vi. El corazón del dragón
CAPÍTULO SEIS;
EL CORAZÓN DEL DRAGÓN
El primer mes de los entrenamientos como Auror habían sido muy exhaustivos e incómodos (sentimiento que últimamente parecía convertirse en el favorito de Eleanor).
La azabache había comenzado a envidiar los beneficios que tenía su mejor amiga con la metamorfomagia y aunque fuera muy torpe para el Sigilio e Infiltración, Nymphadora podía cambiar su aspecto cada que lo necesitara. Algo muy útil. Por lo que se le facilitaba la parte del Entrenamiento de Disimulación y Disfraz. Mientras que a la joven Potter, era lo único que se le dificultaba.
Eso solo hacía que la joven Potter se esforzara más para ser una de las mejores.
Todo parecía ir bien en sus prácticas y eso le tenía emocionada, pero como siempre ella hablaba con anticipación.
Eleanor no había tenido la mejor de las bienvenidas pero tampoco logró ser del todo desagradable como el que tuvo en Hogwarts con el profesor de pociones. Había sido recibida como a los demás aprendices por uno de los mejores ex aurores de todos los tiempos, Alastor "Ojoloco" Moody, él sería su mentor en los próximos tres años de preparación para ser un Auror y aunque fuera estricto y muy paranoico, lo había atrapado con una sonrisa casi fugaz al verlas (a Tonks y a ella) entrenando. Él esperaba mucho de ambas ya que parecían ser las más destacadas del resto.
Todo parecía ir bien hasta allí. Pero como siempre, la vida le dio una nada grata sorpresa.
El líder de la oficina de Aurores, Rufus Scrimgeour, había aparecido más tarde ese día con la excusa de ver a los nuevos aprendices. ¿Lo peor? No había aparecido solo, venía acompañado por un hombre que ella reconoció inmediatamente. Su cerebro pareció haber hecho click de pronto, recordando las viejas conversaciones con Remus, que una vez le había dicho que él era un «Auror». Odiaba no haberlo recordado antes para prepararse mentalmente y sobre todo, odiaba que Ares Crouch no le quitara la mirada de encima desde que había entrado junto a su jefe. Sin embargo, Eleanor prefirió ignorarlo y centrar toda su atención en el viejo líder que pareció hacer todo lo contrario, ya que al llegar a la sala de entrenamientos su mirada también se detuvo en ella logrando cohibirla por la intensidad de ambas miradas.
Y si fuera posible detesto un poco más a su mejor amiga cuando musitó un bajo (aunque no lo suficiente para sus oídos) «¡Está guapo!». Quería contestarle que ya lo sabía y aún así no le quitaba lo idiota pero no pudo ni formular las palabras al ver a ambos hombres dirigirse hacia ella.
Eleanor casi palideció al creer que Ares Crouch también se acercaría pero este último se detuvo a intercambiar palabras con Alastor Moody. Pero no le duro mucho ya que Rufus Scrimgeour seguía caminando hacia ella.
En primer lugar, el jefe de los Aurores tenía cierto parecido como a un león viejo. Había mechones grises en su melena de pelo rojizo y sus pobladas cejas, tenía ojos amarillentos penetrantes detrás de un par de gafas de montura metálica y una cierta gracia a pesar de que caminaba con una leve cojera por lo que se llevaba un elegante bastón para recargarse. Hubo una impresión inmediata de astucia y tenacidad. Comprendió porque él era el jefe y todos le tenían respeto, a primera vista ella había tenido el mismo sentimiento hacia su persona.
Se había acercado hasta donde se encontraba haciendo que los demás aprendices (a Tonks incluyendo) se hicieran a un lado suponiendo las claras intenciones del Auror.
Con una sonrisa, él se presentó:
–Rufus Scrimgeour. Es un placer conocerla finalmente, Eleanor Potter. –su voz era baja y ronca. Ella estrechó su mano, algo ida. No le gustaba el rumbo de la presentación–. Había esperado con ansias conocerla desde que supe que sería una de nuestras nuevas aprendices. Debo decir que estoy realmente impresionado con su desempeño en los EXTASIS. Dumbledore se quedó corto al hablarme de usted.
Las mejillas de Eleanor se encendieron y evitó mirar de reojo al hombre Crouch que estaba muy pendiente de ella. Por lo que se concentró en el hombre frente suyo.
¿Por qué Dumbledore le hablaría al jefe de los Aurores sobre ella?
–El placer es mío, señor.
