Capítulo nueve

La tormenta había caído ferozmente sobre la Tierra, sin piedad alguna por sus habitantes. Las gruesas gotas golpeaban el techo de la nave y el viento soplaba los árboles con fiereza, amenazando con voltearlos en cualquier momento. Era de las peores tormentas que alguno de ellos haya presenciado en toda su vida.

Sloane se refugiaba dentro de la nave, junto a los adolescentes. Sin duda era inusual e incitaba el miedo y la desconfianza en los caídos, quienes mantenían cierta distancia de la azabache y murmuraban quejas casi inaudibles. Claramente no era bienvenida entre ellos y sin embargo a Sloane no parecía importarle. Solo podía pensar en sus guerreros. De no ser por la tormenta podría haber salido a buscarlos. Ahora tenía que esperar a que todo pasara. Salir en este momento no era lo idóneo.

-Habla Raven Reyes, llamando a Estación Arca -rogó la recién llegada. -Conteste Estación Arca.

Sloane salió de sus pensamientos y dirigió su mirada hacia la morena. Desde que puso un pie en el campamento supo que Raven había llegado en aquella nave. Lo adivinó porque nunca antes la había visto rondando por el campamento. Luego desvió la mirada hacia Finn, quien descansaba -más bien agonizaba- sobre una improvisada mesa. El cuchillo aún seguía enterrado entre sus costillas, mientras que Raven y Clarke trataban de contactar al Arca en busca de ayuda.

El ruido provocado por la tormenta atrajo nuevamente la atención de Sloane. La azabache caminó entre la multitud, dirigiéndose a la entrada de la nave. En el camino se encontró con Octavia, quien llevaba el aguardiente de Monty para esterilizar la herida de Finn. Estaba tan apurada que no notó a Sloane. Esta no pudo culparla, había algo más importante que ella. Debían salvarle la vida a Finn.

Al llegar a la entrada, dio un paso hacia el exterior. Dentro de la nave hacía mucho calor, era sofocante. Sloane había comenzado a sudar y su cuerpo estaba muy caliente, por lo que dejó que el agua de la lluvia recorriera su piel para enfriarla. Sintió una sensación satisfactoria, lo cual deshizo un poco la tensión con la que cargaba.

Después de disfrutar lo que la naturaleza le brindaba, Sloane bajó la cabeza y abrió sus ojos celestes. En ese momento, entre los árboles observó que unas figuras se acercaban. Rápidamente identificó a Bellamy, sin embargo sus ojos fueron a parar en la persona que los dos adolescentes detrás de él arrastraban: el terrestre de la cueva. Jamás imaginó que regresarían por él.

-¡Ya volvieron! -anunció Monroe detrás de ella.

Con dificultad los dos adolescentes arrastraron al terrestre dentro de la nave. En cuanto Bellamy pasó junto a Sloane, esta lo miró con atención, pero el azabache huyó de su mirada y se adentró a la nave en completo silencio. Sus acciones no lo enorgullecían, aún cuando pensaba que hacía lo correcto. Sloane, por otro lado, decidió ignorar su comportamiento y lo siguió al interior de la nave. Tenía curiosidad por saber lo que harían, aunque tenía una ligera idea.

-Bellamy -Octavia bajó de las escaleras en cuanto lo vio. -¿Qué estás haciendo?

El nombrado miró al terrestre, manteniendo su tranquilidad.

-Necesitamos respuestas.

-O venganza -corrigió Octavia, molesta.

-Información -insistió y miró a los adolescentes. -Llévenlo arriba.

En ese momento Clarke, quien había oído todo, decidió intervenir. Se acercó a Bellamy, mirándolo con desaprobación.

-Ella tiene razón -señaló a Octavia. -Escucha, no somos así.

Bellamy tragó saliva. Por un lado sabía que estaba mal hacerlo, pero por el otro sentía que era necesario para sobrevivir en el suelo. Pensaba que algunas cosas debían cambiar.

-Ya lo somos -dijo, volteando hacia la azabache. -Sloane, ven conmigo.

La nombrada asintió y, bajo la mirada desaprobatoria de Octavia y de Clarke, siguió a Bellamy hasta el segundo piso de la nave. Ella estaba de acuerdo con las adolescentes. Secuestrar al terrestre para torturarlo no era la mejor opción, era un acto deshumanizador. Comprendía la desesperación de Bellamy, pero esa no era una excusa para hacer algo tan terrible como torturar a una persona. A fin de cuentas ese terrestre era su igual.

