xlvi. Confrontaciones
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS;
CONFRONTACIONES
Un día.
Luego de un maravilloso día lejos de los problemas, Bill y Eleanor volverían al número 12 de Grimmauld Place.
El rostro de la joven no tenía más colores cuando hicieron una aparición en conjunta y estuvieron en la plaza frente a su destino.
El aire fresco de la noche salía por sus labios, o quizás eran sus nervios porque podía sentir los vellos de su nuca erizándose mientras miraba la calle y apretaba su varita mágica, la cual aún milagrosamente no se había roto por la fuerza que estaba utilizando.
Y su otra mano permanecía entrelazada con los dedos de Bill Weasley.
Él la miró y le dedicó una sonrisa alentadora, dándole un ligero pero también cariñoso apretón en su agarre antes de hablarle.
—Vamos, Ele. No es como si un enorme perro rabioso nos esperara detrás de la puerta... —Eleanor lo miró expectante a lo que Bill guardó silencio y miró hacia abajo antes de carraspear. Él se corrigió—. Bueno, es decir, sabes a lo que me refería.
Eleanor rodó los ojos con una pequeña sonrisa burlona antes de fruncir el ceño ligeramente y suspirar.
—No hay manera en que decida entrar y volver de nuevo. No tanto por la reacción de Lunático o por la de Sirius, más bien... es porque no quiero pretender que esto no sucedió.
Bill sonrió y le dió un beso en su sien suavemente, su pulgar acarició su mano.
—No hay nada que pretender, Ele. Para nadie sería una sorpresa lo que sucede entre nosotros. —ladeó una sonrisa antes de continuar—. Bueno, probablemente lo sea para mi papá pero eso es porque él no presta atención a éstas cosas.
La joven no pudo evitar de sentirse contagiada por su humor, a pesar del temperamento que la acompañaba siempre: nervioso y preocupado. Cuando estaba junto a Bill Weasley todo se sentía tranquilo.
Su corazón ya no estaba tan nervioso, era más seguro y estable a pesar de que su mano seguía sosteniendo la suya.
Le gustaba esa sensación y quería que se mantuviera así.
—¿Sonará muy tonto de mi parte decir que lo único que me preocupa es la reacción de Harry?
Eleanor arrugó el ceño por la pregunta del pelirrojo mientras los dos cruzaban la solitaria calle, asegurándose que nadie los siguiera.
—¿Por?
—Bueno, así como mi papá no se da cuenta de las cosas creo que tú tampoco. —Bill rodó los ojos con cierto sarcasmo en su voz y Eleanor lo codeó suavemente haciéndolo reír—. Es dolorosamente obvio que tú sobrino me detesta. En serio.
—Harry es un niño tierno y sensible. Él no tiene la capacidad de detestar a nadie, Billy.
—¿Y el gnomos de jardín que me lanzó cuando él tenía solo doce?
—Cualquiera comete errores.
—¿Y las miradas mortales que me da cada que lo veo?
—Probablemente era un mal día.
La mirada del pelirrojo recayó sobre la suya y entrecerró sus ojos azules, Eleanor se sonrojó levemente.
—Una de dos... Es que en serio no te das cuenta ó eres su defensora número uno.
—Las dos. —dijo Eleanor riéndose suavemente, se paró de puntitas para darle un último beso en su mejilla antes de abrir la puerta.
La joven azabache no pudo ver pero el rostro de Bill quedó unos segundos estupefacto y sonrojado por ese pequeño gesto. No se acostumbraba aún al sentimiento de su corazón acelerado y las muestras de cariño que Eleanor poco a poco le daba con más confianza. Él solo pudo reaccionar cuando la vio entrar a la mansión Black, la siguió de cerca.
Adentro, los escandalosos gritos del cuadro de Walburga Black volvían a escucharse con claridad junto a la chillona voz de Cassiopeia Black, gritándole de regreso a su abuela. Era un ritual que tanto Bill como Eleanor ya estaban acostumbrados así que siguieron caminando como si nada, rumbo a la cocina donde estaban terminando de cenar los Weasley, los Black, Remus Lupin y para sorpresa de los recién llegados, también Harry Potter.