–Rufus. –la corrigió, cortésmente–. Pronto será una de mis Aurores y quiero que tenga la confianza de venir conmigo cuando necesite cualquier cosa. –Crouch y Moody se acercaron, Rufus y el primero se miraron comunicándose con la mirada. Finalmente, el líder le asintió para mirar nuevamente a la azabache–. Espero verla más seguido. Fue todo un placer conocerla, Eleanor Potter.
Tras decir aquello se fue acompañado de Ojoloco y para su aliviado corazón... de Ares Crouch.
Desde aquella extraña presentación muchos de sus compañeros aprendices habían cambiado sus opiniones para con ella y raramente, Eleanor lo entendía. Muchos creían que la azabache estaba allí por su apellido ya que la mayoría de los jefes con los cargos más importantes se acercaban a ella por la curiosidad de su apellido y la noche en que este se hizo famoso. Y al igual que Rufus Scrimgeour, se habían ofrecido en ayudarla en lo que necesitara algo que no harían con lo demás, por supuesto.
Nymphadora Tonks se había percatado de el cambio drástico de humor que su mejor amiga había optado por demostrar en el último mes.
–¿Me puedes decir lo que te sucede? –le pidió Tonks, cuando salieron de su última clase del día, Sigilio.
–¿Por qué no estás molesta? –preguntó Eleanor. El ceño de la metamorfomaga se frunció en confusión–. Todos hablan a mis espaldas y no precisamente de la manera bonita. Sé que has escuchado lo que dicen de mí. Y créeme que entendería si me estuvieras odiando ahora mismo al igual que los demás. No merezco que me den prioridades solo por ser quien soy.
Eleanor estaba molesta consigo misma por desquitarse con su mejor amiga pero no podía entenderla, cualquier persona le hubiera reclamado por lo mismo y el que Nymphadora Tonks no lo hiciera la ponía de nervios.
–Te odio. –dijo Nymphadora, sorprendiéndola. No lo esperaba.
–¿Q-Qué?
La pelirosa sonrió con tristeza.
–¿Eso era lo que querías escuchar, no? –inquirió burlona–. Te he conocido desde que tengo seis años. Eres mi mejor amiga. La única que tengo, realmente. ¿Cómo podría odiarte? No me imagino haciéndolo algún día. –suspiró–. El resto puede decir lo que quiera sobre ti, ellos no te conocen como yo lo hago. O como Charlie. Créeme que sé lo que se siente ser la mejor amiga de Eleanor Potter y no puedo estar más orgullosa de serlo. No eres lo que los demás dicen. Eres mucho mejor.
–Dora...
La interrumpió.
–No solo eres la tía del niño que sobrevivió, Elle. Deberías de saberlo ya.
Ambas sabían que eso era lo que realmente le afectaba a la joven, no poder ser más que lo que el mundo mágico la señalaba. Eleanor amaba a su sobrino más de lo que alguien podría imaginar pero eso no le impidió que su pasado le doliera. Solo quería ser más de lo que el resto creía. Quería ganarse las cosas por ella misma y no por aquella trágica noche de Halloween.
Tonks la abrazó y al separarse pudo notar una figura conocida caminando hacia ellas.
–Te veré mañana. –le guiñó un ojo en despedida.
Eleanor no sabía el por qué de su actuar hasta que escuchó esa voz.
–Por un instante creí que hoy tampoco lograría hablar con usted, Potter.
«Ares Crouch.» pensó inmediatamente.
Al girarse se encontró con su mirada fija en ella. Mentiría si dijera que le disgustaba totalmente porque no era así. Desde que la vió en la sala de entrenamientos hace un mes no la había perdido de vista, incluso ella se había encontrado buscándolo también. Notó en más de una ocasión que él tenía todas las intenciones de acercarse para hablar pero ella había logrado huir con éxito la mayoría de las veces... hasta hoy.
–No tengo nada de que hablar con usted, señor Crouch.
Eleanor se alejó dispuesta a salir del ministerio para poder descansar de todo su estrés pero él no planeaba lo mismo.
–¡Espere! –se detuvo a esperarlo hasta tenerlo frente y mirarlo desafiante. Él alzo ambas manos en símbolo de paz–. Sólo quiero arreglar lo del callejón diagon. Sé que lo que dije sobre el hom... Lupin –rectificó al verla con intenciones de volverse a ir–. Le molestó y no fue adecuado de mi parte. Él es una figura importante en su vida y a pesar de mis indiferencias con Lupin, no debo entrometerme en su historia con él. Vamos a pasar mucho tiempo juntos... –Eleanor enarcó una ceja interrogativa– me refiero que ahora más que estará trabajando en el departamento de Aurores. No me gustaría que se llevara una mala primera impresión de mi.
