▹griever

∵CHAPTER TEN| TMR |WARRIOR∵

❝PENITENTE❞

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Era aterrador.

Y estaba frente a mí.

Tan grande que tuve que subir la cabeza para poder verlo bien, mientras la criatura biomecánica descendía la mirada para poner la vista en mí, su nueva presa. Lentamente movió los largos y siniestros brazos de metal que le salían de los costados como si se estuviera preparando para lanzarse encima mío y devorarme con sus afilados dientes mientras las tijeras de su cola se abrían y se cerraban provocando rechinidos que causaron escalofríos me recorrieran la espalda.

Pero no me podía mover, no solo porque sentía como si me estuviera congelando de pies a cabeza, sino porque nos encontrábamos demasiado cerca y no lograría escapar. Si me daba vuelta y corría, aquel monstruo lograría tomarme fácilmente y acabar con mi vida sin mayor esfuerzo. Y podría temerle más que a cualquier cosa, pero temía más jamás salir de aquí y no volver a ver a Riley.

No dejaría a CRUEL destruirme.

Sabía que debía moverme rápido si planeaba escapar, así que llené mis pulmones de aire inhalando por la nariz y actué. Llevé rápidamente mi mano hacia el costado derecho de mi chaleco y saqué uno de los cuchillos que utilizaba en mis tiempos como Corredora y lo lancé. Lo lancé con todas mis fuerzas y con precisión a pesar de que sentía mi mano temblar y sin detenerme a revisar si había dado en el blanco, me giré y corrí lo más rápido que mis piernas me lo permitieron.

Un rugido ensordecedor rebotó en las paredes de los pasillos y al llegar a mis oídos me hizo sonreír orgullosa, sí le había dado en el ojo y a aquella asquerosa criatura le había dolido. Pero sabía que su rugido no solo había sido de dolor, sino también de furia por lo que seguí corriendo sin mirar atrás. Por momentos corría segura del camino que tomaba, mi cerebro recordaba ciertos patrones y sabía por dónde pisaba hasta que de repente me encontraba con un pasillo sin salida y me tenía que regresar temiendo encontrarme con el Penitente enfurecido.

Unas horas después me detuve. Había tomado uno que otro descanso, pero necesitaba parar, pues sentía que mi cuerpo perdía fuerzas conforme avanzaba la tarde y ya no sentía las piernas... ni alguna otra parte de mi cuerpo. Pegué la espalda a la pared y miré a mi alrededor, vigilando el largo y oscuro pasillo mientras pensaba dónde ocultarme.

—Debí haber aceptado esa manzana—susurré arrepentida llevándome la mano hacia mi estómago que se retorcía del hambre.

Con un impulso me alejé de la pared para buscar refugio y pasar la noche, hasta que de reojo me pareció ver algo. En la parte baja de una pared, oculto por unas enredaderas, parecía haber un agujero lo suficientemente grande. Velozmente me acerqué y me incliné haciendo las enredaderas a un lado hallando un perfecto escondite aunque parecía que solo acostada podría entrar. Miré sobre mi hombro esperando que el Penitente que me había perseguido no me viera, ágilmente metí mi cuerpo y acomodé las enredaderas para tapar el lugar.

No era cómodo, la verdad era que estaba muy estrecho, pero no me podía quejar. Un lugar a salvo de un Penitente destructor era el lugar perfecto sin importar sus condiciones, por lo que abracé mis piernas y mantuve mis ojos bien abiertos viendo a través de las enredaderas.

—Tú puedes, Eileen—me dije a mí misma apretando mis piernas contra el pecho, escuchando la voz de Newt en mi cabeza pidiéndome regresar cuando Alby me permitió entrar, "que no vuelva a pasar", me había suplicado.

Otra promesa que no había podido cumplir, pues había vuelto a quedar atrapada en el Laberinto. Era experta en fallarle a las personas que me importaban, Ben, aparentemente a Minho y ahora a Newt. Esperaba no decepcionar a Gally también.

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Había noches que solía despertar exaltada ante el recuerdo de Riley y soñaba que la chica era enviada al Laberinto, que yo había sido enviada para nada y que al final mi sacrificio había sido en vano. Soñaba con mi hermana huyendo de un tenebroso Penitente recorriendo los fríos y solos pasillos de un Laberinto sintiéndose perdida y confundida, abandonada por completo. Otras veces mis ojos se abrían de golpe por culpa de los sustos que me pegaba el pequeño Chuck al roncar por la noches o porque lloriqueaba en medio de sueños.

