Capítulo seis

Unos gritos de alerta despertaron a Sloane en medio de la noche. Seguía atada, pero ya no colgaba del techo. Por órdenes de Bellamy, había sido atada a una de las paredes de la nave y ahora podía sentarse o dormir en el suelo. Sloane se sintió aliviada. Colgar del techo no era algo agradable y comenzaban a dolerle los brazos.

—¡Bellamy! —oyó el grito de Octavia. —¡Ven aquí!

—¡Viene ayuda! —gritó otra persona que no reconoció.

Sloane se puso de pie inmediatamente, alerta y curiosa. Más personas llegaban a la Tierra. Otra nave caía, lo que significaba que Trikru y Gonkru se alarmarían. Era malo. Muy malo. Todas las aldeas de los alrededores estarían exaltadas y a la defensiva. Eso provocaría más ataques a Skaikru.

En ese momento Bellamy se adentró a la nave seguido de otros adolescentes que Sloane no reconoció. Aún no conocía a todos, solo a algunos pocos.

Uno de ellos tomó un mapa y lo extendió sobre la improvisada mesa. Todos se acercaron y comenzaron a mirarlo con atención, manteniendo el silencio. Sloane no entendía lo que querían saber, pero lucían muy concentrados.

—Muy bien —habló por fin uno de ellos. —Si rebasó el risco debe estar muy cerca del lago.

Mientras él le explicaba a Bellamy y a los demás dónde podría estar aquella nave, Octavia se adentró al lugar con rapidez. Cargaba un pequeño bolso.

—Debemos irnos, ¿listos? —preguntó, mirándolos.

Bellamy negó con la cabeza inmediatamente.

—Nadie saldrá de aquí, no de noche. No es seguro —ordenó y cuando sintió la pesada mirada de Octavia siguió hablando. —Saldremos a primera hora. Pasen la voz.

Al instante, tal cual soldados, los adolescentes salieron de la nave. Bellamy estaba dispuesto a ir detrás de ellos, pero Octavia se interpuso en su camino. Sloane quiso sonreír por las agallas de la chica.

—Todos en cien kilómetros vieron caer esa cosa, ¿y si otros llegan primero? —cuestionó, pero no recibió respuesta de su hermano. —Bell, salgamos ahora.

—Dije al amanecer —repitió con un tono hostil.

Octavia lo miró seriamente antes de abandonar la nave, completamente en desacuerdo con Bellamy. Este solo la observó mientras se marchaba. Entonces Sloane, quien había escuchado y observado todo con atención, decidió intervenir.

—Tu hermana tiene razón.

Bellamy miró a Sloane, acercándose hacia ella.

—Es por eso que no podemos ir, no aún —explicó, ya no era un problema hablar con Sloane. —Si algún terrestre vio esa cosa, irá ahora mismo.

Sloane arqueó una ceja, suspicaz.

—Si algún terrestre vio eso irá, sí, pero no atacará —aseguró. —Es algo obvio así que dime, ¿por qué no quieres que el resto de tu gente baje al suelo?

Bellamy se sorprendió ante la pregunta de la terrestre aunque inmediatamente ocultó cualquier rastro de sorpresa, sin embargo fue una reacción que Sloane no dejó pasar. Quiso soltar una risa, había dado en el clavo.

Ella tampoco podía negar que, desde que había oído la conversación del azabache y de su hermana, había sentido una gran curiosidad. Quería saber qué era eso tan malo que Bellamy había hecho para bajar al suelo. Era muy curiosa y a veces sobrepasaba los límites.

—Mi gente está aquí —soltó Bellamy.

La expresión juguetona de Sloane se desvaneció segundos después de oír sus palabras.

—¿Los de arriba no son tu gente? —cuestionó Sloane, ceñuda, luego negó con la cabeza. —Claro que no lo son, uno no abandona a su gente. Jamás.

El azabache sonrió.

—¿Y qué hay de tu gente? —cuestionó con expresión burlona. —Llevas dos días aquí y ningún terrestre vino por tí, al parecer eres prescindible.

