xii. La verdad siempre sale a la luz


CAPÍTULO DOCE;
LA VERDAD SIEMPRE SALE A LA LUZ





Esquivar a Ares Crouch no había sido tan sencillo como hace dos años atrás, en el comienzo de su extraña relación, tal parecía que él, ahora, la evitaba a ella también. ¿Ninguno dejaría su orgullo de lado y arreglaría las cosas? Claro que no. Al menos Eleanor no lo haría y algo dentro suyo le decía que él mucho menos.

La situación con el escape de Sirius Black parecía no tener fin, en la pasada noche de Halloween había intentado entrar a la torre de Gryffindor y como si las cosas quisieran empeorar, Harry había tenido más de un incidente con los dementores que habitaban Hogwarts. Al menos, ahora no estarían en el castillo ya que Dumbledore los había echado tras atacar al niño que sobrevivió por segunda vez, en su primer partido de quidditch.

–Al menos tu tic ya desapareció. –dijo la metamorfomaga, intentando hacer reír a su mejor amiga. Cosa que no logró. La azabache estaba muy concentrada viendo a la distancia al Auror que la ignoraba, estaba a espaldas suyo por lo que no la había visto aún, al menos eso hasta que giró y la miró, no duro mucho ya que él siguió su camino pasando de ella, dejándole un mal sabor de boca a la joven–. No me gusta verte así. –murmuró la pelirosa, llamando su atención–. Creí que necesitabas dejar a alguien entrar y ahora parece que eso solo empeoró las cosas.

–No es eso. –admitió la azabache, con una sonrisa triste–. Los dos nos dijimos cosas que no debimos decir. O quizá sí. No lo sé... ya no importa.

–Si no te importara no estarías así.

Odiaba que tuviera razón.

–No estoy segura de lo que siento por él. A veces siento que me gusta y que quiero intentarlo pero otras veces (justo como ahora) solo quiero olvidarme de su existencia y seguir adelante.

–Quizá solo deberías ceder esta vez, Eleanor.

–¿Cómo?

–Él ya se ha acercado. Muchas veces. Nunca he escuchado de que Crouch sea tan cálido con alguien que no sea su circulo cercano y contigo, no sé, parece que siempre se esfuerza por hacer algo para estar bien contigo.

–¿Crees que debería buscarlo y hablar?

–Sólo creo que deberías escuchar a tu corazón una vez y hacer lo que realmente quieres sin que te importe tu orgullo por primera vez.

–¿Cuando te convertiste en la adulta de las dos? –preguntó la joven Potter, burlona–. Yo no te recuerdo así.

–Oh, cállate antes de que arrepienta.

Eleanor sonrió.

–Gracias, Dora.

–No te acostumbres. –la señaló.

En todo el día no pudo dejar de pensar en las palabras de su amiga y sabía que tenía razón. Últimamente todos parecían tenerla menos ella. El hombre Crouch siempre cedía cuando de ella se trataba, también la discusión había iniciado por llamarlo cobarde y egoísta. Era su culpa y debía arreglarlo.

Eleanor no sabía cuanto necesitaba que alguien la entendiera hasta que conoció a Ares Crouch, el hombre sabía por lo que ella había pasado en la primer guerra mágica porque él pasó algo similar, los dos compartían aquel dolor de perder a un hermano. Si pudiera volver al pasado y cambiar las palabras que había dicho, lo haría sin dudarlo. Él no lo merecía.

¿Cómo después de odiar a alguien termina importándote?

La joven caminó decidida hasta su oficina cuando la mayoría de los que estaban en el departamento se habían marchado.

–¿Irás hoy a San Mungo?

–Como todos los días.

–No puedo creer que lo sigas haciendo.

Se detuvo abruptamente al escuchar las voces del jefe del departamento y de su aprendiz Crouch. Eleanor se escondió detrás de una columna para no interrumpir a los dos Aurores. Una parte le decía que escuchar conversaciones ajenas era inapropiado pero la otra parte anhelaba saber de quién estaban hablando y que significaba esa persona para el Auror de ojos oscuros.

