❀; Twenty Eight.
Despertar y tener que aceptar que Seungmin se iría de su casa era convertía su realidad a una muy difícil de asumir, por lo que ahora realmente sin importarle a qué hora llevaría a Seungmin de vuelta a lo de Felix o todo lo que este ultimo podria hacer en torno a la estabilidad de su salud, se tapó la cabeza para cubrirse de la luz del sol y siguió durmiendo. Al fin y al cabo, solo se levantaría si el pequeño lo quería y no veía ni la más mínima intención por parte de este para abrir los ojos.
Durmió un rato más hasta que sintió a su compañero removerse entre las sábanas, todavía desorientado. Admirar todo el proceso por el que el pequeño Kim transita antes de estar completamente despabilado debería considerarse como una manera de curar enfermedades. La forma en la que se tallaba los ojos y observa a su alrededor inocentemente era la única forma de dijera que estaba feliz por tener que abandonar su preciada cama un dia mas.
Tomándose su tiempo, se sentó en la cama y bostezo, a la vez que trataba de encontrarse a sí mismo en esa habitación. Al parecer, luego de un rato hizo memoria de todo lo que sucedió el día anterior, y su cara se relajó automáticamente.
— Deja de mirarme tanto.— Le dijo mientras se volvía a acostar entre los brazos de ese chico extraño pero familiar.
— Cuando dejes de lucir como el ángel más bello que existe, lo dejaré de hacer.— Comentó sin pensar.
Seungmin levantó la cabeza y lo contempló un poco bastante perplejo. ¿Hwang Hyunjin había proferido esa frase para él? Lo había tomado totalmente de sorpresa, mas estaba bien, le encantaba que le dijeran cursilerias de ese tipo, lo hacían sentir querido. Aunque, por otro lado, no le gustaba adoptar una actitud tímida a causa de ese tipo de situaciones, provocando que se le hiciera difícil actuar de una manera normal. Odiaba eso, se suponía que estaba a días de cumplir dieciocho años, no podía seguir actuando de esa forma.
Por suerte, Hyunjin era muy perceptivo ante estos comportamientos y siempre sabía cómo hacer que se volviera a sentir cómodo.
En esa posición, Seungmin aprecio mucho mas los rasgos del pelinegro, y aunque le gustaron sus ojos oscuros y profundos, así como su nariz perfilada y su mandíbula perfectamente dibujada, se concentró en sus carnosos labios, esos a los que le quedaría exquisitos un piercing en ellos. Pálidos y sin vida, algo rajados, pero aun asi muy apetecibles.
La manera tan poco disimulada en la que Seungmin se deleitaba con la vista puso nervioso al sueño de la cama, no por sí mismo, sino por el más pequeño.
Lo poco que su mente pensaba en la mañana lo obligó a cortar con ese contacto que estaba pisando sus límites.
— Ya, vuelve a acostarte.
Le bajó la cabeza con una mano y lo apretó contra sí mismo, mientras que Seungmin lo rodeó con los brazos todo su torso y escondió su cabeza en el pecho contrario. Sus piernas también estaban enredadas y aunque ninguno de los dos se animara a decir qué estaba pasando ahí, la escena era una de amor.
Como si el mundo estuviera en su contra, la risa de una niña y los fuertes pisotones por la escalera los asustaron, pues en esa posición se estaban durmiendo otra vez. Para cuando quisieron separarse ya era tarde; apenas levantaron la cabeza, una niña de no más de ocho años se presentaba en la puerta de la habitación, vestida de rosa y con dos colitas en su pelo largo y negro, nos miraba con los ojos grandes producto de la sorpresa por vernos en aquella situación.
— ¡Hayeong!— Gritó una voz femenina desde abajo.
El cuerpo acostado junto al artista se puso tenso en tan solo una palabra, con una simple voz, y eso también lo alertó.
— Dame un segundo, Seung.— Le dijo Hyunjin al oído mientras se levantaba de la cama.
Las manos del chico en problemas fueron a parar a su pelo, intentando acomodarlo lo mejor que pudiera, se refregó la cara y soltó un suspiro, dispuesto a hablar, sin embargo, la niña de rosa se le adelantó.
— Mama y yo vinimos a visitarte, tonto.
Seungmin no pudo evitar reír ante la inocente agresividad de la niña, sin darse cuenta que el era exactamente igual cuando quería insultar a alguien sin herirlo.
— No sabía que vendrían, Yeongie. Baja con mamá y dile que en un momento estoy ahí.
La niña no emitió ningún sonido, ni siquiera le dirigió la mirada, a simple vista parecía una revoltosa, pero presentía que en realidad era una niña bastante tranquila. Obediente, bajó tal cual su hermano le indicó y éste la siguió con la mirada calculando cada uno de sus pocos movimientos hasta que no hubo rastros de ella en la puerta. Un segundo después, se lanzo sobre la cama junto al invitado.
Lucia un poco frustrado y Seungmin creyó que era porque su madre, su hermana y el, que ni siquiera tenia una etiqueta para si mismo, se encontraban en la misma casa.
Antes de que sus pensamientos lo llenaran de reproches, Hyunjin ya tenia todo pensado acerca de cómo actuar y qué decir.
