xli. Rojo y azul


CAPÍTULO CUARENTA Y UNO;
ROJO Y AZUL



Una de las principales características de ser un Gryffindor era la valentía y Eleanor Potter era una mujer muy valiente... algunas veces.

Por ejemplo, si el mismísimo Lord Voldemort estuviera tocando a su puerta, ella no dudaría ni un segundo al lanzarle una maldición asesina. En serio, lo haría. Y eso ya era mucho que decir, eran ligas mayores porque se trataba del mago más tenebroso del mundo mágico y la azabache lo enfrentaría sin temblar.

Pero cuando se trataba de situaciones cómo en las que se encontraba en ese momento: siendo besada de una manera tan tierna y delicada por Bill Weasley... Eleanor se sintió la mujer más afortunada y sin duda, la más cobarde que podía existir.

El sólo pensar en lo que haría o mucho peor, en lo que él le diría tan pronto y cuando se separaran, le causó pánico y un terrible temor se exparció por todo su cuerpo.

Oh, sí, tener que enfrentarse a los nuevos sentimientos que acababa de descubrir por Bill Weasley le daba más miedo que un sanguínareo asesino que buscaba matar a todos sus seres queridos (Era exagerado, pero así se sentía).

Por eso, cuando finalmente ambos se separaron para poder recuperar el aliento perdido que su beso les causó y él abrió sus ojos para mirarla con una preciosa sonrisa que se extendía de oreja a oreja iluminando todo su bello rostro, provocó que el corazón de Eleanor estuviera a nada de explotar dentro de ella. Las intenciones de querer volver a acercarse y juntar sus labios nuevamente para besarse hasta el cansancio estaban allí presentes, pero todo tomó un rumbo diferente y muy extraño para el pelirrojo cuando en lugar de que ella le permitiera volver a besarla, Eleanor no hizo nada más que salir huyendo. En serio: huyendo.

De una manera inesperada y con una asombrosa agilidad que le trajo cada entrenamiento que tuvo como auror, empujó a Bill para salir disparada de la sala en donde se encontraban hasta su habitación sin importar el chocar contra los paraguas al doblar el vestíbulo y ése ruido terminara despertando al escandaloso retrato de la madre de Sirius. La joven ignoró los gritos para sólo subir y seguir corriendo ahora por las escaleras. Incluso se encontró a los gemelos Weasley en los pasillos, ambos preguntándole que era lo que le sucedía, pero ella los evadió para abrirse paso por en medio empujándoles en el acto y provocando que las frentes de los dos impactaran entre ellos.

¡Lo siento! —les gritó Eleanor mientras corría y escuchaba los quejidos de los chicos a sus espaldas.

Podían llamarle cobarde (y que lo era) pero no pudo hacer nada mejor. Estaba entrando en crisis por la situación y al no saber qué hacer para controlarla prefirió la opción de huir. Estaba mal y Eleanor lo sabía pero quizás luego (y cuando ella estuviera lo suficientemente lejos de él) le pediría disculpas.

Al visualizar la puerta de madera de su habitación Eleanor la abrió para después encerrarse dentro sin olvidar antes de colocar el seguro (muy estúpido porque eso no detendría a nadie de abrirla pero la hizo sentirse protegida). Pegó su espalda a la puerta para lentamente deslizarse por la misma hasta caer sentada, abrazó sus piernas atrayéndolas a su pecho, el cuál subía y bajaba agitadamente por la adrenalina recientemente causada. Prácticamente había corrido hasta el tercer piso del Grimmauld Place y sin remordimientos (luego, quizá) había empujado lejos de su camino a los dos hermanitos de la persona de quién ella huía.

Tras pensar en ese momento todo lo que había hecho con tal de esconderse, se sintió muy tonta y estaba segura de que nada ocultaría la capa roja que cubría todo su rostro gracias a que aún no bajaba el ardor que estaba en sus mejillas por culpa de Bill Weasley. Tuvo que pasar sus manos repetidas veces por su cara ahogándose entre pequeños gritos, pero no eran de frustración, no, eran de emoción. Eleanor Potter estaba muy feliz. Tanto que estaba segura que no sabía dónde depositarlo todo sin volver a despertar a la madre de Sirius (la cuál ahora ya no se escuchaban más sus gritos).

