Capítulo trece

—Esa es mi historia, Bellamy —concluyó Sloane. —Es por eso que hui de mi clan, por eso me quieren muerta.

Guió su mirada hacia Bellamy. Los ojos oscuros del azabache reflejaban la luz de la luna, lo cual hacía que lucieran más brillantes. Sloane no pudo evitar compararlos con dos estrellas perfectas, como esas que ella amaba porque le transmitían paz y tranquilidad.

Mientras Sloane admiraba los ojos de Bellamy, él tenía la mirada perdida en alguna parte del bosque, procesando las palabras de Sloane. Definitivamente no se esperaba aquella historia. No imaginaba que ella hubiera pasado por tantas cosas terribles durante cinco años.

Cuando Clarke le contó lo que había sucedido en la reunión y el resentimiento que percibió por parte de Anya hacia Sloane, lo primero que hizo fue dudar de ella. Por un momento creyó que se habían aliado con la persona equivocada y que Sloane era peor que los demás terrestres. Creyó que era un lobo con piel de cordero.

Pero ahora sabía la verdad.

Y no podía evitar sentirse culpable por haber dudado de Sloane cuando ella había hecho todo lo posible para aliarse con ellos, incluso poniendo a Gonkru a su servicio.

Lo que Bellamy hizo, lo hubiera hecho cualquiera con un poco de sentido. El suelo era un campo de guerra y en una guerra se puede ser traicionado hasta por la persona del mismo bando. Nadie podía confiar en nadie. Todos podían traicionar a todos. Se hacía cualquier cosa con tal de sobrevivir y nadie podía culpar al otro por hacerlo porque ellos también lo harían.

—Es injusto —susurró luego de estar en silencio durante varios segundos. —Tú solo querías vivir en paz, en cambio, fuiste arrastrada a una guerra sin fin.

—La vida nunca es justa —murmuró Sloane, desviando la mirada al río. —Desde que hui aprendí que las personas no siempre son lo que los demás dicen. Cada miembro de mi clan es buscado por Trikru, ya sea por traición o asesinato, pero la realidad es que todos son inocentes. Fueron culpados injustamente.

Bellamy miró a Sloane y notó que, aunque había contado su trágica historia, no había rastro de odio o dolor en su rostro. Todo lo contrario. Su rostro era pacífico y demostraba calma. Bellamy no supo cómo podía mantenerse tan serena cuando él se encontraba indignado por lo que le había pasado.

Pero entonces se percató de la forma en la que miraba el río.

Comenzó a creer que su calma se debía al río porque, aunque su rostro muy raras veces expresaba emociones fuertes, esta vez mostraba un fuerte sentimiento de paz. Se notaba tanto en su rostro como en sus movimientos y su forma de hablar.

La miró por unos largos segundos y a Sloane no le importó, solo se quedó admirando la belleza del río que reflejaba la luz de la luna. Bellamy no sabía muy bien qué hacer o decir. Aún se sentía abrumado por la historia de Sloane. Ahora sabía que ella, como él, tampoco había tenido un pasado fácil.

Fue entonces cuando decidió contar su historia. Sentía que era el momento indicado y estaba seguro de querer hacerlo. Sabía que Sloane era alguien de confianza, podría decirle lo que vivió en el Arca y lo que hizo para bajar al suelo.

Ella se mostró ante él y ahora era su turno de mostrarse. No tenía nada que esconder.

—La vida en el Arca es difícil —dijo de repente, atrayendo la atención de Sloane. —Mi madre tuvo un segundo hijo, lo cual es considerado un crimen porque limitaba las posibilidades de sobrevivir. Octavia ha vivido toda su vida escondida para que nada malo le sucediera a ella o a mi madre —soltó un suspiro al pensar en su hermana. —Un día la saqué de la habitación. Quería que se divirtiera, que por fin pudiera conocer el lugar en el que vivía, pero nos descubrieron. Por mi culpa mi madre fue flotada y Octavia encerrada, esperando a cumplir dieciocho para morir.

Hizo una pausa al recordar aquellos meses de angustia y desesperanza en los que no pudo ver a Octavia, sintiendo culpa por la muerte de su madre y la condena de su hermana.