—Pero miren quienes se dignan a unirse esta noche. —dijo burlonamente Sirius Black recargando sus codos sobre la mesa y una sonrisa amplia extendiéndose por sus labios—. Nuestra pequeña Elle y Ben. ¿Ya viste, Lunático?
Remus que estaba sentado a lado del animago tomando una taza que probablemente contenía chocolate caliente, solo rodó los ojos y gruñó suavemente ignorando las burlas de su mejor amigo.
Unas pequeñas risas se soltaron entre los más jóvenes que veían con discreción y burla a la pareja, excepto Alphard, él se mantenía serio.
—Sirius. —lo regañó Molly Weasley, sonriéndole ampliamente a su hijo y a la joven, se acercó a ellos para recibirlos y ofrecerles de cenar.
Eleanor solo estaba mirando a Harry e iba a cuestionar el por qué estaba dos semanas antes de su ingreso a Hogwarts ahí pero fue interrumpida por el fuerte estruendo de su sobrino levantándose de su asiento y dirigiéndose a su tía.
—¿Dónde estuviste todo el verano, Ellie? —la cuestionó Harry, su mirada era suave sobre ella pero sus voz tenían cierto tono de molestia que no podía contener—. Estuve esperando tus cartas... tus visitas. Y cuando me trajeron ayer, tampoco estabas aquí.
Los labios de Eleanor se abrieron un poco mientras buscaba las palabras para explicarse sin tener que dar detalles de su misión tal y como Dumbledore se lo había ordenado, mucho menos podía contarle lo que había hecho con Bill.
El pelirrojo tenía su mano sobre la espalda baja de Eleanor con discreción, se acercó al menor sabiendo que la azabache no encontraba palabras, él inclinó su cabeza levemente como saludo.
—Hey, Harry. —dijo Bill con una sonrisa amable—. Siempre es un gusto verte.
La mirada esmeralda de Harry se alzó en el más alto, y frunció el ceño, sus ojos brillaron con molestia por él.
Bill tragó saliva y rascó su nuca incómodamente, inclinándose un poco a Eleanor para susurrar: —Te dije.
Eleanor no tuvo tiempo de reaccionar a eso, ella solo se acercó a su sobrino y lo abrazó con fuerza. Era más alto que la última vez que lo había visto hace casi tres meses, ya casi estaba a su misma altura. Una nostalgia se apoderó de su pecho y apretó sus labios para evitar sollozar.
A pesar de la diferencia de edad, reproches y la molestia que sentía, para Harry, Eleanor era una figura materna. Una viva imagen de lo que había sido su padre, James. Ella y Sirius eran lo que lo mantenía al recuerdo de su papá más cercano.
Sus brazos la envolvieron de forma rápida abrazándola por la cintura, su mentón descansando en el hombro de su tía. Y Eleanor, lo abrazaba por los hombros, tenía sus ojos cerrados inhalando su aroma a canela y...
Ella esnifa otra vez antes de alejarse y tomarlo de los hombros para verlo fijamente con los ojos entrecerrados sobre los suyos.
—¿Has tomado cerveza de mantequilla?
Harry se sonroja levemente casi olvidándose del largo discurso que tenía preparado para su tía en cuanto llegara. Ella era Eleanor Potter, por supuesto que no podía ocultarle nada y tampoco negarle nada. Ella era su debilidad.
—Sirius me dio permiso. —se excusó rápidamente haciendo que el hombre mayor comenzara a fingir una tos con fuerza. Los dos Potter se giraron a verlo.
—Black. —gruñó Eleanor con los dientes apretados y su dedo señalándolo de manera acusadora.
Remus se cruzó de brazos y se recargó en su silla listo para presenciar la futura y dramática discusión.
—Di que al menos no le di whiskey de fuego. —El hombre se levantó de su asiento y alzó las manos en defensa mientras los jóvenes continuaban riendo por las reacciones del mayor—. Diablos, Elle, él necesitaba algo para relajarse. Lo debiste haber visto ayer, estaba incontrolable.
—¡Entonces le pudiste haber dado una paleta, Sirius!
