▹confusion

∵CHAPTER FIVE | WARRIOR∵

❝CONFUSIÓN❞

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Mi mirada se encontraba atrapada en aquellos ojos marrones que tanto me habían empezado a gustar, y la verdad era que no sabía desde cuándo. Ambos éramos amigos desde el primer día que fuimos instalados en aquel escalofriante lugar, con pasillos largos y fríos repletos de personas con batas blancas o con armas en sus manos; no era un buen lugar para que niños fueran criados pero a los meses se convirtió en el hogar y refugio de todos los niños que habían quedado huérfanos a causa del virus. Nos conocimos cuando una enfermera le obligó a sentarse en la misma banca de espera donde estaba mi hermana abrazada de mí.

Sus ojos marrones se encontraban llenos de lágrimas desde que había puesto un pie ahí adentro, pero no se había permitido derramar ni una, pues me había contado que desde niño nunca le había gustado parecer que tenía miedo, ya que aquello le dejaba en desventaja. Justo como nos encontrábamos Riley y yo, que estábamos a su lado, pues la enfermera que se había ido soltó entredientes "esas dos son las que siguen, a ver si ya me deshago de las lloronas".

"Ya, Riley, deja de llorar", casi que le suplicaba. "Mamá estará contenta cuando sepa que nos portamos bien y que ayudamos en todo lo que nos pidan".

La menor se secó las lágrimas con el dorso de ambas manos, y me miró con aires esperanzadores. Sin embargo, en lugar de responder a mis palabras, miró al niño que se había encontrado mirándonos sin disimulo alguno. Él abrió sus ojos de manera exagerada cuando la pequeña le atrapó, pero no le quitó la mirada por la curiosidad de saber qué le diría.

"¿Tú sabes si tendremos comunicación con nuestras madres después?"

Volteé hacia el desconocido, y él pudo notar el cambio en mi mirada. Hacia mi hermana le dedicaba miradas llenas de seguridad, asegurando que todo estaba bien incluso por medio de mis ojos, pero al instante en que miré a mi compañero de banca, mi mirada se transformó en una desesperada que suplicaba ayuda. Él lució como un pez fuera del agua cuando comenzó a abrir sus labios y a cerrarlos una y otra vez, sin saber qué decir. Pero después de unos segundos, habló.

Agarrando la mano de la niña, le prometió "todo estará bien".

No tenía el sueño profundo, cualquier sonido fuera de lo normal me hacía despertar sin importar lo mucho que estuviese cansada o el sueño que estuviera teniendo, justo como en aquel momento. Había pasado soñando toda la noche, pero no eran sueños extraños, más bien eran recuerdos llenando mi cabeza; pequeños recuerdos de mí y Thomas. Quizá por su llegada mi cabeza se había emocionado, tenía poco más de dos años sin verle y jamás había pensado en él, por lo que al ver a alguien conocido para mí, mi mente estalló en emoción y sacó todos lo recuerdos que tenía de él.

Cuando desperté en la Caja y durante la hora que duraba aquel espeluznante recorrido, la voz de una mujer repetía una y otra vez lo que haría con mi hermana si no me comportaba a pesar de los recuerdos que me había dejado conservar. Sin embargo, por más que busqué en mi mente algo relevante sobre mí o al intentar recordar a personas importantes, la cabeza me dolía y me daba cuenta de que no había nada.

Recordaba qué era CRUEL y el porqué de su existencia, sabía sobre mi papel en aquellas instalaciones y sabía cómo había llegado allí. Pero cuando Newt apareció frente a mí y me ayudó a salir de allí, me di cuenta de que no reconocía a nadie. El Área lo conocía como a la palma de su mano, y al ver las puertas del Laberinto a la distancia, pude recordar perfectamente a aquellas criaturas aterradoras a las que ellos llamaban Penitentes.

¡Todo había desaparecido! Lo único que rebotaba en mi mente era información de CRUEL, y mi hermana, Riley, a quien también tenía dificultades para recordar, pues su rostro había sido borrado de mi mente. Me había sentido traicionada, toda mi mente había sido manipulada y me había acostumbrado a vivir así, pero cuando apareció el nuevo chico y pude reconocer aquel rostro que tantas veces había observado, mi cerebro reaccionó y aunque no sabía que él estaba en mi mente, los recuerdos comenzaron a aparecer desde aquel instante y no se detenían ni cuando dormía.

