▹finally getting out
∵CHAPTER ELEVEN| TMR |WARRIOR∵
❝SALIENDO AL FIN❞
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Caminaba de brazos cruzados con el ceño ligeramente fruncido en muestra de mi molestia, dándole la espalda a Minho y a Thomas mientras recorríamos el camino de regreso al lugar donde habíamos dejado a Alby. Ellos caminaban a unos pasos detrás de mí conversando en voz baja aunque yo les lograba escuchar a la perfección pues eran las primeras horas de la mañana, todo estaba en silencio y al no estar apresurados, íbamos relativamente lentos, por lo que ni siquiera nuestras pisadas provocaban ruido. Además de que me sentía mareada por no haber consumido ningún alimento durante las horas pasadas, pero aquello último no se los había dicho.
Incluso la adrenalina que había recorrido por todo mi cuerpo ayudándome a sobrevivir la noche huyendo de un Penitente, hasta saltando a varios metros de altura sin caer y acabar con mi propia vida, se había reducido casi a cero, esfumándose toda esa fuerza que me estaba manteniendo de pie.
—Sobreviví—dijo Thomas defendiéndose a sí mismo—, incluso maté al Penitente y aún así se enoja.
—Así son las chicas, supongo—murmuró Minho de vuelta, me lo imaginé con aquella expresión de "no me importa mucho"—. A mí no me habló por meses.
—Newt me dijo algo sobre eso.
Me giré indignada.
—Así que Newt anda hablando de mí—Thomas alzó las manos en muestra de que era inocente—¿Qué dijo?
—Él me estaba contando sobre todos y mencionó que el Encargado de los Corredores y la Encargada de los Mediqueros no se hablaban. —Newt es un chismoso, pensé—. Pero estaba seguro que pronto se reconciliarían.
Minho soltó una risa burlona siguiendo el camino.
—Ese larcho debió saber los planes de Alby.
—No nos cree lo suficientemente capaces como para odiarnos toda la vida. —Fastidiada seguí a Minho.
Llegamos en cuestión de minutos. Estaba muy segura de que si Minho no hubiera estado allí y que yo hubiera intentado encontrar a Alby, no habría sido tan rápido ni tan fácil. Minho se apresuró a buscar donde Thomas amarró las lianas horas antes para darse cuenta del buen trabajo que Thomas había hecho, lo pude notar en su expresión. Levantó las cejas y bajó las comisuras de sus labios, sin embargo, no le dijo nada y comenzó a forcejear bajo nuestras miradas para zafar las lianas y poder descender a Alby.
—Eres bueno haciendo nudos—halagó Minho en modo de queja.
Thomas se rascó la nuca y yo supe de inmediato que estaba pensando "ni siquiera recordaba que lo era".
—¡Oh!—exclamé llevando mi mano hacia el costado izquierdo de mi chaleco y saqué el único cuchillo que me quedaba—Quizá esto te ayude.
Estiré mi brazo para pasárselo a Thomas, pues él se encontraba más cerca de Minho, pero antes de darle el cuchillo, el castaño lo observó detenidamente unos momentos. Su mirada se posó en mí y pude ver cómo sus ojos expresaban que comenzaba a comprender algo.
—¿El cuchillo clavado en el ojo del Penitente era tuyo?—Asentí confundida ante su sorpresa—Eras Corredora antes de ser Mediquera.
—Lo fui—confirmé su sospecha.
—No solo eso—comentó Minho concentrado en su labor de cortar las lianas—. Ella también sobrevivió una noche aquí.
Le miré con los ojos entrecerrados aunque sabía que él no me iba a devolver la mirada.
—¿No me hablabas y ahora presumes de mí?
—No me hablabas y me abrazaste.
Quise continuar, pero la última liana fue cortada y Thomas corrió a ayudarle a Minho para que Alby no cayera desde arriba, y ambos con sumo cuidado bajaron al líder. Verlo descender completamente inconsciente me partió el corazón, trayendo a mi mente la última persona que habíamos perdido justamente por una picadura de un Penitente y el dolor se instaló en mi alma haciéndome desear no perder a Alby también.
En cuanto el moreno tocó el suelo, corrí a él para poner mi mano en su cuello y buscar su pulso. Llevé mi cabeza hacia su pecho pegando mi oído para poder escuchar su corazón y allí estaba, latiendo a duras penas, lento y casi sin fuerzas. Me alejé con lentitud sintiendo que en cualquier momento me echaría a llorar o que me vomitaría del mareo que sentía, y le miré el rostro, estaba pálido y parecía que había sudado toda la noche por fiebre. Miré a Minho y Thomas, ambos detrás de mí esperando alguna respuesta con la preocupación bañando sus rostros, pero yo solo asentí sin decir nada y lo tomaron como señal para tomarlo entre los dos, pasando cada brazo sobre sus cuellos y tomándole de la cintura.
