xlii. Fragilidad



CAPÍTULO CUARENTA Y DOS;
FRAGILIDAD


El poco auto control que tenía se había ido por la borda cuando descargó toda su ira y frustraciones sobre el rostro de Severus Snape.

Quería decir que se sentía culpable por lo sucedido pero sería mentir y estaba harto de las mentiras que lo rodeaban.

Había perdido tanto en tan poco tiempo que sólo necesitaba algo para hacer detonar todo el dolor que se había instalado en su pecho.

Él escuchó a su sobrina Cassiopeia decir que llorar aligeraba el sufrimiento del corazón. Normalmente, Ares no creía en las cursilerías que la melliza Black sí, pero él no tenía nada y quería aferrarse a algo.

Lo que fuera.

Después de haber perdido a la que creía se convertiría en el amor de su vida, nada tuvo sentido y su hermana Artemis lo sacó de aquella mortal depresión, le hizo volver a confiar en que todo algún día mejoraría.

Pero no fue así.

También había perdido a su propia melliza justo como a su primer amor.

La única familia que le quedaba eran los hijos de su hermana (y es que él sólo los tenía a ellos, ya que su propio padre era tan cruel que lo había borrado del árbol de su familia cuando lo abandonó a los quince años). Luego, su hermano menor Barty había salido tan mal que había hecho lo peor que imaginó: se unió a los mortífagos. Los mismos que habían provocado que su hermana Artemis cayera en el fatal estado que se encontraba.

Ser un Crouch le avergonzaba, no podría haber llegado hasta donde estaba sino hubiera sido por Rufus Scrimgeour que lo había acogido como a un hijo propio. Con su apoyo y con el deber de mantener a sus sobrinos a salvo bajo su mismo cuidado, protegiéndolos de su padre quién en realidad era un hombre inocente pero su enojo y sus frustraciones acabaron señalándolo como el culpable del estado de su melliza.

Ares necesitaba sentir que estaba haciendo justicia por lo que su hermana había sufrido y aunque no fuera de la mejor manera, lo hizo sentir mejor.

Una vez más, después de encargarse de mantener a Black en Azkaban por años, Ares había creído que todo mejoraría pero volvió a fallar.

Eleanor.

Su perdición comenzó cuando su camino se cruzó con el de ella.

La inocente y hermosa Eleanor Potter había logrado lo que nadie después de tantos años: enamorarlo.

Él creyó que sería muto pero no era así.

Sólo un tonto podría no darse cuenta en cómo la mirada de la azabache de ojos chocolates se desviaba totalmente al primogénito Weasley. Y entre más lo negaba, más lograba notarse el intenso sentimiento que crecía dentro suyo.

Ares sólo terminó haciendo lo que desde un comienzo él mismo profesó: alejarla.

La había mandado directamente hacia a él y no hubo nada que Ares pudiera hacer para detenerlo. Simplemente, él la había perdido cuando nunca la había tenido.

Auch.

—Si dejarás de moverte podría curarte. —lo regañó Dahlia, sosteniendo una bolita de algodón humedecida con alcohol sobre sus dedos. La joven rumana se había ofrecido voluntariamente a curar las heridas del auror una vez que lograron instalarse en el comedor, parecía muy entusiasmada con su trabajo—. Déjame terminar de curarte. —le ordenó.

Remus y Sirius estaban del otro lado de la mesa mientras el primero aún trataba de tranquilizarlo para que no corriera detrás del profesor de pociones. Había sido muy reciente la pelea y el animago aún tenía ganas de golpearlo justo como su cuñado lo había hecho. Por otro lado, Alastor Moody estaba en una esquina del comedor observando con cierto recelo y aprehensión a los movimientos que Ares Crouch hacía, aún no dejaba de recordar que el hermano del hombre lo había mantenido casi nueve meses sin comida y deshidratándose.

—Arde. —se quejó Ares arrugando el ceño.

—Obvio te arderá. —se burló la morena—. Es alcohol, bobo.

