▹inside the maze
∵CHAPTER NINE | TMR |WARRIOR∵
❝DENTRO DEL LABERINTO❞
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¿Pensé alguna vez que pondría un pie en en Laberinto de nuevo? ¡Jamás!
Miré a mi alrededor cuidadosamente recordando nuestra ubicación mientras caminaba detrás de Minho y Alby, quienes hablaban en voz baja muy ensimismados en su conversación. Sabía que ambos estaban alerta, pero yo sentía que necesitaba estarlo al doble, quizá porque a veces era demasiado paranoica, pero es que el Laberinto no era cosa de juego. Ser Corredor implicaba aprenderse el Laberinto de memoria, cada pasillo, cada sección debía vivir en sus mentes, y aún así podía existir la posibilidad de perderse.
Por ello estaba concentrada memorizando cuántas veces había girado hacia la derecha y hacia la izquierda desde que puse un pie dentro.
—Tenemos que ser listos porque él lo era—insistió Minho haciendo ademanes con las manos—. Si se ha logrado mantener en sus cinco sentidos, no ha de estar corriendo sin rumbo alguno.
—¿Y tú estás seguro de que él podría estar ahí?—cuestionó Alby en voz baja—El camino es largo y debemos asegurarnos de regresar con buen tiempo.
No me lo habían dicho, pero sabía que buscaban a Ben. Alby parecía ser duro por dentro, pero no existía habitante que apreciara y se preocupara más por lo demás que Alby y eso lo hacía el mejor líder que habíamos tenido. Pero aunque yo también deseaba poder encontrarlo, mis esperanzas eran nulas.
—Si Ben pasó la noche y está vivo, estoy seguro que está allí.
Alby se detuvo para mirarlo.
—¿Y si no?
—Entonces podremos regresar más rápido—comenté llegando hasta ellos, solo dirigiéndome a Alby—. Si encontramos a Ben, tendremos que volver a paso lento por tener carga, pero si no, podremos correr de regreso y de paso checar la sección abierta.
Alby asintió aceptando la propuesta de Minho sobre ir en busca de Ben a una de las zonas más alejadas, pues como Corredores habíamos seleccionado ciertas áreas “seguras”, para refugiarnos si algo terrible sucedía. El chico de ojos rasgados estaba seguro de que si Ben había logrado sobrevivir, él estaría allí esperando que alguien llegase a ayudarle en lugar de recorrer el Laberinto de un lado al otro.
—Entonces iremos allá—afirmó el moreno, haciéndole una seña a Minho para que liderara la caminata—. ¿Qué sección se abre hoy?
—La tres—respondimos Minho y yo al mismo tiempo y estuve segura de que le escuché resoplar.
Era difícil olvidar ciertas cosas, en específico de aquel lugar. Fui Corredora por bastante tiempo y aunque no fui tan insistente como Thomas que desde el primer instante ya deseaba entrar al Laberinto, sí logré convencer al antiguo líder de que me permitiera ser una Corredora. No porque tuviera curiosidad pues aunque nunca había estado allí, recordaba mis tardes monitoreandolo, ni mucho menos porque me gustase correr, ya que era pésima en cualquier actividad física que implicara acelerar mi corazón.
Deseaba entrar porque estaba segura que podría ayudar a encontrar la salida. Pensé que si Ava me había dejado algunos recuerdos, quizá la respuesta estaba en mi cabeza. Así que con confianza me hice parte del grupo de Corredores jurándome encontrar la salida, sacar a todos de allí y lograr ver a mi hermana. Pero estaba muy equivocada, entrar al Laberinto era solo entrar a la boca de lobo, representaba la mayor pesadilla de vivir allí y realmente me había sentido estúpida muchas veces cuando me enteraba que estaba recorriendo los mismos caminos una y otra y otra vez sin obtener respuesta alguna.
Y estando allí dentro de nuevo me hacía confirmar todo.
No estaba consciente del tiempo, pero estaba segura que habíamos recorrido demasiado y mi cuerpo ya lo estaba resintiendo. Mis pies estaban doliendo y ya ni trotar podía, solo caminaba mirando el suelo siendo guiada por el sonido de los pasos de Alby y Minho. Y no era la única, Alby también lucía agotado, algunas gotas de sudor bajaban por su frente y ya no corría con postura firme, sino que ahora caminaba encorvado y arrastrando los pies.
