❀; Seventeen.

Iba a matar a Felix, juraba por los girasoles de Van Gogh que lo haría en cuanto tuviera la oportunidad.

En medio de una propuesta casual, el rubio, que gozaba de gran circulo social, lo arrastró engañado hasta lo que debía ser una junta entre conocidos, una reunión tranquila. Ja, terminó siendo una gran fiesta a todo pulmón, de esas que Seungmin no pisaba hace años.

Entre frases como "debes salir y conocer gente" o "te hará mal pasar tanto tiempo encerrado" logró sacarlo de su cueva. Según su amigo, no podía vivir esperando que Hyunjin viniera a buscarlo para salir y pasar tiempo en sus estúpidas pruebas. Además, el pecoso acusó que notaba que cada vez que volvía de éstas, Seungmin regresaba con la mirada triste o muy cansado, sin ganas de hablar, y aquello solo era culpa de Hwang y sus estúpidos preguntas y dichos, una acción imperdonable ante los ojos de Felix.

La verdad es que no estaba en lo correcto ni en lo errado, mas no estaba de ánimos para discutir con nadie, menos con Felix, así que solo asintió y le siguió el juego.

Y así fue como lo sacó de la casa, obligándolo a que se vista bien. En específico, llevaba unos jeans apretados, negros y rotos combinados con una camisa roja a cuadros agarrada al cinturón del pantalón, acompañado de una campera de cuero prestada por el novio del rubio a pedido del mismo, completando de esa manera, un estilo jamás visto antes en Seungmin. El resultado le gustó, se sentía bonito e incluso caliente, había pasado tiempo desde que no se vestía tan bien, incluso había olvidado qué tan buena era esa sensación de sentirte algo parecido a deseado.

Se sonrió a sí mismo en el espejo, estaba feliz.

Caminaba seguro hacia el auto de Changbin con un delicioso perfume impregnado en sus ropas, las partículas de este dulce aroma se esparcían en todo su alrededor generando un ambiente atrayente y seductor. Hasta se animó a lucir un delicado y fino delineado que él mismo se aplicó.

El Seungmin de antes había vuelto, y mejor que nunca. Ardiente, esa la única palabra para definir al pequeño Kim de esa noche.

Todo fue precioso dentro de su burbuja, percibió una sensación muy cálida acompañarlo, lástima que no pasó mucho tiempo antes de reventar. La confianza que acompañó a Seungmin durante el camino se desvaneció en un instante apenas Changbin anunció que habían llegado. Comenzó a sentirse ahogado, el aire que entraba por la ventanilla del auto no era suficiente para sus pulmones. Era como si sus piernas lo estuvieran obligando a correr lejos en el sentido contrario a la gran mansión que sus ojos admiraban.

Simplemente no podía, ¿y si lo veía? ¿qué haría? Tenía miedo.

—¡Me mentiste! —gritó enojado con la voz ahogada. —Esto es una gran fiesta, no una juntada. Además, ¿en la mansión de Chanyeol debía ser? ¿En serio, Felix? Te recuerdo que mis padres se ubican a dos cuadras de aquí.

El pobre chico pasaba sus manos por su cara corriendo el pelo inexistente que se acomodaba en su cara en medio de un ataque de nervios. No perdió la oportunidad de murmurar todas las maldiciones que se le cruzaron.

Apenas dijo eso, Changbin se bajó del auto dejándolos solos, porque sabía que hablarían de asuntos que, se suponía que no debía saber, aunque ya los conocía de memoria, a causa de que, así como Seungmin sufría por sus propios problemas, Felix también lo hacía, sólo que en silencio, y era él quien tenía que darle ánimos por las noches cuando su novio le contaba por todas las penurias que estaba pasando su mejor amigo.

—Primero, conoces a Chanyeol, y que yo recuerde no te llevabas mal con él —reprochó el pecoso. —Segundo, niégame que si te decía que era una gran fiesta, hubieras venido igual. Tercero, ¿qué importan tus padres? Tú ya eres libre de todas sus reglas, ahora eres tú quien decide qué hacer.

—¡Claro que no hubiera querido venir! Y conoces muy bien la razón. Ni siquiera soy legal todavía —justificó, queriendo creer que a sus padres les importaría si volvía a una fiesta.

Ellos no estarían felices de verlo en un lugar así.

—Eres muy joven, Seungminie. ¿Vivirás toda tu vida encerrado por ese imbécil?