—¡Pero si la cerveza de mantequilla ni siquiera tiene alcohol!
—¡No deja de ser cerveza!
Bill y Harry que tenían indiferencias, más del menor que del mayor, se voltearon a ver cruzándose de brazos y ambos rodaron los ojos por la inmadura discusión. Al menos, podían estar de acuerdo con algo.
Los más jóvenes pronto fueron mandados a sus respectivas habitaciones a pesar de los reproches de que ellos querían quedarse, con una sola mirada de Molly Weasley bastó para que todos subieran rápidamente sin pronunciar nada más.
—Lo juro, nuestra madre da miedo. —se había escuchado la voz de Ron decirle a sus hermanos antes de subir las escaleras y desaparecer con el resto.
Harry era el único que se había quedado porque no parecía querer separarse de su tía ahora que la tenía frente a él de nuevo. El resto se había esparcido, al menos el matrimonio Weasley que se habían retirado a la cocina con la excusa de lavar los platos para evitar estar presentes cuando empezaran los reclamos. Bill, le había dado un beso en la sien a la azabache antes de ir con sus padres, él sabía que necesitaba espacio para hablar con su sobrino y los mejores amigos de su hermano.
Ese gesto no pasó desapercibido por nadie, sobre todo de Harry que ahora parecía más interesado en cuestionarla aún más.
—Antes de que empieces a hacer tus preguntas, Jamie. Necesito que primero me escuches, ¿de acuerdo? —Eleanor habló cuando se sentaron los cuatro en el comedor, su sobrino estaba a su lado, y frente a ella estaba Remus, de su otro lado estaba Sirius. Ninguno habló, el menor asintió dispuesto a escucharla—. Todo lo que has leído y visto en El Profeta tiene un motivo. Necesito que confíes en mí, sabes donde está mi lealtad y siempre permanecerá contigo. —ella tomó su mano con cuidado, sus pulgares rozaron su palma tiernamente y una sonrisa triste apareció en sus labios—. Mi corazón está contigo, Jamie. Tú eres mi mayor prioridad.
Los ojos verdes de Harry brillaron por las lágrimas. Un sentimiento cálido estaba extendiéndose por su pecho, era amor y cariño. Algo que en su corta edad solo había podido sentir gracias a Eleanor.
Sus brazos no tardaron en volver a envolverla en su embrace. Todo el coraje que estaba sintiendo por no saber nada en aquel verano poco a poco se apaciguaba mientras Eleanor lo sostenía, ella besaba su cabeza con tanto amor que no pudo evitar en soltar pequeñas lágrimas calientes que resbalaron por los hombros de la azabache.
—Perdóname, Ellie. Yo nunca debí dudar de ti...
Ella sacudió su cabeza y sonrió con nostalgia sosteniendo su rostro entre sus manos con amor.
—Yo te di razones para hacerlo, no es tú culpa, cariño. —musitó suavemente, sus pulgares limpiaron sus lágrimas y ella suspiró—. Lamento no poder contarte más, de verdad, detesto esto igual o más que tú. Quisiera que supieras todo porque mereces saberlo. Estabas ahí y yo sé que quieres ayudar pero... No puedo decirte y no porque yo no quiera. Es porque no puedo.
Eleanor nunca había sido una fanática de Albus Dumbledore, ella podía admirar su poder y destreza pero jamás las formas en que manejaba las situaciones. Ya había demostrado con anterioridad su falta de empatía con ella aunque tratara de negarlo. Ella accedía a trabajar con él porque tenían un mismo objetivo en común pero eso no la hacía ser leal a él, su única lealtad era con las personas que amaba.
—Harry lo sabe, Elle. Nosotros mismos se lo aclaramos ayer pero no es suficiente como el escucharlo de ti. —dijo Sirius después de tomar un trago de su vaso el cual Eleanor estaba segura que no contenía agua. Los ojos grises del hombre frente a ellos estaban brillosos y podía ser por las conmovedoras palabras entre los Potter o el hecho de que muy probablemente, había tomado más de lo que le respondía—. Nada que uno no haría por sus cachorros... protegerlos, incluso cuando eso te convierta en el enemigo.