Lo que Bellamy no sabía es que Gonkru en realidad notó la ausencia de su reina y que ya había puesto en marcha un plan. Estuvieron vigilando el campamento, averiguando la forma de atravesar el muro. Entonces Sloane se detuvo a pensar en eso y se alarmó de inmediato. Seguramente Gonkru vendría al campamento, sin embargo no dijo nada para evitar el caos.

—Mi gente no me abandonará, ni yo tampoco —aseguró con firmeza. —No como tú que abandonas a tu propia gente, ¿qué clase de líder hace eso?

Bellamy dio unos pasos hacia Sloane, molesto por su comentario.

—Tú no sabes nada —habló, tensando la mandíbula. —Tú no sabes las cosas terribles que esa gente hacía allá arriba, solo con la excusa de sobrevivir. Todos estos adolescentes están aquí porque "su gente" los consideraba prescindibles, desechables —murmuró entre dientes. —Condenaron a mi madre por tener un segundo hijo y mi hermana fue encerrada solo por haber nacido. Así que sí, no quiero que esa gente baje al suelo y no espero que tú lo entiendas.

El pecho de Bellamy subía y bajaba ferozmente. Cuando se percató de eso, trató de calmarse mientras observaba la expresión arrepentida de Sloane. Esta se sintió terrible por haberlo juzgado sin saber su historia. Se arrepintió inmediatamente, pero ya era tarde.

—No quise... —trató de decir. —Yo... lo siento, Bellamy.

El azabache pasó sus manos por su cabello, arrepentido de haberle dicho aquellas cosas a la terrestre. No tenía por qué contarle esa parte de su vida, mucho menos cuando lo había juzgado con anticipación.

—Déjalo —suspiró, cansado. —Ya no tiene importancia.

Y se alejó de Sloane.

—Espera... —intentó, sin embargo no pudo terminar de decir la oración.

Bellamy salió de la nave, sin intenciones de detenerse a oír lo que Sloane tenía que decir. Ya no se sentía de ánimos, se sentía estresado y molesto al saber que las personas del Arca bajarían al suelo. Él sabía que lo condenarían por el supuesto asesinato del canciller Jaha y no quería volver a alejarse de su hermana, pero sobretodo no quería morir.

Sloane hundió su cabeza entre las rodillas, soltando una larga exhalación.

Se sintió mal por la forma en que había juzgado a Bellamy. Ni siquiera todos los días que había pasado cerca de Skaikru le sirvieron para conocer cómo eran realmente, cómo eran en el interior. Sloane podría sentirse atraída por ellos o podía observarlos todo el tiempo que quisiera, pero si no vivió en el Arca nunca iba a poder comprender lo que Bellamy y los adolescentes sentían.

Los había subestimado.

Sin embargo, ahora había algo más importante en su mente. Debía escapar y evitar que Gonkru atacara a Skaikru. Sabía que estos estarían preparándose y no dudarían en asesinar a los adolescentes para recuperar a su reina.

Sloane no podía permitir que eso sucediera.

Ya había amanecido. Sloane lo supo por los rayos del sol que se filtraban por algunos agujeros de la nave. No había podido dormir desde que la nave cayó en algún lugar del bosque, no había dejado de pensar en el hecho ni por un segundo. Sentía una enorme curiosidad y ansiaba salir a averiguar qué había sucedido realmente. Quería saber si más personas habían bajado al suelo.

Por otro lado, recordaba la conversación que había tenido con Bellamy, una y otra vez. Sus palabras se aferraban a su mente y se negaban a soltarla. Estaba sorprendida por lo que le había sucedido a Octavia y a su madre, por todo lo que tuvieron que atravesar. Vivir en el Arca no era nada fácil y a Bellamy aún le afectaba el pasado, al igual que a su hermana y el resto de los adolescentes, era un tema del que no querían hablar y que preferían dejarlo en el olvido. Era difícil de afrontar y delicado como para hablarlo así sin más.

Fue entonces cuando Octavia entró a la nave. Con la mirada, buscó a su hermano por todo el lugar. Finalmente, cuando no tuvo éxito, miró a la terrestre, quien se puso de pie en el momento en que la castaña se acercó.

—¿Has visto a Bellamy?

La terrestre frunció el ceño ante la pregunta de Octavia. No había pasado mucho tiempo desde que lo había visto, por lo que le resultaba extraño que Octavia lo buscara.

