que acudía cuando las cosas no estaban bien en casa, o cuando iban de maravilla también.

Solo les faltaba tomarse de la mano para dar la impresión de la pareja perfecta, pero ellos no harían eso.

El día presumía lo bellísimo que podía llegar a ser cuando quería. El sol pegaba fuerte en esa mañana de primavera que poco a poco aumentaba la temperatura, donde solo quedaba como opción acomodarse bajo un gran árbol con frutas para degustar y una buena compañía con quien pasar el rato.

No había mejor imagen mental que la que esos dos se dibujaban en el aire.

— Vamos a sentarnos allí.— Apuntó el mayor a un árbol de mediana altura. —Desde allí podremos ver claramente dónde está Hayeong jugando.

Desde que había visto a la pequeña, ésta no le había hablado, ni siquiera dirigido la mirada. Probablemente la causa era por la situación en la que lo vio por primera vez o quizá la niña simplemente era alguien callada, como su hermano o incluso él. Igualmente le gustaría tener contacto con ella, se veía amigable y divertida. Ya vería cómo haría para llegar a la niña.

— ¿No podemos sentarnos en el de al lado?— Cuestionó Seungmin, mirando al árbol de al lado, que tenía muchas raíces sobresalientes y grandes ramas.

— Ese no es para nosotros todavía, SeungSeung.

Lo tomó de la mano y tiró de él hasta el árbol que fue primeramente señalado y extendieron la manta tan pronto como sintieron las sombras de las ramas sobre sus cabezas. La confianza que se estaba creando entre esos dos era tan valiosa y tan grande que, sin contarle su deseo por parte de Hyunjin, u omitiendo pedir permiso por parte de Seungmin, el más alto se recostó contra el tronco del árbol, y el más bajo apoyó su cabeza sobre las piernas de Hwang.

Cualquiera que los viera pensaría que se trataba de un picnic de enamorados, incluso en sus mentes persistía aquella visualización de ambos, más allá de lo que sintieran, tenían conocimiento acerca de la imagen que aparentaban, sin embargo no le molestaba en lo más mínimo cómo se veían ante los ojos de la gente, o mejor dicho, no les interesaba.

Ambos degustaban manzanas rojas, muy rojas, habían descubierto que les gustaban las frutas y las verduras más que cualquier otro alimento, aunque más allá de ese amor sano, su gusto culposo no era nada menos que las frituras.

El tiempo pasaba tranquilo, el mediodía se acercaba y con ello la hora del almuerzo, la cuidad estaba bastante callada, como si se les hubiese pasado el horario, aunque, para esos dos, los segundos, los minutos e inclusive las horas eran lo mismo; similar a como si hubieran sido detenidas y no avanzaran cuando se hallaban juntos.

Todo seria absolutamente perfecto si Seungmin no estuviera sintiendo un poquito de culpa por haberle avisado a Felix que no iría en las siguientes horas debido a que saldría con Hyunjin y su pequeña hermana al parque. Se iban a cumplir veinticuatro horas sin interrupciones desde que estaba junto Hwang y eso al pecoso no le haría ninguna gracia.

Ya solucionaría el inconveniente cuando se vieran en el momento en que el pelinegro lo llevara hasta su casa.

Realmente no supo en qué momento pasó, pero para cuando se dio cuenta, Hyunjin lo estaba mirando fijamente, persiguiendo todas las perfectas líneas de su cara, o cada una de las partes que componían su rostro; su ojos comunes y brillantes incluso cuando estaba triste, su nariz redondita que tanta ternura le causaba y su boca, que por alguna razón siempre se visualizaban en tonos intensos.

— Te dije que no me mires fijamente.— Recordó de repente el chico recostado en sus piernas.

— Creo que me gustas, Seungmin.

El nombrado primeramente abrió los ojos desmesuradamente y lo miró esperando una respuesta a esa ocurrencia que acaba de hacer, sin embargo esa contestación no llegó, su compañero guardó silencio. Optó por abrir la boca, pero volvió a cerrarla, y luego la abrió nuevamente, y una vez más la cerró.