Tanto Eleanor, Harry y Remus sabían que esto ya no se debía al mismo tema, él había tomado sus propias experiencias, lo mismo que lo había llevado al estado en que se encontraba.
» Te puedo decir algo que es más que obvio para todos y es que Eleanor te adora, Harry. Debes creer en ella, nunca había presenciado un amor tan incondicional como el de nuestra pequeña Elle. —Sirius suspiró y le dio un último trago a su vaso antes de limpiarse con la manga de su sudadera los restos de sus labios. Sus ojos estaban rojos—. Incluso las personas que más han sufrido suelen ser las que aman más fuerte.
—Sirius...
—No, Elle. Es verdad, lo he presenciado en todo el año que he vivido contigo en tu propio departamento, tienes un corazón tan grande que aún no comprendo cómo es posible. La vida ha sido injusta para todos aquí y no sabes como lo desprecio. —su puño golpeó contra la mesa con fuerza, el corazón de Eleanor se aceleró y Remus se levantó tratando de calmar a su mejor amigo—. Este hombre de aquí, también ha sufrido como no puedes imaginar... ¿has presenciado una vez una luna llena? Lo he visto. He ayudado. He estado allí. Y aún así, no es suficiente todo lo que se hizo. Nos hicimos animagos por él. No fue suficiente. —Sirius estaba aferrado a su silla mientras seguía hablándole a los Potter, sacando toda su frustración. Ninguno comprendía que era lo que lo tenía tan alterado. Remus aún trataba de controlarlo, la misma Eleanor se había levantado y colocó una mano en el hombro de Harry para tranquilizarlo—. ¿Y de que ha servido...? ¿Para qué...?
La voz de Sirius Black que siempre parecía ser el más alegre y burlón de la casa, poco a poco se rompía frente a su familia. Era el lado vulnerable que ellos no presenciaban.
—Vamos, Canuto. Creo que será mejor descansar. —Remus lo sostuvo de los hombros tratando de encontrar el balance entre sus cuerpos y la estabilidad para no tirarlo—. Te tengo, amigo.
Eleanor vio como Remus arrastraba a Sirius fuera del comedor dejando a los dos Potter a solas.
—¿Crees que estará bien? —preguntó Harry preocupado por su padrino.
Ella se mordió el labio y asintió levemente aunque no estaba segura.
—¿Él? Es Sirius Black. Por supuesto que estará bien. —le aseguró acariciando el cabello de su sobrino—. Todo estará bien.
Aunque se lo dijo más a ella misma que a alguien más.
★
Eleanor se había encargado de dejar a Harry en su habitación que compartía con Ron. Le había dejado un último beso en la frente de buenas noches antes de dirigirse al dormitorio de Sirius. Ella seguía preocupada por él, se encontró con su ex tutor saliendo de allí con rostro cansado, su cabello caía por su frente y las bolsas debajo de sus ojos atormentaban su la cálida expresión que la mayor parte del tiempo tenía.
—¿Cómo está? —preguntó suavemente, acercándose hasta él. Remus suspiró y pasó su mano por su cabello quitándolo de su rostro dejando más a la vista las cicatrices que lo adornaban—. ¿Qué fue lo que lo puso así? ¿Sucedió algo con los chicos... Artemis?
Remus sacudió la cabeza levemente y puso sus manos dentro de los bolsillos de sus pantalones.
—No, nada de eso. Lo puedo comprender, Sirius se siente atrapado... inservible. No tiene misiones, no puede ver a su esposa, si no fuera porque sus hijos o Harry están aquí, él probablemente estaría enloqueciendo lentamente.
Eleanor suspiró.
—Mañana hablaré con él.
Le preocupaba mucho el cómo estaba tomando la situación Sirius, desde el año pasado había observado como poco a poco uno de sus refugios se volvía el alcohol, evadía las charlas y se excusaba entre su máscara burlona. Ella sabía que no era así todo el tiempo, que los recuerdos de Azkaban le provocaban pesadillas, por eso bebía para olvidar y tratar de dormir. Eleanor quería ayudarlo, ella quería hacer tantas cosas y le estresaba no poder arreglar la situación. Se sentía dividida entre lo que quería y lo que debía hacer.
