Capítulo final.

Las piernas de Sana se enredaron alrededor de la cintura de Jihyo y sus brazos estaban alrededor de su cuello mientras la coreana se dirigía a la habitación. Apenas entró pateo la puerta cerrándola tras ella, sus manos estaban ocupadas agarrando el trasero de Sana.

Lanzándola sobre la cama, Jihyo rápidamente se sentó a horcajadas en su cintura. Teniendo aún el strap on asegurado a su cintura y caía sobre el estómago firme de Sana.

—¿Qué paso con profanar toda la casa?

—Supongo que tenemos el resto de nuestras vidas para hacer eso. Ahora mismo solo quiero profanar esta cama. —Los labios de Jihyo terminaron sobre el cuello de Sana. — La cama en la que dormí muchas veces y me he acostado contigo, pero en la que nunca pude cogerte. —Sus labios eran tibios y dejaban besos mojados a lo largo de su pulso. Sana tembló, su cuerpo arqueándose contra el cuerpo duro de Jihyo.

—Puedes poseerme donde quieras. —La atmósfera estaba llena de tensión y sexo, ambas podían percibir el amor irradiando de ellas. La gente que decía que coger no era hacer el amor claramente jamás habían sentido lo que Sana y Jihyo estaban sintiendo ahora mismo. La nipona juraba que su corazón estaba a punto de explotar, aunque sabía que tal afirmación era científicamente imposible. Jihyo la hacía sentir algo que no podía categorizar, mucho menos comprender.

La pelinegra agarró fuertemente los senos de Sana sintiendo como se endurecían los pezones y ponían imposiblemente duros bajos sus manos.

—¿De verdad tienes pinzas para pezones?

Sana asintió, recordando el video que empezó todo esto.

—Si. Ve a mi closet. En la parte de atrás hay un cajón donde están todos mis juguetes. Ve por ellos si quieres que te lo demuestre.

La miró para ver si estaba diciendo la verdad. Solo le tomó un segundo, mirando los ojos de Sana llenos de amor y lujuria, para saber que en verdad estaba siendo sincera. Se paró de la cama, yendo a por las pinzas para pezones que estaban en el armario.

Mientras Jihyo estaba buscando el juguete Sana suspiró, hundiéndose en la cama. Se sentía satisfecha en la manera más completa. Dejando su mano caer y deslizándose entre sus piernas Sana lentamente empezó a sobar sus pliegues. Estaban sensitivos por todos los orgasmos previos y Sana sabía que Jihyo iba a hacerla gritar con el orgasmo final que se venía.

—Mmm —Sana gimió metiendo uno de sus dedos en su sexo.

Cuando Jihyo salió del closet (a/n: les juro que esto no fue al propósito) sus ojos se abrieron de par en par. Mirando a Sana tocarse a si misma, era extremadamente erótico y mucho más excitante que cualquier video porno que pudiera haber.

—No pares. —Jihyo dijo en una voz ronca mientras se acostaba en la cama a lado de Sana.

Sana asintió manteniendo su dedo empujándose dentro y fuera de ella lentamente. Podía sentir sus paredes pulsando y la deliciosa humedad colándose en las sabanas.

—Oh... ¡Jih! —gritó cuando Jihyo pasó y mojó con su lengua alrededor de su pezón erecto. La presión se incrementaba mientras sus senos estaban sumergidos en la boca de Jihyo y los succionaba fuertemente. Las caderas de Sana se presionaron contra su mano mientras Jihyo chupaba, lamia y mordía. Liberándolos con un fuerte 'pop' Jihyo sonrió en victoria. El seno de Sana tenía un buen chupetón en el.

Oscuros y lujuriosos ojos se encontraron con los de Sana.

—Eres mía ahora. —Jihyo exhaló— No quiero que nadie más te tenga. Que te vea así. Eres mía.

Sana tembló ante la determinación en las palabras de Jihyo. No estaba preguntándole a Sana si quería estar con ella, estaba demandándole, estableciendo de que Sana era suya. Era primitivo y poderoso y si hubiera sido alguien más que no fuera Jihyo, Sana estaría espantada.