Sloane lo miró y, aunque Bellamy tenía la mirada perdida en el bosque, pudo notar el dolor y la ira en sus ojos. No dijo nada. No quería interrumpir a Bellamy cuando al fin había confiado y había decidido contarle algo tan importante como lo es su pasado.

—Yo... Yo estaba desesperado, pero entonces apareció un guardia. Él me contó que Octavia sería enviada al suelo y me ofreció ir con ella. Solo había una condición: matar al canciller Jaha —tomó una bocanada de aire. —No podía abandonar a mi hermana, ella es mi responsabilidad, así que comencé a considerarlo. No me tardé mucho en decidir hacerlo. Jaha había flotado a mi madre y encerrado a mi hermana. Estaba enojado con él, así que lo hice. Le disparé a Jaha.

Entonces Sloane supo por qué Bellamy quería que todos se deshicieran del brazalete. Quería que el Arca no bajara al suelo porque temía ser encarcelado, temía morir.

Sloane lo entendió y comprendió. Bellamy solo quería proteger a su hermana a cualquier costo. En eso eran muy parecidos. Ambos querían proteger a sus seres amados, a los suyos, ninguno quería abandonarlos.

—¿Y qué harás cuando bajen al suelo? ¿Saben lo que hiciste? —preguntó Sloane.

Si Bellamy debía huir, ella le daría refugio. Sus intenciones no fueron malas, aunque no estaba bien lo que hizo. Todo fue con tal de proteger a Octavia. Ella también era capaz de asesinar si eso garantizaba la protección de los suyos.

—Ellos saben lo que hice e iba a huir ese día que fui con Clarke en busca del almacén —confesó y Sloane recordó que lo vio tomar más provisiones de las necesarias. —Pero resulta que Jaha no murió como creí. Sobrevivió y perdonó mis crímenes, así como el de todos. Ya no son prisioneros. Y yo no lo seré.

Las comisuras de Sloane se elevaron al oír el final de la historia.

—Son libres.

Y deseó que ella y su clan tuvieran el mismo final. Que por fin pudieran hallar la libertad que tanto anhelaban y merecían.

—Si es que sobrevivimos a los terrestres —dijo Bellamy con un tono sarcástico.

Sloane suspiró al recordar todo el drama con los terrestres, sin embargo creía que podían con ellos.

—Solo recuerda una cosa, Bellamy —dijo y pronunció las siguientes palabras con lentitud: —Oso throu daun ogeda.

Bellamy oyó cada palabra con atención, pero cuando no pudo deducir su significado frunció el ceño y miró a Sloane al no comprender.

—¿Y eso qué significa?

—Peleamos juntos.

El azabache sonrió. Oír aquellas palabras le gustó, sobre todo porque para ese momento la confianza entre ambos ya era un hecho. El contar sus historias había sido el paso final para lo que sería el comienzo de una buena relación entre ambos y sus clanes.

—Oso throu daun ogeda —repitió en un susurro, haciendo que Sloane sonriera.

—De esa forma podremos ganarle a los terrestres —aseguró y Bellamy se permitió creer en Sloane. —Pelearemos juntos y ganaremos. Porque nuestros clanes merecen paz y libertad.

Bellamy asintió y desvió la mirada al río, volviendo a pensar en el pasado y presente de Sloane.

—Nuestras historias son trágicas en diferentes medidas, pero espero que puedas hallar la paz que anhelas —deseó y Sloane se encontró sorprendida por sus palabras. —Tú más que nadie mereces una vida pacífica.

Sloane no dijo nada, no podía. Se encontraba demasiado sorprendida y desconcertada como para hablar, sin embargo su corazón acogió el deseo de Bellamy y de esa misma forma esperó que se cumpliera, tanto para ella como para el azabache. Porque en realidad todos merecían una vida pacífica.

—¿Vienes aquí seguido? —preguntó Bellamy de repente.

No quería seguir hablando sobre el pasado de Sloane o el de él. No quería traer al presente todos aquellos años en los que ambos no habían hecho más que sufrir. Quería distraerse, aunque sea un momento, y hacer que Sloane hablara sobre algo más que estrategias de ataque o de defensa. Quería que ambos pudieran olvidarse de los problemas que los acechaban.

—Vengo aquí cada vez que necesito un poco de calma.