A medida que Sloane subía las escaleras pensaba en lo que podría hacer para evitar la tortura. Tenía que ser cuidadosa con lo que hacía, más aún cuando los caídos se encontraban tan a la defensiva. Cualquier paso en falso significaba tirar por la borda el poco avance de ambos clanes por mantener la paz y conseguir la convivencia.

Alejó aquellos pensamientos cuando notó que, cada vez que subía un escalón, era más capaz de oír el ruido de gruñidos adormilados. Al llegar al segundo piso logró ver que el terrestre comenzaba a despertar, lo que hacía que los adolescentes se apuraran a amarrarlo. Ignoró todo lo que sucedía y se acercó al prisionero, con una sola cosa en mente: saber quién era.

No tardó en reconocerlo ya que no llevaba máscara alguna y la lluvia se había encargado de borrar la pintura de su piel.

Lincoln Kom Trikru.

Las manos de Sloane comenzaron a sudar con tan solo verlo. El terrestre delante de ella le recordaba su pasado. Al reconocerlo recordó sus conflictos con Trikru y el origen de estos, aunque nunca podría olvidarlo. Comprendió que su pasado se había entrelazado con el presente de los caídos y estaba segura que no era una buena combinación. Entonces la duda la invadió.

Con miles de pensamientos en su cabeza, se acercó lentamente a Lincoln casi sin darse cuenta de lo peligrosa que podía llegar a ser su acción. Cuando él la vio y la reconoció, la ira dentro de él despertó. Cegado por sus emociones, trató de abalanzarse sobre ella para cumplir con el pedido de Trikru.

Sloane retrocedió ágilmente, sin embargo no se asustó.

-¡Despertó! -informó un moreno.

-¡Átenlo firme! -ordenó Bellamy. -No queremos que el maldito se libere por su culpa.

Sloane le sostuvo la mirada a Lincoln. La furia y el resentimiento brillaban en los ojos del terrestre. Quería abalanzarse sobre ella y matarla como venganza por lo que había hecho en el pasado. Solo fue capaz de desviar la mirada cuando Octavia apareció por las escaleras. Bellamy lo notó, por lo que también posó sus ojos sobre su hermana.

-Sal de aquí -ordenó, pero la joven lo ignoró.

-Te dije que estaba protegiéndome -murmuró, molesta. -No tenías por qué hacer esto.

La azabache frunció el ceño ante las palabras de Octavia e inmediatamente dirigió su mirada a Lincoln. Entonces recordó lo que Finn había dicho momentos antes de ser atacado. No tardó en unir los cabos sueltos y descubrir que Lincoln había hecho sonar el cuerno de niebla. Él los había salvado de Trikru.

No era algo difícil de creer. Lincoln solo quería ayudar a Octavia, aunque su intención nunca fue salvar a la enemiga de su clan.

Sloane aprovechó que Bellamy estaba hablando acaloradamente con Octavia para acercarse una vez más a Lincoln. Este la miró con odio, sin embargo se mantuvo quieto. No quería parecer una bestia frente a la castaña.

-No digas nada, ¿oíste? -amenazó en un susurro casi inaudible.

Sabía que no era buena idea hablar sobre Trikru, al menos por el momento. Ella se encargaría de revelar la información que creyera útil.

-Ripa [Asesina] -murmuró en respuesta.

Aquella acusación no significó nada para ella. Mantuvo su inexpresión, demostrando una vez más lo fuerte que podía ser. No se doblegaba ante una palabra que para ella no tenía sentido.

-Oye -llamó Bellamy y ella lo miró. -Aléjate, puede ser peligroso.

Asintió, serena como siempre. Le echó una última mirada de advertencia a Lincoln y volteó hacia los demás. Fingió que nada había pasado y continuó actuando con normalidad.

-Olvidas que también soy una terrestre -comentó con gracia.

Una pequeña sonrisa se le escapó a Bellamy. Su actitud hacia Sloane había cambiado drásticamente desde que lo ayudó a buscar a Octavia. La castaña era la persona más importante en su vida y que Sloane hubiera ayudado en su búsqueda significaba mucho para él.