—Soy tuya, Jihyo. Soy toda tuya.

Sus labios chocaron entre si mientras la mano de Sana se alejó de su sexo para enterrar sus uñas en los hombros de Jihyo. Lenguas batallando y labios comiéndose los unos a los otros. Jihyo cogió uno de los senos inflamados de Sana. Pasando su pulgar sobre la punta Sana gimió.

Un jadeo sorpresivo escapó de ella cuando Jihyo rodó sobre su espalda trayendo a Sana consigo. cogiendo las pinzas Jihyo se las dio a la nipona.

—Se delicada, ¿ok?

Lagrimas aparecieron en los ojos de Sana cuando cayó en cuenta de la extensión de lo que Jihyo estaba haciendo. Literalmente se estaba entregando a Sana, porque Sana se había entregado a Jihyo. Para ella era más que una entrega física. A Jihyo le pertenecían sus sentimientos. Sin embargo, no sabía cuál era el estado emocional de la pelinegra. Siempre estaba peleando con Sana, rechazando sus ideas de dejarse llevar. Todo eso iba a cambiar ahora.

En este momento Jihyo se había rendido ante Sana. Dejando que tome el control. Era algo que Jihyo temía, pero estaba dispuesta a hacerlo por Sana. Hizo que el corazón de Sana revoloteara en sus confines.

Pasando su pierna sobre la cadera de Jihyo, Sana arqueó su trasero levantándolo en el aire. Sus labios exhumaban un aliento tibio sobre loa pechos grandes de Jihyo y una sonrisa apareció en su rostro.

—La palabra es piedad, Jih.

Jihyo apenas pudo registrar que Sana le acababa de dar una palabra de seguridad antes de que sus dientes cogieran uno de sus pezones. Jihyo gritó, sus manos aferrándose a las caderas de Sana.

—¡Mierda! —Jihyo gruñó, presionando su pecho contra Sana aún más.

Sana rodó el pezón entre sus dientes antes de calmarlo y suavizarlo con su lengua. Hizo esto con ambos senos repetidamente convirtiendo a Jihyo en un desastre de gemidos. Sana se moría por coger una cámara y capturar este momento. Los ojos oscuros de Jihyo estaban cerrados, su boca abierta. Su pecho estaba ventilando y sus pezones estaban rojos y duros como una roca. Ligeras marcas de dientes estaban a lo largo de su piel de porcelana. Cuando Jihyo no sintió la boca de Sana en ella, sus ojos se abrieron.

La vista que Sana tenía era increíble. Sus ojos cafés eran casi negros ahora y las ansias y la lujuria en ellos la miraban de vuelta. Alcanzado las pinzas, Sana dejó caer su mirada sobre los senos de Jihyo. Las pinzas se abrieron y lentamente Sana las soltó. Enganchando cada una en un pezón.

—Oh oh —Jihyo siseó mientras Sana las soltaba. La presión quemaba y ardía en sus senos pero también provocaba un hormigueo placentero entre sus piernas. Cerrando sus ojos nuevamente respiró profundamente— ¡Sana! —el cuerpo de Jihyo se elevó mientras Sana pasaba su lengua alrededor de las pinzas.

—Dime cómo se siente— Sana preguntó subiendo sus besos hacia su cuello.

—Mm, mierda- se siente... Oh Sana se siente bien.— Jihyo dejó salir un gemido placentero, empujando sus caderas contra Sana. El tallo de la polla presionándose entre las piernas de Sana y el arnés apretado contra el clítoris de Jihyo— Mis senos están súper sensibles y duelen, pero oh...— Jihyo gimió en voz alta cuando Sana paso sus dedos bajo las pinzas. —Pero está haciendo que me moje.

Sana dejó salir un respiro tembloroso cuando escuchó el suspiro tibio de Jihyo. Presionando sus caderas hacia abajo Sana lentamente empezó a sobar su centro contra la polla. Sin pensarlo Jihyo igualo su paso, los músculos de su abdomen ondeándose y quemando.