—Y supongo que es seguido —bromeó Bellamy.

Sloane no se esforzó en contener una sonrisa.

—Todos los días, de hecho —respondió con el mismo tono.

—Entonces este tu lugar de escape —dedujo al mismo tiempo que señala toda la zona. —Algo así como tu lugar favorito.

—Sí, podría decirse que sí.

Sloane giró la cabeza hacia Bellamy cuando notó que este se movió. Descubrió que, de hecho, se estaba poniendo de pie. La azabache lo observó desde el suelo, esperando una explicación.

—Ahora es mi turno de mostrarte mi lugar de escape —dijo y estiró su mano hacia Sloane.

Ella miró la mano de Bellamy por unos cortos segundos y, con la curiosidad a flor de piel, la tomó, dispuesta a conocer el lugar del que el azabache hablaba.

Bellamy no soltó la mano de Sloane en ningún momento y con tranquilidad —y un poco de entusiasmo— guió a la azabache hasta el lugar que había encontrado días después de llegar al suelo. No estaba lejos del campamento, por lo tanto no estaba lejos del río. No podía permitirse llegar más allá, sin embargo tuvo la suerte de hallar aquel lugar cercano.

Desde entonces lo frecuentó cada vez que necesitaba distraerse o pensar una forma en la que los adolescentes pudieran sobrevivir.

No tardaron en llegar hasta un claro en el bosque. Con solo echar una mirada al lugar, Sloane lo reconoció, sin embargo en ese momento lo vio con otros ojos y fue como verlo por primera vez.

Jamás se había detenido a observar con atención cuando pasaba por ese claro, mucho menos si era de noche —como en esta ocasión—. Nunca se percató de la belleza que abundaba frente a ella. Su mente estaba ocupada en otras cosas, como la guerra o la sangre que manchaba sus manos.

Bellamy se detuvo y giró hacia Sloane. Sonrió sin separar los labios cuando notó la admiración y la sorpresa en su rostro. Aquello sin duda fue algo inesperado. Lograr ese tipo de sentimiento en ella era difícil, sin embargo Bellamy lo logró al mostrarle el claro.

—Este es mi lugar de escape —dijo, señalando el lugar con ambos brazos extendidos.

—Es... hermoso —soltó una exhalación.

Estaba sin palabras.

El claro era un lugar precioso. La luna iluminaba con intensidad, haciendo que las sombras de los árboles se proyectaran en el suelo como dibujos trazados con prolijidad y belleza. El sonido de insectos y animales pequeños producían una melodiosa armonía. Además, el lugar estaba repleto de luciérnagas, las cuales volaban alrededor de ambos. Parecían ser estrellas y Sloane sintió como si de verdad estuviera rodeada de estas.

Era relajante.

Sloane se reprochó no haber percibido la belleza de ese lugar con anticipación, siendo que tantas veces había pasado por allí, pero agradeció que Bellamy fuera el que abriera sus ojos y le mostrara la inmensidad del bosque, de ese pequeño claro.

—Este es uno de los primeros lugares que conocí al llegar al suelo —dijo Bellamy detrás de ella. —No es como el río, pero sin dudas es un lugar tranquilo.

Sloane volteó, con una sonrisa brillante en su rostro. Bellamy no pudo evitar admirarla, porque era la primera vez que veía a Sloane sonreír de esa forma. Pensó que tenía una hermosa sonrisa, era reluciente y mirarla producía satisfacción.

—Me gustó —confesó y el entusiasmo tiñó su voz. —Conocía este lugar, pero jamás me había dado cuenta de lo hermoso que es.

Bellamy sonrió al oírla y, mientras movía su cabeza en aprobación, miró a su alrededor.

—Cuando te conocí, imaginé que te gustaría.

A Sloane le sorprendió oír la confesión de Bellamy, sobre todo porque el azabache se había tomado el tiempo de pensar en ella y las cosas que podrían gustarle. Aquel acto le gustó, no podía negarlo.

—Vaya —susurró y ladeó la cabeza. —Es interesante.

—¿Qué cosa?

—Que hayas pensado en lo que me gusta.

Bellamy bajó la cabeza para ocultar una sonrisa.