»Sé que esta situación tarde o temprano te hará daño. –siguió hablando Rufus–. ¿Y tus sobrinos? Están creciendo y no debe ser algo normal para ellos tener que verla allí, en ese estado.

–Los Longbottom hacen lo mismo con Alice y Frank. –le respondió Ares, con su voz neutral. Escondiendo su molestia por el respeto que le mantenía a su mentor–. A Barty tampoco le gusta tener que pasar por esto, pero sigue yendo a verla (cuando yo no voy, por supuesto) porque es su hija. Lo que haya pasado entre mi padre y yo no cambia el hecho de que compartimos el mismo pensamiento sobre el estado de mi hermana. –suspiró–. Él tampoco es el mismo desde la muerte de mi madre, la traición y la muerte de mi hermano y luego, el que esté... ni siquiera sé como llamarlo... –se escuchó su risa carente de emoción. Era vacía y dolorosa–. Artemis sigue respirando por algo. Está dormida pero sigue aquí y eso es lo importante. En cuanto a los mellizos, Alphard ni siquiera la quiere visitar y Cassiopeia pierde las esperanzas cada día.

–Es entendible, mucha desgracia le vino encima a tu familia con la derrota del señor tenebroso, Ares. No estoy diciendo que entiendo las decisiones que ha tomado tu padre pero puedo decir que ambos han pasado por mucho sufrimiento. Y siempre te voy apoyar porque te veo como el hijo que nunca tuve, me recuerdas mucho a mí cuando era joven. Te ayudé con la situación de Artemis y no me arrepiento de nada, lo volvería hacer pero... creo que es momento de que pienses en lo que te han ofrecido.

–No sé si pueda, Rufus.

–Solo piénsalo, ¿si? Y cualquier cosa que decidas, yo te seguiré apoyando.

La conversacióm había terminado y Eleanor tuvo que esconderse mejor detrás de aquella columna para que Rufus Scrimgeour no la viera cuando salió de la oficina.

La joven Potter tenía su corazón acelerado y no podía creer lo que había escuchado.

¿Artemis Black estaba viva?

Eleanor quería vomitar de solo pensar en todas las mentiras que rodeaba a la familia Crouch. Fue como si un balde de agua fría cayera sobre ella.

No quería creerlo y por eso, no lo pensó ni un segundo cuando salió de su escondite y chocó contra el hombre de ojos oscuros. La mirada del mismo era entre una mezcla de sorpresa y arrepentimiento, claramente no tuvo que tardar mucho en entender que la azabache había escuchado todo. El secreto que tanto había guardado había salido a la luz.

¿C-Cómo? –preguntó Eleanor, en un susurró inaudible–. ¿Artemis está viva y fingiste su muerte todo este tiempo? ¿Cómo pudiste hacer eso?

–¿Por qué escucha conversaciones privadas, Potter? –intentó cambiar la conversación.

–¡No me vengas con eso! ¡Mentiste! –chilló herida–. ¡Remus lloró la muerte de su mejor amiga! ¡Le hizo creer que había perdido a todos sus amigos!

Ares se mantuvo en silencio con la mandíbula apretada y su intensa mirada sobre la chocolate ajena.

–¡¿No dirás nada?!

–No tengo nada que decirle a usted, Potter.

–Es un...

–Puede decirme lo que quiera pero no voy a disculparme si es lo que planea y mucho menos por haber herido los sentimientos de ese hombre lobo.

La mano de la joven impactó contra su mejilla, aunque no logró moverlo ni un poco a pesar de que el golpe sonará fuerte.

–¡Qué estúpida soy! –susurró rota. En aquel momento Eleanor ya estaba llorando de impotencia. Estaba tan decepcionada–. Creí que realmente había cambiado y yo venía a pedirle disculpas, que habláramos... Oh, Merlín. Es la peor persona que jamás he conocido y lamento el día en que pensé que podía intentar algo con usted. No merece tener ninguna lástima y mucho menos un poco de aprecio de mi persona. No quiero volver a saber de usted. Y créame cuando le digo que no permitiré que le impida a Remus que vea a Artemis.