—Salió de la nave antes del amanecer.

Octavia llevó sus manos a su cabeza soltando un pesado suspiro, sabiendo perfectamente lo que Bellamy haría. Por su reacción Sloane dedujo que algo no estaba bien. Nada parecía ir bien desde la inesperada caída de aquella extraña nave.

—Ese idiota egoísta —susurró, decepcionada.

La castaña se dio vuelta, dispuesta a salir de la nave e ir detrás de su hermano mayor. Sabía que se dirigía a la nave que había caído durante la noche, aunque no tenía muy claro el por qué.

—Octavia, espera —llamó Sloane, deteniéndola.

La recién nombrada se detuvo y regresó sobre sus pasos para acercarse a la terrestre, curiosa por su llamado.

—¿Qué sucede?

Sloane bajó la voz antes de hablar, asegurándose de que nadie más oyera. Si alguien más oía lo que tenía que decir, el caos se esparcirá por todo el campamento. Era una idea, definitivamente, mala. Tenían que ser precavidas por el bien de todos.

—Para este momento Gonkru debe haber notado mi ausencia —informó un tanto preocupada. —Ellos vendrán por mí y asesinarán a cualquiera que se les cruce en el camino.

La expresión molesta de Octavia cambió a una preocupada y temerosa. Ni Bellamy y Clarke se encontraban en el campamento y ella no sabría qué hacer ante tal situación, además los adolescentes tenían armas insignificantes comparadas con las de los terrestres.

Se removió, nerviosa.

—Debemos avisar a Bellamy y Clarke y...

Sloane la interrumpió.

—No tendrán oportunidad —aseguró y Octavia le creyó, no tenía caso hacerse el valiente y enfrentarlos. —Debes liberarme, soy la única que puede detener el ataque.

Octavia la miró seriamente, sin creer del todo las últimas palabras de la azabache. Sloane la entendía, ninguno sabía que ella comandaba Gonkru, no tenían ni idea de que ellos seguían sus órdenes. No sabían que ella era la temida Reina Guerrera que tanto alteraba a Trikru y sus guerreros.

—¿Cómo estás tan segura?

La terrestre sonrió con suficiencia. Estaba orgullosa de sus guerreros, de ser ella quien los guiara.

—Ellos siguen mis órdenes —comentó y fue suficiente para que a Octavia le quedara claro que Sloane era su reina. —En cuanto me vean, detendrán el ataque. Puedes confiar en mí, Octavia.

La castaña asintió repetidas veces, aún temerosa ante la noticia.

—Confío en tí —susurró y Sloane no pudo evitar sonreír sinceramente. —Si fueras como los demás terrestres, ya nos hubieras matado.

—Al fin alguien entiende mi punto —comentó con algo de gracia.

Octavia rió y procedió a liberar a Sloane. En cuanto estuvo libre le dio un corto abrazo como agradecimiento, uno que la castaña no pudo rechazar. Sorprendentemente para las dos, era un abrazo cálido y reconfortante. Era un acto que Sloane no solía hacer, pero que de todas formas disfrutaba.

Sloane estaba segura de que en el futuro serían buenas amigas. Después de todo eran muy parecidas y Octavia era una buena persona, la primera en confiar en Sloane. Ambas eran hermosas, fuertes y decididas. Sin mencionar el fuerte carácter que ambas poseían. Sin duda se llevaría muy bien.

Octavia deshizo el abrazo, evitando que se volviera incómodo.

—Puedes salir por...

La terrestre la interrumpió.

—Lo sé —dijo, sabiendo perfectamente qué hacer.

La adolescente asintió.

—Muy bien, ahora evitaré que mi hermano haga una estupidez —susurró más para ella misma que para Sloane.

Octavia volteó para salir de la nave, pero una vez más fue detenida por Sloane.

—Si necesitas mi ayuda, búscame en los túneles, pasando el río —sugirió. Sloane se sentía segura de decirle la ubicación de su clan, era en la que más confiaba en el campamento. —Díselo a Bellamy. Confío en ustedes.