— Abajo está mi madre que seguramente me trajo a mi hermana para que la cuide un rato, y como siempre, sin avisar previamente.— Le explicó brevemente. —¿Quieres conocer a las dos mujeres de mi vida?
— ¿No crees que será molesto verte con alguien más?— Inquirió el más bajo, sentado sobre la cama con el pelo revuelto.
— Para nada.
Lo tomó de la mano y lo sacó a los saltos de la cama. Al salir de la habitación y pasar por la puerta del baño, de improvisto, lo metió en el baño y le indicó que bajara cuando terminara. Él tendría el desayuno en la mesa.
Se trasladó con una sonrisa por la escalera al mismo tiempo que miraba a su mamá y a su hermana.
— Me sorprende que te levantes de buen humor, pero mucho más lo que me acaba de contar tu hermana.— Expuso la mujer que le dio la vida con un tono de reproche.
Aunque se imaginaba lo que Hayeong había expuesto antes de que bajara, se hizo el desentendido y no respondió, en vez de eso, tomó a su hermana en brazos y los tres se encaminaron hasta la cocina, donde las dos femeninas se sentaron y esperaban que el dueño de casa les sirviera el desayuno.
Común en la vida del presidente del museo.
— ¿Desde cuando traes tus conquistas a tu departamento?
No era costumbre de la Señora Hwang criticar, mas le era imposible no estar aunque sea incómoda con la idea de que arriba se encontraba un chico que, según lo que le había contado Hayeong, había dormido con su hijo. Le sorprendía, porque Hyunjin jamás traía a nadie a su departamento, se caracterizaba por ser muy áspero con las personas, y también la hacía reflexionar acerca de la situación, es decir, no conocía nada de su relación con Seungmin, el único detalle que conocía es que compartieron cama, llevando a sus pensamientos a otro nivel, como cualquier persona normal.
— Seungmin no es una conquista, mamá.— Le aclaró con un tono amable.
— ¿Ah, no? ¿Qué es, entonces?
Les extendió el plato de huevos revueltos a las dos y dejó del otro lado uno para su aprendiz, quien se estaba tardando un poco en bajar.
— Es un chico que quiero mucho, y no espero menos que respeto de tu parte, por favor.
No alcanzaron a hablar mucho más sobre la situación del nuevo -no tan nuevo- personaje en la vida de Hyunjin, ya que éste mismo hizo acto de presencia, tímido, como era de esperarse. Caminó lentamente y se ubicó al lado, casi detrás, de Hyunjin, que por suerte era mucho más alto.
Al verla, el chico supo que quiza lo conocería por ser el hijo del matrimonio Kim. Ellos que tantos contactos importantes tienen y esa mujer, a juzgar por sus vestimentas, no era alguien de menor relevancia.
Pelo oscuro asi como sus hijos, ojos marrones como la mayoría de las personas, piel en tonos cálidos, y joyas, muchas joyas. Sus dedos, un poco arrugados, lucian finos anillos y un color esmeralda en las uñas, y sus delgadas muñecas, que presumían pulseras bellisimas y un elegante reloj que probablemente, valía lo mismo que el departamento de Hyunjin.
Una señora de lujos sin dudas.
— Buen día, señora Hwang.— Saludó con una gran reverencia. — Soy Seungmin, Kim Seungmin.
Ella lo recorrió con la mirada, pero no lo estaba despreciando, sino que sencillamente analizándolo.
— Hola, Seungmin...— Saludó pensativa. —Disculpa mi atrevimiento, pero... debo decirte que, ahora que te veo, creo que te conozco... aunque no sé de dónde...
Bingo.
— Soy hijo del matrimonio de abogados Kim, seguramente de ahí.— Le refrescó la memoria.
La cara de la mujer se iluminó, claro que no era cualquier persona la que tenía delante. Era el hijo de uno de lo más prestigiosos matrimonios de Seúl. Se sintió agradecida de que su hijo tenga juntas como él, era sabido que el hijo de los Kim era obediente y aplicado.
— ¡Ya te recuerdo!— Le dijo con una sonrisa. —Ven, siéntate a desayunar. Soy Hwang Hamin.
La señora repentinamente cambio de humor a uno mucho mas animado y amoroso y le saco conversación de todo tipo al chico que apenas unos pocos segundos para responder se le otorgaba.
Y esa fue su mañana, donde compartieron anécdotas que, para ser sincero, a Seungmin le daban igual, ya que todas eran de sus padres y los padres de Hyunjin el no tenia nada que ver con ninguna de esas cuatro personas en ese preciso momento de su vida, no obstante, por respeto, fingió genuino interés en todo aquello que la mujer relataba.
— Tengo que ir a la oficina de tu padre.— Manifestó Hamin antes de levantarse. —Vendré a buscar a Hayeong en la tarde. Que tengas un buen día, Seungmin.
— Gracias, Señora Hwang. Usted también.
Hyunjin la acompañó hasta la puerta, donde de forma amorosa, saludó a sus dos hijos. Al volver a la cocina, llegó con sus típicas propuestas.
— ¿Vamos al parque?
____________________________
¡Hola, perfecciones!
Como siempre, sigan disfrutando la novela como siempre <3.
Nos leemos luego ~.
— D a n o n i n o .
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top