Capítulo cuatro
Habían pasado unas horas desde que llegaron a la cueva y la herida de Sloane no dejaba de sangrar. Logró minimizar el sangrado haciendo un torniquete sobre la herida, aunque no fue suficiente. Debía curarla pero, desafortunadamente, había dejado las algas en el río. En cuanto la niebla ácida apareció no pudo pensar en otra cosa más que huir. Ahora lamentaba no haberlas tomado.
Unos repentinos gritos la alertaron. Guiada por la costumbre, llevó una mano a su espada, lista para atacar. Después de tantos años huyendo se había vuelto una persona sensible a ruidos extraños, por lo que siempre estaba alerta y a la defensiva. Aquella sensación de peligro desapareció cuando vio la mirada de Bellamy. Se percató de que seguían en la cueva y que nadie más que ellos se encontraban allí. Entonces Sloane miró a la niña, entendiendo lo que sucedía. Era Charlotte quien tenía una pesadilla.
—¡No! —gritó nuevamente.
Cuando Bellamy se aseguró de que Sloane no tomaría su espada y atacaría, se permitió dejar de vigilar para acercarse lentamente a la preadolescente.
—Charlotte, despierta —susurró y comenzó a moverla con delicadeza.
De pronto, la niña abrió sus ojos. Miró a su alrededor, asustada, pero luego se calmó cuando notó que continuaba en la cueva. Su mirada se clavó en Bellamy.
—Lo siento —murmuró, apenada.
Bellamy la examinó con atención. Charlotte lucía muy asustada, su cuerpo temblaba igual que una hoja en otoño y no era precisamente por el frío. Las pesadillas la atormentaban cada noche sin falta. Luego de las muertes de sus padres, Charlotte no volvió a ser la misma.
—¿Te pasa mucho? —preguntó Bellamy, pero ella no respondió. —¿A qué le temes? —volvió a preguntar, sin recibir respuesta alguna. —¿Sabes qué? No importa —dijo cuando notó que Charlotte no quería hablar de eso. —Lo que importa es lo que haces al respecto.
Las palabras de Bellamy llamaron la atención de Sloane.
—Pero estoy dormida.
—El miedo es miedo —aseguró Bellamy. —Aleja tus demonios cuando estés despierta y no estarán ahí cuando duermas.
Charlotte lo miró dudosa, sin entender muy bien.
—Sí pero, ¿cómo?
—No puedes ser débil. Aquí la debilidad es muerte —dijo y lamentablemente era cierto. —Dame el cuchillo que te dí —Charlotte obedeció y le entregó el cuchillo. —Cuando tengas miedo sostienes el cuchillo y dices: «Púdrete, no tengo miedo».
Sloane sonrió levemente al oírlo. Nunca creyó que Bellamy fuera así, lo había imaginado como alguien que solo buscaba poder sobre los demás. Tenía una idea errónea del azabache y comenzaba a conocer al verdadero Bellamy.
El azabache le devolvió el cuchillo a Charlotte, quien lo tomó con algo de duda.
—Púdrete, no tengo miedo —susurró, tomando una bocanada de aire. —¡Púdrete, no tengo miedo!
Bellamy asintió.
—Aleja a tus demonios, entonces podrás dormir.
Sloane se quedó observando fijamente a Bellamy. Le fascinaba su forma de tratar a las personas, siempre sabía lo que hacía. A Sloane le gustaba el hecho de que Bellamy siempre tuviera algo que decir, siempre tenía una increíble respuesta.
Unos minutos después, Charlotte volvió a dormirse, repitiendo una y otra vez aquella frase. Las palabras de Bellamy la habían ayudado mucho, aunque también le habían metido otras ideas en su cabeza.
—Parece... que sabes lo que haces —comentó Sloane, refiriéndose a Charlotte.
—Es lo que hace tener una hermana —respondió secamente, luego bajó la mirada hasta la herida de Sloane. —Eso no luce bien.
Sloane no lucía bien en general. La herida sangraba mucho, su piel había palidecido y sudaba frío. Estaba tan débil que podría desmayarse en cualquier momento. Los tres días de reposo que había hecho ahora no valían nada, se habían perdido por completo.
—Es lo que hace enfrentar a una pantera —usó sus mismas palabras.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Bellamy, sin embargo la borró al recordar que estaba hablando con una terrestre. Frunció su ceño de inmediato, algo que a Sloane no le gustaba. Ella prefería verlo con una sonrisa, así fuera una arrogante.
