xiii.
LAS PALABRAS DEL VIGILANTE JEFE FELICITANDO A LOS ÚLTIMOS CINCO TRIBUTOS CON VIDA RESONABAN POR TODO EL ESTADIO. Era el sexto día y Cecily se había escondido en una clínica veterinaria medio derruida tras huir dos días atrás de los dos cadáveres en el centro comercial. Se había forzado para dejar de llorar pensando que así se deshidrataría antes pero sus ojos seguían llorosos y rojos. No tenía problema alguno respecto a la comida puesto que había recibido otro paquete del cielo con una barra de pan, frutos secos y una sopa caliente para tomar ese día antes de que se enfriara. El único problema era que el clima estaba comenzando a ser cada vez más cálido y el agua de lluvia misteriosamente ya no era tan fresca como los primeros días, no se enfriaba y tenía que terminar bebiendo agua caliente. Por eso se había quitado el chubasquero y se remangó la camiseta que llevaba cortando el cuello alto que tenía, guardándolo por si acaso hubiera otro cambio radical de temperaturas.
En la mochila que le quitó a la tributo del 1 no había ninguna provisión de comida, solamente una cantimplora casi vacía, una cuerda larga y gruesa, una bolsa de comida sin nada y una linterna. Pero le quitó de su cintura un cinturón con tres cuchillos que, al contrario que el que lanzó en la calle, eran mucho más pequeños, ligeros y equilibrados. Seguramente la chica pensaría que cuanto más grande fuera, más posibilidades habría de acertar, pero no siempre es así. Con la comida que tenía podría aguantar otra semana más escondida se racionaba bien y no cortaban el suministro de agua, es decir, la lluvia. En esos días no había sucedido nada, suponía que las dos muertes que ella y el resto de Panem habían presenciado era suficiente conmoción para unos días.
En esos momentos la joven echaba de menos a Brett, desde sus comentarios ocurrentes hasta su simple presencia. Sabía que fuera de la Arena había personas que contaban con ella, que creían posible que pudiera ganar incluso antes de llegar al "top 5", pero ahí, sentada en una esquina casi a oscuras con el rostro y ropa llenos de sangre seca que no era suya se sentía sola e impotente. Había aguantado y sufrido mucho pero solamente quería despertarse y darse cuenta de que todo había sido un mal sueño. Deseaba con todas sus fuerzas que los Juegos acabaran ya para poder irse a su casa y recibir un abrazo de su familia.
Pero la suerte nunca está de la parte de los tributos en los Juegos del Hambre y, como toda cosa, todo inicio llega a su fin. Apenas habían pasado un par de horas de luz cuando el cielo comenzó a oscurecerse y Cecily supo que esa noche era el final, que ganaba los Juegos o se reunía con Brett en lo que hubiera más allá de la muerte. Los temblores regresaron y el miedo se apoderó del cuerpo de la rubia. Trató de intentar calmar su respiración y apartar de su mente los nervios mientras revisaba por última vez el agarre del moño que llevaba en su cabeza para que nada la molestara. Después pasó a sus zapatillas asegurando los dobles nudos que había hecho y con su mochila en espalda, un cuchillo en mano y los otros dos junto a la hoz en su cinturón, y una jeringa de lo que suponía que era un tranquilizante en un bolsillo del pantalón ( estaba en una bandeja con las instrucciones de uso ) esperó a que todo pasara. Por desgracia, los Vigilantes quisieron presionarlos para que los últimos tributos salieran de sus escondites y las paredes comenzaron a moverse reduciendo el espacio interior de los edificios.
Dando un último suspiro Cecily salió del edificio sabiendo exactamente dónde estaba, la plaza donde dieron comienzo a los Juegos. Las calles estaban bloqueadas y no había ninguna salida a la plaza que se había convertido en un anfiteatro. La lluvia había llegado a un punto en el que quemaba y la muchacha trató de ignorar la sensación de ardor en su piel mirando a su alrededor. Era difícil de diferenciar las figuras que estaban a unos metros de distancia por la tormenta que había pero todas parecían masculinas.
Los últimos tributos parecían tan desorientados como ella pero la situación terminó cuando dos comenzaron a pelear entre ellos. Cecily corrió al lado opuesto notando como el agua caliente acumulada de la lluvia le llegaba casi por los tobillos. Aprendió a nadar en un pantano que había a las afueras del Distrito 9 cuando era pequeña y seguramente no se ahogaría pero la temperatura del agua era demasiado elevada como para poder sobrevivir.