Gimiendo suavemente Sana la besó a lo largo de su cuello, agachándose un poco más para que pudiera besar el estómago de Jihyo. Lamiendo los bordes de los músculos que se marcaban Sana le puso nombre a cada uno —Me encantan.— Sana susurró sentándose derecha para sobarse sobre la polla de Jihyo aún más fuerte.

—Sana por favor. — Jihyo jadeo —Móntame. — elevándose un poco Sana cogió la base de la polla. Luego lentamente hundiéndola en ella Sana bajó hasta descansar cadera sobre cadera en Jihyo. La presión de su peso forzó el arnés apretándolo contra el sexo de la coreana y su clítoris —Oh por dios. Si...

Sana suspiró y empezó a menearse hacia adelante y atrás. El juguete no se salió de Sana en ningún momento, manteniéndose dentro de ella. A su vez, Sana se concentró en menearse contra todo el arnés causando que Jihyo se excitara. Meneando sus caderas circularmente escucho como Jihyo tomaba una bocanada de aire profundo —Eso es Jih. Quiero que me sientas cogiéndote.

El momento en que las palabras obscenas salieron de la boca de Sana los dedos de Jihyo se aferraron en las caderas de la nipona, enterrándolos con fuerza. La posibilidad de que Sana tendría moretones por sus manos presionando la zona era alta, pero a ninguna le importaba. Meneándose aún más rápido, se aseguró de poner todo su peso en ella. Aquello forzó que el tallo de la polla se empotrara en ella profundamente y gimió.

Viendo los senos de Jihyo moviéndose con cada meneo Sana cogió la cadena metálica que conectaba cada pinza y la jalo ligeramente. —¡Ah!... ¡Mierda!— Jihyo gritó, pero no tenía intención de parar. El acto envió un dolor agudo a través de sus senos y luego la sensación se movió hacia abajo, vibrando en su centro. Siseó nuevamente cuando Sana volvió a darle un jalón —Carajo, Sana.— Jihyo exhaló, manteniendo sus ojos en ella.

Sana saltaba levemente sobre ella, embistiendo el juguete contra Jihyo y empalándose a si misma. Sin soltar la cadena con cada salto que daba Sana jalaba las pinzas. Jihyo gritaba una y otra vez hasta que no pudo mantener sus ojos abiertos más. Su espalda estaba arqueada, tratando de seguir el movimiento de los jalones. Sus senos estaban gritando en agonía, pero su sexo estaba empapado a causa de ello.

En una lucha interna, Jihyo gritó cuando Sana se embistió contra su clítoris y luego removió las pinzas. Si Jihyo creía que ponerlas al principio dolía, el dolor de la sangre regresando a sus pezones adoloridos era peor. La sensación agridulce recorriendo su cuerpo fue suficiente para enviarla a un poderoso clímax.

Sus caderas temblaban, dejando que la sostuviera meneándose firmemente contra ella. Sus senos estaban extremadamente inflamados y rojos por las pinzas. El nombre de Sana escapaba de sus labios antes de que colapsara nuevamente sobre la cama.

La nipona dejó que se recuperara jadeando recobrando sus sentidos poco a poco. Sin alejarse del juguete, lentamente se acostó sobre el cuerpo extasiado de Jihyo. Ubico los pezones y suavemente tomó uno en su boca. Su lengua sobando y calmándolo, bañándolo en una delicada atención. Jihyo básicamente tembló —Oh Sana...

Alternando, Sana le dio la misma atención al otro, calmando la piel inflamada —Eso fue increíble Jih. Gracias por dejarme verte así— Sana la elogio, alineándose para besar sus labios.

—Puedes tenerme así cuando quieras.— Jihyo le prometió. Estaba determinada a probar sus límites por Sana.

Sana le sonrió y se mordió el labio —Bueno creo que es mi turno para un orgasmo ahora.