Al tener un sueño sensible y para nada profundo, mis oídos captaron sonidos de pasos a la distancia acercándose cada vez más a una velocidad lenta pero segura, por lo que mis ojos se abrieron segundos antes de que la puerta se abriera. ¿Esperaba encontrarme con la mirada de Thomas sobre mí al despertar? ¡Eso jamás! Mis cejas se elevaron como si le estuviese cuestionando en silencio el porqué de sus ojos puestos en mí al dormir, y su respuesta, sorprendentemente, fue un encogimiento de hombros.

—Pensé que estabas teniendo una pesadilla—murmuró él para no despertar a Chuck, pero no tuve tiempo de responder al ver cómo la puerta de la cabaña se abría de manera sigilosa y una cabeza se asomaba.

El chico de tez morena vio a Thomas primero, y al ver que ya se encontraba despierto, elevó un dedo y se lo llevó a los labios indicando que debía guardar silencio. Cuando Thomas asintió comprendiendo que debía seguirle, el moreno volteó hacia Chuck, y luego hacia mí, sorprendiendose al hallarme despierta desde tan temprano.

Los jóvenes salieron de la cabaña tras ponerse los zapatos, Thomas primero y detrás de él, yo, por pura curiosidad. Ambos observamos al líder de manera interrogante, quien levantó una mano para señalar al Novato con el cuchillo que llevaba con él.

—Vengo por él, por la Visita Guiada.

Si otro habitante a lo lejos hubiera visto aquella escena, habría jurado que el líder se había vuelto loco y que por alguna razón estaba amenazando al Novato con un cuchillo en la mano. Y también habría dicho que la doctora estaba demente igual que él y que no le importaba nada, pues solo me reí.

—Deberías dejar tanto misterio—le dije a Alby, a lo que él sonrió de lado, divertido por el comentario—¿Puedo ir?

—Eileen... —advirtió el moreno, a punto de recordarme que la Visita Guiada no era un juego.

—¡Es muy temprano, aún no tengo nada que hacer!—exclamé como niña pequeña, para luego voltearme hacia Ste...Thomas—¿Te molesta?

El castaño le dio una rápida mirada al líder, se notaba que no sabía qué hacer, si quedar bien con Alby o no destruir mis esperanzas de poder acompañarlos. Era raro, pero deseaba ver cómo Alby le contaba sobre los días oscuros y le daba sus advertencias, incluida la parte donde él escribiría su nombre en la pared con el mismo cuchillo que llevaba Alby, ¡en especial esa parte!

—Pues realmente no me molesta.

—¡Ahí lo tienes!—volví a exclamar con una gran sonrisa en mi cara. Volver a la cama no era opción para mí, o no lograba dormir y escuchaba los ronquidos de Chuck por horas, o dormía y tenía pesadillas de mí huyendo de los Penitentes.

Alby suspiró tragándose sus palabras y sin decir ni una palabra, le hizo una seña a Thomas y comenzó a caminar. Detrás de Thomas, otra vez, iba yo. Por un momento me sentí como Chuck, quien lucía como un pequeño fanático junto al Novato. Parecía que le sacaba de sus casillas, pero yo bien sabía que el pequeño estaba alegre de haber conectado con Thomas como lo había hecho desde el principio.

Cuando Alby abrió la boca para comenzar con su discurso, Thoma volteó un microsegundo hacia atrás y cuando vi su rostro, mis ojos se abrieron como si hubiera visto a la mismísima Ava Paige en frente de mí y no pude evitar soltar de jadeo tan sonoro que casi me trago un mosquito que iba pasando. Si no fuera porque mi mano se fue directo a tapar mi boca abierta, mi mandíbula se hubiera ido al suelo.

Eso era, por eso me había enojado con él y nuestra amistad se había roto a pedazos.

¡Lo besé!

—¡No!—exclamé sin poder creer la escena que se reproducía en mi cabeza.