La joven se encontró mordiendo su labio inferior al recordar cada una de las palabras de Bill Weasley, y por supuesto cada sensación emocionante que llenó casi por completo su cuerpo por un solo beso de él. Siempre tuvo esa sensación de que algo sucedía entre ellos y el cómo todo se intensificó más después de la anterior navidad. Las palabras del pelirrojo hacían eco en su cabeza y pronto, una risa nerviosa salió de sus labios hasta convertirse en ligeras carcajadas de felicidad.

Estaba confirmado que era una cobarde, pero se sentía muy feliz y su rostro estaba ardiendo por el sentimiento que crecía en su pecho cada que pensaba en los ojos océano del mayor de los hermanos Weasley.

¿Cómo su gran amigo de la infancia podía llegar a causarle tanto con una simple mirada?

Una nueva sospecha apareció: si el rojo y el azul eran sus colores favoritos, ahora estaba segura de que eran por él.

Por Bil Weasley.


Cuando estuvo más calmada, pasado una hora, decidió que era el momento perfecto de tratar de dar la cara y arreglar las cosas... o de volver a huir. Lo primero que sucediera cuando estuviera frente a él.

Esa fue el primer motivo por el que Eleanor decidió salir de su habitación después de haber huído como una cobarde.

Se esperó de todo, menos lo encontraría tan pronto y abriera la puerta de su cuarto.

Oh, no. Ella estaba a nada de colapsar cuando presenció aquella escena.

Tuvo que retroceder y volver a encerrarse dentro de su habitación sin detenerse en el ruido que causó al azotar la puerta.

Eleanor se olvidó de pronto de toda la emoción que sentía por Bill Weasley y todo lo que causó, se olvidó de su cobardía, se olvidó de los nervios que sentía y el shock tomó su lugar.

Retrocedió y retrocedió hasta caer sentada sobre su cama, con los ojos de par en par y su boca abriéndose y cerrándose mientras la puerta era nuevamente abierta por Charlie con las manos extendidas hacia ella y una cara de preocupación total en su rostro.

—Lo puedo explicar —dijo Charlie rápidamente—, sólo dame un minuto.

—¿C-Cuándo...? ¿Cómo...? —lo cuestionaba Eleanor en completo shock. Estaba tan sorprendida que no podía pensar en que preguntas hacer—. Se estaban... Cassie... y tú...

—Quizá necesite más de un minuto. —agregó Charlie al notar el estado de su amiga—. Prometo contarte todo, sólo tienes que escucharme antes de que saques las conclusiones tú misma.

—Pero... Pero... —parpadeó Eleanor y se levantó de la cama frunciendo el ceño—. ¿Cómo planeas explicarme lo que acabo de ver? Creo que ya se explica solo... ¡Estabas besando a Cassiopeia! —chilló en voz baja con temor a que las paredes se traspasara la información—. Es... Es... Una locura...

El dragonalista se vio interrumpido cuando la melliza entró detrás suyo con expresión cansada e irritada por la presencia de la azabache que solo la miraba sin dar crédito.

—Fue sólo un beso —dijo Cassiopeia detrás de Charlie con los brazos cruzados y una mirada pesada sobre ella—: Súperalo. Un beso cómo los mismos que te dabas tú con mi tío.

Eleanor se sonrojo levemente comenzando a molestarse por la actitud tan hosca de la menor para con ella y Charlie miró furioso a la melliza Black que simplemente parecía querer soltar todos sus celos contra la tía de su mejor amigo.

¡Cassie! —la reprendió el dragonalista.

—¿Qué? —Cassiopeia se encogió de hombros—. No dije ninguna mentira. ¿O la dije?

Charlie se giró hacia ella para enfrentarla.