Se fue de allí con la terrible sensación de haber perdido algo que jamás tuvo y a un Ares Crouch con el corazón roto.



La navidad se acercaba y la segunda salida a Hogsmeade era aquella mañana.

Eleanor Potter no tenía ganas de hacer nada desde el enfrentamiento con el Auror que sucedió hace dos semanas, con mucho esfuerzo no lo había visto y Nymphadora tenía prohibido hacer alguna mención de aquel hombre sin saber las razones.

Luego de reflexionarlo, había tomado la decisión de cómo le diría a su hermano Remus que su mejor amiga seguía viva... pero inconsciente en San Mungo. Saldría un momento con su sobrino y después se vería con el profesor Lupin en las tres escobas para conversar. No tenía idea de como reaccionaría y no sabía cómo empezar aquella conversación. Después estaban los mellizos Black, los cuales no sabía el porque no habían dicho nada aunque lo más seguro era que su mismo tío los había obligado a callar.

Al llegar al pueblo mágico de Hogsmeade lo primero que notó fue lo abarrotado que se hallaba de alumnos desde tercero a séptimo año. La azabache vió la tienda de dulces de Honeydukes, tan llena como de costumbre, recordaba las miles de veces que había comprado montañas de dulces y los comía bajo la chimenea de Gryffindor junto a sus amigos.

Sonrió con nostalgia.

Extrañaba mucho esos tiempos donde lo único que le importaba eran sus calificaciones, ver a Harry y tener tiempo para sus mejores amigos. Ahora, cada uno había tomado su camino y con la única que convivía a diario era la metamorfomaga mientras que su otro compañero en el crimen estaba lejos en Rumania en un santuario lleno de feroces dragones y finalmente pero no menos importante, Bill Weasley que trabajaba para el banco Gringotts como rompe maldiciones en Egipto.

Les hacía falta y ella daría lo que fuera por regresar aquellos momentos en el castillo.

Pudo ver a lo lejos acercándose a toda prisa la muy conocida cabellera azabache de su no tan pequeño sobrino, ella lo esperaba con los brazos abiertos desde donde se encontraba por lo que nunca esperó ser recibida con lágrimas y reproches en sus ojos esmeraldas.

¿Tú lo sabías? –le preguntó el niño que sobrevivió cuando llego hasta ella–. ¿Sabías que Sirius Black era mi padrino y el padre de Cassie?

Los brazos de la joven cayeron a sus costados y su sonrisa se borro lentamente mientras veía la rabia contenida él.

–¿Quién te dijo eso?

–La profesora McGonagall estaba hablando con el ministro y escuché cuando lo dijeron. Sirius Black traicionó a mis padre y... intentó matarte en el verano. ¡Lo defendiste, Eleanor! ¡Él traicionó a tu hermano! ¡Por su culpa no está con nosotros! ¡Te estuvieron haciendo una investigación y también te tenían vigilada! ¡Me mentiste!

–No. No, cariño. Yo...

Te escuché decirle a los papás de Ron que lo hacías para protegerme. Me has mentido todo este tiempo. ¿O creías que tampoco me iba a enterar que saldrías a una cita con el tío de mi mejor amiga?

Jamie... –intentó tomar su mano pero él la alejó.

–Este año no creo ir contigo, me quedaré en Hogwarts. No me esperes para navidad... sólo necesito estar solo.

–No, por favor, déjame explicarte...

–Nos vemos.

Harry se alejó de su tía rompiéndole el corazón justo como ella había roto el del Auror.

Estaba viviendo su peor momento: perder a su sobrino.

Ahora él la odiaba y no podía hacer nada para remediar el terrible error que cometió.

Otra vez la soledad la inundó.

Nota de autora:

Los capitulos son cortos pero subí dos.

¡Ya sabemos el gran misterio que escondía nuestro Ares!
¡Artemis está viva!

¿Qué piensan que pasará ahora con Ares y Eleanor? ¿Harry la perdonará? ¿Qué pasará cuando Sirius se entere que su esposa vive?

¡Las leo!

Eleanor vive los dramas día a día.

Besotes,
Fer 🍯

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