—¿Por qué nos atacan? —insistió.
Sloane lo miró directamente a los ojos. Bellamy se estremeció ante su acción y pensó en lo profunda que era la mirada de la terrestre. Parecía querer mirar a través de él o, peor aún, parecía conocer cada rincón de su alma. Lo perturbaba.
—Puede... puede que no me creas —dijo antes que nada, manteniendo la calma. —Pero yo no los he atacado... tampoco mi gente.
—¿Tu gente?
Sloane tragó saliva, haciendo todo lo posible para mantenerse despierta. No resistiría por mucho tiempo, estaba segura pero hacía un esfuerzo por seguir hablando con Bellamy.
—Mi clan... no ha sido.
—¿Hay otro clan? —preguntó Bellamy, aprovechando la situación para obtener más información.
Los ojos de Sloane comenzaron a cerrarse lentamente sin su consentimiento. Había perdido mucha sangre y eso la había debilitado demasiado. Su vista se volvió borrosa y a penas podía hablar, su lengua parecía trabarse.
—No... yo...
Bellamy observó que a Sloane le costaba mantener los ojos abiertos.
—¡Oye! No te duermas —presionó, hablando con firmeza. —Dímelo, ¿hay más?
Pero Sloane no escuchó sus palabras. En ese momento su cuerpo cayó completamente al suelo, inconsciente. Finalmente no había podido luchar contra la pérdida de sangre. Bellamy no supo qué hacer con ella. Por un lado quería dejarla allí para que muriera, pero también se sentía en deuda con Sloane por haberle salvado la vida en dos ocasiones.
Él no era un monstruo desalmado, aunque sus acciones en estos momentos no eran las idóneas. Tenía corazón, no era un ser insensible y eso le indicaba lo que debía hacer. Finalmente decidió llevarla al campamento, podría ser de ayuda. Tal vez pudieran conseguir algo de información útil sobre los terrestres, aunque ese no era el único motivo que tenía para salvarla.
Un par de horas transcurrieron antes de que la niebla ácida se dispersara por completo. Cuando eso sucedió Bellamy cargó a Sloane sobre su hombro y salió de la cueva junto a Charlotte. Una vez afuera miró a su alrededor, sin embargo no encontró a ninguno de los suyos.
—¿Hay alguien por ahí? —gritó con fuerza para ser oído. —¡Jones!
—¡Por aquí! —Se oyó a lo lejos.
Bellamy y Charlotte se apresuraron a seguir la voz de Jones. Los encontraron no muy lejos de la cueva en donde se habían refugiado. Los adolescentes se sintieron aliviados por encontrar a Bellamy.
—Los perdí en esa cosa, ¿a dónde fueron? —preguntó el azabache, llegando frente a ellos.
—Llegamos a una cueva —respondió Jones.
—¿Qué fue eso? —preguntó otro adolescente. —¿Y quién es ella?
Bellamy miró de soslayo el cuerpo de Sloane, sin mucho interés.
—No sé qué era eso —respondió, luego señaló a Sloane. —Y ella es una terrestre.
Los tres adolescentes retrocedieron, temerosos al oír las palabras de Bellamy. Debido a sus malas experiencias con los terrestres, cada uno de ellos tomó su cuchillo. Estaban a la defensiva, como era de esperarse.
—¿Por qué diablos una terrestre está contigo?
—Se refugió con nosotros, pero cayó inconsciente —explicó brevemente.
—¿Y por qué la ayudas? —cuestionó Jones.
Bellamy sonrió con fingida malicia. Sus intenciones eran buenas, pero no podía demostrar debilidad.
—¿Quién dijo que la estoy ayudando? —respondió con otra pregunta, haciendo que los adolescentes sonrieran con malicia. Entonces Bellamy se percató de que faltaba uno. —¿Dónde está Atom?
Todos se miraron entre sí, sin saber el paradero de Atom. Se preocuparon al instante y pensaron que los terrestres lo habían capturado. De pronto, un grito atemorizante se oyó por todo el bosque. Se alarmaron al reconocer quién había gritado. Era Charlotte. En ese momento pensaron lo peor.
Bellamy y los tres adolescentes corrieron rápidamente hacia el lugar de donde provenían los gritos. Al llegar se encontraron con un muy malherido Atom. Se sorprendieron y asustaron con tan solo verlo.
