prologue


PRÓLOGO

ELEANOR DOREA POTTER, se encontraba en una edad en que a la vista de todos podría ser una de las mejores etapas de su vida: Los dulces 7 años. Pero era todo lo contrario a la suposición de las personas, Eleanor se encontraba probablemente en una etapa en donde no era nada perspicaz al decirlo pero estaba segura de dos cosas; La primera era que aborrecía su segundo nombre y es por qué lo encontraba realmente irritante cuando se dirigían hacia ella con él. Y la segunda era que, ella nunca, jamás iba a olvidar el maldito año 1981.

Las cosas parecían ir más fácil cuando tenía 6 años y su única preocupación era que el verano finalmente llegara para poder ver a su hermano mayor. Y es que él no era el único motivo, no. También estaban sus otros mejores amigos, los merodeadores —como ellos se hacían llamar a sí mismos—, quiénes formaban gran parte de la infancia de Eleanor; Canuto y Lunático, sus hermanos adoptivos favoritos. Por supuesto, tiempo después el grupo incrementó cuando Artemis Crouch y Lily Evans se unieron, la primera siendo la pareja formal de Sirius Black mientras que la última que se convirtió en su cuñada al juntarse con James Potter.

No pasó mucho tiempo cuando luego de la graduación de los chicos, todo empezó a empeorar.

Fue justo en el primer año fuera de Hogwarts para Lily y los merodeadores que no pudieron ser más estresantes, la guerra mágica siempre estaba presente pero también la espantosa viruela de dragón que acababa con todos a su paso, sobre todo para el viejo matrimonio Potter que al contraerla no duraron mucho, dejando huérfanos a los dos hermanos.

El golpe fue duro, pero sobre todo para Eleanor quién no comprendía lo que sucedía y por qué de la noche a la mañana ella ya no vería más a sus padres, pero James tomó toda la responsabilidad de la menor al no tener más familia. El problema era que tampoco podía estar cuidándola todo el tiempo, tanto él como Lily tenían misiones que atender en la orden del fénix, por lo que su hermana se mantenía con la familia Weasley o la familia Tonks mientras tanto, lo cuál no resultaba ser tan malo, por que allí pudo conocer a los que serían sus mejores amigos hasta el final: Bill, Charlie Weasley y a Nymphadora Tonks, la sobrina de Sirius Black.

Los cuatro niños eran unidos pero lo eran aún más Charlie y Eleanor que compartían su fascinación por el quidditch aunque el niño tenía una enorme inclinación por las criaturas mágicas.

Sin embargo, a pesar de la pérdida de sus padres, Eleanor seguía teniendo fé y agradecida de tener a un hermano mayor como James sosteniéndola. Los hermanos Potter eran muy unidos a pesar de la diferencia de edad —12 años exactamente—, James Potter sabía que desde la muerte de sus padres, Eleanor no tendría a nadie más que a él y eso lo motivaba a seguir luchando para acabar con la guerra mágica que había provocado Lord Voldemort.

Debía vivir y darle la familia que merecía a su única hermana.

Pero eso nunca sucedió.

El tiempo pasaba y con la guerra que había fuera y las muertes que ocasionaban con ella, no contuvo la alegría de Eleanor de ser tía por primera vez. ¡Un niño! No entendía como podía haber tanta alegría en su pequeño cuerpo, pero es que estaba tan emocionada al verlo y ni mencionar la primera vez que lo sostuvo entre sus brazos con ayuda de Lily.

«Te protegeré por siempre». Hizo el juramento de manera silenciosa  Eleanor mientras una lágrima resbalaba por su mejilla y un balbuceo escapaba de los labios del hermoso bebé a aún yacía entre sus brazos.

—¿Cómo lo llamarán? —preguntó Eleanor segundos después, sin dejar de admirarlo, tenía miedo de apartar la mirada y perderlo de vista. Era tan pequeño.

—Yo había propuesto Sirius Junior pero Lily dijo que eso era muy arrogante de mi parte...

Remus resopló rodando los ojos. Últimamente parecía verse más agotado de lo común.

—Claro que lo harías.

—No es mi culpa, ya viene en mis venas, ¿o no se olvidan de dónde provengo? —dramatizó el joven Black, provocando que el resto rodara los ojos a excepción de James Potter que lo miraba divertido—. Además no le veo nada de malo en ponerle mi nombre al mini Cornamenta. Creo que es mi derecho como mejor amigo, ¿no?