Un cañón se escuchó y poco después otro le siguió mientras el tributo del 2 caía tras haber sido apuñalado por el del Distrito 8, el cual se descuidó unos instantes y fue golpeado con una bara de hierro en la cabeza varias veces dejándolo irreconocible por el chico del 4. Este observó sus alrededores y posó su mirada en Cecily retomando su paso. Ella se encontraba sacando las cuerdas que tenía para poder escalar las paredes de un edificio que tenía salientes perfectos para agarrarse y una barandilla que pedía a voces que enganchara su cuerda allí. Pero al ver al muchacho con la bara metálica ensangrentada cada vez más cerca no pudo evitar quedarse quieta al recordar la muerte de Brett, siendo un ataque y arma bastante parecidos. Esos segundos de indecisión fueron suficientes para que el tributo del 4 se abalanzara sobre ella para tirarla al suelo poniendo la barra en su cuello presionando hacia abajo para asfixiarla y ahogarla.
―Te creías muy lista, ¿cierto? Que podrías montar el mismo numerito de la niña indefensa como Johanna Mason, ¿no? Pues déjame decirte que no ha funcionado conmigo y ahora voy a matarte para que te reúnas con tu amiguito de Distrito.
El nivel del agua era mayor y Cecily tenía la vista nublada mientras aguantaba la respiración, en un último intento de hacer algo dejó de forcejear y movió su mano del agarre del muchacho para coger la jeringa que llevaba en el bolsillo y clavarla en el cuello de su oponente. Este hizo un gesto de sorpresa pero no dejó su agarre de la barra al ver que no le ocurría nada. Y cuando todo parecía perdido, el tributo comenzó a ver que no sentía partes de su cuerpo quitando por completo la fuerza que ejercía sobre la rubia.
―¿Qué has...? ¿Qué me pasa?
―Lo que te pasa, querido, es que me has infravalorado como el resto y ahora el que va a morir eres tú.
El chico cayó paralizado de espaldas y el agua, que de pie le llegaba por las rodillas, ahora lo cubría por completo. El cañón sonó una vez que Cecily retomó sus cuerdas para poder huir de allí e hizo los nudos suficientes para soportar su peso. Faltaba otro tributo y ella y en su mente trataba de recordar cuál era. Comenzó a escalar con la cuerda asegurada y a los segundos de hacerlo soltó una exclamación de dolor al notar una punzada en la parte trasera de su hombro izquierdo. Miró hacia atrás y vio que tenía una flecha clavada. El tributo del Distrito 7 le había disparado a unos metros de distancia y este se disponía a escalar también por lo que Cecily, con un terrible dolor en el hombro trató de huir de él.
La cuerda de cinco metros que había conseguido de la chica del 1 la ayudaba a no caerse y cuando llevaba casi toda recorrida, le tiraron del pie haciendo que su cara chocara contra la pared y retrocediera casi medio metro. Trataba de quitar el agarre de su pierna mientras su mano derecha le pedía a gritos darse por vencida. Consiguió dar una patada en la cara del último tributo y este la soltó agarrándose a la cuerda por lo que, con las últimas fuerzas que le quedaban, Cecily agarró su cuchillo más afilado y con un corte certero desgarró la cuerda por debajo de sus pies haciendo que su agresor cayera en la piscina de agua hirviendo que había a sus pies. Los gritos no se hicieron esperar y mientras la muchacha terminó de escalar lo que le faltaba de pared para tirarse en un balcón. Estaba a salvo, pero las súplicas de ayuda no paraban por el joven que se estaba quemando vivo y para terminar con el sufrimiento del muchacho la rubia agarró uno de sus cuchillos, respiró hondo y lo lanzó. El último cañón sonó y Cecily por fin se dio el lujo en casi una semana de poder bajar la guardia y caer redonda en el sucio suelo del balcón. Escuchó unas últimas palabras y su visión se volvió oscura para después perder el conocimiento.
―¡Damas y caballeros! ¡Con todos ustedes la vencedora de los Septuagésimo Primeros Juegos del Hambre, Cecily Demeter del Distrito 9!
Los Juegos del Hambre han llegado a su fin pero no por ello concluye el camino de Cecily, es más, su historia no ha hecho más que comenzar. A partir de ahora vamos a ver un cambio en ella, ha sobrevivido los Juegos pero a un gran coste.
Ha realizado cosas que nunca creyó que haría y ha tenido pérdidas en un período corto de tiempo. Va a ser difícil para ella y tardará mucho en recuperarse del trauma.
Con este capítulo concluye el primer acto de la historia, gracias por haberme acompañado a lo largo de este proceso y haber dado una oportunidad a Cecily Demeter.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top