El auror miró de mala gana a la rumana pero se guardo sus comentarios por el insulto. Lo estaba curando y lo menos que quería era ser un malagradecido por ese gesto aún cuando la mujer le molestara.

El ruido de la puerta los interrumpió y alzaron su mirada solo para ver al dragonalista ingresar a la habitación con un leve sonrojo en sus mejillas. Se acercó hasta su amiga y con cierta curiosidad, miró cómo ella limpiaba la sangre del hombre Crouch.

—¿Por qué lo curas al estilo muggle? —la cuestionó Charlie acercándose a su costado para susurrarle—, ¿sabes que con un movimiento de varita él estaría curado, no?

—Sí. —respondió Dahlia—. ¿Y?

—¿Entonces...?

—Si tengo la oportunidad de tocar gratis a un hombre que está jodidamente ardiente. Lo haré. Sin rechistar. —explicó con naturalidad.

Charlie giró un poco sobre su hombro para ver al hombre lobo que miraba discretamente las acciones de la morena. 

—Creí que te gustaba Remus...

Dahlia achicó sus orbes cafés hacia su amigo.

—No me gusta. —se encogió de hombros con una sonrisa pícara—. Me encanta. —agregó guiñando su ojo derecho coqueta.

—Pero...

—¿Seguirás haciéndome preguntas o me dejarás acabar aquí? —ladeó su cabeza haciendo señas al auror que se encontraba sumido en sus pensamientos y (gracias a Merlín) no había prestado atención a los susurros de los dos jóvenes. Dahlia miró fijamente al pelirrojo antes de sonreír al ver sus mejillas—. ¿No fuiste a dejar al chico a su habitación o por qué estás como un tomate?

Él la miró mal y tras una pequeña batalla de miradas, el dragonalista cedió y habló:

—Me aseguré de que Alphard se fuera a su cuarto como lo pidió Sirius pero... —suspiró Charlie—... cuando venía de regreso me encontré con Elle y mi hermano.

Una mirada comprensible se mostró en los ojos de la morena y se separó un poco del auror para apoyar una de sus manos en el hombro de su amigo.

—Lamento no poder cumplir con lo que me pediste pero...

—No, no. Ya no fue necesario. —dijo Charlie con nostalgia—. Era una estupidez de mi parte creer que ella me vería como algo más... Elle siempre lo quiso a él, incluso cuando estábamos en Hogwarts ella sólo lo miraba a él.

—¿Y le dijiste la verdad? —curioseó Dahlia—. ¿Qué estás enamorado de ella?

—No pude hacerlo. —admitió—. Él la quiere y yo quiero más a mi hermano de lo que podría querer a una chica, aunque sea ella.

Dahlia lo miró con tristeza.

—Eres muy valiente al dejar ir a alguien que quieres.

—Por algo soy un gryffindor, ¿no? —sonrió Charlie inflando su pecho y la morena tuvo que reprimir su risa al escuchar la puerta abriendose con fuerza.

Los presentes retrocedieron al ver la imponente figura del director de Hogwarts que deslumbraba un aire de completa autoridad y molestia, mucha, mucha, molestia.

Los ojos cristalinos del anciano que estaban detrás de aquellas gafas de media luna recorrieron todo el comedor hasta posarse fijamente en Ares Crouch. A quién no dudo en acercarse con pasos seguros, el auror se levantó de su asiento luciendo mucho más alto que el director. Había una guerra de miradas por ver quien de los cedía en hablar y ante el potente orgullo en los orbes oscuros del Crouch, el director fue quién irrumpió el silencio.

—Sé que hay muchas indiferencias entre ciertos miembros de la orden, pero la acción que tomaste en contra del profesor Snape no es la debida, Ares.

—Vaya... Te habías tardado Dumbledore. —anunció Sirius con amargura—. Quejicus tardó más de lo que esperaba en ir a llorarle.

—Sirius... —lo reprendió Remus poniendo una mano en su hombro para regresarlo a su asiento pero él mantuvo su postura viendo las acciones del director.