—Pobre bebé, no merece que le hagan tanto daño. —murmuró Artemis, la esposa de Sirius haciendo que él se girara ofendido—. Ya amor, sabes que es verdad —le palmeó su pecho con cariño antes de dejar un beso en su mejilla—, pero Lily, por favor, no permitas traer a otro Sirius a este mundo. Ya tenemos suficiente con una diva.

¡Artie!

—No le hagan caso, el embarazo lo puso sensible. ¡Y eso que no fue él el que tuvo mellizos! —siguió burlándose Artemis con una gigante sonrisa tirando de sus labios.

No duro mucho antes de que el matrimonio Black-Crouch se enfrascara en una pequeña discusión por ver quién generaba más hormonas a causa del embarazo en la que —para su terrible lamento— Remus terminó siendo el árbitro una vez más; Lily Potter aún en su camilla se unía a ellos para calmar el tenso ambiente recordándoles que había un bebé recién nacido entre ellos. Sin embargo, James Potter los ignoró, procurando no perderse un instante de la agradable vista frente a él: Su hermana menor quién no tenía intenciones de despegársele de su sobrino.

Habría deseado tanto que sus padres también hubieran presenciado la misma escena que él.

No se había dado cuenta de que la mirada de su esposa ya estaba en la suya y que los gritos habían cesado. Al voltear, pudo ver que ninguno de sus amigos se encontraban en la habitación más, a excepción de la familia Potter.

Cuando regresó la mirada hasta los brillantes esmeraldas de Lily que lo observaban con ternura y amor, mucho amor. E inclinando su cabeza, le hizo señas hacia Eleanor para incitarlo. Él sabía a lo que su esposa se refería, lo habían hablado desde hace meses atrás, y los dos estaban de acuerdo.

James le sonrió agradecido.

—Ya tenemos su nombre. —le dijo James, llamando la atención de Eleanor. Levantando su mentón hacia él—. Se llamará Harry. Harry James Potter.

La niña no pudo hacer otra cosa más que sonreír de oreja a oreja al escuchar su nombre.

—Otro Jamie en la familia —murmuró Eleanor acariciando la mejilla del menor con su meñique en un suave toque, era tan suave como el algodón—, me gusta. —afirmó—. Harry James Potter, mi pequeño y hermoso sobrino.

Lily tenía lágrimas en sus ojos que ya amenazaban con abandonarla, justo al igual que James. Los dos aún no estaban preparados para los problemas que se avecinaban sobre ellos... la profecía, ése era uno de ellos. Y al que más le temían.

Habían tomado juntos la decisión y no se echarían atrás.

Uniendo sus manos como un apoyo, el matrimonio Potter, James fue el que se dirigió a su hermana:

—Ellie...

Las dos trenzas que sostenían su cabello, se removieron al levantar la cabeza hacia ellos. La sonrisa que iluminaba su rostro se fue apagando poco a poco al ver las lágrimas avecinándose.

—¿Qué es lo que sucede, Jamie? ¿Lily-flor? —preguntó preocupada—. ¿Sucede algo?

Sacudieron la cabeza pero eso no le quitó la sensación de que algo estaba muy mal.

—Lo hemos pensado mucho estos meses, Ellie y no encontramos a nadie más que pueda cuidar de Harry. —comenzó James.

—No estoy entendiendo...

—Queremos pedirte que seas la madrina de Harry —habló esta vez, Lily—, y creo que no nos equivocamos cuando eres la mejor opción.

Un grito ahogado salió de los labios de Eleanor y sus ojos se abrieron en sorpresa.

—Pero... Pero, ¿yo no soy muy chica para eso? —cuestionó ella sin creerlo.

James sacudió la cabeza nostálgicamente.

—Estuvimos arreglando ese pequeño inconveniente. Así que, no hay problema.

Las mejillas de Eleanor se calentaron ante un pensamiento que se cruzó por su mente.

—¿Remus será el... padrino? —pregunto en voz baja.

Una carcajada limpia salió de los labios de Lily mientras que James cruzaba los brazos con gesto ofendido.

—¡Te estoy diciendo que vas a ser madrina de mi primer hijo y lo primero que me preguntas es si Lunático será el padrino! —gimió casi exageradamente mientras las mejillas de Eleanor se acaloraban aún más.

Lily le dió un codazo ligero en las costillas a James.