—¿Si sabes que no es tu deber ayudar a todos? —Remus enarcó una ceja recargando su espalda en la pared y hablando en voz baja para no despertar el retrato de la madre de Sirius. Sus ojos marrones estaban sobre Eleanor, analizándola como él había aprendido a hacerlo durante todos esos años a su lado—. Eres solo una chica de casi veintitrés años, Elle. Debes de guiar tu atención a otras cosas...
—¿Cómo qué? —Eleanor ladeó una sonrisa a medias, su rostro ligeramente elevado para verlo—. ¿En qué más que no sean mis hermanos y mi sobrino?
—En Bill. —dijo Remus cruzando sus piernas levemente mientras permanecía recargado, una sonrisa apareció en sus labios mientras observaba las pálidas mejillas de la joven calentarse rápidamente—. No necesito y no quiero saber como te fue en tú cita. En mi mente aún tienes ocho años y necesitas de mi ayuda para resolver los problemas. —él levantó su mano deteniéndola antes de que lo interrumpiera—. Estoy feliz por ti, El. Mereces ser feliz, no olvides que te vi crecer y por supuesto, vi cada interacción que tenías con Bill. Creo que ustedes dos estaban destinados muchísimo antes de que pudieras darte cuenta.
Ella miró hacia otro lado sonrojada, su sonrisa aún permanecía allí. Hablar de los sentimientos que tenía por Bill no era sencillo aún, pero hacerlo con alguien que ella le importaba su opinión más que cualquiera, era aún más abrumador.
—Estamos intentándolo... creo. —se encogió de hombros levemente—. Aún no lo hemos hablado, ahora sabemos que queremos al otro pero... Si te soy sincera, tengo miedo, Rem. Esto es nuevo para mi, no sólo las citas, me refiero a ser vulnerable por alguien. Eso es difícil para mi, y no lo entiendo, parece tan sencillo para otras personas... Me hace sentir cobarde.
Remus se acerca y pone sus manos sobre los hombros para que ella lo mire a él. La mirada del hombre lobo se suaviza mientras la escucha. Ella era su pequeña Elle, la hermana que siempre había soñado con tener y proteger. Era ella quizá lo que él más apreciaba en ese mundo.
—El que tengas miedo no te hace cobarde, Eleanor. Es algo de lo que te debe hacer sentir valiente. Algunas personas jamás se atreven a expresar lo que sienten por miedo y eso es una pena. Pero tú... Tú eres la persona más valiente que he conocido.
Eleanor parpadea despacio sintiendo su vista ligeramente nublada, sus palabras eran lo que ella más apreciaba.
—¿De verdad lo crees?
—Te lo puedo asegurar, Elle. Yo más que nadie te conozco. Y te he visto. —él se agachó levemente para mirarla fijamente, una sonrisa cálida estiró sus labios—. Conozco cada una de tus versiones y esta que tengo frente a mí, que asegura ser cobarde, es lo más lejos de la realidad. Tú Elle, eres única y mereces ser feliz.
Sus palabras tenían mucho más significado pero Eleanor no lo podía notar en ese momento porque ella seguía en la oscuridad sin saber del todo a que se podía referir, pero Remus lo sabía perfectamente bien. Él sabía que la verdad la destruiría eventualmente, todo en lo que creía se derrumbaría y él no podía asegurarse de estar allí para ayudarla a levantarse nuevamente.
—Gracias, Lunático. Lo digo en serio, gracias por nunca juzgarme y siempre apoyarme en todo, inclyso si estoy equivocada.
—Yo te seguiré fielmente y muy probable, ciegamente también.
Los dos sonrieron antes de soltar unas pequeñas risitas que fueron apagadas cuando se abrazaron con fuerza.
En ese abrazo fue como regresar el tiempo atrás, donde Eleanor volvía a tener ocho años y lo único que podía aferrarse era a él. Su única ancla, su salvavidas, la razón por la que ella seguía viva. Era él.
—No pude tener mejor tutor que tú.
—Eso es probablemente debatible...