—Te pedí que te fueras y me dejaras hablar con Elle, será mejor que te vayas ahora mismo.

—Sí, claro —ironizó Cassiopeia chasqueando la lengua con molestia—, lo que te encantaría estar a solas con... ella, ¿no?

La forma tan asqueada con la que se refirió a Eleanor la hizo sentir incómoda y molesta. Se suponía que era ella la que debía indignarse por la situación, no al revés. No entendía el comportamiento de la niña y estaba irritándola por lo mismo.

—Cassiopeia —repitió Charlie entre dientes, igual o más molesto que Eleanor—. Vete ahora mismo.

La melliza entrecerró sus ojos claramente en una batalla de poder contra el Weasley. No parecía ceder pero tras echarle una última mirada a Eleanor, quién se mantuvo callada hasta ese momento, ella rodó los ojos y cedió sin realmente querer hacerlo. Cassiopeia salió de la habitación dando un fuerte portazo como capricho y se fue dejándolos solos.

Tan pronto y el ruido que provocó la melliza hizo eco en los oídos de Eleanor, parpadeó haciéndola reaccionar. La azabache dirigió una mirada a su mejor amigo que tenía sus manos en las caderas y la vista aún en la puerta por dónde se había ido la hija de Sirius. Los hombros del dragonalista estaban tensos al igual que el resto de su postura, estaba entre enojado por la acción de la chica y al mismo tiempo batallando por mirar a su amiga de la infancia.

—¿Qué está pasando entre Cassiopeia y tú? —exigió saber Eleanor—. Y será mejor que me lo expliques ahora mismo porque no sólo te estás metiendo con una niña menor de edad. —sacudió la cabeza y buscó su mirada sin éxito—. Es la cachorrita de Sirius y la sobrina de uno de los mejores aurores del departamento. ¿Sabes de lo que habló? Te estás metiendo en terreno peligroso con Ares Crouch y Sirius Black.

Charlie se giró para enfrentarla y con presión, él dio caricias cansinas en círculos a su sien.

—¿Crees que no lo sé, Elle? —suspiró—. He estado evitándola desde el verano pasado. En serio, lo he intentado. ¿Y sabes lo que siempre me dice? Para el amor no hay edad —rió sin ganas—.... pero para Azkaban.

—Pues no parece que lo entiendas. —le reclamó Eleanor. Estaba tratando de respirar y tranquilizarse, no quería alterarse con Charlie, él era su mejor amigo pero la situación no tenía la mejor visión de todas y él que ella conociera a ambos tutores de la chica no era de ayuda—. Tiene sólo 14 años, Charlie...

—15. —la corrigió y ella lo miró mal—, y en unos meses cumplirá 16...

Eleanor le golpeó el hombro molesta de que se lo tomara toda la situación tan a la ligera cuando ella sabía de lo que eran capaces de hacer Ares y Sirius por defender a Cassiopeia Black.

—¡Sabes a lo que me refiero!

Él alzó sus brazos con inocencia.

—Si de algo sirve: ¡Ella me besó!

Se cruzó de brazos mirándolo con inseguridad. Era Charlie Weasley. Sabía lo coqueto que podía llegar a ser, había robado muchos corazones en su tiempo en Hogwarts (a excepción del suyo, claro), pero si de algo era seguro es que: Charlie Weasley no era ningún santo.

—Y tú le correspondiste, ¿no? —él no respondió claramente sabiendo que no podía mentir. Entonces, Potter entrecerró sus ojos y se acercó más para mirarlo fijamente—. Ella te gusta... —sospechó con un sonrisa llena de impresión—. Realmente te gusta Cassie. —confirmó Eleanor.

Charlie parpadeó y sacudió su cabeza rápidamente como si fuera un niño ocultando los dulces a su madre.

—No, por supuesto que no. —negó tratando de sonar seguro sin ningún éxito. Él mismo se había delatado—. Ella es más chica y...

—...Y ella parece muy enamorada e ilusionada. —le interrumpió Eleanor—. Por mucho que no lo luzca, ella sigue siendo menor.