Sloane fue a sentarse lejos de Lincoln. Comenzaba a sentirse cansada. No recordaba cuándo había sido la última vez que durmió como era debido. Cuidar a Charlotte y buscar a Octavia la había agotado más de lo usual.

Volvió a prestar atención a la conversación de los hermanos Blake. Desde su posición observó que Bellamy, dando pasos firmes y seguros, se acercó peligrosamente a Lincoln. Sloane no supo lo que haría.

-No, Bellamy, no lo hagas -Octavia trató de acercarse, pero los adolescentes la detuvieron.

-Miller, sácala de aquí -ordenó el azabache.

El moreno, Miller, obedeció y tomó a Octavia por el brazo. Esta forcejeó para liberarse y detener a su hermano, aunque su intento fue inútil. El adolescente comenzó a arrastrarla hasta las escaleras.

-¡Suéltame! -exclamó.

Sloane se puso de pie, cansada de presenciar la escena, y se acercó a Octavia. La tomó por el otro brazo y la alejó de Miller. No le gustaba ver a Octavia de esa forma. Parecía que Lincoln realmente le importaba y era por eso que trataría de ayudarla en lo que más pudiera.

-Yo me encargo. -Le dijo a Miller y se alejó de él.

Arrastró a Octavia hasta las escaleras, lejos de Miller y Bellamy para que estos no pudieran oírla.

-No dejes que lo haga, Sloane -rogó en un susurro. -Él me salvó la vida.

-Escúchame -llamó su atención, tratando de calmarla. -Sé quién es ese terrestre. Lo conozco y creo en tu palabra. Haré lo que pueda para ayudarlo, ¿si?

Octavia asintió y no pudo evitar darle un abrazo rápido. Comenzaba a conocer a la verdadera Sloane, a aquella pacífica y bondadosa joven. La misma que dejó de lado su resentimiento con Lincoln para traerle un poco de calma.

Cuando Octavia desapareció de su vista, Sloane fue a sentarse nuevamente. Con el puño de su manga limpió el sudor que caía por su frente. La temperatura de su cuerpo había vuelto a subir, sofocándola. Apoyó su espalda en una de las paredes de la nave y observó que Bellamy comenzó con su interrogatorio a Lincoln.

Sloane se detuvo a observar cada detalle de Bellamy. Su cabello azabache caía con rebeldía sobre su frente y unas gotas de agua bajaban por su rostro hasta perderse en su clavícula. Admiró sus incontables pecas y aseguró que eran tan hermosas como las estrellas que ella amaba observar. Era como si llevara el cielo en él, algo que extrañamente a Sloane le transmitía tranquilidad.

Desvió la mirada al suelo al notar que estaba mirándolo más de la cuenta. Se mantuvo de esa forma por largos minutos.

-Sloane -levantó su mirada, encontrándose con Bellamy. -¿Puedes hablar con él? No entiende lo que digo.

Sloane miró a Lincoln, quien le dedicaba una mirada furibunda. Ahora más que nunca, el terrestre creía que la azabache era una traidora. Se había aliado con las personas del cielo, lo cual era inaceptable para los terrestres.

-Él no me dirá nada -dijo finalmente.

Bellamy frunció el entrecejo, sin comprender por qué decía aquello.

-¿De qué hablas? -cuestionó, sin ánimos de sonar hostil. -Puedes hablar su idioma, ¿verdad?

Volvió su atención al caído, levantando la cabeza levemente para mirarlo.

-Hay cosas que tú no sabes, Bellamy.

Al oírla se sentó frente a ella. Miró atentamente su rostro por unos cortos segundos y no pudo evitar percatarse de su estado. Notó que su piel estaba más pálida de lo normal, sin embargo lo dejó pasar.

-Entonces dime -pidió en un susurro, haciendo dudar a Sloane. -Quiero saber todo sobre la Tierra.

Lentamente Bellamy comenzaba a confiar. Comenzaba a comprender por qué Octavia se había vuelto cercana a ella. No conocía mucho de los terrestres, pero por lo poco que había visto sabía que Sloane no era como los demás. Eso hacía que se sintiera seguro de poder bajar la guardia estando con ella.

Sloane miró los ojos oscuros de Bellamy. Notó la sinceridad en ellos y eso la hizo sentir segura. Supo que podría contarle su historia o, al menos, una parte de ella.

-Él quiere matarme.