—Severus fue el único en tener el valor de irme a decir lo que había sucedido. —lo defendió Dumbledore con voz amable pero en su mirada se decía todo lo contrario—. Yo fui el que di la orden de no más visitas a San Mungo, no Severus. Si debías enfrentarte a alguien, era a mí, Ares.

El auror no le quitó la mirada llena de rencor a Dumbledore.

—Entonces supongo que él no te contó nada sobre lo que dijo de mi hermana, ¿verdad? —dijo Ares con tono mordaz—. Defiendes todo el tiempo a un hombre que como pasa tiempo favorito es molestar a sus alumnos y hacerlos sentir miserables. Dices que debemos confiar los unos en los otros pero fuiste el primero en meter a un mortífago a la orden, ¿así quieres que confiemos en nosotros? —sonrió lleno de amargura y sus ojos destellaron furia—. ¿No quieres que te recuerde que sucedió en la primera guerra o sí?

La tensión en la habitación creció y Moody quien permaneció ignorándolos, se mostró más interesado por el rumbo de la conversación.

—Tengo grandes motivos para confiar en Severus. —dijo Dumbledore con tranquilidad mientras calculaba el temperamento del auror frente suyo—. Ya lo habíamos hablado, Ares...

—¡Sigues sin darnos una respuesta que nos haga confiar en él! ¡Ese mortífago será el primero en vendernos en cuánto tenga la oportunidad!

—Él está arriesgando su vida para brindarnos toda la información útil para vencer a Voldemort.

—¡Mentira! —gritó Ares con tanta fuerza que la vena de su frente se marcó. A fuera, se escucharon los gritos del retrato de la madre de Sirius haciendo ruido pero no se inmutó, tenía mucha ira y deseaba desquitarse por haber perdido tanto contra alguien. Lo necesitaba—. ¡No dejas de repetirlo pero no me sirve! ¡¿Cómo me aseguras que no será el culpable de mi muerte o de la tuya, Dumbledore?! ¡¿Cómo?!

—Porque yo le confiaría mi vida a Severus Snape. —dijo Dumbledore con serenidad—. Y no tengo nada más que decir al respecto. Todos aquí estamos arriesgando algo y luchando por una causa más grande de lo que crees, lamento que hayas perdido mucho, Ares, lo lamento mucho. Pero hay cosas mucho más importantes que pelear entre nosotros.

—¿Quieres decir que no importa que mi padre haya sido asesinado por mi loco hermano? —inquirió Ares con dolor—. ¿Qué no importa Artemis no pueda disfrutar a sus hijos por culpa de personas (mortífagos) como él?

—No, no estoy diciendo eso, Ares.

—Claro que lo estás diciendo. —interrumpió Sirius rodeando la mesa para posarse a un lado de Ares—. Ahora mismo, si tienes algo de lo que reclamarle a Crouch por haber golpeado a Snape lo harás también frente a mí. Y si quieres que creamos en quejicus, será mejor que nos des una razón más que un insignificante «confíen».

—¿Quieren una razón? —Habló Moody de repente haciendo sonar su bastón. Ojoloco se dirigió hacia Dumbledore y asintió con decisión—. Yo les diré el por qué tendremos que confiar en Snape.

—No, Alastor. —lo detuvo Dumbledore—. No es el momento.

—¿Qué no es el momento? —preguntó Remus con el entrecejo fruncido—. ¿A qué se refieren?

—Será mejor que te sientes Ares. —pidió Moody cojeando hasta su lado haciendo que tanto Charlie como Dahlia se movieran de su lugar para dejarlo pasar—. Y te prepares porque lo que escucharás no te va a gustar.

—¿Hablas de lo que se refería a Snape con un «secreto»? —preguntó Ares confundido.

—Charlie... Dahlia... —les habló Dumbledore con suavidad—, déjennos a solas un momento, por favor.

Tras un pequeño compartimiento de miradas los dos amigos asintieron y salieron del comedor dejando a solas al resto.