Ella se rió suavemente y sacudió su cabeza sin soltarlo aún.
—Gracias por no abandonarme. —susurró Eleanor con la voz un poco débil.
—No debes agradecerme eso, Eleanor. —Él beso su frente antes de soltarla y mirarla nuevamente a sus ojos chocolate—. Creo que mi lado egoísta debe agradecerte a ti por no dejarme solo entre tanto dolor. Al menos te tenía a ti, eras y eres mi rayo de esperanza al final del túnel.
Eleanor rodó los ojos sonriendo mientras limpiaba la pequeña lágrima que se había derramado con su dorso.
—Eso es probablemente debatible.
Remus soltó por primera vez una gran carcajada que hizo despertar al cuadro y pronto, las luces de las habitaciones se encendieron comenzando a gritar que se callaran.
—¡Lo juro por el futuro cadaver de Kreacher que incendiaré ese cuadro y la casa también si no me dejan dormir! —gritó irritada Cassiopeia Black desde su propia habitación.
Pero el hombre lobo continuó riendo, contagiándole a ella misma.
Después de tanta tristeza, siempre terminaría regresando a su lugar seguro que era a lado de su ex tutor.
★
—Por favor, no hagas eso. —pidió Sirius mientras sostenía su cabeza con ambas manos y estaba sobre el sofá de la sala tratando de encontrar un lugar donde no hicieran ruido pero era imposible con la casa llena.
Dahlia Bane estaba comiendo una bolsa de papitas y leyendo una revista. Haciendo más ruido del necesario, claramente tratando de molestar al dueño de la casa por haberle quitado el sofá largo para recostarse él allí.
—Sí, bueno, no lo creo. —dijo la morena continuando cambiando de hoja haciendo un ruido fuerte cada que cambiaba de página. Sirius que estaba sensible, gruñó—. Probablemente deberías dejar de beber.
Sirius se giró a verla con la mirada irritada y el ceño fruncido, estaba a punto de replicarle por lo que dijo pero Eleanor lo detuvo haciéndole señas para que la siguiera.
De mala gana, se levantó del sofá siguiendo a la azabache solo para ver como Dahlia se lanzaba en el sofá que él había dejado.
—Ella es más atractiva y agradable solo cuando está callada, lo juro. —mencionó cuando entró al otro salón donde Eleanor admiraba el tapiz del árbol genealógico de los Black—. Recuérdame otra vez, ¿por qué le permití vivir con nosotros?
Eleanor lo miró sobre su hombro y esbozó una sonrisa burlona.
—Porque probablemente estabas distraído con molestar a Rem con tenerla aquí que no pensaste dos veces antes.
—Cierto. —chasqueó la lengua y metió sus manos dentro de sus pantalones, acercándose hasta donde estaba Eleanor viendo el tapiz, su mirada gris recayó en el nombre de «Regulus Black». Su expresión se suavizó solo un poco antes de mirar de nuevo a Eleanor a su lado—. Dora aún me odia por eso.
—Dora no odia a nadie. Probablemente sea disgusto pero no odio. —recalcó Eleanor.
Sirius sonrió mostrando sus dientes y las esquinas de sus ojos se arrugaron por ese gesto. Incluso con todo lo terrible que había vivido durante catorce años, él seguía siendo sorprendentemente atractivo.
—Tienes razón, Elle. Es imposible odiar a Sirius Black... a menos que seas Quejicus. —fingió una expresión de asco y sacó la lengua pretendiendo hacer arcadas—. Incluso pronunciarlo es tan desagradable como su cabello.
Eleanor sonrió pero sabía que él solo estaba alargando la charla lo más que podía, parecía que la comunicación no era su fuerte. Al menos, tenían algo en común.
—¿Ignoraremos lo que sucedió ayer?
—¿Tú regreso de la luna de miel con Ben?
—Sirius...
El hombre suspiró y borró su sonrisa burlona al ver la expresión preocupada en el rostro de la hermana de su mejor amigo... O al menos, eso era lo que había creído por años.