Entonces Bellamy comprendió por qué el terrestre la miraba con tanto odio. Ahora entendía por qué la había atacado en la cueva y por qué lo había intentado por segunda vez en la nave.

De repente -y antes de que Bellamy pudiera decir algo- un fuerte sacudón producido por la tormenta desestabilizó la nave. El cuerpo de Sloane no pudo sostenerse y estuvo a punto de estrellarse contra el suelo si no fuera por los brazos de Bellamy. El azabache no pudo evitar mirarla a los ojos. Esta vez le prestó más atención a la palidez de su piel, lo que la hacía ver débil.

-¿Estás bien?

Sloane asintió con un torpe movimiento de cabeza.

-Sí, lo siento -dijo, acomodándose nuevamente. -Solo estoy cansada.

Bellamy no se creyó aquel cuento.

-¿Segura? No luces bien -murmuró y bajó la mirada, inspeccionando a Sloane. -¿La herida del abdomen sanó? Porque tal vez...

Sloane soltó una pequeña risa, cortando las palabras de Bellamy. No pudo evitar hacerlo. El azabache frunció el ceño, confundido por su reacción.

-¿De qué te ríes?

-Mírate -comentó con una tenue sonrisa. -Preocupado por una terrestre, ¿quién lo diría?

Bellamy agachó la cabeza, ocultando la sonrisa que se había formado en sus labios. Ni siquiera él podía creer que por un momento se había preocupado por una terrestre. Nunca imaginó que algo así podría pasar.

-Hey -llamó Miller, interrumpiendo. -Vengan a ver esto.

El azabache se levantó y estiró su mano, ayudando a Sloane a ponerse de pie. Ambos se acercaron a Miller para ver de qué se trataba.

Sloane observó que Miller tenía una pequeña caja metálica entre sus manos. Al abrirla se encontraron con unos frascos llenos de diferentes líquidos y brebajes. En ese momento Sloane lo supo. Eran antídotos, no podían ser otras cosas, lo que significaba que el cuchillo con el que Lincoln apuñaló a Finn estaba envenenado, por lo tanto el de ella también.

-¿Qué es todo esto? -preguntó el otro adolescente.

-Quién sabe -susurró Bellamy.

Sloane volteó a ver a Lincoln, alarmada. Recibió una sonrisa triunfante por parte de este. Era una clara confirmación de sus dudas. Su corazón se aceleró al entender la gravedad del asunto.

Finn estaba envenenado.

Ella estaba envenenada.

-Bellamy... -susurró Sloane.

El azabache la miró y notó su repentino cambio de humor. No quedaban rastros de calma en Sloane, solo había inquietud. Inmediatamente se acercó más a ella.

-¿Qué ocurre?

Repentinamente la azabache giró sobre sus pies. Debía ir con Clarke y avisarle sobre el veneno. Debía salvar a Finn, debía salvarse...

-Tengo que hablar con Clarke -dijo rápidamente antes de acercarse a las escaleras.

Tenía que advertirle, tal vez así hallarían una forma de conseguir el antídoto adecuado y salvar a Finn.

-Espera... -trató de ir tras ella.

-Bellamy -llamó Miller, interrumpiendo una vez más. -Debes ver esto.

El azabache miró a Miller y luego a Sloane, pensando qué hacer. La azabache asintió con la cabeza, resolviendo su dilema.

-Quédate, yo puedo con esto.

Bellamy asintió y vio cómo Sloane bajaba por las escaleras. En cuanto desapareció regresó junto a Miller para revisar el cuaderno que tenía entre sus manos, sin embargo no dejó de pensar en lo sucedido. Se preguntaba qué la había inquietado tanto.

Cuando Sloane pisó el suelo del primer piso se encontró con un horrible panorama. Finn, quien ya no tenía el cuchillo entre las costillas, estaba convulsionando. Se quedó paralizada, recordando que Charlotte había pasado por lo mismo. A su lado, Raven se encontraba igual.

-Pon a mi madre en el radio, ahora -ordenó Clarke, pero la morena no se movió ni un centímetro. -¡Raven, ahora!

En ese momento Raven y Sloane reaccionaron. La primera se dirigió al radio y la segunda se acercó rápidamente hacia Clarke y Finn. Por más impresionadas que se encontraran debían actuar para salvarlo.

-El radio está muerto, hay interferencia por la tormenta -informó Raven, al borde del colapso.

