❀; Thirty Eight.

— ¿Quieres que entre contigo?

Tomados de la mano, como la pareja normal que ahora conforman, se encontraban a un costado, esperando que el turno del más pequeño llegara. Eran observados por muchos de los presentes a causa de que la clínica donde la psicóloga ofrece sus servicios era meramente para personas con alto poder adquisitivo, de otra forma, no serían capaces de atenderse en un lugar tan caro y entre todos ellos, la familia de Seungmin, que nunca eran menos que nadie.

No se trataba de ninguna novedad ver al hijo de los Kim asistir a terapias, lo hacía incluso de pequeño, antes del gran accidente que ocultaba, pasando por muchos profesionales, pero siendo siempre Park Jihyo su favorita. Tanto ella como Felix habían sido los principales impulsores para sacar al hijo de los Kim del fango en el que se encontraba para aquellos tiempos y hasta los mismos adultos responsables estaban al tanto de eso.

Las personas que también se hallaban aguardando a ser llamados se sorprendían al ver al hijo del gran Hwang Jinyoung y del prestigioso matrimonio Kim tan juntos, tan melosos entre ellos, mostrando claramente que no estaban allí en relación de amigos. Murmullos en casi todos los pasillos los acompañaron en todo el camino hasta la zona en la cual debían quedarse hasta ser llamados y pesar de hacerlos sentir un poco incómodos el hecho de ser la principal atracción en ese consultorio poco les importaba en realidad lo que aquellos extraños no tan extraños pensaran. Seungmin no sabía nada de sus padres hacía casi un mes y Hyunjin por su parte hasta fue felicitado por ambos padres, y lo entendía, ¿cómo no adorar a su SeungSeung?

— No, está bien. Solo me gustaría que, cuando salga, estés ahí en la puerta, esperándome.

— De eso no tengas ni la menor duda, Seung. Te esperaría toda mi vida— Lo abrazó con fuerza, pues notó que ya casi era la hora del turno de su novio de entrar.

Y efectivamente, a los minutos de iniciar aquel abrazo, la secretaria del sector de psicología salió llamando por el pequeño micrófono que poseía a clara y viva voz el nombre de su novio.

— Es hora. No lo olvides, estoy aquí, te quiero mucho y lo harás bien.

— Solo es un reencuentro, idiota. No me estoy yendo a la guerra.— Bromeó el más bajo por el dramatismo de Hyunjin mientras reía. —También te quiero mucho. No te vayas sin mí.

Se dieron un beso de despedida y Seungmin se encaminó a ver a su querida Jihyo y de paso contarle todas las cosas que le pasaron en el último mes, el más importante de su vida; por qué dejó de asistir a las sesiones, su actual relación con sus padres, su nueva casa -aunque todavía no desistiera de la idea de mudarse-, su ya casi empleo oficial en el museo, y lo más importante y trascendental, su noviazgo con Hyunjin.

En la habitación, acomodando muchos papeles, de espaldas a la puerta, se encontraba uno de los ángeles que lo ayudó a salir de muchos problemas con tan solo una o dos palabras, con el ceño fruncido por naturaleza y sus cachetes inflados, Park Jihyo se encontraba en su escritorio esperando al siguiente cliente para poder hacerlo pasar a la sala y conversar con él.

Veinticinco años, pelo negro y largo, flequillo que casi le cubría por completo esos ojos saltones que tanto la caracterizaban, bajita y con algunos rollitos sobresalientes en sus caderas, piernas en tonos muy pálidos que solo eran cubiertas hasta las rodillas por esa delicada falda color rosa casi blanco, acompañada por ese suerte negro tan suave como de los que suele usar muy seguido.

Esa era Jihyo y seguia igual que siempre.

En la puerta, Seungmin la miraba divertido, siempre le había gustado observarla, su sola existencia alegraba a Seungmin. Jihyo siempre tuvo una manera de moverse y hablar tan entretenida que muchas pacientes que ya eran dados de alta continuaban pagando sesiones con tan solo poder pasar algunas horas a la semana con ella.

— Ni creas que no sé que no estás ahí.— Reprendió de repente la chica, sobresaltándolo.

El pequeño salió de su infantil escondite cruzado de brazos y se acercó hasta donde estaba su amiga.

— No es justo, ¿cómo te diste cuenta de que estaba ahí?