Lucía sumamente pesado, pero sin queja alguna y en profundo silencio, avanzaron liderando la caminata mientras yo iba detrás de ellos. En mi mente se vivían los momentos pasados, yo intentando ayudar a Minho a sacar a Alby, encontrándome con el Penitente al que tanto temía y luego a Thomas, para pasar toda la noche huyendo y esperando no morir en el intento. Corría junto a Thomas repitiéndome en mi cabeza que lo lograríamos pero al mismo tiempo dudando en mi corazón, temiendo por la vida de Alby y de Minho, y asustada ante la posibilidad de no regresar al Área, mi hogar, y sin volver a ver a los habitantes, mis hermanos.
Y temí por la vida de Thomas.
—Oye, Thomas.
El chico se detuvo viéndome con dificultad por encima de su hombro.
—Y ahora nos detenemos—murmuró Minho irritado.
—Después de lo que vivimos anoche, ¿aún deseas ser Corredor?—En mi imaginación crucé los dedos esperando que el chico se mostrara asustado y dijera que no, o que al menos fingiera estar normal pero que se le notase que en el fondo que estaba aterrado.
—¿Me creerías si te digo que ahora tengo la necesidad de serlo aún más?—Actué como si estuviera pensándolo, cuando en realidad me daban ganas de pegarle.
—No...—Negué con la cabeza—... porque no te creo loco, ¡estás loco!
Sin esperar a que respondiera, caminé frente a ellos sin poder creerme lo insistente que era Thomas en el pasado. Cuando vi a Thomas salir de la Caja asustado y siendo derribado mil veces por Gally, pensé que quizá el perder su memoria y sus recuerdos más preciados, su personalidad había cambiado por completo. Pero no. Seguía siendo el Thomas terco que cuando quería algo no se cansaba hasta obtenerlo, el mismo que se quedó despierto por tres noches seguidas fuera de la puerta del laboratorio del supervisor para demostrarle que sus investigaciones y teorías sobre el virus eran correctas, el mismo que daba todo de sí para demostrarle a todos que se equivocaban en pensar que él era incapaz de algo.
—En secreto te admira—comentó Minho molestándome.
—No es cierto—dije entredientes regresando a mi posición de hacía algunas horas, con los brazos cruzados y las cejas fruncidas.
—Claro que sí—insistió—. Dejaste de ser Corredora, pero en tu corazón aún lo eres, así que admiras lo que ha hecho Thomas.
De pronto escuché pasos acelerados y de reojo vi a Thomas apresurándose para caminar a mi lado, arrastrando a Minho con él puesto que ambos llevaban a Alby.
—¿Por qué lo dejaste?
—Tú te quedaste encerrado, viste un Penitente en tu primera vez estando aquí y quieres volver—conté señalándole, para luego señalarme a mí misma—. Yo me quedé encerrada luego de meses visitando el Laberinto, vi un Penitente y quedé traumada. Juré no pisar este lugar, pero no podía dejar a Alby solo.
—Estaba conmigo—se quejó Minho.
—Sí, solo—reafirmé molestando al chico, sintiendo alivio en mi corazón de saber que al menos lo único bueno de haber entrado al Laberinto, fue haber colaborado en el plan de Alby y arreglar las cosas con Minho, muy a pesar de que había sido una conversación extraña.
Unos instantes luego, la charla se acabó por completo. Yo no hablé más porque tenía la boca seca y me sentía como la vez que me había quedado encerrada sola. Aunque aquella vez había sido porque me enfermé y el apetito se me había ido, no me di cuenta cuando me perdí por completo y había dejado atrás a Minho. El chico había regresado pensando que yo salí sin él, pero llegó la tarde, las puertas se cerraron y yo pasé la noche enferma, inconsciente y temblando por las altas temperaturas a las que mi cuerpo había llegado. Huir de un Penitente sintiendo que me moría no había sido para nada divertido.
Al menos sabía que iba de salida y que no había estado sola, Thomas me había acompañado y fue interesante verlo en otra faceta. Recordarlo me hacía verlo de momentos como el chico favorito de CRUEL, el que pasaba los exámenes con notas perfectas, descubría nuevas maneras de diseñar el Laberinto y obedecía las reglas. Aunque sí tenía su carácter fuerte y no se dejaba pisotear por nadie ni mucho menos quedarse callado. Verlo huyendo de un Penitente luego de amarrar al líder con unas enredaderas, saltando muros altos y matando el monstruo de CRUEL, era fascinante ver ese otro lado de él.