Thomas y Alby se giraron en mi dirección con la confusión más gigantesca que había visto en mi vida. Podía jurar que Alby se estaba arrepintiendo por haberme llevado con ellos, pues yo realmente lucía como una loca en trance en aquel momento.

—¿No, qué?—cuestionó Alby.

—¿Estás bien?—Thomas dio un paso en mi dirección y yo por instinto di un paso hacia atrás.

—Olvidé regar mis plantas.

El rostro de Alby se arrugó.

—Nunca he visto plantas en tu cabaña. —Se puso las manos en la cintura. No me creía.

—Las tengo en la Finca, Newt me las regaló. —Y aunque era verdad, preferí cortar con la conversación antes de que hubieran más preguntas—. La próxima será.

Girando rápidamente, intenté dar zancadas grandes para alejarme del lugar. No hizo falta que yo me volteara para asegurarme que no me estuvieran viendo, Alby era el líder, no yo. Mis rarezas no eran el centro del universo y yo lo agradecía con todo el alma.

Necesitaba poner la mayor distancia entre Thomas y yo, estaba enojada pero apenada también, ¿cómo se me ocurrió hacer aquello? Parecía que me sentía enfurecida porque el chico no me había correspondido y además cuando le cuestioné el porqué, Thomas solo se encogió de hombros. Así que también estaba humillada.

—¡¿Por eso lo enviaron?!—cuestioné a la nada dando pasos firmes, casi hundiendo las botas en la tierra—¡¿Para ver cómo me humillo de nuevo?!

Estaba cerca de la Finca pero por un momento sentí que no sería bueno ir allí, mis emociones estaban a flor de piel y necesitaba distracción. Así que caminé hacia la cocina porque sabía que Sartén, el único cocinero del Área, ya se encontraba despierto preparando el desayuno para los habitantes. Abrí la puerta de la cabaña que utilizabamos como cocina y pasando por detrás de Sartén sin saludar, agarré el primer cuchillo que vi sobre una mesa y un tomate y comencé a cortar.

—Vaya, dime qué te hizo ese tomate para no cometer el mismo error—bromeó el chico revolviendo algo que llegué a ver en un gran tazón—¿Todo marcha bien?

—¡Claro, de una manera espectacular!—Acabé con el tomate, lo hice a un lado y tomé otro—¿Por qué no lo haría?

—Pues no sabemos mucho de mujeres pero como eres la única, sabemos cómo funciona tu compleja cabeza—Soltó con sencillez, sin intenciones de ofender.

Pero para su mala suerte, realmente no me encontraba de buenas, por lo giré el cuello para mirarle sin una pizca de felicidad en mi rostro ni ningún atisbo de sonrisa.

—¿Alguna vez en toda tu vida has hecho algo que con el pasar del tiempo piensas "¿por qué hice eso?"?

—Mi memoria tiene unos tres años de edad, no estoy seguro si antes hice algo de lo que me arrepintiera de tal forma para desquitarme con un tomate.

Un suspiro frustrado salió de entre mis labios.

—Piensa, Sartén. —La insistencia en mi mirada no le afectó demasiado, él siguió dando vueltas a lo que contenía su tazón pero de igual forma parecía pensar al respecto.

—Una vez le puse cebollines a una sopa que...

Me detuve de mis acciones y me volteé a mirarle con esperanzas de hallar una respuesta.

—¿Y por qué lo hiciste?—interrumpí.

—Porque hace mucho tiempo que quería hacerlo.

¿Hacía mucho tiempo quería besar a Thomas? No tenía sentido, él había sido mi amigo desde el instante en que nos conocimos, o al menos eso parecía en el recuerdo que había aparecido en mis sueños. ¿Acaso Thomas me gustaba tanto como para yo atreverme a besarlo? Porque se notaba que él no se lo esperaba, por lo que suponía que yo nunca había dado índices de que él me gustaba de otra manera.

—Dame otra respuesta—pedí casi arrebatándole el tazón para copiar sus actos, necesitaba distraer mi mente de aquella escena que se reproducía en bucle.

—¿Porque se veía delicioso?—respondió más como una pregunta.