—Lo sé muy bien. —habló con seriedad—. Por lo mismo, no he dejado de repetirle que no estoy interesado, aunque no puedo negar que todas las cartas que me ha mandado durante todo el año me han gustado... —Eleanor iba a volver a pegarle en el brazo pero él se corrigó rápidamente con ambas manos alzadas—. No me malinterpretes, ella es una niña muy divertida y tierna pero yo no puedo corresponderle porque sigue siendo menor y sobre todo... es que yo sigo queriendo a la misma persona de siempre.

La joven suspiró al recordar el amor secreto que guardaba el dragonalista por su amiga Nymphadora Tonks, ignorando por completo que la mirada anhelante del pelirrojo estaba en ella realmente.

—¿Le has dicho a Cassie de quién se trata? —él negó y la azabache se dio cuenta entonces de algo que no había reparado antes. El dragonalista mantuvo su mirada en la suya esperando que ella entendiera de quién hablaba pero estuvo equivocado—. ¡Es por eso que Cassie me ha mirado mal todo el año! Ella piensa que soy yo, ¿no es así? Y el que hubieras dicho sobre nuestro beso cuando teníamos 16 no ayudó en nada. —Eleanor entrecerró sus ojos chocolates en los suyos con aire irónico—. Por cierto: Gracias eh. No era necesario que trajeras ése recuerdo ahora frente a todos.

«Frente a Bill» quiso decir.

Los hombros del dragonalista decayeron y su buen humor se esfumó.

—Sí, igual que no era necesario enterarme de tu beso con Bill en navidad por una carta de él. Oh, y que también tenías una relación con el tío de Cassie. —reprochó Charlie rodando los ojos—. ¿Cuándo planeabas decirme, Potter?

Las mejillas de Eleanor se encendieron y escondió un mechón rebelde detrás de su oreja, insegura de poder verle el rostro a su amigo ahora que entendía el por qué de su molestia con ella todo ese tiempo.

—¿Por eso no respondías a mis cartas? —inquirió Eleanor en voz baja—. ¿Por qué no te dije nada?

Charlie no respondió. Él no estaba molesto precisamente por esa razón pero tampoco encontraba conveniente sí confesarle las verdaderas, a fin de cuentas, él siempre imaginó que Eleanor tendría una debilidad por su hermano mayor. Por eso, él prefirió guardarse la verdad y asentir.

—Sí, es por eso. —mintió. Y con una triste mirada, preguntó—: ¿Sigues con el tío de Cassie?

—No, ya no. —dijo Eleanor en un suspiro—. No acabamos de la mejor manera.

—Pero lo quieres, ¿no es así?

Una triste sonrisa estiró la comisura de Eleanor y sacudió su cabeza.

—No de la manera en que él a mí. —se sinceró—. Ares merece alguien que lo ame y esa no puedo ser yo... No cuando yo... —guardó silencio sin saber cómo completar la frase. A ella le interesaba Bill, sí, ya lo había aceptado pero decirlo en voz alta seguía siendo difícil—. Estoy interesada en alguien más.

Charlie la miró.

—Es por Bill, ¿no es así? —preguntó.

Mordió su mejilla interior y asintió con el calor encima suyo.

—A-Acabo de descubrirlo... creo que siempre lo supe y en realidad me costaba admitirlo...—respondió Eleanor con un ligero temblor en su voz para después observarlo con preocupación—. ¿Te molesta?

La voz tan baja que utilizó Eleanor para hacer aquella pregunta le enterneció y una pequeña sonrisa apareció alumbrando la tristeza que sintió al confirmar con esas palabras que la chica a la que él también quería, quería a su hermano mayor.

—No, Elle. —contestó Charlie de todo corazón—. No hay una persona que pueda merecerte y valorarte cómo Bill.

Ella sonrió por sus palabras.

—Pues ahora mismo iba a intentar arreglar las cosas... —murmuró inquieta—. O al menos intentarlo...