—Creo que Ellie ya tiene un tipo favorito. —sugirió.

Pero eso no le pareció ni un poco gracioso a James, la sola idea de pensar en que su hermana de 7 años ya estuviera pensando en chicos, ¡Y aún peor! ¡En uno de sus mejores amigos! Ya era lo suficientemente horrible.

—Creo que Ellie sabe que a ella solo le puede gustar los chicos hasta los 40, ¿verdad, Ellie? Pero para tu desgracia (y para mí fortuna) el padrino será Canuto. Creo que no me lo perdonaría si no lo es...

—James Fleamont Potter —Lily lo miró severamente, con una de sus cejas arqueadas—, no mientas. Tú fuiste el que rogó porque el padrino de Harry fuera Sirius.

—¡Pero yo no rogué!

—James...

Con una mirada más y el joven de anteojos se quedó callado mirando a Eleanor que aún se encontraba tan sonrojada que ya no tenía intenciones de volver a hablar de chicos... Al menos no frente a James.



Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y de pronto Eleanor ya estaba frente a un pastel con 9 velitas frente a ella. Era 23 de Agosto de 1981, lo podría identificar como uno de los cumpleaños más aburridos. Tanto James como Lily se habían vuelto aún más discretos con la seguridad y habían obligado a Eleanor a que su intercambio de cartas con sus amigos parara.

Extrañaba mucho las quejas de Tonks acerca del cómo no podía aún controlar muy bien su metamorfomagia.

Extrañaba las cartas de Charlie en donde se intercambiaban una que otra carta de los jugadores de Chudley Cannons.

Pero sobre todo, extrañaba las cartas de Bill, en dónde le platicaba sus días en la Madriguera y aunque él creía que podría aburrirle, hacían sentir a Eleanor que estaba viviendo la infancia normal de una niña de su edad, a diferencia del encierro que estaba destinada y que ninguno se atrevía a explicarle la razón.

—Pide un deseo, cariño —le pidió Lily, sosteniendo la trenza que acababa de terminar de hacerle su cuñada—, el que quieras.

Eleanor observó a su familia; James tenía a su ahijado Harry sentado en sus piernas mientras jugaba con él y la miraban con una enorme sonrisa; Luego estaba su cuñada Lily que a pesar de tener que cuidar a Harry, siempre tenía tiempo para ella, incluso para hornearle un pastel y peinarla. Porque a pesar de estar encerrados, ocultos de los problemas de allá fuera que la guerra mágica significa, no podía estar más agradecida de tenerlo.

Ella sabía exactamente que pedir.

«Mantener a mi familia unida». Y sopló sus velas.

Los aplausos no tardaron incluso Harry teniendo un simple año de edad estaba riendo en el regazo de su padre.

Definitivamente no podía pedir nada más que a ellos.


Los Beatles se habían vuelto la banda muggle favorita de la familia, sobre todo para Eleanor que incluso se sentía feliz y muy personal al tener su propia canción.

Y es que Eleanor Rigby, fue escrita para ella, al menos se sentía de esa manera.

Aquella hermosa canción se reproducía a lo lejos en el piso inferior mientras buscaba entre el ático algo para poder vestir ese día. Y es que no era cualquier fecha, ¡era Halloween! Se suponía que si se portaba bien podría convencer a James de llevarla a pedir dulces. Eso había prometido él meses atrás cuando la encontró llorando en su habitación por lo solitaria que se sentía y lo mucho que extrañaba a sus amigos. Para consolarla esa noche, había hecho algo por lo que quizá Lily lo mataría después: la ilusionó.

Y ahí estaba Eleanor, en el ático casi una hora antes de que salieran a pedir dulces, buscando algo que ponerse. Su último recurso sería una sábana blanca con dos agujeros que no asustaría a ningún pájaro.

Pero aún así, ella se resistía a llevarlo, quería impresionar con su disfraz, incluso si encontraba algo brillante y le robaba el par viejo de anteojos rotos de su hermano y le ponía brillitos podía fingir que era una especie de Elton John en mujer.

¿Qué problema habría? Era una idea original y estaba segura que a Remus le encantaría.

Remus.