Y si yo estaba cansada que solo cargaba con mi propio cuerpo, no me imaginaba ellos, que sudaban exageradamente y en sus rostros ya se podía ver el agotamiento extremo. Les miré por un momento, sus ropas e incluso sus cuerpos estaban sucios, manchados de todo, estaban despeinados y tenían una que otra herida; supuse que mi estado era igual de horrible. De pronto tomamos el camino de la izquierda y al final del pasillo se encontraban las puertas abiertas, dando paso al Área. El alivio se instaló en mí, se podía ver el césped verde desde mi posición, algunos árboles y cabañas a la distancia y los habitantes cerca de las puertas también. A pesar de que parecía que se alejaban.
¿Habían estado esperando hasta perder las esperanzas?
Una pequeña sonrisa se formó en mi rostro cuando escuché un "¡sí!", de parte del pequeño Chuck, que parecía estar tan cerca que a unos pasos podría estar dentro del Laberinto. Desde lejos se veía aún más pequeño pero aún a la distancia pude notar sus mejillas sonrojadas. Y nos terminó de dar las fuerzas que requeríamos para llegar hasta el final del camino.
Los habitantes se apresuraron a ayudar para poner a Alby en el suelo, pero yo solo me desplomé a su lado sin ver a nadie aunque todos nos rodeaban. Mi vista se fue directo al cielo, ¿cómo era posible que se viera tan distinto fuera del Laberinto?, pero mi vista se vio interrumpida por Gally, quien de inmediato me tomó el rostro con ambas manos para inspeccionarme con su expresión enseriada.
—Estoy bien—susurré asintiendo con la cabeza.
—¿Algún Penitente?—preguntó Chuck en voz baja como si fuera una palabra prohibida.
—Sí, vi uno—respondió Thomas arrodillado a los pies de Alby, con su respiración agitada ante el esfuerzo anterior.
Y Minho que estaba a su lado se apresuró a argumentar: —Y no solo eso, lo asesinó.
Todos intercambiaron miradas, aquello no se lo esperaba nadie y no les culpaba ante el silencio que se creó, pues nunca había pasado algo así. Ver a un Penitente y vivir para contarlo era una cosa, ¿pero también matarlo? No era para nada normal y no se podía tomar a la ligera, era imposible aceptarlo y dejarlo de lado. Aún acostada en el suelo, vi cómo Newt inspeccionó a todos captando todas las miradas, pues él era el segundo al mando y si Alby faltaba, él debía dictar lo que procedería.
—Tómense unos minutos para descansar y al rato nos vemos—. El rubio se levantó soltando un suspiro—. Parece que hoy tendremos Asamblea.
Y tras palmear el hombro de Minho se alejó sin siquiera voltear a verme, por lo que sabía que debía estar molesto conmigo. Sin embargo, no tenía cabeza para prestarle atención por el momento, por lo que toqué el brazo de Gally, quien estaba arrodillado a mi lado. El chico me ayudó a levantarme lentamente y aunque en su mirada se podía ver que estaba furioso, era notable su preocupación.
—Lleven a Alby a la Finca. —Les dije a los que aún estaban en el suelo con el líder—. Iré a checarlo...
—No—interrumpió Jeff—. Tú ve y come algo, Clint y yo nos encargaremos de él.
—Necesito asegurarme...
—Nosotros podemos, Eileen—aseguró el Mediquero, pidiendo ayuda a los chicos para que levantaran a Alby con cuidado y se lo llevaran—. Descansa antes de la Asamblea.
Jeff, Clint y algunos de los que se ofrecieron, tomaron a Alby y a paso lento se dirigieron a la Finca. Los demás se alejaron cuchicheando entre ellos sobre lo que acababan de ver y de cómo era posible que el Novato ya hubiera entrado al Laberinto y matado a un Penitente. Gally se mantuvo en silencio, pero no porque no tuviera palabras hacia Thomas, sino porque yo sabía que esperaría a la Asamblea para sacar todo lo que le pasaba por la cabeza y hasta más.
—Ustedes lo que necesitan es una deliciosa comida—aseguró Sartén pasando los brazos por encima de los hombros de Thomas y Minho—. Ya se había acabado el almuerzo, pero les prepararé algo rápido.
—Más amigos como Sartén—suplicó Minho, dejándose arrastrar por el chico.
—Tú también, Eileen—dijo Sartén mientras se alejaban—. Te guardé un poco de guiso.
Los tres caminaron sin voltear hacia atrás, aunque quizá Thomas quisiera girarse y mirar a Gally para saber si le seguía, pero el chico se mantuvo al lado mío. Le miré de reojo esperando su regaño, viendo cómo se ponía las manos en la cadera y negaba con la cabeza. En el fondo deseaba un "que bueno que regresaste", pero sabía que era demasiado.