—¿Por qué? —la cuestionó extrañado—. ¿Qué hiciste?

—Pues digamos que no soy muy buena enfrentando mis sentimientos...

—¿Saliste huyendo, verdad? —sonrió Charlie al silencio de la Potter—. Por supuesto, es algo que tú harías.

—¡Oye! —le empujó fingiendo indignación—. ¡No es verdad!

—¿No recuerdas cuando conociste al perro de Hagrid? ¿A Fang? Saliste corriendo al verlo.

—Bueno, pensé que era el Grim... —trató de excusar su cobardía.

Él rió.

—Qué casualidad, yo siempre he pensado que el sombrero debió colocarte en Hufflepuff.

—Yo también, Charlie. —asintió dándole la razón—. Quizá en otra vida yo sí fui una Hufflepuff.

—No me queda ninguna duda de eso. —confirmó.

—¿Qué harás con Cassie? —preguntó Eleanor regresando al tema principal y al que le preocupaba—. Ares y Sirius... Oh, ellos enloquecerán.

—No lo sé. —dijo Charlie—. Yo...

Estaba confundido y Eleanor pudo ver reflejado en su rostro que él se estaba deteniendo por lo mismo. Su amigo también estaba en un conflicto amoroso, justo al igual que ella.

—No diré nada pero sólo si me prometes que tus intenciones con Cassie son sinceras y no sólo es un juego como todas las citas que has tenido. —dijo Eleanor con seriedad—. Es buena y realmente parece tener un carácter fuerte...

—Cassie no me interesa...

Oh, por favor —lo cortó Eleanor—. Ve y díselo a alguien que no te conozca como yo.

Charlie bajó la mirada rendido y Eleanor sonrió colocando su mano sobre su hombro como apoyo, él al sentir su contacto alzó la mirada. La tierna sonrisa de la azabache le conmovía, mucho más cuando ella lo estaba apoyando en algo que a él aún negaba y le daba temor de aceptar.

—En lo que decidas hacer, sólo te pido que no le hagas daño. Ya ha sufrido suficiente con lo de su madre, ella no merece más dolor.

—No lo haré. —prometió.


Después de su conversación y tras varias promesas de parte de Charlie sobre cuidar a la melliza, los dos mejores amigos se dirigían al vestíbulo para reunirse con el resto. La joven estaba casi siendo empujada por su amigo para ir en búsqueda de cierto pelirrojo con el que dejó una cuenta (o varias) pendientes.

Cuando llegaron al vestíbulo pudieron ver a casi todos reunidos a excepción de los chicos, los que seguramente ya estaban en sus habitaciones, y en la entrada estaba el murciélago que tanto detestaba Eleanor, el cuál miraba con desdén y desprecio al animago. Sólo estaba el matrimonio Weasley, Alastor Moody, Remus Lupin, Sirius Black y Dahlia Bane, y por supuesto, allí también estaba Bill que dirigió una mirada al agarre de su hermano en el brazo de la azabache, todavía recordando el pequeño incidente de la tarde, Eleanor trató de no mirarlo para desviar toda su atención al profesor de pociones quién sólo era invitado en las reuniones, fuera de eso, no era nada bienvenido en la noble casa de los Black.

Al llegar al último escalón pudo ver a Dahlia que estaba muy pegada a Remus (a quién no parecía molestarle en absoluto la atención de la morena) mientras veían al grasiento hombre.

Eleanor se puso a un lado de la amiga de Charlie, justo en el momento que también Ares y Alphard regresaban de estar en la sala, los dos se detuvieron al ver a todos rodeando el vestíbulo y observaron lo que sucedía.

—Son órdenes de Dumbledore. —dijo Snape a Sirius con asco—. Puedes ir a llorarle a él, yo sólo vengo a informarte lo que él me ha dicho.

—Eres un desgraciado. —gruñó Sirius impotente y el hombre lobo tuvo que ponerle una mano en su hombro para detenerlo antes de que se lanzara encima suyo—. Estoy seguro que estás disfrutando de esto.