Y sin esperar una respuesta por parte de Octavia, salió corriendo con dirección a la salida. La castaña la observó hasta que desapareció. Las palabras de Sloane se repitieron en su cabeza y estaba segura que no pasaría mucho tiempo antes de visitarla. Lo haría, sin importar que Bellamy se negara.

Por otro lado, Sloane sabía por dónde salir del campamento sin ser vista, utilizaría la misma ruta de escape que Clarke, Finn y Charlotte habían usado el día anterior. Por suerte, los había visto y había podido imaginarse el camino.

No tardó en salir hacia el exterior, justo detrás del campamento. Ningún adolescentes pudo verla, por lo que salió corriendo para esconderse entre los árboles del bosque mientras se dirigía a los túneles. De alguna forma, Sloane sabía que tenía poco tiempo para encontrar a Gonkru.

Tal y como le dijo a Octavia, los túneles no estaban tan lejos del campamento. Solo debía pasar el río y llegaría a ellos. Corriendo no tardaría más de diez minutos en llegar.

Sloane movía sus piernas apresuradamente, dirigiéndose hacia el escondite de su clan. La herida en su abdomen ya no era un problema. Aún seguía allí, pero con las medicinas de Clarke y los cuidados de Octavia, la herida se había curado casi por completo. A la terrestre le sorprendían los conocimientos de curación que Clarke poseía.

«Skaikru está a otro nivel de nosotros», pensaba cada vez que veía a Clarke curar a los demás.

También había observado mucho a otro adolescente, Monty. Él era muy inteligente y sabía manejar a la perfección la tecnología. Este había pasado mucho tiempo dentro de la nave, trabajando para comunicarse con el Arca, por lo que Sloane tuvo varias oportunidades para verlo trabajar. Eran personas realmente sorprendentes y no hacían más que aumentar la curiosidad de Sloane.

Sin embargo, ella ni siquiera se imaginaba que comenzaba a adentrarse a terreno peligroso. Skaikru traería muchos problemas a futuro y era algo que Sloane nunca tuvo en cuenta a la hora de acercarse a ellos.

Los túneles no tardaron en dejarse ver y entonces Sloane sonrió, sin embargo su sonrisa se borró cuando distinguió a Kile a la cabeza de un ejército. Estaban listos para marchar. Se apresuró y corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron. En ese momento la herida de su abdomen y las de su rostro no dolieron, dejaron de importarle a Sloane.

—¡Alto! —gritó, llegando frente a ellos.

Todos dejaron de hablar inmediatamente y voltearon, sorprendidos. Los ojos de Kile la escanearon de pies a cabeza, al igual que los de sus guerreros.

Naiplana [Reina] —murmuraron algunos.

Kile dio un paso al frente, acercándose a Sloane. La miraba como si no pudiera creer que realmente había escapado y regresado junto al clan, aunque no debería sorprenderse. Sloane era capaz de hacer muchas cosas por sí misma, incluído el salvarse.

—¿Estás bien? —preguntó, preocupado. —¿Skaikru te hizo daño?

Sloane se apresuró a negar con la cabeza. Luego, se acercó hacia Kile.

—Tú y yo hablaremos luego —susurró en su oído, a lo que Kile solo asintió.

¡Naiplana! —exclamaron los guerreros al tener a su reina devuelta.

Sloane se alejó de Kile al oír los gritos y se posicionó delante de su clan. Ahora que todos sabían sobre la existencia de Skaikru debía asegurarle a su gente que no era un problema para ellos.

—Guerreros —comenzó a hablar. —Muchos de ustedes ya conocen la existencia de Skaikru, las personas que vinieron del cielo —observó que la mayoría asentía con la cabeza. —Estos dos días he estado con ellos, en su campamento, ¡y puedo asegurarles que no son enemigos de nosotros!

Kile se acercó y tomó el brazo de Sloane, sin poder creer lo que estaba haciendo.

—¿Qué haces? —susurró en total desacuerdo.

Sloane se deshizo de su agarre para continuar hablando, ignorándolo por completo.

—Ellos no conocen el territorio, por lo tanto no conocen a los clanes —informó con firmeza. —Están completamente desarmados y vulnerables, solo quieren vivir aquí. Son completamente inofensivos y no representan una amenaza. Puedo asegurarles eso, yo misma lo he comprobado.