Finn continuaba convulsionando y ninguna de las presentes sabía qué hacer para detenerlo. Los conocimientos de Sloane eran básicos y aunque los de Clarke no lo eran, ella tampoco sabía qué hacer.

-Por favor, que no muera -rogó Raven.

De repente, las convulsiones se detuvieron y el cuerpo de Finn dejó de moverse. Súbitamente un líquido blanco y espumoso comenzó a salir por la boca del adolescente. Sloane no necesitó más pruebas para saber que estaba envenenado.

-Ayúdenme a ponerlo de lado -ordenó Clarke, sin embargo ninguna se movió debido a la impresión. -Hay fluidos en sus pulmones, ¡podría ahogarse! ¡Rápido!

Al oírla, ambas jóvenes se acercaron a Finn y comenzaron a moverlo hacia un lado, tal y como lo había ordenado Clarke. El joven terminó de escupir el líquido blanco y recuperó un poco de estabilidad.

Sloane miró a Raven y luego a Clarke. Ambas estaban desesperadas y lucían muy preocupadas, temían que Finn muriera.

-Clarke -llamó Sloane. -Es veneno.

Raven la miró, notando por primera vez la presencia de Sloane. Había estado tan preocupada por Finn que no había notado que había una terrestre entre ellos. Fue algo que le produjo descontento y rechazo. Ella aseguraba que Sloane era una de los terrestres que habían envenenado a Finn.

-Clarke esterilizó todo, ¡ví que lo hizo! -intervino Raven, sin creer en las palabras de la terrestre.

-No todo. -Clarke caminó hacia una mesa, tomando el cuchillo con el que había sido herido. -Raven, quédate aquí. Sloane, ven conmigo.

La rubia y la azabache subieron por las escaleras hasta el segundo piso. Clarke llevaba el cuchillo entre sus manos y Sloane se esforzaba en seguirle el paso, aunque no le era fácil. Cada vez se sentía más débil. Ahora estaba segura que ella también había sido envenenada por aquel cuchillo.

-Clarke, tienen cerrado -informó Octavia, deteniéndolas.

La rubia asintió ante sus palabras y comenzó a golpear la escotilla bruscamente, intentando entrar por la fuerza. Le importaba salvar a Finn y el terrestre era la única esperanza.

-¡Abran la puerta!

Octavia se acercó a Sloane, notando también que lucía más pálida de lo normal. La escaneó con la mirada y se dio cuenta que algo andaba mal con ella.

-¿Te encuentras bien? -preguntó, preocupada.

Sloane limpió el sudor de su rostro con sus manos, fastidiada. Todo a su alrededor comenzó a dar vueltas, por lo que cerró los ojos fuertemente y trató de calmarse.

-No... Yo... -De repente oyó el ruido de la escotilla abrirse. -Debemos subir.

Rápidamente continuó subiendo las escaleras, seguida de Octavia. Las palabras de Sloane no fueron suficientes para calmar a la adolescente, sabía que ella no estaba bien y quería saber por qué.

Apenas pisaron el suelo del segundo piso, Clarke se acercó peligrosamente al terrestre y levantó el cuchillo frente a su rostro. Lo movió con furia.

-¿Qué tiene esto? -demandó saber.

Bellamy se acercó para saber qué pretendía hacer.

-¿De qué estás hablando? -preguntó en un susurro.

Sloane y Octavia observaban la escena junto a las escaleras. La primera cerrando los ojos ante los mareos y las ganas de vomitar. Apenas podía mantenerse de pie, por lo que se aferraba a una pared cercana.

-Envenenó la hoja -informó Clarke, mirando a Lincoln. -Tú sabías que Finn iba a morir sin importar lo que hiciéramos, ¿qué hay en ella? ¿Hay un antídoto?

La cabeza de Bellamy comenzó a trabajar. Pensó en las palabras de Clarke y luego recordó todo lo que había sucedido en la cueva. Entonces relacionó los hechos con el estado de Sloane y comprendió por qué lucía enferma. Ella había sido herida por un cuchillo de Lincoln, lo que significaba que también estaba envenenada.

Bellamy volteó inmediatamente hacia Sloane y justo en ese momento la azabache cayó rendida a los pies de Octavia, respirando con dificultad.

-¡Clarke! -gritó Octavia, sujetando el cuerpo de Sloane. -¡No puede respirar!

