03

Universo alterno.
Crossover, X-men.

Sintió mucho frío al despertar, el pasto le provocaba cosquillas en su rostro. Dormía siempre de maneras muy extrañas, pero esto era realmente molesto, ¿en qué momento se quedó dormido en el patio?

Algo sosteniendo sus piernas le impidió sentarse. Abrió los ojos de golpe para averiguar que era.

Debía estar soñando porque no podía ser real lo que veía.
Era gigantesco, casi diez veces más grande que su tamaño ordinario. El pasto bajó su cabeza era un árbol que aplastaba y sus piernas eran retenidas por su propia casa.

Comenzó a hiperventilar y se irguió con ayuda de sus manos para alzar la parte superior de su cuerpo.

Observó a sus padres cerca de sus pies, sobresaliendo al frente de la casa, le miraban con desprecio.

-Mamá- la llamó y notó como su voz sonaba muy fuerte para ellos. -Papá.

Ambos señores retrocedieron impresionados por escucharle hablar.

-¡No!- gritó su madre. -¡Tú no eres mi hijo, eres un monstruo!

El auto familiar se había salvado de ser aplastado, se mantenía intacto, estacionado al lado de la acera en donde sus pies llegaban. Sus padres subieron de prisa al coche, acelerando, y partiendo sin mirar al hijo que abandonaban detrás.

Su respiración seguía siendo agitada y todo en la cabeza le daba vueltas. No podía observar con claridad lo que le rodeaba, a duras penas veía a los vecinos que salían de sus casas asombrados por ver al enorme muchacho.

-Ayuda- dijo mirándolos a todos, percatandose de como su voz les asustaba, bajo el tono para hablar. -Ayúdenme, por favor-susurró.

Nadie se movió. Se mantenían quietos, sin apartar sus miradas. Hablaban entre ellos murmurandose cosas, que Bertholdt con ese tamaño no podía escuchar, solo reconocía los gritos de miedo que soltaban cuando hacía algún ligero movimiento.

Comenzó a llorar y aunque estaba aterrado, apretaba la mandíbula para no sollozar porque no quería seguir asustando a los vecinos. ¿A quien podía recurrir con ese tamaño? No podía ordenar las ideas en su cabeza porque no entendía que sucedía y menos cómo conseguir ayuda.

Una nave apareció en el cielo y bajo a media calle. Bajaron de ella un grupo de personas uniformados con un traje completo amarillo y negro, alejando a las personas del lugar y asegurando que no sucedía nada grave. El último en bajar fue Reiner y cuando Bertholdt lo vio dejo de retenerse y soltó un fuerte sollozo que hizo temblar el suelo.

-¡Reiner!- gritó haciendo que todos se taparan los odios y se encogieran un poco.

El rubio corrió hacia él y se acercó para acariciarle un dedo con ambas manos.

-Bertholdt, cariño, ya estoy aquí. Todo esta bien, te lo prometo- dijo repartiendo besos en la yema de su dedo.-Solo ecesito que nos ayudes regresando a tu tamaño normal...

-¡Pero no puedo!- le interrumpió. -¡No sé cómo termine así! Yo estaba durmiendo, Reiner, y cuando desperté había ya estaba así.

Reiner volvió a acariciarle el dedo, sentía sus caricias como solía sentir el tacto de los insectos en su piel.

-¡Esta bien, Berth!- gritaba para poder ser escuchado. -¡Hemos venido para ayudarte! ¡Pero debes tranquilizarte, no podremos hacerlo si no estás tranquilo!

Un hombre calvo se acercó a los chicos en una silla de ruedas.

-Hola Bertholdt, soy Charles Xavier, el director de la escuela Xavier para jóvenes súper dotados-se presentó-, escuela a la que asiste tu novio. Hemos venido para llevarte a la mansión X para que puedas aprender a controlar tu mutación- le explicó con suma tranquilidad.

-¡¿Mutación?!- gritó. El profesor X arrugo la nariz.

-Sí, tendrás tiempo para aprender sobre eso. Ahora debes hacer frente a este problema y hacerte pequeño para poder acompañarnos.

Berthotld seguía llorando y Reiner entendía que su gigantesco novio no iba a poder regresar a su tamaño original y que cada segundo que pasaba en ese estado lo estaba poniendo muy mal.

-Profesor, por favor, ayúdelo. Entiendo que debemos manejarnos por nuestra cuenta, pero está asustado, acaba de descubrir su mutación. Usted entiendo bien eso, ¿verdad?- le dijo Reiner ablandando sus palabras para conseguir que Xavier accediera.
El profesor suspiró.

~Forzaré a tu cuerpo a encogerse pero no quiero lastimarte. Piensa en que quieres volver a tu estado normal y no te alteres. Dime cuando estés listo~. Una voz sonó dentro de la mente de Bertholdt y este gritó.

-Es el profesor Xavier, Berth. Te devolverá a la normalidad- le dijo Reiner. Bertholdt volteo a ver al profesor y vio que tenía dos dedos sobre su sien izquierda sin dejar de verle fijamente. -Es un telepata. Solo relájete y esta vez él hará el resto.