Ella no había dicho nada, simplemente, se dedicó a estudiarlo con la mirada. El hombre siempre mantenía una postura rígida y misteriosa, era muy respetado en el departamento. Al igual que Rufus Scrimgeour, su propio mentor. Había escuchado los comentarios de sus compañeros respecto a la actitud de Ares Crouch, muchas opiniones sobre él y la forma en que trataba al resto, siendo señalado como cruel y justo.
Entonces, Eleanor no comprendía porque un hombre que parecía no importarle el resto de repente se preocupaba por lo que una simple aprendiz de primer año pensara acerca suyo.
–¿Por qué le importa tanto lo que yo piense sobre usted, señor Crouch? –preguntó Eleanor. Aunque ni él sabía el porqué de su comportamiento, jamás le había rogado a alguien–. El hecho de que trabajemos juntos no significa nada. Yo no planeo ser amable con un hombre como usted, tan cruel y sin una pizca de empatía. No puedo hacer como si nada sucediera cuando todo está mal. Eso sería como traicionar a Remus y no pienso hacerlo, mucho menos cuando no vale la pena hacerlo por alguien como lo es usted, señor Crouch.
–¿Qué quiere que haga entonces? ¿Qué vayamos a tomar café y nos hagamos los mejores amigos? –preguntó con ironía–. No voy a permitir que un hombre lobo se acerque a mis sobrinos. No lo haré, si eso es lo que espera de mí, Potter.
Eleanor sonrió sin ganas y negó.
–Entonces tampoco espere nada de mí, señor Crouch. Buenas noches.
Se fue de allí dejándolo con las palabras en la boca y millones de emociones encontradas. Él no iba a ceder y ella mucho menos cambiaría de opinión. Y eso le disgutaba.
★
–¿Y hasta ahora qué te parecen?
–¿La verdad?
–La verdad.
–Tengo miedo. –le confesó Eleanor, sin dejar de mirar el dragón que yacía a unos metros suyos tras la barrera protectora–. Muchísimo.
Charlie Weasley no pudo evitar reír con fuerza al verla tan asustada y la codeo divertido mientras ella fruncía su ceño retrocediendo lentamente para no llamar la atención de la bestia.
–Es inofensivo, El. No voy a dejar que les haga nada. ¿No has visto la cara de Harry? ¡Está malditamente feliz!
Ella se había arrepentido de aceptar la invitación de pasar la navidad y año nuevo con la familia de su mejor amigo, los Weasley. Eleanor no quería del todo porque no le gustaba dejar que Remus y Lyall (su padre) pasaran solos las fiestas. Por lo que solo había accedido por su sobrino. Sabía de muy buena fuente que se había vuelto muy cercano al hermano de Charlie, Ronald y quería que él estuviera feliz. Cosa que había logrado con éxito, llevaban una semana en el santuario de dragones en Rumania y en ningún segundo, Harry dejó de sonreír.
Lo veía más feliz que nunca en toda su vida.
Una joven de cabello castaño se encontraba junto al dragón que en ese momento Arthur Weasley, sus cuatro hijos y los Potter miraban. Fue entonces que Eleanor notó como su mejor amigo miraba fijamente a la dragonalista que ahora alimentaba a la bestia. Ella reconoció aquella mirada pero no dijo nada. Solo sonrió mientras miraba de reojo al pelirrojo a su lado.
–¿Y ese qué es? –preguntó Harry, viéndolo con admiración.
–Es un Ironbelly ucraniano. –le explicó Charlie una vez que apartó la mirada de aquella mujer–. Son la raza más grande de los dragones. Pueden vivir una muy larga vida.
El dragón era una raza bípeda, de color gris metálico, con una gran envergadura, largas garras, escamas ásperas y sus ojos eran de un intenso color rojo que en algunas ocasiones podrían confundirlos con su mismo tono de su cuerpo.
–Impresionante. –dijeron los gemelos Weasley a su lado.
Finalmente ella terminó escondiéndose detrás de Charlie al notar que la intensa mirada roja del dragón se posó sobre ella. Su miedo se estaba convirtiendo en el objetivo de la diversión para Harry y los hermanos Weasley ya que Arthur era el único que se compadecía de su miedo aunque no Eleanor no había pasado por alto una pequeña sonrisa de diversión fugaz que rápidamente fue borrada al notar que ella lo miraba. Decidió regresar a la cabaña para hacerle compañía a Molly, Ginny y a Percy, quienes se habían decidido quedar, la primera por miedo, el segundo por encontrar su libro más entretenido y la última por obligación.