—A diferencia tuya, yo sí tengo cosas más importantes que hacer que beneficien a la orden en lugar de estorbar —se defendió Snape—, como tú.

—¿Qué es lo que sucede? —preguntó Eleanor dirigiéndole una mirada irritante al murciélago—. ¿Qué es lo que ha pedido Dumbledore?

El profesor la miró como si fuera la persona más insignificante de la habitación, siempre asqueado de la idea de tener la presencia de un Potter y mucho más la hermana de la persona que tanto él odiaba.

—Ha venido a decir que las visitas en San Mungo están prohibidas por seguridad de Artemis. —le explicó Lupin al tiempo que echaba breves miradas al dueño de la casa que tenía aspecto de león enjaulado—. No quiere que los mortífagos se enteren de que ella está viva.

¡¿Qué?! —bramó Ares se abrió paso entre el matrimonio Weasley para colocarse a un lado de Eleanor y enfrentar a Severus Snape—. Dumbledore no puede impedir que vea a mi hermana.

—Nunca pensé decir esto —dijo Sirius arrugando la nariz con desagrado—, pero estoy de acuerdo con Crouch: Nadie puede impedir que la veamos. Ni siquiera Dumbledore.

—Debe haber un error —dijo Eleanor tratando de controlar la situación—, ¿por qué los mortífagos se intesarían en Artemis?

—Al parecer, ellos saben de la condición que ella tenía —contestó Remus haciendo referencia al don de la adivinación que la Crouch poseía—, y la ventaja que tenemos es que ellos creen que no sobrevivió.

—Quizá sólo podamos reducir un poco las visitar —sugirió Eleanor mirando a Snape—. No tiene que ser necesario que se prohiban todas.

—Eso mismo es lo que yo había dicho. —gruñó Sirius con la mirada puesta en su enemigo.

El animago parecía perder la poca cordura que le quedaba tras su encierro en Azkaban, todo por la simple mención de su esposa, lo que él más amaba. Por otra parte, Snape lucía satisfecho por la reacción desesperada de los dos hombres, ya que tanto Ares como Sirius no sabían que hacer, pero uno lo disfrazaba su desesperación más que otro.

—Si quieren arriesgarla y dejar que el señor tenebroso se entere para asesinarla, pueden hacerlo si es lo que quieren. —dijo Severus restándole importancia al tema—. Ella ya está muerta de todos modos, ¿no?

—¡ERES UN HIJO DE PUTA! —gritó Sirius.

Tanto el animago como el auror estaban dispuestos a golpearlo pero fueron detenidos. Entre Arthur y Remus sostuvieron a Sirius quién era el más decidido a sostener su varita para matarlo allí mismo, mientras que Eleanor se puso frente a Ares para detenerlo tomándolo de los hombros y empujándolo hacia atrás junto con Alphard que también lo tenía agarrado de los brazos, ninguno pudiendo someterlos. Ambos seguían luchando y la azabache tuvo que abrazar a Ares buscando que él reaccionara y dejara de luchar contra ellos.

Sobre su hombro Eleanor podía ver la pequeña sonrisa satisfactoria del grasiento el cuál ella quería quitársela a golpes pero antes debía asegurarse de que Ares ni de que Sirius lo matara en un parpadeo, no planeaba que ninguno pagara otros años más en Azkaban.

—¡Escúchame! —le pidió Eleanor a Ares buscando su mirada con sus manos sosteniendo su rostro—. Él sólo intenta provocarlos. No caigas en su juego, no lo hagas.

Ares la miró dudando entre hacerle caso a ella o tener la agradable fortuna de hacer lo que tanto quería: borrarle la sonrisa a golpes a Severus Snape. Lo único que hizo fue tratar de controlarse y no luchar tanto contra su agarre para no lastimarla cosa que no paso desapercibida por todos.

—Eso es, Crouch. —dijo Snape en tono burlón—. Deberías escucharla, parece ser que ella te tiene muy controlado, justo como todas las mujeres que te rodean. ¿No recuerdas? —siguió hablando rascando el borde del escaso control que le quedaba al auror—. Es una lástima ver que alguien tan débil e insignificante y estúpida como Potter haya podido domarte.