Pero esa noche solo desperté por un motivo diferente, sonidos inusuales y gritos de dos personas discutiendo. No abrí los ojos porque me seguía sintiendo cansada pero sí estaba muy confundida, ¿desde cuándo la hamaca de mi cabaña era tan dura y helada? ¿Y por qué había tanto ruido en el Área si todos debían estar durmiendo?

—Cálmate, solo un poco más—escuché una voz masculina alentando a alguien aunque se podía notar la desesperación en su voz—. Un poco más, Minho.

"¿Minho?", pensé sintiendo cómo se fruncía mi ceño. Me abracé a mí misma pero cuando mis brazos rozaron frío y sentí no poder moverme demasiado por poco espacio, abrí los ojos para encontrarme en el suelo y en una oscuridad profunda. En la cabaña no se veía mucho pero la mayoría dejábamos antorchas encendidas afuera y por las hendijas de la cabaña solía entrar un poco de luz, ¿por qué tanta oscuridad?

Hasta que me sobresalté, mi corazón se aceleró y sentí el terror respirando en mi nunca ante el típico sonido del Laberinto cambiando. No se escuchaba a la distancia, se escuchaba allí mismo y fue cuando caí en cuenta y recordé que estaba encerrada en el Laberinto, que huí y lastimé a un Penitente y que me había escondido. Me sorprendí al darme cuenta de que me había dormido, pero el agotamiento y la falta de alimento me estaba afectando.

—¡No, espera!—De nuevo la voz conocida viajó a mis oídos y fue cuando comprendí que estaba cerca, muy muy cerca y lo peor: que la voz era de Thomas.

Asustada asomé la cabeza y vi cómo el castaño, agarrado de una liana se resbalaba frente a mí y ponía un pie sobre la pared para sostenerse. Parecía que aguantaba el peso de algo, su cara estaba roja y las venas de su frente estaban resaltadas, pero sin esperarme a comprender, estiré el brazo y le tomé del tobillo. El chico pegó un salto y miró hacia abajo con expresión de terror, pero cuando sus ojos me captaron en lugar de sorprenderse, el alivio se pudo ver en su rostro.

—Eileen—soltó en un suspiro.

Pero antes de que pudiera decir más, ambos miramos hacia el lado derecho del pasillo pues unos pasos se escucharon, movimientos metálicos y seguidos como de varias patas se empezaron a oír cada vez más cerca, por lo que sacudí la pierna de Thomas y le hice una señal para que se acercara. El chico sin pensarlo demasiado, se sentó en el suelo y luego de apoyar la espalda, rápido entró conmigo. Por ser el escondite demasiado pequeño, intenté pegarme a la pared pero fue imposible cuando sentí mi espalda llegar al límite.

La mitad de mi cuerpo había quedado sobre Thomas y nuestros rostros tan cerca que su respiración sacudía algunos de los cabellos que me caían sobre la cara. Era demasiado oscuro pero la luz de la luna se colaba por entre las enredaderas y podía ver el costado de su rostro, sus ojos marrones, su nariz delgada... sus labios. Por un segundo el recuerdo de la última vez que lo vi y que discutí con él pasó por mi cabeza, esa vez que lo besé. Pero sus manos agarrando con fuerza la liana me distrajo por completo.

—¿Por qué sostienes esa liana?—cuestioné en un susurro.

—Por Alby—contó en medio de un quejido, pues se notaba que le estaba tomando todo el esfuerzo posible—. Lo estaba atando a la...

—Espera, —Lo detuve aterrada—¿A-alby?

El castaño asintió y tras remojarse los labios con nerviosismo, miró hacia afuera para vigilar los pasos que escuchábamos. Thomas estaba concentrado en no soltar a Alby, pero la noticia me impactó, pues jamás creí que las cosas terminarían así. Yo ayudando a Minho a sacar a Alby, quedando encerrada encontrándome con Thomas que ayudaba a Alby quien yo pensaba ya estaba en manos de los Mediqueros, ¿podía haber algo peor que eso?

—Tengo que terminar de...

Sus palabras quedaron en el aire cuando ambos nos congelamos por completo. El Penitente caminó frente a nosotros con una lentitud torturante, me atormentó la poca velocidad pues parecía saber que estábamos cerca y que analizaba con cuidado su alrededor. Sus múltiples patas avanzaban, una tras otras y Thomas y yo solo aguantábamos la respiración suplicando pasar desapercibidos. Con atención escuchamos sus gruñidos alejarse hasta que no se escuchó más y Thomas con rapidez se salió del escondite. Salí tras él viendo cómo amarraba las lianas con fuerza al pie de las enredaderas.