—Después de todo lo que has hecho por nosotros, es lo menos que puedo hacer. —La miró, manteniendo su sonrisa. —Además, eres la única que puede valorar este lugar como es debido. Este claro transmite la misma calma que tú.

Al oír la última oración, la sonrisa de Sloane flaqueó.

¿Cómo que ella transmitía calma cuando lo único que conocía era la guerra?

¿Cómo era posible si sus manos estaban manchadas con sangre?

Eso era imposible. Desear y valorar la calma no era lo mismo que transmitirla.

—No creo que pueda transmitir lo mismo que este claro —admitió, no se sintió avergonzada de mostrar lo que sentía.

Bellamy borró su sonrisa al ver que el brillo en la mirada de Sloane se apagó al pronunciar aquellas palabras.

—No pienso lo mismo. —Se atrevió a contradecir. —Yo siento tranquilidad cuando estoy a tu lado. Todo en ti destila calma, porque tú eres así y eso hace que los demás se sientan seguros contigo.

Sloane desvió la mirada al suelo por unos momentos. Las palabras de Bellamy hicieron que algo dentro de ella se removiera, sin embargo no se permitió olvidarse de los hechos y de la realidad.

—¿Cómo pueden sentirse seguros junto a una asesina?

—Porque eres la persona que los estaba protegiendo todo este tiempo —dio un paso al frente. —A veces, para sobrevivir hacemos cosas que no quisiéramos hacer, pero no tenemos más opciones. Tú no tuviste opción y eso no significa que seas una mala persona.

La azabache no respondió, sin embargo agradeció las palabras de Bellamy. No lo dijo, pero estas fueron importantes para ella porque necesitaba saber que él no la veía de la misma forma en la que ella se veía a sí misma. Le alivió oír la sinceridad en la voz de Bellamy, porque él no mentía.

No era la primera vez que oía palabras como esas, Kile se las había repetido muchas veces, pero él era su amigo. Era obvio que el rubio no la veía como un monstruo o como una mala persona, fue por eso que le agradó oír que otra persona, que no fuera su amiga, le dijera lo mismo. Bellamy no tenía una relación estrecha con Sloane, no tenía por qué sentir pena por ella o querer suavizar las cosas para que no se viera afectada.

Se sintió aliviada porque Bellamy no era alguien de su círculo cercano y, aún así, veía lo mismo que aquellos que sí lo eran.

—Gracias —soltó de repente.

Bellamy la miró sin entender.

—¿Por qué?

—Por distraerme y hacerme pasar un buen momento —hizo que Bellamy sonriera. —A veces guiar a un clan puede volverse pesado.

Bellamy se alegró de haber logrado su propósito. Le gustó saber que logró distraer a Sloane y no solo a ella, sino que él también se permitió pensar en algo más que la guerra inminente.

—Comprendo de lo que hablas. En estas semanas no he hecho más que preocuparme por hallar una forma de deshacernos de los terrestres —dijo mientras soltaba una pesada exhalación. —Lo que menos quiero es que alguien más muera.

Y cuando Bellamy pronunció aquellas última frase, Sloane recordó a la niña que resguardaba en los túneles. Entonces supo que ya era momento de que Bellamy supiera la verdad y de que ella finalmente supiera qué le había sucedido a Charlotte.

—Bellamy, hay algo que debo mostrarte.

Bellamy se preguntaba qué era eso que Sloane quería mostrarle. La actitud de la azabache había cambiado súbitamente. Su mirada ya no brillaba con admiración y sorpresa, sino que había vuelto a ser apagada como siempre lo era. Al notar eso, Bellamy supo que volvió a ser aquella guerrera que conoció desde un principio. No le molestó, sino que lo entendió y agradeció haber visto una nueva faceta de ella, aún cuando fue durante unos cortos momentos.

Sloane caminaba delante de Bellamy. Estaba consciente de que tal vez no era buena idea decirle al azabache que Charlotte había sobrevivido porque en realidad no era un hecho. Kang, el curandero, lo había dicho, la situación de Charlotte podía cambiar de un momento a otro. Podía morir.

Rápidamente llegaron a los túneles y a unos metros de la entrada se encontraron con un par de guerreros, los cuales eran los encargados de vigilar los alrededores. Ahora, después de declararle la guerra a Trikru, eran más los guerreros que salían a hacer guardia. Las alarmas estaban encendidas y eran más precavidos que nunca.