Sin mirarlo a causa de lo ocupada que estaba acomodando el gran lío que la sesión anterior le dejo, le respondió:

— Porque, primero, tengo organizado todo y sé absolutamente todo de los pacientes que vienen hoy así como su horario y su problema, en que quedamos la última vez que nos vimos y cualquier cosa que te puedas imaginar en cuanto a control y orden. Tendrás una idea de que no puedo venir aquí y sentarme a escucharlos y dejar que todo se vaya, yo no soy así ni creo que mi trabajo consista en eso. Y en segundo lugar porque escucho el micrófono de la secretaria, esa cosa sí que suena alto.

— Já, siempre tan inteligente.— Comentó cayendo en que tenía razón en todo. —Ven aquí, te extrañé.

Seungmin abrió sus brazos esperando su ansiado abrazo y Jihyo, sin hacerlo esperar, abandono todo lo que estaba haciendo y camino rápido abrazarlo fuertemente, puso toda su atención en sus mejillas, apretándolas, también asegurándose de que estuviera bien físicamente ya que de su mente se encargaría luego, y sobretodo exigiendo respuestas.

— ¿Qué clase de psicóloga eres? Primero debes hacerme pasar a la sala.

— Ya conoces el camino.

Como una niña y totalmente fuera de su lugar profesional, su amiga se la pasó jugando con él, molestándolo, diciéndole lo bonito que se veía, pero el tiempo pasaba y a este nadie lo podía detener. Seungmin no había contado nada acerca de él en la última media hora que estuvo allí, por lo que así como las primeras veces, inició la conversación seria.

— Ya, Min. Dime, ¿cómo te está yendo?

En otra media hora tuvo que resumir todo lo acontecido en ese mes que fue totalmente decisivo en su vida, ya no había retorno luego de él, y la verdad es que fue bonito, porque era la primera persona a la que se lo contaba, ya que con Felix no pudo, pues él ya era perteneciente a toda esa situación.

— Lo peor del mes fue mi reencuentro con Oh Sehun en una fiesta a la cual Felix me llevo y que, como debí haber imaginado, si el se encontraba allí seguramente implementa su tiempo molestando.— Relato el castaño sintiendo los escalofríos por todo su cuerpo.—En ese momento, tanto Felix como Changbin desaparecieron, estaba solo, aunque tuve la maravillosa suerte de que Hyunjin me ayudara, te juro que estaba a punto de desmayarme a causa del pánico. El se interpuso entre Sehun y yo y me priorizo en todo momento hasta que volví a casa del idiota de mi mejor amigo.

Ella anotó en su libreta, supuso que lo que sería algo así como una recaída o bueno, por ponerle algún nombre. Jihyo nunca le mostraba lo que escribía.

— ¿Quien es Hyunjin?— Pregunto de repente y Seungmin solo trago saliva.

El momento había llegado.

— Pues... El, o sea, bueno Hyunjin...— Las palabras no salian, solo monosílabos u onomatopeyas sin sentido.— Hyunjin es... ¡mi novio! Si, eso es. Hwang Hyunjin es mi novio.

Por fin lo soltó, aunque le costó.

La chica soltó un grito de emoción, mezclado con sorpresa, y confusión, apenas escuchó que su pequeño tenía pareja, pero el impacto de aquel relato fue más grande cuando supo de quién se trataba.

— ¿Estamos hablando del mismo Hwang Hyunjin?

— Ignoro la cantidad de Hwang Hyunjins que tú conoces.

En la sala solo se escuchaba el ruido de afuera y el ventilador de techo girar. Seungmin estaba sentado, en la dulce espera de que su psicóloga saliera del asombro y una expresión graciosa en relación a Jihyo, quien no podía creer lo que se hallaba escuchando. A veces la señorita Park salía de su papel de psicóloga olvidándose de su rol y esos a veces siempre incluían a Seungmin por alguna razón que se ahorraba en explicar. 

— Tendré que hablar con él.— Dijo saliendo de su trance. —No podrá salir con mi Seungmin y pensar que puede vivir tranquilo, no si es él.

— ¿Tú también? Ya tiene mucho con Felix.

Seungmin soltó un suspiro en su lugar y cerró sus ojos un poco molesto. Alguien más que no confiaba en que los sentimientos de Hyunjin eran totalmente ciertos y sanos.

— Cuantos más, mejor. Si te quiere, aguantará a los insoportables de tus amigos.— Insistió, dándole en el blanco como siempre. —Y ya que estamos, ¿qué con Felix?

