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EN EL CAPITOLIO SE ENCONTRABAN AGATHA Y FRED JUNTO AL RESTO DE MENTORES DE ESE AÑO CUYOS TRIBUTOS SEGUÍAN CON VIDA. Se habían turnado para dormir como la noche anterior para que Cecily y Brett estuvieran vigilados en todo momento. Eran las seis de la mañana pero parecía que todavía no amanecía en la Arena. Fred parecía estar orgulloso de que sus chicos hubieran sobrevivido dos días enteros sin ningún altercado y no pudo evitar que su pecho se inflara aún más de orgullo al oír las palabras de Cecily sobre el mapa, había comprendido su mensaje en clave.
Más de un mentor del resto de Distritos estaba observando también a los dos adolescentes, algunos con sorpresa y otros con recelo. Parecía que los tributos del Distrito 1 y 2 acababan de quedarse sin su elemento sorpresa. El largo sofá donde estaban sentados ambos mentores del 9 se hundió ante el peso de una persona, curiosamente era Enobaria, mentora del Distrito 2.
―Parece que vuestros chiquillos no son tontos, pero los míos están dispuestos a matar.
Fred tenía intención de decirle unas palabras a la mujer pero Agatha se le adelantó.
―Creo que tú más que nadie sabes lo que es estar ahí por lo que no los descartes tan rápido. Podría sorprenderte lo que una persona asustada puede llegar a hacer con cualquier tipo de arma.
―2, escucha a la mujer, tal vez si se te pegara algo de su sabiduría tus vencedores no saldrían huecos sin corazón ni cerebro.
Las palabras eran arrastradas y el olor a alcohol hizo que, sin darse la vuelta, todos supieran quién estaba hablando.
―Creo que no eres el más indicado para hablar, Abernathy. Por lo menos el Distrito no lleva más de dos décadas sin ningún vencedor, algo bueno tendremos que estar haciendo.
―¿Tus tributos no habían fallecido en el Baño de Sangre, Haymitch?
―Cierto, amigo, fueron asesinados a los minutos de iniciar los Juegos. Pero mientras no me echen yo seguiré aquí bebiendo, el alcohol del Capitolio es mejor que el del 12.
De repente se hizo silencio en la sala de mentores al notar un cambio en la Arena, en las pantallas pequeñas se enfocaban los rostros de terror y confusión de los tributos mientras que la principal mostraba una panorámica del estadio. En un principio pensaron que podría ser un terremoto provocado pero, como si se tratara de un rompecabezas, los edificios comenzaron a moverse en bloques cambiando por completo las calles y los caminos.
Dejando inválido cualquier mapa de la Arena, ahí iba la ventaja que tenían. Un cañón no tardó en hacerse sonar cuando un tributo que trataba de huir por las calles fue aplastado por dos paredes y otro no se hizo esperar tras unos gritos desgarradores de una niña que no sería mucho mayor que Brett. Los profesionales también tuvieron que apurar para no ser pillados entre las calles cuando regresaban a la Cornucopia, el único que no tuvo suerte fue el tributo masculino del 1, iba el último y una de sus pierna quedó atrapada entre dos paredes haciendo que soltara un grito de auxilio.
Pero el joven no recibió ayuda por parte de sus aliados, estos siguieron adelante para refugiarse. A la hora los edificios terminaron de moverse pero para ese entonces el muchacho ya se había desangrado hasta morir.
En los Distritos se había presenciado todos los hechos desde las plazas, trabajos y casas. Incluso cuando las cosas se calmaron horas más tarde volvían a repetir las muertes. 15 menos, 9 seguían en pie. En los campos del Distrito 9 se encontraban Alfie y Theo Demeter entre los trabajadores haciendo su rutina diaria mientras en un holograma mostraba los Juegos en los que su pequeña Cecily estaba acurrucada debajo de una mesa con los ojos apretados esperando a que todo pasara.
En la casa de los Demeter estaban delante de la televisión las dos mujeres restantes de la familia y Gendry observando con detalle y ojos llorosos lo que acababa de suceder. Todo el Distrito miraba con pena a la familia, incluso los Agentes de la Paz, pero eso enfadó tanto a Gendry que la mañana anterior que salió a comprar el pan le gritó a unos niños que su hermana podría ganar y no había muerto después de que estos le dieran sus condolencias por la pérdida.
Cecily Demeter era inteligente y sabía que su hermana podría aplicar todo lo que sabía para regresar a su hogar con ellos. El resto de su familia pensaba lo mismo pero, en el fondo, se preguntaban si eso sería suficiente.
Los favoritos sin duda en ese momento eran los 3 profesionales que quedaban pero la pareja del 9 tampoco pasaban desapercibidos. Eran más de unos pocos los que apostaban por uno de ellos dos, incluso en los Distritos 1, 2 y 4.
A la otra punta de Panem, en una bonita y amplia casa, estaban una mujer y un adolescente esperando la llegada del último miembro de la familia tras su trabajo como Agente de la Paz ahí en el Distrito 2. Estaban sentados en la mesa con la comida caliente esperando ser tomada y miraban el holograma como de costumbre en esa época.
―Ha sido una muerte horrible la de ese joven del 1, al igual que la de esa pequeña. Por lo menos alguno de sus compañeros podría haberle quitado el sufrimiento.
―Mamá, ya sabes cómo son los Juegos del Hambre, matas, huyes y te escondes o te matan a ti.
―Ya lo sé, hijo, pero no cuesta nada mostrar un poco de humanidad, ¿sabes? Seguro que uno de los del Distrito 9 lo habrían hecho, son como dos angelitos.
―Dos angelitos que tendrán que asesinar si no quieren acabar muertos.
―¡Cato! No seas así, no te vendría mal un poco de comprensión. Ojalá ganara esa muchachita, tal vez en el Tour de la Victoria pudiéramos conocerla. Te aportaría mucho más el rodearte de personas así que de esos bárbaros de la Academia.
―Mejor dejémoslo, a este paso te pondrás a organizar nuestra boda y lo más probable es que no sobreviva los Juegos. Como dices tú, es demasiado buena persona, y la veo capaz de sacrificarse por ese niño que tiene de compañero.
―Solo el tiempo lo dirá, mientras tocará esperar para ver qué es lo que el destino tiene guardado.
Este capítulo ha sido escrito desde otra perspectiva para que vierais también cómo se están viviendo los Juegos del Hambre desde el exterior. Como varias personas habéis deducido, Haymitch y Cato han hecho una pequeña aparición y a Enobaria la puse básicamente porque pensé que nadie se lo esperaría y porque tendrá un papel de relevancia más adelante.
Además quiero adelantar que otros personajes irán apareciendo cuando los Juegos terminen y me hace mucha ilusión escribir sobre estas personas.
En mi mente visualicé la Arena como una ciudad bastante cuadriculada que, cuando los Vigilantes quieren, se mueve creando un nuevo patrón, algo así como el laberinto de El Corredor del Laberinto pero con edificios en vez de paredes lisas. Y si creéis que esto es una barbaridad, esperaros, porque el estadio tiene otro secreto guardado para dar un gran final.
Ya sé cómo van a terminar los Juegos del Hambre y pido perdón desde ya por lo que se viene... Se acercan momentos intensos de mucha tensión para nuestros tributos.
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