Exhalo pausadamente para dejar de hipar y relajo sus hombros,.

-Estoy listo -contestó.

~Puede que duela un poco.

El cuerpo le ardió como si se quemara por completo, dio un gran alarido de dolor que retumbó por toda la cuadra. La quemazón se disipó con rapidez y sintio sus extremidades siendo apretujadas para ir reduciendo su tamaño. Las manos de Reiner iban lentamente abarcando más de su cuerpo, hasta que estando en la estatura adecuada pudo incarse y sostener su rostro con ambas.

Aún acostado se hizo bolita contra el pecho de Reiner pues estaba completamente desnudo. Volvió a soltarse a llorar.

-Ya, ya, Bertholdt. Estarás bien.

Reiner acaricio su espalda y le colocó una manta encima que alguien les había pasado.

Ahora tocaba ir a la mansión X.

-¿Tú lo sabias?- preguntó Berthold.

-Claro que no, es imposible saber algo así hasta que se manifiesta- respondió Reiner.

Él solo asintió y se quedaron en silencio. Estaban sentandos bajo un árbol en el jardín de la escuela.

-Espera... ¿Crees que podía saberlo y por eso te pedí salir conmigo?- Reiner volteo agresivamente a verle, ofendido.

-¡No!- exclamó. -Solo preguntaba.

-Ummm- sabía que Reiner no estaba contento con su respuesta pero no agrego nada más.

Después de que lo cubrirán con una manta, Reiner ayudó a recuperar algunas cosas de su habitación entre los escombros y a sacar ropa para que se vistiese.

Al llegar a la mansión X, tuvo una plática con el profesor Xavier en la que Reiner se salió del lugar a regañadientes después de que le dijera que solo hablaría con Berthold a solas.
Le explico que no tenía nada que temer respecto a su mutación, era algo nuevo, pero algo que es parte de él a fin de cuentas. "Consideralo cómo un brazo nuevo" había dicho.

También lo tranquilizó con el tema de sus padres. Él se haría cargo de hablar con ellos y les ayudarían a reconstruir la casa si querían.
Sabía que sus padres ya no lo querrían volver a ver. Lo hacía sentir mal, pero era algo que se venía esperando desde hace mucho. Desde que lo despreciaron cuando conocieron a su novio mutante.

-Tienes mucho miedo- dijo Reiner, sabía que no era una pregunta, era una afirmación. -y lo entiendo.

Berthold se acercó a darle un beso en la mejilla y tomó su mano.

-La verdad es que no se como estaría llevando esta situación sin ti. Me alegra haber tenido conocimiento previo de todo esto gracias a ti.

-Lo llevaras bien. Eres estupendo con todo y está ocasión no será diferente.

Bertholdt se ruborizo mientras jugaba con los dedos del rubio entre su mano.

-¿Puedes hacerlo, por favor?- le preguntó con timidez.

Reiner se rio.

-¿Hacer qué?

-¡No me avergüences!

Reiner se transformó sin parar de reír. Todo su piel de volvió de metal, de un color plateado brillante.

Berthold acarició su rostro admirandolo, y fue recorriendo por su cuello hasta llegar a sus brazos que apretó sin resultado alguno por la dureza.
Reiner le miraba con ternura, el más alto adoraba hacer eso.

-Al menos tú no te quedas desnudo por usar tu mutación -le dijo.

-Ya te dije que dejes de preocuparte-respuso su novio. -El profesor Hank y la profesora Hanji pronto lograrán hacerte ropa que se adapte a tus cambios.

-La profesora Hanji me dio miedo-contestó.

-A todos nos da un poco de miedo, Berth.

Fue Reiner ahora quien se acercó a él y deposito un beso en sus labios. Siempre le resultaba divertido que Reiner lo besara cuando se transformaba, porque sus labios estaban duros y era como chocar contra una pared.

-Te amo. No tienes nada que temer.

-Estoy contigo, lo sé.

Alguien pasó frente a ellos y carraspeo la garganta llamando su atención.

-Buenos días, Reiner, Bertholdt - dijo la chica rubia antes de convertir su piel en diamante puro.

-¡Lo haces por presumir, Annie!- le grito Reiner, pero la muchacha no se molesto en verle de nuevo.

Berthold reía también ahora, abrazando fuerte a Reiner.

-¡¿Crees que pueda unirme a los X-men?! - preguntó con emoción. Reiner torció los labios.

-Tal vez después, recién eres un nuevo alumno. Aunque a mi no me gustaría que lo hicieras- respondió.

-No seas amargado, ahora los dos somos mutantes- dijo con una gran sonrisa.

Berthold le hablaba muy feliz. Reiner se había preocupado de mas pensando que su novio no podría llevar su nueva condición.
Verle contento junto a él le alegraba.

Originalmente quería hacer el crossover en el universo de Los Vengadores.

Amo mucho más a mis mutantes, que les puedo decir.

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