Minho en cambio, parecía moverse ligero y seguro, incluso podía estar segura que el chico se sentía fastidiado por nuestra presencia pues no le dejábamos hacer su trabajo con la misma velocidad de siempre.
—Yo creo que… —habló Alby, pasándose el torso de la mano por la frente—... creo que deberíamos detenernos a comer algo.
Minho se giró hacia él con los ojos entrecerrados, haciendo una mueca de disgusto.
—Nos vamos a retrasar si nos detenemos. —El hecho de que él era el Encargado de los Corredores y que nos encontrábamos en su zona y que Alby fuese el líder, era un leve problema—. Podemos comer de camino o cuando lleguemos.
—Hace dos horas dijiste que llegaríamos pronto, Minho—reclamó el líder.
—¡Porque llegaremos pronto!—dijo alzando ambas manos.
—Bien, vamos a hacer una votación. —El moreno me miró—. ¿Por quién votas, Eileen?
No me dio tiempo ni de abrir los labios cuando Minho ya estaba tomando asiento en el suelo de mala gana. Él me conocía, sabía que votaría por Alby o que más bien que no votaría por él. Apoyó la espalda contra la pared y doblando las piernas puso los brazos sobre las rodillas, mirando a Alby en espera de que él hiciera lo mismo. El moreno rió ligeramente negando con la cabeza mientras se sentaba a su lado y sacaba unas manzanas de una mochila que llevaba en su espalda. Yo le seguí, sentándome a su izquierda.
No tenía hambre, quizá por el cansancio, por lo que solo cerré mis ojos apoyando la cabeza en la pared que tenía atrás. Podía sentir una ligera brisa refrescando mi cara y mi cuerpo dejaba de lado un rato la tensión. En definitiva estaba agotada, pues desde que había puesto un pie en el Laberinto no había sentido nada más que temor y estando asustada jamás me habría sentado para cerrar los ojos un rato.
De repente algo chocó contra mi estómago de manera suave y al bajar la mirada me encontré con la mano de Alby extendiéndome una manzana roja. Pero volví a cerrar los ojos.
—No tengo hambre—dije apenas abriendo los labios, ni hablar quería.
—¿Vas a empezar cómo la última vez?—La queja de Minho me hizo abrir los ojos de golpe.
Volteé mi cabeza con brusquedad para mirarle al otro costado de Alby, comía tranquilamente su manzana sin ponerme atención sabiendo bien que me había molestado. Incluso le quitó a Alby la manzana que me había ofrecido.
—No sé cuál es tu problema, ¡y la verdad no me importa!—exclamé lanzando mis brazos al aire, el chico alzó una ceja aún sin mirarme—Pero mira que no me he metido contigo desde que puse un pie aquí así que déjame en paz.
Alby soltó un suspiro cruzándose de brazos y nos dio una mirada a cada uno. Estaba harto, lo sabía, cansado de que Minho y yo no pudiéramos respirar el mismo aire cuando vivíamos en el mismo lugar y hasta debíamos vernos cada noche durante la cena. Hasta un día me pareció haber escuchado que Minho tenía una muñeca lastimada, pero se negó a visitar la Finca porque sabía que yo estaba de turno.
—Son como niños, ustedes dos—dijo Alby.
—¡No es cierto!—Soltamos Minho y yo al unísono reclamando con la mirada al líder. Pero al decir lo mismo, ambos soltamos un quejido y regresamos a nuestras posiciones.
Realmente lucíamos como niños berrinchudos.
—Permití que Eileen viniera para que esto se arreglara —confesó Alby, a lo que solo le pude mirar ofendida—Aquí no hay gran lío, chicos.
—Ella me abandonó—reclamó Minho señalándome con su mano.
—Él me traicionó—me quejé mirando solo a Alby.
El moreno abrió y cerró la boca varias veces, mientras me miraba a mí, luego a Minho y viceversa.
—Solo fue un momento desafortunado en sus vidas del que tienen que hablar…
—Yo no pienso hablar con ella—aclaró Minho antes de que Alby terminara de hablar. No le estaba mirando, pero estaba segura de que tenía el ceño fruncido y las manos cerradas formando dos puños sobre las rodillas.
—Bien. —El moreno se encogió de hombros y bajó las comisuras de los labios como si el asunto no fuese de importancia—. No nos iremos de aquí hasta que arreglen esto.
—Prefiero que me coma un Penitente—murmuró Minho.
—Que te coma entonces—murmuré de vuelta.