Jihyo se rio, sacudiendo su cabeza —Oh si, es tu turno.— Sana estaba de vuelta sobre su espalda en menos de un segundo y soltó un grito de sorpresa. Recostándose sobre Sana, Jihyo se movió. El juguete aún estaba enterrado profundamente en el sexo de Sana —Agárrate Sana.— Una vez que sus piernas estaban enredadas alrededor del cuerpo de Jihyo, esta levantó sus caderas y las empujó hacia adelante con fuerza.

Esto no iba a ser lento y delicado o suave y eso estaba bien para ambas. Ya habría tiempo para eso después.

Las caderas de Jihyo estocaron y penetraron a Sana cogiéndola salvajemente. Su pecho estaba jadeando y el sudor estaba resbalando por su cuerpo mientras el ritmo se incrementaba a medida que pasaba el tiempo. Sana grito una y otra vez en placer, sus piernas enganchadas alrededor de la cintura de Jihyo. con cada estocada Sana se arqueaba hacia ella. Los talones de sus pies enterrándose en el trasero de Jihyo tratando desesperadamente de acercarla aún más.

La cogió fuerte, determinada de hacer del último orgasmo de la noche el más intenso. Sus caderas meneándose hacia adelante Jihyo sintió las paredes de Sana estrecharse.

—¡Sana!— Gruñó fuertemente en placer. Por haber estado meneándose anteriormente sobre ella. Sana estaba cerca del límite. No iba a tomar mucho más.

Escuchar su nombre salir de esa forma la mandó sobre el límite. Sus ojos se cerraron y en un grito su cuerpo entero convulsionó en placer. Sus caderas se elevaron de la cama y todo su mundo se volvió completamente negro por unos segundos. Las uñas de Sana estaban clavadas en los hombros de Jihyo, raspandolos causando que sangren un poco y su corazón se sentía como que se le iba a salir del pecho.

Cuando Jihyo volvió a dar una estocada sintió como una enorme cantidad de humedad chorreaba y estaba empapando los muslos de Sana, su sexo, el juguete, los muslos de Jihyo, y la cama bajo ellas. Sana gimió en voz alta mientras su cuerpo temblaba.

Jadeando, Jihyo sacó la polla y miró hacia abajo. Sus ojos se abrieron de par al mirar la humedad cubriendo el fondo de la cama. Alzo su mirada y vio como Sana estaba desarmada y temblando en la cama. Sus manos cayeron a sus costados y su cuerpo estaba cubierto en sudor.

Abriendo sus ojos Sana observó a Jihyo y su mirada confundida. Se sonrojó profundamente —L... Lo siento mucho Jih.— Sana trató de susurrar su voz estaba ronca por gritar durante su orgasmo —No sabía que eso podía suceder.

Jihyo estaba perdida en cuanto a lo que acababa de suceder —¿Qu—?

Sana se mordió el labio antes de explicarle. —Me vine, Hyo. Hasta ahora pensé que era un mito, pero...— Su voz se perdió, señalando a su cuerpo.

—Sana.— Jihyo respiró nuevamente antes de recostarse sobre su cuerpo y besarla profundamente. —Hice que te chorrearas— una sonrisa engreída y orgullosa se dibujó en su rostro.

—Esa es la jerga con la que se le conoce, pero si— Sana asintió, besándola nuevamente —Lo hiciste.

Ambas mujeres se sonrieron y besaron una vez más. Sabiendo que no podrían dormir en el estado que estaba la cama, Jihyo se levantó y se quitó el arnés —Levántate. Vamos a bañarnos en esa bañera tuya que parece un Jacuzzi y luego dormiremos en el cuarto de invitados. Podemos lavar tus sabanas mañana.

Sana asintió, pero luego se sonrojo —No... No creo que pueda caminar aún.

Jihyo se rio y la levantó en brazos. Mientras caminaba hacia el baño su famosa sonrisita de lado apareció en sus labios —Tal vez mañana podríamos terminar de ver el documental.

Sana solo gimió.


Fin.






Espero les haya gustado. Nos vemos en la próxima.


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