La postura de Bellamy cambió en cuanto puso un pie dentro de los túneles. Estaba cohibido. Aún no estaba seguro de agradarles a los guerreros de Gonkru. Sabía que estos no lo atacarían, pero eso no quitaba el hecho de que lo intimidaban.

—Sloane, no estoy entendiendo —susurró detrás de ella, mirando a su alrededor.

—Espera, ya casi llegamos —respondió sin voltear.

Finalmente llegaron y la inquietud de Bellamy desapareció de un momento a otro al ver a Charlotte recostada sobre una improvisada cama y rodeada por dos terrestres, Izan y Kang, quienes eran los únicos con permiso de estar cerca de la niña y cuidarla en ausencia de su reina.

Sloane se detuvo y observó a Charlotte, quien seguía inconsciente. Soltó una exhalación silenciosa, decepcionada por ver que aún no despertaba. Ya llevaba cuatro días en ese estado. Le desesperaba no saber si Charlotte realmente sobreviviría, pero intentaba mantenerse calmada y esperanzada en que la niña lo lograría.

Giró hacia Bellamy.

El azabache estaba estático, paralizado en su lugar y con los ojos clavados en Charlotte. La sorpresa fue lo primero que Sloane notó en su rostro, pero también había una pizca de alivio al saber que no había muerto en el precipicio. Sloane esperó que dijera algo o que hiciera algún tipo de movimiento, sin embargo Bellamy no lo hizo. Estaba boquiabierto y la sorpresa lo sobrepasaba, impidiendo que reaccionara.

—Kile la encontró en un río cercano —informó Sloane.

Y Bellamy reaccionó

—Charlotte —murmuró.

Izan y Kang se hicieron a un lado cuando Bellamy se acercó rápida y desesperadamente hacia Charlotte. El azabache se hincó junto a ella y acarició su cabeza inconscientemente mientras examinaba las graves heridas de Charlotte. No podía creer que había sobrevivido una caída tan fea, pero lo agradecía.

Mientras Bellamy procesaba lo sucedido, Sloane le hizo una seña a Izan para que se acercara. Él obedeció y en un instante se encontró de pie junto a su reina.

—La cuidaré yo. Debes descansar para lo que nos espera —ordenó en un susurro.

Izan negó.

—Puedo cuidarla o vigilar los alrededores, pero no necesito descansar —repuso, pero Sloane no estuvo de acuerdo.

Con la búsqueda de Octavia, el idear un plan y el declararle la guerra a Trikru, Sloane había pasado mucho tiempo fuera de los túneles y, si estaba allí, se la pasaba sumergida en sus propios pensamientos. Y durante todo ese tiempo, Izan fue el encargado de ayudar a Kang con el cuidado de Charlotte. Como consecuencia, apenas había tenido tiempo para descansar y se notaba en su postura cansada y sus ojos adormilados.

—No has salido de aquí. Créeme, debes descansar —insistió.

—Pero no seré de utilidad si...

—No serás de utilidad si estás cansado para la batalla.

Izan comprendió las palabras de su reina y obedeció. Dejó aquel lugar para ir a descansar. En su interior lo agradeció porque era verdad, estaba cansado y él lo sabía, solo que jamás lo admitiría.

—Sloane —llamó Bellamy.

Hizo caso a su llamado y se dirigió hacia ambos caídos, ubicándose en el otro lado de la cama. Miró a Kang, quien preparaba más compresas para las heridas de Charlotte.

—Puedes ir a descansar. Nosotros nos encargamos.

No recibió queja alguna y, cuando Kang abandonó el lugar, Sloane miró a Bellamy. Ya era momento de obtener respuestas sobre lo que pasó aquel día en el campamento y el por qué Charlotte se vio obligada a arrojarse de un precipicio.

—¿Qué le sucedió, Bellamy? —preguntó sin rodeos.

Bellamy desvió su mirada hacia Sloane

—Mató a Wells —respondió de igual forma. —Pensó que hacerlo iba a hacer que dejara de tener pesadillas por la muerte de sus padres. Cuando lo descubrimos, culpamos a Murphy. Estuvieron a punto de colgarlo, pero Charlotte confesó.