Bellamy y Clarke corrieron hacia Sloane, quien hacía un gran esfuerzo para respirar. Abría la boca con desesperación para coger un poco de aire, pero era inútil. Sus vías respiratorias se habían cerrado y sentía que su pecho dolía cada vez que intentaba inhalar un poco de aire. Clarke llevó su mano a la frente de la azabache y sintió que su temperatura corporal era más alta de lo normal.

-Algo está mal -susurró Clarke. -¿Tiene alguna herida que pudiera infectarse?

Bellamy asintió y tomó el brazo de Sloane, dejando al descubierto un corte poco profundo.

-Se la hizo el terrestre -informó rápidamente. -Puede que el cuchillo estuviera envenenado.

Octavia miró a Lincoln sin poder creer lo que su hermano decía. Sloane, su amiga, podría morir por culpa de él. Se sintió mal por la situación.

Repentinamente, Sloane comenzó a toser sin control alguno. Su cuerpo se sacudió fuertemente, lo que la hizo caer de los brazos de Octavia. Todos se preocuparon al ver que un líquido blanco salió por su boca, tal y como había sucedido con Finn. Aquella fue la prueba que confirmó las sospechas de Bellamy.

Definitivamente había sido envenenada.

-¡Clarke, haz algo! -pidió Octavia.

Junto a ella, Bellamy observaba la escena con una expresión preocupada mas no dijo nada. No le gustaba ver a Sloane de esa forma, a ninguna persona en general.

-Es veneno -confirmó Clarke y luego se dirigió a la azabache. -Sloane, escúchame, ponte de lado o podrías ahogarte.

Sloane apenas logró oírla, pero de todas formas hizo caso y se puso de lado. Escupió los restos del líquido y, cuando acabó, logró volver a respirar con normalidad. Desesperada, tomó unas bocanadas de aire. Lentamente comenzaba a recuperarse o, al menos, algo similar.

Bellamy soltó el aire que inconscientemente retenía y Octavia le demostró su apoyo dándole pequeños masajes en la espalda. Entonces el azabache se dio cuenta de algo que Sloane había notado anteriormente, pero que no había tenido la oportunidad de decir.

-Los frascos -dijo antes de ponerse de pie. -El antídoto debe estar ahí.

Caminó rápidamente hasta la cajita metálica que Miller había hallado hace unos momentos. Al instante Clarke y Octavia se acercaron a Bellamy para ver qué había dentro.

-Tendrías que ser estúpido para tener un veneno cerca sin un antídoto -Clarke revisó los frascos y miró a Lincoln. -¿Cuál es?

-¡Contesta la pregunta! -ordenó Bellamy.

Por otro lado, Sloane se puso de pie con algo de dificultad, apoyándose en Octavia. Miraba atentamente la escena frente a ella y esperaba que Lincoln les diera el antídoto, aunque era algo casi imposible y ella lo sabía.

-Enséñanos, por favor -rogó Octavia.

Aunque el terrestre había desarrollado sentimientos por Octavia, se negó a hablar. No salvaría a ninguno, mucho menos a Sloane.

-¿Cuál es? -repitió Clarke. -Nuestros amigos están muriendo y tú podrías salvarlos.

Entonces el terrestre miró a Sloane y cuando lo hizo, Bellamy siguió su mirada. Se encontró con una débil Sloane, supo al instante que eso no haría que Lincoln los ayudara. Se enfureció.

-Lo haré hablar -dijo Bellamy.

Apenas dio un paso hacia Lincoln, Octavia sentó a Sloane en el suelo y se abalanzó sobre su hermano. Sabía perfectamente lo que Bellamy quería decir con "hacerlo hablar".

-Bellamy, no.

El azabache se soltó de su agarre.

-¡Él quiere que Sloane y Finn mueran! -gritó, enojado. -¿Por qué no ves eso?

Sloane soltó un suspiro pesado al ver a los hermanos pelear por culpa de lo que Lincoln había hecho. No dijo nada, solo se mantuvo al margen de la discusión.

-Si no lo hago, morirán -susurró y luego miró a Clarke. -Quieres que Finn viva, ¿o no?

Octavia se acercó hacia ella al ver que dudó en responder la pregunta. Era obvio que se debatía qué hacer. Por primera vez Clarke se vio en medio de un dilema moral.