—¿Dónde está Alby?—pregunté en voz baja. El castaño señaló con su mentón hacia arriba pero siguió en lo suyo mientras yo alzaba la mirada. Mi boca se abrió ante la sorpresa de hallar a Alby amarrado a la pared rodeado de enredaderas en las alturas. Una risilla nasal salió de mí—Te dije que eras un genio.

—Sí, pues...—habló con dificultad, mirándome por encima del hombro—... espero que funcione, es muy pesado.

Alcé la mirada una vez más. Estaba inconsciente y parecía un muñeco, su cabeza caía hacia al frente así como sus brazos. Se notaba que estaba muy mal, necesitaba tratarlo, pero en aquel lugar era imposible.

—Te vas a meter en graves problemas.

—Gally ya me odia de todos modos. —Forcejeó con la liana—. No podía quedarme observando de brazos cruzados.

—¿Y cómo es que Minho salió solo?

—Él también está aquí—comentó terminando de checar que su amarre estuviera seguro. Mis labios se abrieron para cuestionar sus palabras con gran preocupación pero ambos guardamos silencio de nuevo cuando nos enteramos que otra vez no estábamos solos—. No, no.

Me acerqué a Thomas para empujarlo.

—Tenemos que irnos—advertí, pero el chico negó con la cabeza y siguió amarrando las lianas—Thomas, ¡vamos ya!

Los pasos sonaban más y más cerca, pero parecía que Thomas ignoraba olímpicamente el sonido más aterrador de nuestras vidas y siguió haciendo el nudo con concentración. Pude notar algunas gotas de sudor cayendo por su frente y yo sabía que mi rostro estaba igual, aunque quizá estaba peor pues desde temprano me encontraba en el Laberinto. Empujaba a Thomas con urgencia viendo hacia la dirección por donde provenían los sonidos de las patas del Penitente hasta que el chico se deshizo de mi agarre para tomarme de la mano y halarme para escondernos al otro lado de la pared.

Nuestras espaldas se pegaron a la pared como si tuviéramos pegamento y nuestros pechos subían y bajaban al mismo tiempo. No sabía cuánto tiempo nos duraría aquel juego.

—Tenemos que irnos de aquí, el Penitente ya sabe—aseguré con miedo, tragando grueso.

—¿Qué sabe?—Thomas asomó la cabeza para mirar el lugar del que veníamos.

—Que estamos encerrados con él y no nos dejará en paz hasta cumplir con su propósito—ignorando el temblor de mis manos por el miedo, puse una de ellas sobre su hombro—. Necesitamos alejarnos de aquí.

El castaño asintió y regresó al lugar donde estábamos, por lo que supe que el Penitente no estaba allí. Verificó una vez más el estado de Alby y después se giró sobre sus pies para comenzar a seguirme. Paso a paso nos comenzamos a alejar, sabía por dónde ir, pero algo no se sentía bien por lo que me detuve y Thomas igual. Sentí la mirada curiosa del chico sobre mí, pero no sabía qué decirle pues yo tampoco comprendía. Miré a nuestro alrededor con cuidado y atención, hasta que levanté la mirada.

"Thomas, sobre ti hay un Penitente", se suponía que debía decir, era muy sencillo. Mis labios balbucearon intentando hablar pero no fue hasta que un líquido viscoso y pegajoso se escurrió del cuerpo de la criatura y aterrizó sobre el hombro de Thomas. El Penitente había estado caminando sobre nosotros pegando sus extremidades a las paredes del Laberinto, hasta que se dejó caer posicionando las patas en el suelo a la perfección y sin demora nos rugió. Solo un segundo me tomó para ver un cuchillo enterrado en su ojos, pues ambos corrimos sin pensarlo demasiado.

—¡Tienes que seguirme!—grité mientras cambiábamos de pasillo al ver a lo lejos el Laberinto cambiar y cerrar paredes.

—Lo que digas—gritó de vuelta sacudiendo una mano a como pudo, pues sus brazos se sacudían mientras corría.

Parecía que iba funcionando la ruta que tomábamos, pero el Penitente insistía sin detenerse. Pasillo al que íbamos, pasillo por el que aparecía y la oscuridad de la noche hacía las cosas aún más complicadas. Ninguno lograba ver más allá, por momentos parecía que había paso pero de repente nuestros cuerpos chocaban con una pared. Me llevé las manos a la cabeza ante la frustración de hallar otro camino cerrado, pero Thomas no se detuvo a pensar ni un segundo y corrió sobre una piedra para saltar y agarrarse de las enredaderas. Y yo no tuve de otra que seguir sus pasos.