Una llamarada de fuego pareció encenderse en los ojos oscuros de Ares Crouch que ni la misma fuerza de Alphard ni Eleanor pudo detenerlo cuando se avalanzó encima del profesor de pociones y comenzó a repartir los primeros golpes mientras que Sirius aún batallaba para poder ser liberado e unirse a su cuñado.

¡Ares! —le llamaba Eleanor muy asustada—, ¡Ares!

Se acercó a él para separarlo del detestable murciélago pero fue detenida por el agarre de Bill Weasley que la alejó para hacer que Dahlia la detuviera con su mano sobre su muñeca, de esa manera él mismo pelirrojo fue quien sostuvo al auror logrando empujarlo lejos del profesor de Hogwarts. Así como también, Charlie quién no parecía nada contento, trató de ayudar a Snape a reincorporarse pero el declinó su ayuda gritando que no la necesitaba, al levantarse y ver su rostro tenía el labio partido mientras su nariz sangraba y muy posiblemente su ojo contrayera un terrible hematoma que le tomaría semanas desaparecer. En pocas palabras, Ares Crouch había depositado toda su ira en su rostro y si no hubiera sido por Bill, lo más seguro era que él hubiera seguido.

Wow —musitó Dahlia—, ¿sería terrible si digo que esa pelea me encendió? Ese auror sí que es caliente.

Eleanor se hubiera reído en cualquier momento menos en ese instante. Gracias a la distracción de la morena ella pudo liberarse de su agarre y acercarse hasta Ares.

—¿Estás bien? —le preguntó preocupada la azabache al ver pequeños rasguños en su rostro—. Puedo curarte...

—No es necesario. —dijo Ares mirando con molestia al profesor—. ¿Algo más que tengas que decir sobre mi hermana y Eleanor? Puedo dejarte peor si quieres.

La azabache lo miró alarmada y tomó su mano como advertencia para que no volviera a atacar.

El murciélago escupió la sangre sobre la alfombra mientras dirigía su mirada asesina en dirección a Ares Crouch. En un parpadeo, su varita estaba siendo sostenida en su mano y tras un hechizo la varita terminó en la mano de Bill Weasley que observó al profesor con enojo.

—¿Cómo te atreves...? —comenzó Snape.

—No más peleas. —gruñó Bill con tono severo—. Usted mismo lo provocó. No sea cobarde y se atreva a atacar cuando él no está armado.

Tras eso, volvió a lanzarle su varita que el profesor atrapó con recelo pero mantuvo abajo mientras todos comenzaban a apretar sus propias varitas listos para contraatarca si el murciélago intentaba algo contra Ares Crouch.

El hombre molestó e iracundo, señaló con su dedo a ambos, tanto a Ares como a Eleanor y les dio una siniestra sonrisa que estaba cubierta de su propia sangre.

—Disfrutaré mucho cuando te enteres de la verdad, Crouch —escupió el profesor de pociones con desprecio—. Esa será mi mejor venganza contra lo que hoy hiciste.

—¿De qué habla? —cuestionó Eleanor frunciendo el ceño.

El profesor sonrió mucho más.

—Ya lo sabrán. —respondió antes de ondear su capa con un movimiento perfecto y salir del cuartel azotando la puerta.

—¿A qué se refería? —siguió preguntándose ahora Ares, quién no comprendía las palabras del grasiento.

—Será mejor que te curemos esos rasguños. —sugirió Remus, cambiando de tema tras una mirada alerta de Moody.

—Sí, sí, el ya show acabó. —gruñó Ojoloco.

Poco a poco todos fueron despejando el vestíbulo y Eleanor detuvo a Ares aún con su agarre sobre su mano antes de que siguiera al hombre lobo, él la miró y con nervios ella habló:

—¿Estás bien? —se quiso golpear al preguntar eso. Era obvio que no lo estaba pero sintió que debía asegurarse antes.