Alby se levantó sacudiéndose el pantalón para luego meterse la manos en los bolsillos y alejarse a paso lento. "No parecen niños, son niños", se burló el líder. Ni Minho ni yo nos pusimos de pie, yo porque deseaba descansar un poco más y Minho probablemente porque no quería parecer que estaba siguiendo los pasos de Alby cuando el que mandaba en el Laberinto era él.
Volví a cerrar los ojos mientras escuchaba las pisadas de Alby al ir y venir, y los mordiscos que Minho le daba a su manzana. Pero aunque me quise relajar, las palabras de Minho, "ella me abandonó", no me dejaron en paz. Algo no calzaba, lo que él decía con lo que yo había dicho y si Alby insistía en el tema… ¿quería decir que había sido un malentendido?
Resignada suspiré, y giré mi cabeza para mirarle. Tenía la cabeza recargada en la pared en dirección hacia el cielo oscuro y masticaba lentamente, sus ojos estaban cerrados y parecía un poco cansado.
—¿Por qué dices que te abandoné?—El chico detuvo sus movimientos e incluso abrió los ojos, pero siguió sin mirarme—Minho, ¿por qué...?
—Entramos a esto juntos, ¿lo olvidas?—Su ceño seguía fruncido y se resignaba en mirarme, de verdad que estaba molesto—Nos hicimos Corredores al mismo tiempo y prometiste que nunca me dejarías solo en este lugar.
Todo lo que decía era cierto. Ambos nos presentamos juntos para solicitar unirnos a los Corredores y solíamos ser compañeros en el Laberinto, los dos juntos recorrimos aquel lugar juntos una gran cantidad de veces e inclusive descubrimos un par de secciones. Era un gran compañero, sus habilidades eran extraordinarias y estaba segura que eso aún no cambiaba. Y cuando Minho fue elegido para ser el Encargado, le prometí siempre apoyarlo.
—Lamento haber hecho una promesa como esa—dije en voz baja casi para mí misma, debía recordarme no hacer promesas que quizá no cumpliría.
Pensando que no habría más intercambio de palabras, volví a cerrar los ojos pero sorpresivamente el chico resopló y yo curiosa le volteé a ver.
—¿Lamentas eso y no el haberme abandonado?
Rodeé los ojos.
—En ese momento no pensé las consecuencias de hacer una promesa, Minho—casi gruñí al hablar, me comenzaba a molestar—. No soy como ustedes, yo no soy valiente y osada, no podía seguir viniendo a diario solo por no hacerte enojar.
—Y si no lo eres, ¿qué haces aquí entonces?—reclamó al fin bajando la vista y poniendo su mirada en mí. Hacía meses que no nos veíamos a los ojos y en ellos pude notar no solo enojo, sino dolor—¿Por qué viniste?
—¿Culpabilidad?—balbuceé recordando a Ben.
Cuando los vi en las puertas del Laberinto no solo me había preocupado por ellos, sino que en el fondo sabía que buscarían a Ben para quizá darle una oportunidad. Me sentía culpable.
—Yo no comprendo por qué insistes en que te traicioné—sonaba irritado pero yo sabía que tenía la misma curiosidad que yo.
—Traicionaste nuestra amistad—conforme lo decía, bajé el volumen de mi voz hasta casi susurrar al sentirme avergonzada por decir en voz alta lo que sentía. Aún así, Minho calló para escucharme—. Preferiste señalarme por haberme ido y aplicarme la ley del hielo en lugar de solo respetar mi decisión.
—Nunca dijiste como te sentías, Eileen, y luego te hiciste Mediquera sin siquiera anunciarlo así que...—Se detuvo notablemente incómodo, pero ya no se veía tan enojado como al inicio—. Pensé que nos habías cambiado.
Silencio.
Después de aquellas palabras mis zapatos sucios parecieron el mejor objetivo para mi mirada. Minho no era de abrirse mucho y el haber dicho lo que pensábamos y cómo nos sentíamos nos dejó en un punto medio. ¿Ahora qué?, me pregunté, ¿se supone que ahora nos tenemos que abrazar o qué?
Más silencio.
Tanto que me sentí alarmada.
—Alby está muy silencioso, ¿no crees?—le pregunté a Minho viendo el camino por el que se había marchado el líder hacía unos minutos.
—Ha de estar orgulloso de que su táctica funcionara—bromeó levantándose para ir tras Alby—. Al menos no dije la palabra con "p".
Mi ceño se frunció.
—¿Perdón?