Él se había alejado de repente, y sin explicaciones, cada vez que Eleanor preguntaba por él James parecía frustrado y Lily bajaba la mirada con tristeza. No entendía que era lo que sucedía con sus hermanos, tanto James como Sirius lucían molestos con el otro cada que Eleanor sacaba a relucir a Remus, era un caos dentro de ella con sentimientos encontrados donde no sabía qué hacer. ¿Por qué sus hermanos estaban peleados? ¿Por qué no sabía nada de Remus? Y sobre todo, ¿qué era lo extremadamente horrible que le tenían que ocultar a Eleanor?

Un crujido se escuchó a sus espaldas, su respiración se detuvo y todos sus pensamientos se enfriaron. Lentamente, Eleanor se volvió para ver que era lo que había escuchado.

¡Crac!

Eleanor cayó al suelo ante el fuerte sonido y el armario negro frente a ella se abrió de par en par dejando expuesto el más grande miedo de la niña Potter.

El grito que soltó muy probablemente le habría podido herir las cuerdas vocales pero no le importó en lo más mínimo. Las lágrimas corrían por sus mejillas sin detenerse, no podía alejar sus ojos de la imagen que yacía en el suelo frente a ella.

Su héroe. hermano. Su Jamie. Sin vida.

El boggart se mantuvo allí frente a ella, burlándose de su mayor temor.

No podría saber cuanto tiempo pasó hasta que unos brazos la rodearon desviando su visión del cuerpo inerte de su hermano mayor. Ni siquiera se molestó en ver quien la había alejado de aquello. Lo sabía. Eleanor reconocería aquel olor en donde fuera que estuviera.

Cuando el mayor de los Potter entró al ático preocupado ante el fuerte grito que había dado su hermana pero no mejoró al ver que el boggart de la pequeña era él muerto. Aún sorprendido, se acercó hasta Sirius y le quitó a su hermana con cuidado para poder tomarla entre sus brazos ocultando su rostro en su pecho para que dejara de mirar su mayor miedo.

Aún podía sentir el cuero tembloroso de Eleanor debajo de su agarre.

—¡Mierda! –se quejó Sirius a su lado–. ¿Cómo es que hay un boggart aquí?

—No tenía idea... —dijo James, aún petrificado.

—Sácala de aquí —sugirió Sirius, mirando a James con seguridad—, yo arreglaré al boggart. —su tono de voz sonaba preocupada pero intentaba disfrazarlo con su mirada seria—. Llévatela ahora.

James lo volteó a ver y entendiendo a lo que se refería, asintió de acuerdo, Sirius se acercó al armario para deshacerse de una vez del boggart. La imagen de su mejor amigo muerto lo había dejado en estado de shock unos momentos pero sabía que simplemente era solo eso... una simple imagen creada por el miedo más grande de la más pequeña de los Potter.

En su lugar, James Potter no contestó, ni se inmutó ante ello. Él únicamente tomó a su hermana entre sus brazos y la sacó del ático.

Eleanor estaba llorando aferrada a su cuello como si no pudiera creer que él estaba ahí. El boggart era tan real que deseaba jamás soltar a su hermano mayor.

Momentos después, en el piso inferior de la casa se encontraban los hermanos Potter, ambos con diferentes expresiones en sus rostros, una lucía aterrada y el brillo que estaba en sus orbes chocolates había desaparecido dejándolos opacos. El mayor la observaba mientras daba pequeñas caricias en su mano buscando controlar la ansiedad que le creó enfrentarse a un boggart con tan sólo 9 años de edad.

El mundo mágico estaba en guerra y no había noche en que James Potter no temiera que algo sucediera con su esposa, hermana e hijo, temía que Lord Voldemort los encontrara. Después de que Dumbledore les explicara lo que sucedía con la profecía, su deber era protegerlos y con cada día que pasaba sentía menos posibilidades de poder hacerlo, magos y muggles morían cada hora, las misiones ya no eran seguras para ellos, no por los mortífagos, sino porque en cualquier momento podría aparecer el señor tenebroso y mataría a Harry, cosa que no permitiría.

Luego estaban sus mejores amigos, Sirius Black, quién mientras cuidaba a su familia al mismo tiempo cuidaba la suya, tenía dos hijos y una esposa que proteger, lo contrario de Remus, él regresaba cada vez peor de las misiones que le daban en la Orden del Fénix. Y también estaban las sospechas del hijo mayor de los Black contra el hombre lobo, sabían que había un traidor entre ellos pero no quería que fuera él, Remus Lupin también era su mejor amigo... no podía creerlo. Por lo mismo, había tenido varias peleas con su esposa Lily, ella no paraba de repetir que Lupin no podía ser el traidor y que depositaba toda su confianza en él, situación que le molestaba de la misma manera a la esposa de su mejor amigo; Artemis, que peleaba igual con Sirius por lo misma.