Ares asintió distante.

—Siempre sube el ánimo golpear a Snape. —contestó él con ligera diversión—. Estoy bien, Elle. —miró detrás de ella y suspiró—. Lo mejor será que me cure esto. —añadió señalando su rostro.

Lentamente el agarre que tenía sobre su mano fue liberada, la joven asintió satisfecha con su respuesta, Ares la miró queriendo agregar algo más, pero al no saber que decir, prefirió irse.

Ella lo observó alejarse y pasó una mano sobre su cabello soltando un bufido.

—Creo que ahora tienes competencia con ese gancho.

Eleanor se sobresaltó al escuchar detrás suyo la voz de Bill. Despacio, ella se giró para enfrentarlo y tuvo que retroceder un paso de la impresión al tenerlo tan cerca. Los nervios volvieron a brotar a flor de piel, su corazón estaba brincando de emoción por su presencia y sus manos estaban sudando.

—¿Gancho...? —parpadeó sin saber que decir—. ¿Cómo...?

Bill sonrió.

—Crouch golpeando a Snape... Tú golpeando a Percy. —explicó y Eleanor asintió tontamente hipnotizada por su mirada. ¿Eran tan brillantes sus ojos? —. Te vi muy preocupada por él...

El tono acusador con el que lo decía le hizo entender que estaba celoso de Ares y su comportamiento tan protector con él. Preocupada porque Bill lo hubiera malinterpretado su reacción, ella trató de explicarse.

—No, no, no —dijo nerviosamente Eleanor—. Yo sólo no quería él saliera lastimado, no quería que pelearan y...

Hey —la detuvo Bill con suavidad, tomando sus manos con cuidado. Oh, mala idea. Los nervios de Eleanor fueron en aumento por su cercanía y su toque—. Lo entiendo.

—¿En... serio?

—Sí, te preocupas por él y está bien. —admitió Bill—. No te voy a negar que eso no es del todo cómodo para mí pero ahora sé que está bien.

—¿Por qué? —preguntó Eleanor sin poder dejar de mirar sus ojos azules.

Él sonrió.

—Porque ahora sé que aunque huyas de mí, sé que sientes lo mismo que yo.

—¿Y qué es eso? —musitó Eleanor en voz tan baja que no supo si en verdad lo había dicho.

Bill se acercó mucho más a ella y rozó su nariz con la suya con ternura.

—Amor.

—¿Amor?

—Sí, mucho amor.

Con los ojos entrecerrados ella asintió y en un acto de valor, se colocó de puntitas para alcanzar sus labios para unirlos una vez más siendo inmediatamente correspondida por el pelirrojo que tomó su rostro entre sus manos tomando todo lo posible de ella, en un beso más apasionado que los delicados que se habían dado anteriormente.

Rojo y azul...

Sí, ella se podía acostumbrar a eso.


nota de autora;

Tuve muchos problemas con el face claim de Bill, porque si bien yo AMO a Domhnall, no hay muchos recursos y eso me molestaba (¡no es justo!). Por lo que después de una larga búsqueda, pude decidirme por Sam Claflin, ustedes son libres de imaginarse a Bill como deseen, pero yo quedo más que bien servida y satisfecha con él.

Luego también tarde un poquis en actualizar porque tuve mi mental breakdown y quise borrar la fic, les soy sincera. Pero después de que Cici me diera mis putazos, reaccioné, ya tengo warrior muy avanzado y no me daré por vencida (acá bien mamá luchona).

Sooooooo, este capítulo me costó terminarlo porque no quiero soltar la bomba antes de tiempo, yo sólo puedo decirles que en unos aproximados 7 u 8 capítulos (quizá menos) sabrán a lo que Snape se refería con Ares y ese secreto jeje. BTW, en el siguiente aparece Harry, ya les voy avisando.

¡Espero les guste éste cap de 5,000 palabras!

¡Las quiero mucho y agradezco recibir su apoyo!

Besos enormes,
Fergie 💋

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