—Lamento si te incomode, El. No fue mi intención, al menos Remus me dijo que no fui imprudente por primera vez... Deberías haberme visto en mis tiempos en Hogwarts con James, siempre terminaba diciendo algo que no debía o haciendo algo que tampoco debía... En fin, mi experiencia con el alcohol es tan mala que no debería existir una relación... ¿Seré yo la víctima?
Sirius continuaba divagando y Eleanor solo se dedicaba a mirarlo con expresión preocupada, se giró para verlo de frente y su mano tomó la suya en un agarre reconfortante. Él se detuvo tan pronto y sintió su cálido toque.
Una oleada de culpa lo invadió al ver la expresión cálida y suave con la que lo trataba, él no mintió ayer cuando dijo que ella era la persona más buena que había conocido, probablemente no merecía ser buena con él, no cuando él sabía un secreto que debería de habérselo dicho al instante se enteró pero que decidió guardar.
—Sé que mis palabras no serán un consuelo pero para mí Sirius, es importante que estés aquí. También sé todo lo que has sufrido, pero agradezco que sigas aquí con todos... conmigo. —Eleanor tragó saliva antes de continuar—. Me hiciste falta todos estos años, y ahora aunque sé que sigues sufriendo, eres importante y es indispensable tenerte aquí. No solo por mí. Harry, Remus... tus hijos. Te necesitamos y nos duele ver como sufres. —Ella acaricia su mano y aprieta sus labios levemente—. Puedes hablar conmigo, Sirius.
Él suspira.
—¿Cuándo creciste tanto, eh? —Sirius se cuestiona así mismo sonriendo un poco—. Eres la más pequeña y sigues siendo la más sabia. ¿Cómo es eso posible? —el aprieta su mano de manera reconfortante, su mirada gris se suaviza mientras la mira—. Aunque no lo diga o no lo demuestre, estoy orgulloso de la mujer en que te has convertido, Elle. Y sé que no hago mi mejor esfuerzo pero lo seguiré intentando porque es por ustedes que sigo intentándolo. Mi verdadera familia.
—Los Potter siempre hemos sido tú familia, Black.
Otra oleada de culpa lo invadió mientras observaba a Eleanor sonriéndole, recordándole los buenos momentos en el pasado cuando sus padres —los que ahora sabía que no eran—, le habían abierto los brazos y las puertas de su casa.
Sirius trató de sonreír e ignorar la incomodidad que sentía.
—No importa que suceda, tú siempre serás una de mis Potter favoritas, Eleanor.
Él tenía mejor experiencia que nadie, sabía que la familia no tenía que ser siempre de sangre para seguir siendo parte de ti y tanto como Sirius y Eleanor, tenían eso en común.
Ella frunció el ceño suavemente sin dejar de sonreír, estaba extrañada por sus palabras pero probablemente solo era Sirius siendo Sirius.
—Yo también te quiero, Sirius.
—Aunque me digas lo mucho que me quieres no creas que no se me ha olvidado lo tuyo con Ben...
Eleanor lo suelta rápidamente y se cubre las orejas con sus manos comenzando a caminar a la puerta.
—¡Se acabó esta charla!
—Puedes huir ahora pero eventualmente te diré que «te lo dije».
—¡Adiós, Sirius!
Eleanor salió de la habitación antes de que él pudiera decirle algo más y Sirius baja la mirada al suelo de madera sonriendo.
Al parecer la ya no tan pequeña Elle, ya había comenzado a aceptar que su hilo invisible que la ataba a cierto pelirrojo siempre estuvo ahí.
Y él disfrutaría de ello cada segundo.
NOTA DE AUTORA
¿Qué es? ¿Dos años? Mmm maybe... soy terrible. Admito que amo esta historia y que me frustra no haberla podido continuar en mucho tiempo por la falta de inspiración pero aquí estoy retomándola nuevamente porque quiero terminarla.
¿Cómo han estado? ¡Quiero saber de ustedes también!
Espero que les guste y la disfruten porque lo hago para cada unx de ustedes que me pidió continuarla.
(Extrañaba mucho a Ellie, no saben cuanto)
Este cap va dedicado a sanktaylor que me apoyo y me alentó a terminar el cap, te amo babyyy <3
Besos enormes,
Fergie x
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