Seungmin sonrió apenas le preguntaron por su amigo, le gustaba hablar de las personas que amaba.

— Está igual que hace un mes, solo que ahora me tiene en su casa.

— Me alegro por él. Mándale mis saludos, a Changbin también.

Quería extender la conversación una vida entera, pero se cumplió la hora y otros pacientes se encontraban impacientes por entrar a la sala, por lo que con tristeza por irse pero con felicidad por haber vuelto a reencontrarse, se despidieron prometiendo que en cuanto tuviera tiempo libre se juntarían en algún cafetería para saber más del otro.

Jihyo le pidió que le pasara el numero de celular que era evidente que el teléfono fijo de su casa ya no servia si con Kim Seungmin te querias comunicar.

Como en su mente idealizó, allí estaba su novio, en la puerta, esperándolo con una sonrisa, solo que se borró de manera instantánea al ver a Jihyo salir con su pequeño.

Hyunjin ya se imaginaba lo que le esperaba

— ¿Sucede algo?— Preguntó el pelinegro al ver la mala cara de la psicóloga, tomando a Seungmin y ubicándolo casi detrás suyo.

— Sucede que a la primera que hagas te mato, ¿comprendes?

— A la perfección.

Hyunjin tragó saliva, éso sí que fue directo y frontal.

— Nos vemos, Minnie.— Saludó. —Adiós, Hwang Hyunjin.— Enfatizó el nombre.

Cada día, el pobre chico pelinegro se preguntaba qué rayos tenía la gente en contra de su nombre. Él no tenía la culpa, así lo quisieron sus padres.

La chica volvió a su sector de trabajo y la pareja feliz tomó su camino hasta la salida. De camino, se cruzaban con la recepción, y tan pronto estuvieron ahí, el más bajo de los dos se acercó a preguntar cuánto le cobrarían la sesión de ese día.

— ¿Nombre?— Indagó la persona que atendía.

— Kim Seungmin.

A su costado, Hyunjin lo miraba nervioso, obviamente sabiendo algo que su novio no.

— Ya está paga, señor Kim.— Le dijo la recepcionista.

Seungmin miró mal al pelinegro, molesto, pues no debía haber pagado la cita, él podría pagar esta sesión con sus ahorros hasta que pudiera conseguir su anhelado trabajo y volver con frecuencia a la clínica. Nadie debía hacerse cargo de sus gastos.

Casi cuando estaba a punto de reprender a Hyunjin por sus actos, quien atendía allí, siguió informando.

— Sus padres ya han pagado la cuota de este mes, así que no tiene que pasar por recepción, simplemente pedir su cita a cualquiera de nuestras áreas en nuestra página web o por teléfono.— Explicó leyendo de la computadora, con su típico tono de propaganda.

— Gracias...  

El chico que al parecer todavia podia gozar de los cuidados de salud que sus padres le brindaban asintió casi anonadado ante tal información.Ahora el asombrado era él. Confundido y con mucha sorpresa, se alejó lentamente del lugar, dirigiéndose a la salida, con Hyunjin a su lado.

Sus padres no habían dejado de pagar en esa clínica que, por la única razón por que estaban afiliados, era a causa de su psicóloga, pero ellos continuaron pagando a pasar de haberse ido de casa, como un gesto de padres, porque vamos, son abogados, no se les escapa ni un solo detalle.

Al parecer no lo odiaban tanto como él creía.

Miró a Hyunjin, quien también lo observaba con una expresión preocupada, incluso culpable.

— No te niego que la iba a pagar con mi plata, pero enseguida de que te nombré, ellos dijeron que tú ya tenías paga la consulta allí. Al instante me di cuenta de que tus padres eran quienes pagaron.

Las explicaciones nacían sin que él las pidiera.

— No te preocupes. Después de todo, siguen siendo mis padres.


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¡Hola, perfecciones!

¿Les cuento una anécdota? Ayer estaba en la clase de inglés, casual, es de mis materias favoritas. Me la paso boludeando las dos horas que tenemos a la semana, por lo que, de la nada, digo para mí y mi amiga, por puro juego y en medio del ruido del curso, "Hey, Lee Know, you know?" y la profesora me respondió sin siquiera mirarme, "No, I don't know."
SÍ, ASÍ ME VA COMO STAY Y EN EL INGLÉS, BAI.

Nos leemos luego ~.

— D a n o n i n o .

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