—¡Atom! —exclamó Bellamy, bajando el cuerpo de Sloane para correr hacia el adolescente.
Atom estaba herido por doquier. La niebla ácida lo había alcanzado y lo había herido de gravedad. Su piel estaba enrojecida y repleta de ampollas que no lucían para nada bien. Era obvio que no sobreviviría, estaba muy malherido.
—Ma... Ma... —Atom trataba de hablar, pero el dolor se lo impedía. —Mátame...
No tuvo que repetirlo, Bellamy lo oyó perfectamente y se sintió mal por el joven que sufría, sobre todo por su hermana, quien había comenzado una especie de relación con Atom. Pensó en sus palabras. Sabía que no podría hacer tal cosa, aún cuando eso le evitaría mucho dolor.
En ese instante Charlotte apareció a su lado y le entregó el cuchillo que él le había regalado anteriormente. Ella había oído perfectamente lo que Atom había dicho y creía que hacer lo que pidió era la mejor opción.
—No tengas miedo.
Bellamy miró a los demás adolescentes.
—Vuelvan al campamento. —Todos obedecieron a Bellamy, excepto Charlotte, quien seguía a su lado. —Charlotte, también tú.
La preadolescente lo miró, lamentando la situación, y volteó para comenzar a alejarse. Esperaba que Bellamy pudiera enfrentar sus demonios y lograra cumplir el pedido del adolescente. Entonces Bellamy se arrodilló junto a Atom, empuñando el cuchillo con fuerza. Su mano comenzó a temblar. Estaba dudando, temía tener que asesinar a uno de los suyos.
—Por... favor —rogó Atom.
Bellamy cerró sus ojos con pesar. Él no quería hacerlo. Él no era un asesino. No podía quitarle la vida a uno de los suyos.
En ese momento unos pasos se oyeron detrás de Bellamy. Era Clarke, quien apareció luego de huir de la niebla. La rubia se arrodilló junto a Atom y lo miró, lamentando su estado. Este la miró y el estómago de Clarke se revolvió. Nunca imaginó ver tal cosa.
—Ma... tame... por... —trató de decir.
Clarke levantó la mirada hacia Bellamy.
—Oímos gritos.
Bellamy asintió.
—Charlotte lo encontró. La envié al campamento.
La rubia examinó a Atom, tal como su madre le había enseñado. Observó con atención cada una de sus heridas, sin embargo supo que era imposible salvarlo. Negó con la cabeza, apenada y entristecida.
Bellamy lo entendió. Supo que no había opción, pero aún así titubeó. No quería quitarle la vida y fue algo que Clarke notó. A partir de ese momento lo que la rubia creía de Bellamy cambió totalmente. Había creado una falsa imagen de él.
—Muy bien. Voy a ayudarte, ¿está bien? —dijo Clarke mirando a Atom, acarició su cabello y comenzó a tararear una canción.
Tomó una gran decisión en ese momento. Arrebató el cuchillo de las manos de Bellamy y, lentamente, comenzó a clavarlo en el cuello de Atom. En cuestión de segundos el sufrimiento del adolescente acabó.
Bellamy miró a Clarke y pensó en lo valiente que era. Se atrevió a hacer algo que ni siquiera él pudo hacer.
Luego de unos segundos no pudo soportar ver el cuerpo de Atom, por lo que se puso de pie. Caminó hacia Sloane y cargó su cuerpo de la misma forma que lo había hecho anteriormente. Clarke frunció el ceño al reconocer a la terrestre.
—¿Ella es....?
—La terrestre que nos salvó de la pantera —completó la frase. —La llevo al campamento.
Clarke se puso de pie.
—¿Por qué? —cuestionó Clarke, sabía que en el campamento no la aceptarían. —¿Qué le hiciste, Bellamy?
Clarke intentó acercarse, pero Bellamy la detuvo, levantando su mano.
—No le hice nada. —Se defendió. —Está herida y si quieres salvarla será mejor que vayamos al campamento.
Y comenzó a caminar hacia el campamento. Clarke no tuvo otra opción más que seguirlo, tenía que salvar a Jasper y a Sloane.
La rubia no creía que pudieran convivir con terrestres, pero notó algo diferente en Sloane y pensó que tal vez valdría la pena salvarle la vida.
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