-Clark tú misma lo dijiste, no somos así -recordó las palabras de la rubia. -Estuvo protegiéndome, ¡me salvó la vida!

-¡Hablamos de la vida de Sloane y de Finn! -repuso Bellamy.

Sloane sabía que Lincoln no les daría el antídoto, menos si con él podían salvar su vida. Hasta ella, una persona dentro de todo pacífica, sabía que no había otra forma de conseguir el antídoto.

-Hazlo -aceptó Clarke.

Sloane agachó la cabeza y no protestó, estaba de acuerdo con Bellamy y Clarke. Octavia, en cambio, trató de acercarse a Lincoln, pero fue detenida por Miller nuevamente.

-Solo dinos -rogó una última vez, pero el terrestre se negó.

Bellamy caminó hasta un asiento de la nave y con un cuchillo cortó una parte del cinturón, más precisamente la que contenía una filosa hebilla. Luego se paró frente a Lincoln y desgarró su remera, dejando su torso al descubierto.

-Vas a decirnos cuál es el antídoto, sea como sea -amenazó.

Presionó el agarre en el cinturón y tragó con fuerza. Estaba desesperado y se convencía de que estaba haciendo lo correcto para salvar a Finn y Sloane. Finalmente se armó de valor y golpeó el torso desnudo del terrestre. Unos segundos después volvió a hacerlo. La sangre comenzó a brotar de los cortes.

En ese momento, Clarke se acercó y dejó los frascos frente a Lincoln. Lo miró con desesperación y remordimiento.

-¿Cuál es?

-Solo diles -intervino Octavia, alterada.

Lincoln no respondió y dirigió su mirada a Sloane. Aquella fue una clara respuesta para la rubia. Él no diría nada. Estaba dispuesto a dejarla morir.

-¡Deja de mirarla y responde la pregunta! -exclamó Bellamy.

Cuando tampoco respondió, el azabache hizo que Clarke se alejara de Lincoln para continuar golpeando su torso con el cinturón. Sin embargo, Lincoln seguía sin responder. La furia de Bellamy y la desesperación de Clarke aumentaban con cada golpe sin respuesta.

-¡Ya basta! -protestó Octavia, al borde del llanto.

La castaña se sentía en deuda con Lincoln por haberle salvado la vida en más de una ocasión y no podía soportar que su hermano le hiciera daño.

-¡Clarke, está empeorando! -gritó Raven desde el primer piso.

Con sus palabras, Sloane tosió nuevamente. El líquido blanco comenzó a salir de su boca, mezclado con un poco de sangre. Escupió todo en el suelo de la nave y casi al instante su cuerpo se debilitó más. Si la herida hubiera sido tan grave como la de Finn, probablemente hubiera muerto. Un simple rasguño había hecho que llegara hasta ese estado.

Bellamy soltó el cinturón y se acercó a Sloane para ayudarla. Tomó su cabello para que la muchacha pudiera escupir todo el líquido más cómodamente.

-Aguanta un poco más -susurró Bellamy.

-No tenemos tiempo -dijo Clarke, acercándose de nuevo a Lincoln. -¿Cuál es? Dinos, ¿cuál es? Si nos dices parará. Dinos cuál es y esto se acabará, por favor.

Bellamy se puso de pie, más furioso que antes, y se dirigió nuevamente hacia Lincoln.

-Esto no funciona -dijo, refiriéndose al cinturón y tomó un trozo de metal -Tal vez esto sí. Clarke, no tienes que mirar si no quieres.

-No me iré hasta tener el antídoto.

Bellamy empuñó el metal y se acercó a Lincoln, decidido. De un solo movimiento clavó el metal en la palma del terrestre. Sin dudas fue doloroso, pero este se negó a gritar o hablar. Aquello lo hacía para no perder su orgullo de guerrero.

-¿Por qué tardan tanto? -Raven apareció, agitada. -Dejó de respirar y volvió a respirar.

El corazón de Clarke dio un vuelco al oírla. Había empezado una especie de relación con Finn y ni siquiera podía pensar en perderlo.

-Él no dice nada.

A Raven le molestó oír aquello. Examinó toda la nave con la mirada, buscando una solución. Lo que quería hacer era sencillo: hacerlo hablar a cualquier costo. Ella, al igual que Clarke, no quería perder a Finn. Era lo único que tenía.

-¿Quieres apostar? -retó y se acercó a unos cables, arrancándolos de un solo tirón.