Con un movimiento de varita, Moody hechizó la habitación para que nada de lo que se hablara entre esas cuatro paredes se escuchara.

—No estoy de acuerdo con esto. —señaló Dumbledore a su viejo amigo Alastor antes de ir a una esquina del comedor y ver las viejas lavavajillas de plata que habían en uno de los muebles como si fuera lo más interesante. 

Lentamente Ares se sentó en su lugar con el corazón latiendo de manera rápida y sin sentido. Algo dentro suyo le decía que mejor huyera de allí. No se sentía tan seguro de lo que escucharía y temía por ello.

Sirius y Remus se miraron entre sí sin saber que hacer pero el viejo auror se dirigió a ellos.

—Ustedes también deberían sentarse, es importante lo que escucharán y que nada de lo se diga aquí se repita. —dijo Ojoloco con un ligero temblor—... Es lo mejor.

—Nos estás asustando, Ojoloco. —dijo Sirius.

—Será mejor que hables de una vez o comenzaré a creer lo peor. —le siguió Remus más preocupado.

Alastor miró a Ares con pesadumbre y suspiró.

—Cuando Voldemort regresó, Snape pudo enterarse de algo respecto a por qué era importante que tu hermano cumpliera y no lo detuviera sus sentimientos.

—¿Mi hermano? —cuestionó el auror Crouch.

—Barty Crouch junior tenía dos misiones. —siguió Ojoloco mirando con cierta lástima que nunca antes se había visto en él hacia Ares—. La primera era llevar a Harry al cementerio y la segunda era matar a Eleanor Potter. —el estómago de Ares se hundió—. Voldemort sabía que Barty no se atrevería a hacer lo último y esa era una prueba de vital importancia sobre su lealtad a su amo. Por eso se la encomendó.

—N-No entiendo —tartamudeó Ares con los ojos abiertos—. ¿Por qué a Barty no le preocuparía matar a su propio padre pero no a Eleanor?

—Yo no lo entendía tampoco. —interrumpió Dumbledore aún sin despegar su mirada de las lavavajillas—. Hasta que Eleanor me habló sobre lo que ustedes encontraron en la mansión Crouch. Sobre las fotos de ella.

El corazón del auror comenzó a latir con más fuerzas y sus manos comenzaron a sudar mientras recordaba las manchas de sangre en las paredes, las fotografías de Eleanor siendo pequeña que estaban mal recortadas de los ejemplares de El Profeta y el diario lleno del nombre de la joven azabache. El temor creció y casi pudo volver a ver los ojos llenos de pánico en la mirada chocolate de Eleanor al verlo.

—¡¿Qué?! —gritaron Sirius y Remus al unísono sin saber sobre aquello.

Dumbledore los ignoró.

—¿Por qué crees que los tenía ahí? —lo cuestionó—. ¿Qué obtendría tu hermano Barty teniendo imágenes de Eleanor? ¿Por qué le importaría saber sobre ella? ¿Por qué no la mataría cuando pudo hacerlo en tantas ocasiones?

Ares parpadeó y miró la mesa antes de desviar su mirada a Alastor Moody que se inclinó más cerca de la mesa y lo dijo.

—Él la amaba. —dijo—. Y no era el tipo de amor que imaginaríamos, no, era algo mucho más peor y terrible.

—¿Y cuál era? —cuestionó Lupin.

—Fraternal.

Los ojos de Ares se desviaron a Dumbledore sólo para encontrar al anciano director ya mirándolo fijamente.

—Eleanor no es una legítima Potter. —admitió finalmente congelando el tiempo ante esas palabras y derrumbándose ante las siguientes—. Eleanor es hija de Barty Crouch.

—¿Qué? —alcanzó a musitar Ares sin aire.

—Eleanor es tu hermana, Ares.

nota de autora;

Yo sólo dejo esto y me iré lentamente...

¿Oopsie?

Pd. Si no entendieron algo yo trataré de explicarles sin dar spoilers, ahora sí, huiré :-)

Besos enormes,
Fergie 💘

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