¿Los labios de Thomas se veían delici...? ¡No!

—¡Olvídalo, Sartén!—Le devolví el tazón mientras sacudía la cabeza para dejar atrás mis pensamientos, saliendo de la cabaña de la cual varios habitantes comenzaban a llegar para hacer fila para el desayuno.

Sentía que estaba perdiendo la cordura.

••••••••••••••••••

Una distracción era lo que necesitaba y eso era justo lo que Gally me daba. El chico había llegado a la Finca después del desayuno para cumplir con su promesa, no porque fuera un hombre de palabra, sino porque sabía que si no cumplía, yo era capaz de ir a arrastrarlo de las orejas por haberme mentido. Había aparecido con las cejas fruncidas y tan serio que parecía que no había dormido en toda la noche, directo a sentarse en el suelo para ordenar los miles de tarros que tenía con remedios naturales mientras yo lo veía cruzada de brazos.

—Son demasiados, Eileen—se quejó Gally ordenando los envases del más grande al más pequeño.

—Tengo mucho tiempo libre.

—¿Por eso elegiste ser mediquera?

—En parte—mentí—. Además, no había muchos cupos abiertos.

Él me miró con mala cara.

—Trabajamos para ganarnos el techo y la comida, no es por cupos—informó como si yo no lo supiera—. Ni siquiera te pasaste por los Constructores.

Alcé mis hombros.

—No me gusta la construcción.

Clint, quien se había encontrado en silencio todo el rato organizando las provisiones que habían llegado ese mes, rió levemente llamando nuestra atención. Jeff se había convertido en mediquero unos cuantos meses después de mí y a los días había llegado Clint. No eran tan nuevos en la materia pero tampoco tan viejos como yo, por eso yo era la Encargada y justo por eso eran un poco tímidos cuando yo estaba alrededor. Aún cuando yo intentaba mostrarme paciente y relajada.

—¿Tampoco te gusta, Clint?—pregunté intentando incluirlo en la conversación.

El chico me sorprendió y me hizo reír con ganas cuando arrugó su nariz y dijo con sinceridad, lo más probable para molestar a Gally: —¿Y a quién sí?

Gally gruñó mientras ordenaba, pues sabía que al no encontrarse en su zona, no estaría bien si le llamaba la atención a Clint y permaneció callado hasta que Clint acabó de organizar y se fue la Finca. Gally resoplaba cada vez que yo le decía que no me estaba gustando solo por molestar. Con un paño mojado limpió una repisa y yo señalé una parte con polvo inexistente.

—Te faltó ahí.

—Cuando dije que limpiaría, no me refería a esto—murmuró—. Tú, dándome órdenes.

—Lo prometiste.

El chico se giró dispuesto a reclamarme con sus hombros caídos y ojos entrecerrados, hasta que su mirada se fue hacia algo detrás de mí que le hizo tensarse hasta la mandíbula y los ojos se le llenaron de amargura. Volteé también para salir de dudas y me encontré a Thomas bajo el umbral de la puerta con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, luciendo contrariado también al haberse encontrado con Gally cuando no esperaba verlo aquí.

Gally soltó el paño de mala gana y al pasar a mi lado soltó un "suerte" y estuve segura de que si no fuese porque Thomas se adentró alejándose de la estrecha puerta, Gally hubiera querido pasar casi lanzando a Thomas al suelo.

—Idiota—alcancé a escuchar el bufido de Thomas—. Ayer me dio la mano luego de recordar mi nombre y ahora me odia de nuevo, ¿es bipolar?

—Así es con todos—defendí a Gally como de costumbre, y con seriedad seguí ordenando lo que había dejado el chico—. ¿Qué quieres?

No quería estar cerca de Thomas, estaba furiosa. Furiosa con CRUEL por dejarme recordarlo, furiosa conmigo misma por haberlo besado y furiosa con él por existir.

—Newt me envió.

Mi ceño se frunció ante la confusión y al verlo por encima del hombro, toda la molestia se desvaneció y la preocupación me bañó en cuanto vi la sangre en su camisa, en sus manos y algunas gotas en su rostro. 

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