Todos la miraron con atención, sin comprender su punto o probablemente sí lo hacían, pero lo ignoraban.

-¿Qué vas a hacer? -cuestionó Bellamy.

-Le enseñaré algo nuevo.

Sloane se enderezó al ver que Raven se acercó a Lincoln, levantando los cables hacia él. Cuando el terrestre se retorció ante el toque de la electricidad, Sloane pensó que esto ya había ido demasiado lejos.

-Dinos cuál es -ordenó Raven, pero no recibió respuesta. -¡Vamos!

La morena volvió a acercar los cables a Lincoln y, cuando el cuerpo de este quedó casi inmóvil, Sloane decidió intervenir. Usando sus últimas fuerzas se acercó rápidamente hasta Raven y Lincoln. Empujó débilmente a la primera y se paró frente al terrestre.

-Sloane, ¿qué haces? -cuestionó Bellamy.

-Esto es demasiado.

Raven la miró, molesta por su acción. Apretó los cables en su mano, conteniendo las ganas de arrojarlo hacia la azabache.

-¡Dejará que Finn muera! -repuso.

Sloane negó de nuevo.

No es que tratara de dejar que Finn muriera y ciertamente disfrutaba ver que el terrestre que había tratado de matarla sufría, pero Sloane era un ser racional. Si no fuera por la forma en la que Trikru entrenaba a sus guerreros, Lincoln jamás hubiera hecho lo que hizo. Trikru programaba a sus guerreros para odiar a las personas que creía conveniente. Muchos de ellos buscaban matar a Sloane, pero la mayoría ni siquiera sabía por qué o si era realmente merecedora de ese odio.

-Puede morir si lo sigues haciendo y si eso sucede, Finn también morirá. -Fue lo único que dijo.

Sus palabras solo hicieron que la morena se enfureciera más.

-Tú eres una de ellos, tú quieres que Finn muera -murmuró, dolida e iracunda.

-Sloane, sal de ahí -intervino Bellamy.

Esta volvió a negar, apretando sus puños con fuerza. No dejarían que siguiera con la tortura. Eso la hacía peor que los terrestres que los atacaron.

-Bien, tú lo quisiste -murmuró.

Sloane frunció el ceño ante sus palabras y para cuando levantó su mirada, unos cables se encontraban sobre su pecho. Soltó un grito desgarrador al sentir una corriente eléctrica por todo su cuerpo.

-¡Sloane! -gritó Bellamy, alejando a Raven de ella, la miró furioso. -¿Qué rayos te sucede?

Bellamy tomó a Sloane entre sus brazos justo antes de que cayera al suelo. Esta respiraba irregularmente y apenas podía mantener los ojos abiertos.

-Es una de ellos.

-No, no lo es -defendió Bellamy. -Ella solo quiere ayudarnos.

-¡Ya basta! -gritó Octavia, con el cuchillo envenenado en su mano.

Nadie le había prestado atención hasta ese momento. La castaña no podía soportar ver que Lincoln, Sloane y Finn sufrieran. Había decidido tomar cartas en el asunto.

-Octavia, no -dijo Bellamy, al ver lo que haría.

La adolescente lo ignoró y procedió a hacer un corte en su mano, alarmando a su hermano. El terrestre se removió al ver lo que había hecho. Ahora ella también estaba envenenada.

-No me dejará morir -aseguró y se acercó a él, comenzando a señalar los frascos. -Vamos, dime, ¿cuál es?

Con la cabeza, Lincoln señaló un frasco e inmediatamente Octavia se lo dio a Clarke para que lo repartiera entre los tres. El terrestre no dejaría que Octavia muriera, aun así tuviera que salvar a Sloane.

La azabache se removió entre los brazos de Bellamy. Este la miró atentamente y con su mano corrió algunos mechones que cubrían el rostro de Sloane. Ella lo miró, sintiendo que comenzaba a perder el control sobre su cuerpo.

-Tenemos el antídoto -informó.

Hizo una mueca, mientras cerraba los ojos. Ya no podía mantenerse despierta, pero la consolaba el hecho de tener el antídoto.

-Estar a cargo no es fácil -dijo antes de caer inconsciente.

Bellamy supo que tenía razón. Acababa de confirmarlo.

Habían cruzado una importante línea, comenzando a corromper su humanidad.

* * * * * * *

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