La cara de pánico de Seungmin solo indicaba que estaba considerando esa idea, preguntándoselo a él mismo, obligándose a ser totalmente sincero consigo mismo. La respuesta era no, mas no era capaz de asegurar que podría cumplir con esa determinación. Tanto Felix como él sabían qué tan desmesurada era la razón por la que el más pequeño de los dos había levantado esa muralla ante todos.

—No, no viviré encerrado por él —contestó firme, aunque totalmente inseguro en su interior. —Pero eso no significa que sea fácil ni que no lo esté intentado.

—Lo sé, Minnie, créeme que lo sé — Le sonrió mientras le revolvía el pelo. —Vamos, mírate, estás precioso. Si no amara tanto a Binnie, ya te tendría entre mi cuerpo y los asientos traseros. ¡Estás ardiente! Por eso quiero que entrés a esa fiesta y hagas lo que quieras con quien quieras, ¿entiendes?

—Entiendo —la oscuridad de la noche disimulaba el rubor en sus mejillas.

Se había convertido en un mojigato, el Seungmin de dieciséis años se reía del de dieciocho.

Ambos amigos se miraban a los ojos con grandes sonrisas dibujadas en sus rostros. Sabían que momentos como esos no se repetían.

—Ahora grítalo, como lo practicamos —tomó un poco de aire, en modo de previa para lo siguiente. —Uno, dos, ¡tres!

—¡A la mierda Kang Daesook!

Se lanzaron a reír a carcajadas y bajaron del auto con los brazos enredados e inmensas sonrisas dibujadas en el rostro. Era increíble la capacidad que tenía Felix de levantarle el ánimo a Seungmin en cuestión de segundos. Se soltaron apenas entraron, como consecuencia de lo maravillados que quedaron de la belleza de la casa de los Park. A pesar de que Kim ya había estado allí en algunas ocasiones, todavía se permitía sorprenderse con esa enorme arquitectura. Observaron el lugar detenidamente, sin perder ningún detalle: la casa mostraba todos los lujos con los que Chanyeol vivía y era lógico, sus padres eran profesionales de la salud, y el mismo Park también amaba esa profesión, se notaba que lo complacía el orgullo de su familia y a la vez estudiar la profesión que le gustaba.

Las expectativas de vida de Seungmin lo tenía otra persona. Sonrió perdido ante el pensamiento.

—Nunca me contaste cómo fue que conociste a Chanyeol —expuso Felix sobre la música.

Lo más notorio del lugar eran los vasos de plástico con el líquido naranja que la mayoría de los invitados sostenían en sus manos.

—Los ricos no tienen amigos, tienen aliados. Lo conocí en una de las tantas reuniones que hacen las familias de mayor realce del país. Él estaba tan aburrido como yo de estar ahí, causalmente nos pusimos a charlar de cuán patéticos se veían toda esa multitud de personas siendo falsas entre ellas soltó una carcajada recordando. —No somos cercanos, pero sí tenemos un buen recuerdo del otro —aclaró y siguió: —Y dime tú, ¿cómo lograste entrar a esta fiesta?

—Changbin conoció a Chanyeol en no sé dónde y resulta que entre charla y charla sacaron que conocían al mismo Seungmin y nos invitó a los tres —explicó brevemente mientras miraba por sobre las personas, probablemente buscando a su novio. —Asçi que gracias por traerme a la fiesta, chico de la alta sociedad.

—Felix... —le lanzó una mirada seria, no le gustaba que el pecoso en particular lo viera de esa manera ni en broma.

Su pequeña conversación se vio interrumpida cuando a lo lejos pudo advertir la figura del anfitrión de la fiesta, quien cargaba en sus manos dos bebidas de color blanco, probablemente alcohólicas.

—Los estaba esperando —comentó apenas los estuvo seguro de que era posible escucharlo. —Me alegra verte, Seungmin. Hacía mucho que no te cruzaba por estos ambientes, luces genial, como siempre.

—Gracias —respondió el halagado tomando el vaso entregado por Chanyeol.

Felix aprovechó para reírse por lo bajo y se apartó de ambos dos con la excusa de que tenía que buscar a Changbin. Era un maldito desgraciado.

Los nacidos en cuna de oro intercambiaron dos o tres palabras hasta que alguien más se acercó a ellos exigiendo la atención de Chanyeol, este no se fue sin antes decir que si no se divertía, lo demandaría sin importarle que sus padres fueran abogados. Seungmin le guiñó un ojo y le aseguró que así sería.

Claro que lo haría, sobre todo ahora que estaba recién devuelto a las pistas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top