—Y Murphy quiso que pagara —completó Sloane.

Ella había estado ese día en el campamento. Vio cómo Murphy y sus seguidores intentaban desesperadamente atrapar a Charlotte. El resto no hizo falta que Bellamy lo dijera. Sloane unió el relato del azabache con las vagas palabras que Octavia soltó cuando trajeron a Charlotte a los túneles y tuvo la historia completa.

—El canciller Jaha fue el que autorizó la muerte de sus padres —dijo y miró a la niña. —Charlotte era muy pequeña. Esas pesadillas son las sombras de su trauma y creyó que Wells, por ser hijo de Jaha, era culpable en cierta parte. Creyó que al asesinarlo, las pesadillas se irían.

—Pero se equivocó. Lo que hizo solo le traerá más pesar.

También miró a Charlotte y sintió que su vida fue injusta, como la de todos. Odió el hecho de que haya tenido que crecer con ese trauma y que ahora se volviera peor. No lo merecía. Todos esos temores solo provocaban que hiciera algo que realmente no deseaba.

—Debió haber estado demasiado desesperaba como para hacer eso —murmuró Bellamy y la culpa se oyó en su voz. —Nunca debí descuidarla.

—No es tu culpa, Bellamy —aseguró y él la miró. —Charlotte estaba desesperada y asustada. Llegó a su límite y cometió un error.

Bellamy no respondió y Sloane no agregó nada más. No tenía mucho que opinar, no sabía cómo era la vida en el Arca y no tenía idea de la forma en la que eso pudo afectar a Charlotte.

Ahora sabía que Charlotte no era tan inocente como pensaba, pero había algo en su historia que le impedía condenarla. El hecho de tomar esa decisión, de hacer aquello, le indicó a Sloane que Charlotte era valiente y tenaz, cualidades que la azabache valoraba. Aún así sentía que la niña tomó una mala decisión en un momento de desesperación y temor, producidos por el trauma que le dejó la muerte de sus padres. De otra forma, ella jamás lo hubiera hecho.

No podía juzgarla, no cuando ella también era una asesina.

De repente un estruendo se oyó por todo el bosque, haciendo que los túneles rugieran. Aquello rompió la burbuja que aislaba a Bellamy y a Sloane. Ambos azabaches se miraron sin comprender.

—¿Qué fue eso? —preguntó Bellamy, alarmándose.

Sloane salió del lugar en donde resguardaban a Charlotte y le ordenó a Kang que no se separara de la niña. Bellamy salió detrás de ella.

—Naiplana!

Se oyeron gritos desde el exterior de los túneles. El alboroto producido por los guerreros de guardia alarmó a Sloane y apuró el paso. Si Trikru los estaba atacando, lucharía. No dejaría solos a los suyos.

Al salir de los túneles, Sloane se sorprendió al descubrir que no estaban siendo atacados. Al contrario, vio que todos sus guerreros se encontraban de pie con la cabeza echada hacia atrás, mirando el estrellado cielo.

Y cuando Sloane alzó la mirada, se dio cuenta que las estrellas no eran lo único que se observaba en el cielo.

—¿Eso es...?

—La nave éxodo —completó Bellamy, preocupado —Se adelantaron.

Sloane no sabía mucho de naves o lo que sucedía en el Arca, pero por la forma en la que Bellamy pronunció aquellas palabras supo que algo estaba mal. El estruendo había sido tan fuerte que los había asustado. Aquello parecía más una explosión que un aterrizaje.

—Ve con tu gente. Te necesitarán.

Bellamy bajó la cabeza, mirándola.

—Pero Charlotte...

—Yo me haré cargo de ella —interrumpió. —Tu pueblo te necesita.

No podía permitir que Bellamy se quedara. La preocupación surcaba su rostro y podía oírse en su voz. Era su gente después de todo y no era necesario que Bellamy se quedara a cuidar a Charlotte, ella y Kang podían hacerlo sin problema.

Bellamy asintió.

—Gracias —dijo con sinceridad. —Volveré en cuanto pueda.

Y Sloane observó cómo se alejaba.

Esperaba que las personas de la nave éxodo se encontraran bien. Necesitaban más aliados para luchar contra Trikru.

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