No planeaba pasar toda la tarde admirando a su posible agresor. Bueno, estaba exagerando porque había la suficiente seguridad y dragonalistas especializados para evitar un final desastroso.
Al regresar había ayudado a Molly a preparar la cena, bueno, solo la había acompañado mientras ella la preparaba porque Eleanor y la cocina no eran una buena combinación.
En su última noche en Rumania, Eleanor encontraba difícil poder dormir. Su mente estaba en otro lado, en específico, en unos ojos oscuros. No quería admitirlo y tampoco deseaba hacerlo en un futuro.
Ares Crouch estaba comenzando a robarle el sueño y eso la tenía preocupada.
No estaba dispuesta a sentir algo por nadie. Mucho menos por él.
Se dispuso a salir de la habitación que compartía con la pequeña pelirroja que al igual que el resto en la cabaña, estaba durmiendo. No quería quedarse a seguir pensando en esa mirada. Pero al parecer no era la única con insomnio, sentado afuera de la cabaña estaba su mejor amigo con la mirada totalmente perdida y lo único que le iluminaba era la luz de la luna.
–Un galeón por tus pensamientos.
Charlie sonrió al escucharla y la miró por encima de su hombro haciéndole señas para que tomara asiento a su lado. Así, ambos amigos estaban haciéndose compañía y al mismo tiempo se distraían de sus pensamientos.
–Pensé que ya estabas dormida.
–No podía dormir por más que traté y decidí que prefería tomar el riesgo de salir a pescar aire donde hay dragones que están a solo unos metros de mí, antes que volver a intentarlo. –no había sido del todo mentira pero era preferible a confesar que cierto hombre estaba en sus sueños.
–Por supuesto que eso hiciste.
Ambos se miraron antes de soltar una pequeña risa divertida.
–Creo saber que es lo que te pasa. –dijo Eleanor–. ¿Castaña, ojos verdes y amante de tu amigo de ojos rojos?
El pelirrojo había sido atrapado y sus mejillas ardiendo lo delataron en seguida pero en vez de que su amiga se burlara, le sonrió.
–¿Cómo...?
Se encogió de hombros.
–Soy tu mejor amiga y además eres muy obvio, Charles. –suspiró–. Está bien. Si ella te gusta, me refiero. Deberías darte la oportunidad de enamorarte.
–No lo sé, El. –admitió en un susurro–. No creo estar listo. Es complicado. Además todavía no la he olvidado completamente.
Sabía de quien hablaba.
–¿Has pensado en decirle cómo te sientes al respecto?
–¿Y tú? –sonrió triste–. ¿Por qué no has dejado a alguien entrar?
–Eso es diferente...
–No lo es. Yo no quiero perder mi amistad con Tonks por un estúpido amor no correspondido y tú no quieres enamorarte por miedo a salir lastimada.
Charlie era el que mejor conocía casi todo sobre la azabache, desde su mayor temor hasta su recuerdo más feliz al momento de conjurar un patronus corpóreo. Puesto que no le sorprendió en absoluto que él supiera eso, con una mirada podían leer los pensamientos del otro. Por eso mismo, Eleanor se enteró que a Charlie le comenzó a gustar su mejor amiga, Nymphadora Tonks, en su sexto año.
–¿Entonces no lo vas a intentar? –preguntó Eleanor, ignorando lo demás.
–Llevo sólo unos meses de conocerla... Y no quiero estar con ella cuando Tonks sigue presente. Debo olvidarla primero. Nadie merece ser la segunda persona. –confesó. Charlie miró a su mejor amiga y beso su sien cariñosamente–. Extrañaba hablar contigo.
Eleanor sonrió para después recargar su cabeza en el hombro de su mejor amigo y él sobre la suya dejando escapar un largo suspiro.
–Yo también te extraño, Char.
★
Después de pasar las fiestas en Rumania, los meses comenzaban a avanzar más rápido y las cartas de Hogwarts no dejaban de llegar. Harry mantenía al día a su tía (claro, omitiendo algunas cosas como la piedra filosofal, que sabía que la haría perder la cabeza por preocupación) incluso tuvo que comentarle a principios de año sobre como el hermano mayor de Ron, Charlie Weasley, había mandado a sus amigos dragonalistas por un dragón que el guardabosques de Hogwarts, Hagrid, había obtenido de manera ilegal. Cosa que ella ya sabía, su mejor amigo le había escrito antes de mandarles la respuesta a su hermano y amigos pero eso Harry no lo debía saber.