Ambos nos pegamos a la pared y sorpresivamente el Penitente no se detuvo, luchó para escalar también aunque sus extremidades de metal se resbalaban con cada intento, pero poco a poco subió al mismo tiempo que nosotros avanzamos hacia la cima del muro. Sin detenernos continuamos corriendo por los muros altos hasta que el chico llegó al final y de nuevo, sin pensarlo demasiado, miró el camino por el que se acercaba el Penitente y luego la pared que teníamos a unos metros de distancia.

—No—dije sacudiendo mi cabeza de un lado al otro aterrorizada ante la idea que Thomas parecía tener—. Yo no pienso saltar.

—Es la única forma, Eileen—exclamó el chico dando pasos hacia atrás para prepararse.

—¡Thomas yo no voy a saltar!—El sonido escalofriante que provocaba el Penitente al avanzar llamó nuestra atención y ambos volteamos hacia nuestras espaldas—Tiene que haber otra manera.

—Eileen... —murmuró en advertencia sintiendo cómo el Penitente estaba por atacar.

—Le temo a las alturas, yo no puedo...

El castaño tomó mi mano y sin aviso previo ni preguntar, me arrastró con él y por ende no tuve de otra que correr para no tropezarme con mis propios pies y aterrizar en mi cara. En cuanto llegó al borde me soltó esperando que yo confiaría en él y saltaría por ello, pero aunque sí salté estirando mis brazos esperando lograr agarrarme de las enredaderas de la pared, lo hice porque no me había quedado de otra. Era eso, o el Penitente me atacaba o caía desde allí arriba.

Para nuestra desgracia el Penitente no tenía miedo alguno y sin dilación saltó a unos metros más arriba de nosotros, resbalándose al no tener manos para sujetarse llevándonos a nosotros al suelo junto con él. Sin embargo, aunque Thomas y yo terminamos en el duro suelo, el monstruo quedó atrapado en las enredaderas y aprovechamos aquello para escapar.

—¡Me debes una, Thomas!—exclamé enojada golpeando al chico en el hombro con mi puño cuando nos detuvimos para observar al Penitente luchando entre las enredaderas.

—¡Pero si te salvé la vida!—reclamó sorprendido con la mirada puesta en la criatura biomecánica.

Un cuerpo chocó contra nosotros provocándonos el susto más grande de nuestras vidas, incluso más grande que el que me acababa de dar Thomas al hacerme saltar. El alivio que sentí en el corazón al ver a Minho fue increíble, no solo por saber que se encontraba bien y no había sido perseguido por algún otro Penitente, sino porque el líder de los Corredores estaba con nosotros, y por ello no pude evitar pasar mis brazos alrededor del cuello del chico dándole un breve abrazo dejando atrás nuestros malentendidos.

—Estás bien—susurré sintiendo el alma regresar a mi cuerpo de nuevo.

Antes de separarme, palmeó mi espalda.

—Y tú sobreviviste de nuevo. —Luego miró a Thomas y le dio un empujón—Y eres un loco demente. —El Penitente parecía que pronto lograría escapar de las enredaderas, por lo que Minho nos hizo una señal—. ¡Síganme, corran!

Los tres retomamos la carrera, recorriendo los pasillos con Minho liderando y aunque aún no estábamos completamente a salvo, tener a Minho allí me hacía sentir más tranquila. El chico corría seguro, sabía cuándo el Laberinto cambiaría y de esa manera lideraba sin fallar.

—Esta sección se cierra—dijo señalando el final del pasillo—, por aquí lo perderemos.

Sin dudarlo seguí detrás de Minho, desde que éramos compañeros en el Laberinto él nunca dudaba y aún cuando lo hacía, lograba acertar los caminos y por ello habíamos logrado descubrir muchos de ellos. Hacía mucho que yo no corría y aunque me estaba costando mantenerme a la velocidad del líder, hice todo lo que pude para no alejarme. No como Thomas que cuando ambos llegamos al final, nos dimos cuenta de que el chico no estaba con nosotros.

—¡¿Pero qué le pasa a Thomas por la cabeza?!—grité en un susurro viendo al castaño estático en su lugar—Es un shank.

—Eso es seguro—respondió Minho para luego comenzar a regañar a Thomas—¡¿Qué estás haciendo, Thomas?! ¡Corre!

—¡¿Qué esperas?!—gritó Thomas desafiante para luego comenzar en nuestra dirección apareciendo el Penitente detrás de él hambriento de salirse con la suya—¡Por aquí!

Y con mis propios ojos vi cómo por primera vez alguien se atrevía a no solo saltarse las reglas sin importar las consecuencias para salvar a personas que acaba de conocer, sino también de asesinar a la creación estrella de CRUEL.

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Hello! Lamento la demoraaaaa.

Cuéntenme, ¿cuál es su personaje favorito de la primera peli?

Love u all!

WM

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