Unos murmullos le siguieron a sus palabras. Las personas frente a ellos comenzaron a impacientarse ante las palabras de su reina. Muchos de ellos no estaban seguros de lo que Sloane aseguraba. Después de todo era normal su desconfianza, ellos vivían huyendo. Eran atacados por todos los clanes y pensaban que con Skaikru sucedería lo mismo.

—Hemos visto que otra nave cayó durante la noche —dijo uno de ellos.

—¡Sí! Si no son una amenaza, ¿por qué piden refuerzos? —cuestionó otro.

Los guerreros comenzaban a dudar de su reina. Skaikru no les daba buena espina, parecía ser un peligro y creían que su reina no se daba cuenta. Comenzaban a estar en desacuerdo con Sloane.

—¡Aquí el único enemigo es Trikru! —exclamó, respondiendo los comentarios anteriores. —Skaikru está bajo ataque Trikru, tenemos un enemigo en común. Si logramos unirnos...

—¿Unirnos? —cuestionó uno.

Inmediatamente los demás guerreros comenzaron a gritar en negativa a las palabras de Sloane. La terrestre se enfureció, actuaban igual que Trikru. Cegados por la guerra y desconfianza, algo poco característico de Gonkru.

—¡Silencio! —ordenó en un grito. —Necesitamos de la ayuda de Skaikru ¿Cuántos guerreros y amigos hemos perdido en nuestros enfrentamientos con Trikru? ¡Cientos y serán más si no nos unimos a Skaikru! —exclamó y sus guerreros comenzaron a pensar en sus palabras. —¡Trikru nos repudió y nos echó injustamente del clan! ¡Todos aquí somos inocentes y debemos luchar por nuestro honor, para sobrevivir!

—¡Sí! —exclamaron todos, excepto Kile. —¡Luchar! ¡Luchar!

—Skaikru, en cambio, no nos ha hecho nada malo. ¡Ellos son tan inocentes como nosotros! —dio unos pasos al frente. —Nuestro único enemigo es Trikru y debemos luchar contra ellos, ¡no por Skaikru, sino por nosotros, por nuestro honor e inocencia! ¡Debemos luchar por Gonkru!

—¡Por Gonkru! —repetían todos juntos a gritos.

Kile observaba la escena en completo silencio. Después de tantos años, aún le sorprendía el carisma que poseía Sloane. Con un par de palabras lograba ganarse a una multitud, hacía que la siguieran sin problemas. Una vez más comprobó por qué ella se había alzado como la líder de Gonkru.

—No olvidemos los principios de nuestro clan, ¡no atacamos a inocentes, nuestra meta es la paz! —gritó, recordándoles a los guerreros sus principales normas. —Se lo debemos a Skaikru, ¡ellos salvaron mi vida! ¡Ellos me curaron durante estos dos días! ¡Debemos devolverle el favor!

Las palabras de Sloane le robaron el aliento a cada guerrero. Lo que su reina decía era verdad, pese a todo lo que había pasado, Skaikru sí había salvado su vida. Podrían haberla dejado morir, pero no lo hicieron.

Oso throu daun ogeda! [¡Peleamos juntos!]—gritó un guerrero, levantando la espada.

El resto de los guerreros imitaron su acción. Gritaron, apoyando a su reina, mientras levantaban, orgullosos, sus espadas.

No por nada eran parte del clan, Sloane sabía cómo era cada uno de ellos. Habían sido expulsados injustamente de Trikru y ahora eran cazados por ellos. Sloane sabía que sus guerreros eran diferentes, eran como ella. Ninguno estaba de acuerdo con las costumbres de Trikru, cada uno tenía una forma diferente de ver las cosas. No eran vengativos y sanguinarios como lo eran los guerreros Trikru. Eran pacíficos y buscaban vivir en paz, recuperar la libertad que Trikru les había arrebatado.

Sloane sonrió mientras se unía a las exclamaciones de los suyos. Aún así, inmersa en la celebración, logró ver que Kile se alejaba descaradamente de la multitud. Solo lo miró, sin decir nada.

Kile estaba tomando un camino peligroso.

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