Minho se detuvo en seco y me miró por encima del hombro con aquella típica sonrisa suya.
—Te perdono, Eileen.
Solté un jadeo sorprendida viéndolo caminando seguro de sí mismo para luego desaparecer girando hacia la izquierda. Aquello era jugar sucio, el chico me había puesto una trampa para que yo fuera la primera en disculparse, ¡tan Minho de su parte! Y sinceramente estuve a punto de sonreír, pero el pelinegro se asomó con una expresión totalmente diferente.
—Alby se fue.
—¿Por qué se fue?—cuestioné levantándome asustada.
—Oh, déjame ir—Señaló detrás de él—, le pregunto y regreso.
—¡Minho!—exclamé molesta.
El chico se giró sabiendo bien que le seguiría para buscar a Alby. No tenía sentido que se alejara tanto, comprendía que nos quisiera dar unos momentos a solas con intención de que habláramos pero no era necesario desaparecer.
Minho giró de nuevo a la izquierda, pero se detuvo en seco por lo que yo choqué con su espalda. Abrí los labios para quejarme pero me quedé helada cuando vi nuestra más grande pesadilla al otro extremo del pasillo. Un Penitente caminaba de un lado al otro, moviendo las patas largas y puntiagudas con lentitud provocando un sonido espantoso. Parecía que no nos había visto, por lo que Minho dio un paso atrás y lentamente regresó al pasillo del que veníamos. Sin embargo, mis pies se pegaron al suelo.
¿Qué hacía un Penitente afuera a plena luz del día? Y aún más alarmante: ¿por qué no me podía mover?
Quise salir del trance en el que me había quedado, así mi cuerpo reaccionó solo y abrí los labios para gritar. Estaba aterrada, pero Minho fue más rápido y su mano voló para taparme la boca justo a tiempo y con la otra mano me tomó del brazo y me obligó a moverme. Ambos dimos pasos lentos y suaves para no hacer sonido y una vez que logramos tomar otro camino, me hizo una seña para que lo siguiera.
Necesitábamos ser aún más cuidadosos ahora, el mínimo sonido podía provocar un gran eco y podría llamar la atención del Penitente, haciendo que él reaccionara y comenzara a buscarnos. Caminamos apresurados revisando rápidamente los pasillos para encontrar a Alby hasta que de reojo me pareció ver algo en un pasillo. Tomé la camisa de Minho para detenerlo y halarlo hacia el pasillo anterior.
Alby se encontraba en el suelo, acostado a mitad del pasillo con el cuerpo para arriba. Corriendo nos acercamos a él y sabiendo que Minho vigilaría, me lancé al suelo de rodillas y velozmente puse el oído sobre el pecho de Alby para poder escuchar su corazón. Suspiré aliviada al escucharlo a pesar de lo lento que palpitaba y levanté el pulgar hacia Minho para que supiera que nuestro líder se encontraba vivo. Le observé de pies a cabeza en busca de la razón de su desmayo hasta que tuve una terrible idea.
Con los dedos temblorosos levanté la camisa de Alby para hallar lo que me había temido.
—Lo picaron—susurré con el corazón desgarrado.
—¡¿Qué?!—No me giré hacia él pero podía imaginar bien su expresión, inquieto comenzó a caminar de un lado al otro—¡¿A plena luz del día?!
—Tenemos que irnos—Casi no podía hablar al sentir cómo mi respiración se aceleraba.
—Primero Ben y ahora Alby, ¿por qué están afuera cuando aún las puertas están abiertas?
—No lo sé, Minho, pero… —Desesperada alce la mano para tomarle de la camisa y llamar su atención cuando pasó al lado mío—Tenemos que irnos de aquí ya, las puertas cerrarán pronto y nos tomará demasiado tiempo llegar hasta allá con Alby en este estado.
Minho se inclinó, tomó a Alby y como pudo pasó uno de los brazos del moreno sobre su cuello para así intentar mantenerlo de pie de alguna manera. Alby parecía volver a estar consciente por unos segundos y luego se volvía a desmayar, pero Minho se aseguró de agarrarlo con toda su fuerza.
—Necesito que vayas al frente y vigiles el camino—ordenó costosamente, se notaba que Alby pesaba bastante.