—Tú no dejas de sorprenderme.
—No tengo fuerzas para discutir—murmuré dando un paso para seguir a Sartén, pero mis piernas fallaron y agradecí estar cerca de Gally, pues sus manos fueron rápidas en tomarme de los hombros.
—No has comido—adivinó Gally inspeccionando mi rostro, a lo que solo pude negar—¿Nada?
Yo volví a negar, arrepintiéndome al instante cuando todo comenzó a dar vueltas, por lo que me llevé la mano hacia los ojos para taparlos. Sentía que me iba a desmayar en cualquier momento.
—Te llevaré con Jeff.
—No, solo necesito comer.
—Eileen...
Me destapé los ojos para mirarle.
—No estoy enferma, no es como la vez pasada. —Le di un apretón a uno de sus brazos mientras él aún me sujetaba con evidente preocupación—. Recuperaré las fuerzas cuando le de algo a mi estómago.
A duras penas Gally asintió y paso a paso nos alejamos de las puertas del Laberinto para atravesar el Área con el fin de llegar a la cocina de Sartén. Por un momento me pareció ver que Gally deseó decir algo, pero apretó los labios y aún sujetándome por los hombros, caminó al lado mío en completo silencio. Otra vez le vi de reojo, y me acordé de lo último que había pensado antes de quedarme sorpresivamente dormida en el Laberinto.
—Nunca te agradecí por haber sido el primero en hablarme—solté de la nada, por lo que Gally me volteó a ver como si estuviera delirando, pero no nos detuvimos—. Cuando estaba allá adentro estuve sola por un tiempo y pensé demasiado... Gally, nunca te agradecí por haberme ayudado tanto.
El chico frunció las cejas, estaba confundido por mi actuar tan de repente, pero cuando llegamos a las puertas de la gran cabaña que utilizábamos como comedor, se posicionó frente a mí.
—Tenía pocos meses de llegar y ya tenía una lista de personas a las que no les agradaba—contó frunciendo los labios—, pero cuando me atreví a hablarte tú solo me sonreíste y comiste conmigo, en silencio sin juzgarme.
—Es que eras muy gruñoncito—bromeé susurrando.
—Que lo digas de esa forma no cambia nada—gruñó él, rodando los ojos visiblemente irritado.
Yo solté una risilla viendo cómo el chico parecía querer reír también pero mirando a otro lado lo ocultó, entrecerrando los ojos como si estuviera intentando ver algo a lo lejos.
—Suena muy cursi, pero necesito decirlo—solté provocando que me viera de nuevo—. Por un momento pensé, "si muero aquí, jamás le dije a Gally que apreciaría por siempre el haberme hecho sentir bienvenida".
El chico se puso serio por completo.
—No digas cosas como "si muero aquí"—me regañó llevándose las manos a los bolsillos, listo para marcharse—. Ni tú mueres ni yo muero, así quedamos a mano.
Asentí de acuerdo a la promesa y Gally a paso lento se alejó, caminando hacia donde se llevaría a cabo la Asamblea y me adentré a la cabaña, donde del lado derecho estaba la zona de trabajo de Sartén y a la izquierda las mesas que ya se encontraban muy gastadas por el uso. En una de ellas se encontraban Thomas y Minho, sentados al lado llenándose la boca de comida. A paso lento me acerqué y tomé asiento frente a Thomas. Ninguno de los dos me alzó a ver, llenar sus estómagos era lo más importante por el momento.
—Oh, ¡viniste!—exclamó Sartén con alegría, apresurándose en servirme del guiso y puso el plato frente a mí.
—Eres el mejor—agradecí levantando la mirada para verle. El chico me dedicó una gran sonrisa y regresó a su cocina para ordenar el gran desastre que había dejado. Me llevé una cucharada a la boca y comí lentamente, pues sentía que me vomitaría por tener tanto tiempo sin comer.
—¿Qué es la Asamblea?—cuestionó Thomas limpiándose la boca con el dorso de la mano.
—Es cuando los Encargados y los líderes nos reunimos—explicó Minho con la boca llena—. Lo hacemos cuando hay una situación extremadamente seria o algo inusual.
—Los Destierros se deciden en las asambleas—comenté provocando que Thomas detuviera sus acciones en seco, probablemente recordaba a Ben y cuando le dije que se metería en problemas—. Las decisiones importantes son tomadas ahí.
—¿Y como cuáles decisiones se tomarán hoy?
—Tu futuro, por ejemplo—respondió Minho.
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