Al no recibir mas que silencio, se sentó de golpe en su lugar, totalmente aturdido por esa confesión. Su desconcierto era muy grande, de verdad no entendía lo que estaba pasando. Admitía que le generaba incomodidad y un poco de molestia esa broma, porque eso significó para él, una broma de mal gusto.

— No me gusta que jueguen conmigo y bien lo sabes.

— ¿Parece que esté jugando, niño tonto?— Le contestó con el mismo tono que él mismo usó cuando le ofreció dormir con él o en la habitación de huéspedes.

— Me parece poco creíble.— Confesó, mirando hacia donde jugaban los niños.

Tensión. Eso se sentía en el ambiente.

Hyunjin apretó sus puños, mas no por la desconfianza de Seungmin, eso era comprensible y lógico. Se encontraba enojado por todas las personas que habían pasado por el chico frente suyo antes que él, quería saber quiénes eran y qué le hicieron para que fuera así de cerrado, ya que realmente nadie se negaba a la gente de esta manera tan insistente, como Seungmin lo hacía.

— Mírame, Seungmin.— Obligó a la vez que lo volvia a acostar en sus piernas. Otra vez empezaría con sus sermones-consejos. —No te estoy pidiendo nada, ¿está bien? Simplemente creí que debías saberlo. Soy una persona impulsiva y suelto todo lo que guardo dentro al instante que nace en mí. No quiero ponerte nervioso ni mucho menos incómodo, fue sencillamente eso que me salió. Disculpame.

Palabras tan sencillas hacen que Seungmin cediera, era como si Hyunjin tuviera algo en la voz que remediara cualquiera situación complicada, volviéndola una calma en cuestión de segundos.

— No eres el que debe pedir perdón, tranquilo.— Se pasó las manos por la cara, frustrado. —Es solo que soy un idiota. Es patético. No estoy preparado para nada amoroso. Como verás, todavía sufro los efectos de haberlo hecho mal en una relación pasada.

— No es tu culpa, Seungmin, ya para con eso. Es totalmente normal sentir miedo, eres un humano ¿recuerdas? Además, ya te dije, no te estoy pidiendo nada y respetare.— Ahora el humor de Hyunjin también se encontraba estropeado por una situación que él mismo generó. —Escucha, sera mejor que lo olvidemos. No pasa nada. Ni siquiera es verdaderamente serio, se trata de una estupidez.

Con decisión, Seungmin se atrevió a pegarle un puñetazo en la pierna, sacando un quejido proveniente de su juez.

— ¡Tú no eres así! Deja de pretender ser humilde y desconsiderado contigo mismo.

— A partir de ti, nace una nueva parte de mí. Ni siquiera yo mismo puedo reconocerme.— Divulgó sin pena ni culpa. —No se trata de pretender ser alguien o fingir, es ser comprensivo con la otra persona, más allá de los intereses propios. Tú haces eso en mí, Seung.

Seungmin cerró sus ojos, queriendo analizar todas esas palabras que habían cruzado ambos en no más de cinco minutos. Los pros eran insignificantes en comparación a los contra. Había sido mucho para alguien tan negador consigo mismo como el castaño, no obstante necesario. Hwang Hyunjin se caracterizaba por ser sincero, sin importar el lugar o la condición en la que se hallaba. Él mismo no parecía ser alguien que le gustara molestar o jugar con los sentimientos de los demás, sin embargo ¿hasta dónde lo conocía? ¿quién le aseguraba que no volvería a caer profundo por una relación? ¿qué lugar en su corazón ocupaba? Se sentía mal, pues no quería rechazar ese mínimo sentimiento que el más alto sentía por él, y por otro lado tampoco estaba dispuesto a volver a ser lastimado. Debía encontrar una solución en ese preciso instante, y la tenía, solo esperaba no equivocarse.

— Podemos ir despacio, como ahora, seguir viéndonos seguido, salir, contarnos acerca de nuestras vidas, ya sabes, conocernos y demás. Y ahí vamos viendo como resulta, ¿qué te parece?

— La mejor idea del mundo.




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¡Hola, perfecciones!

Guarden el capítulo 29 como un capítulo glorioso, porque de verdad me costó siglos que esos dos avanzaran algo. Bastante bien vamos, ¿verdad?

Nos leemos luego ~.

— D a n o n i n o .

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