En otro momento y bajo otras circunstancias me habría negado, pues ir al frente implicada tomar los mejores caminos y darme cuenta primero si había algún Penitente en el camino y terminar siendo yo la primera en estar en peligro. Pero asentí después de tragar grueso y aceleré el paso para llegar al extremo del pasillo y, pegando la espalda a la pared revisé el camino antes de tomar el pasillo de la izquierda. Cuando lo vi vacío, le hice una señal a Minho para que continuara siguiéndome.
La mayoría parte de la dirección hacia la salida me la sabía de memoria y sin pensarlo demasiado solo le hacía caso a mis pies y tomaba los caminos por lo que sentía que debíamos ir. En algunos momentos le preguntaba a Minho al no recordar algunos tractos, pero avanzábamos mientras el cielo se oscurecía y algunas gotas caían sobre nosotros, así como aprovechábamos para acelerar el paso cuando un trueno se escuchaba para que tapase el sonido de nuestras pisadas. Incluso llovió durante un rato, pero nada nos detuvo, necesitábamos llegar al Área y tratar a Alby lo más rápido que posible.
Se morirá como Ben, dijo una voz burlesca en mi mente pero yo solo sacudí la cabeza imaginando que lanzaba mis pensamientos negativos a un basurero. Alby me necesitaba y no me podía permitir sentirme así en un momento como ese, pero de pronto, un golpe seco me hizo voltear sobresaltada. Minho había caído sentado y Alby estaba inconsciente tirado sobre él.
La expresión del pelinegro me lo dijo todo: estaba exhausto.
—No lo lograremos—confesó apoyando las manos sobre el suelo soltando un quejido de dolor.
—No digas eso, falta poco—le recordé en medio de una súplica.
—En cuestión de minutos cerrarán, Eileen.
No teníamos tiempo que perder, por lo que corrí a su dirección e inclinándome sobre él, tomé su mentón con mi mano para que me pusiera atención y me viera directo a los ojos.
—Eres el mejor Corredor que hay en este lugar, no hay nadie quien pueda hacerlo si no eres tú, así que dime, ¿por dónde?
El chico apretó los ojos luchando con todas las voces interiores.
—Izquierda dos veces, luego a la derecha, directo tres pasillos, directo dos pasillos a la derecha y al doblar a la izquierda está la salida principal.
—Andando, entonces—Tomé a Alby de los brazos para alzarlo un poco y así ayudar a Minho recuperar la pierna que había quedado aplastada por el moreno.
Se puso frente a Alby y le rodeé el cuello con los brazos del líder, para que así Minho pudiera tomarlo de las muñecas y jalarlo detrás suyo. Ambos, a paso lento pero seguro, recorrimos los largos y tenebrosos pasillos decididos en sacar a Alby de allí. De nuevo Minho me decía cuando me equivocaba de dirección, pero me aseguraba vigilar bien antes de avanzar. Minho se detenía unos segundos para tomar una bocanada de aire y agarrar más duro las muñecas de Alby, sin embargo, jamás lo soltó y con más fuerza retomaba la dura caminata.
—Estamos cerca—avisó en medio de un quejido—, solo giramos a la derecha y…
Aquel sonido espeluznante llegó a nuestros oídos y ambos intercambiamos miradas, comprendiendo que el otro también sabía lo que se encontraba cerca. Los pasos de un Penitente se escuchaban muy cerca y si nos atrapaba sería el final de los tres, todo sería un desastre. Pero aún así quien más me preocupó fue Alby, pues aquel monstruo ya le había picado, ¿qué le haría si lo encontraba? Quizá lo mataría.
Tenía que hacer algo.
—Hey, Minho—llamé al pelinegro y él con dificultad me miró—. Adelántate, iré detrás de ti.
—Eileen—advirtió él conociendo ya las decisiones que solía tomar de manera repentina y sin sopesar las consecuencias.
—Puede que haya perdido un poco mi condición, pero fui Corredora por un buen tiempo, sé lo que hago. —Mentira, no sabía lo que estaba por hacer—. ¡Minho, anda ya!
El chico soltó un quejido al no querer dejarme, pero no teníamos opción. Lo vi arrastrar a Alby en su espalda e incluso el chico me echó una mirada rápida antes de desaparecer por completo al tomar otro camino.
Cerré los ojos y solté todo el aire que estaba en mis pulmones para luego girarme y correr gritando para así llamar la atención del Penitente, pues de esa manera me buscaría a mí y no a Minho ni a Alby. Corrí y corrí, pisando fuerte para crear la distracción.
Hasta que lo vi.
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Un poquito largo, sorry jsjsjs
Recuerden votar porfis <3
Love u all!
WM
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