Por otro lado, ser la aprendiz de Alastor "Ojoloco" Moody era algo frustrante, nunca parecía estar completamente satisfecho con todo el esfuerzo que ellas daban, en cada entrenamiento quería más y más. Mientras lo que la joven Potter necesitaba era un enorme respiro pero de sus gritos, además, estaba segura de que el Auror estaba más que satisfecho con el rendimiento de las amigas y compañeras solo que nunca lo admitiría, al menos no frente a ellas.
–Estoy bañada en sudor. –se quejó Tonks en voz baja con una mueca pero al ver el rostro de su amiga cambio a uno serio–. ¿Qué pasa, Elle?
–Es Harry. –admitió, pensativa–. Es como si sintiera que algo malo va a pasar, no me preguntes porque no se que sea pero... me tiene algo alterada.
–Lo único malo que va a pasar es que te volverás loca si no dejas de preocuparte tanto por Harry. Él estará bien. Está en Hogwarts donde está Dumbledore el mago más poderoso de todos los tiempos, nada malo le pasará ahí.
–Eso no me tranquiliza lo suficiente, Dora. Quisiera poder protegerlo yo misma, es lo único que quiero.
–Pero no puedes ahora así que mejor deja ese tema que claramente te está frustrando y cuéntame... –miró a su amiga que tenía una sonrisa pícara en sus labios–. ¿Algo ha pasado con el hombre sexy?
Eleanor mordió su labio tratando de reprimir una sonrisa al escuchar el apodo de su amiga que claramente se refería a Ares Crouch.
–No sé de que me hablas. No hay nada entre él y yo. Ni habrá.
Tonks rodó los ojos aburrida.
–Te puedes mentir a ti misma pero no a mi, Elle. He visto como lo miras cuando él no está mirando y también he visto como él lo hace cuando tú tampoco estás viendo. –eso era verdad pero el orgullo Gryffindor no le permitiría admitirlo–. Han pasado varios meses y ninguno planea dar el primer paso. No los entiendo.
–¿Podemos hablar de otra cosa? ¿Por favor?
–Entendido. –una sonrisa traviesa volvió a cruzar el rostro de la metamorfomaga y Eleanor pensó de pronto que prefería seguir hablando de Ares Crouch–. ¿Qué tal la navidad con los Weasley?
Los recuerdos de Charlie y ella hablando sobre sus sentimientos por la metamorfomaga cruzaron su mente.
–Estuvo bien. –sonrió al recordar a los gemelos Weasley habían tratado de entrar en más de una ocasión, a la barrera que los dividía de los dragones. Gracias a Merlín, habían sido atrapados antes de que lo lograran sacándole canas verdes a la matriarca Weasley–. Harry no dejo de agradecerme por haber aceptado la invitación de ir a Rumania. Eso me hizo feliz.
–¿Eso o ver a Bill? –preguntó con un ligero tono de picardía.
La varita se le resbaló de las manos al escucharla y se atragantó con su saliva mientras su amiga reía a carcajadas por su reacción.
–¿Otra vez con eso? –preguntó, avergonzada. Desde sus primeros años en Hogwarts Nymphadora le repetía a Eleanor que el mayor de los Weasley sentía algo por ella y claramente, la azabache logró rechazar esa idea ya que sabía que estarían separados cuando él partiera de Hogwarts por los dos años de diferencia que llevaban. Y era mejor así, al menos, eso se repetía ella–. Él no fue. Tenía que quedarse en Egipto por cuestiones del trabajo.
Eleanor se sintió decepcionada al saber que no lo vería en Rumania ya que llevaba años sin verlo y esperaba que por fin se reencontraran en las fiestas cosa que no sucedió.
–Oh. ¿Pero lo querías ver, no?
–¡Por supuesto que sí! –replicó rápidamente–. Bill es mi amigo y claro que tenía ganas de verlo. Incluso Charlie estaba decepcionado al saber que no iría.
–¿Amigo? –inquirió burlona con una ceja enarcada–. Claro... Sobre todo cuando lo mirabas jugar al quidditch.
Su rostro pálido había adquirido distintas tonalidades de rojo y la vergüenza la abrazaba mientras trataba de disimularlo. Eleanor detestaba a Tonks por eso.
–¡Tenemos que seguir entrenando!
Ella se alejó de su pelirosa amiga mientras le gritaba «¡Cobarde!» entre risas.
Tonks sabía que solo era cuestión de tiempo para que su amiga aceptara sus verdaderos sentimientos y planeaba ayudarla para que eso pasar mucho antes.
Nota de autora:
¡Aquí el nuevo capítulo de warrior!
Les advierto que el primer y segundo libro serán breves...
¡Gracias por los votos y las 1k leídas!
Pd. El gif de Matthew me da mil años de vida 🙌🏻
Besos enormes,
Fer🍯
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