¿Qué haría si no podía proteger a su familia?

Y ahora que había visto el mayor miedo de su hermana menor no sabía como reaccionar. Él sabía que podía morir en cualquier momento aunque no quisiera pensar en eso, le preocupaba dejar a su familia sin protección. Había puesto un acuerdo con su esposa cuando Harry nació, ellos temían si no sobrevivían con quién dejarían a su pequeño hijo, no tardaron mucho en darse cuenta que la única persona era Eleanor. A pesar de ser tan pequeña, tenía la desdicha de crecer con la madurez suficiente para tomar esa responsabilidad, además, no estaría sola, ella tendría a Sirius a su lado para guiarla.

Eleanor iba a sobrevivir por Harry y por ella.

Era malditamente egoísta de su parte tomar esa decisión por ella pero era la única tranquilidad que tendría de saber que estaría con vida. Incluso si daba la suya a cambio.

—Jamie —Eleanor habló por primera vez, luego del suceso. Su voz estaba entrecortada pero James podía entenderle—. ¿Morirás como mamá y papá? —preguntó con los ojos inyectados en rojo sangre.

Él no sabía que contestar puesto que no quería mentirle a su hermana pero tampoco quería afectarla aún más de lo que ya estaba.

—No, no voy a morir, Ellie.

«La primera mentira». Pensó James.

James Potter no se imaginaba cuánto iba a afectarle en un futuro esa promesa pero en ese momento su egoísmo le ganó sellando el pacto con un choque de puños que les hizo reír, y a Eleanor a través de las lágrimas.

—¿Me lo prometes?

—Te lo prometo, Ellie.

Ella sonrió y lo abrazó con fuerza dejando varios besos en su mejilla provocando una enorme sonrisa en el azabache.

—Ya que no creo que salgamos hoy a pedir dulces... —dijo Eleanor, no dispuesta a volver al ático a buscar su disfraz—, ¿podemos hacer palomitas y ver películas con Harry?

James rió ante la tierna petición de su hermanita.

Le encantaba que su pequeña hermana tuviera tanto amor por su hijo, eran inseparables, incluso Lily se ponía celosa porque Harry no le hacía tanto caso cuando Eleanor estaba cerca suyo. Ambos eran su mayor adoración.

—¡Por supuesto!

—¡Genial! —sonríe para volver a abrazarlo por el cuello alegre—. ¡Te quiero! ¡Mucho!

—¿Más que a Lunático? —inquirió con ironía, provocando que las mejillas de Eleanor se calentaran.

Lo dudó un poco pero al final contestó con una pequeña sonrisa.

—Sí... ¡Pero no le digas nada! —se adelantó—, luego Sirius también quiere competir por ser el hermano favorito.

Y vaya que lo hacían. Desde que la pequeña Potter nació, James y Sirius competían por quien era el mejor hermano de Eleanor mientras que Remus ya tenía el puesto más que ganado, le encantaba estar con él, era su hermano-mayor-favorito lo que provocaba horas de peleas entre los tres aunque no lo fueran del todo, pero con los años unían a la niña en sus bromas, pijamadas y reuniones, claro que Eleanor siempre manteniéndose cerca del hombre lobo con la excusa de que él era el que tenía los chocolates pero todos menos Lupin sabían que a ella le gustaba estar cerca suyo como si fuera un chicle. Gesto que se le hacía muy adorable Artemis Black y Lily Potter que no dejaban de molestar a James por ser un hermano celoso.

—Ve preparando todo, ahorita te alcanzo. —le ordenó con su ceño fruncido pero la detuvo antes de que se fuera dándole un beso en su frente—. Y Ellie, también te quiero mucho, recuérdalo siempre.

—No lo olvidaría, Jamie.

Le sonrió una última vez antes de irse.

Y Eleanor no lo sabía pero... aquella noche sería la última vez que los hermanos Potter hablarían.

Los gritos desgarradores escapaban de la garganta de Eleanor que se encontraba aferrada al cuerpo frío de su hermano, sus anteojos estaban mal acomodados y sus ojos avellanas estaban abiertos sin rastro de vida en ellos, no había calidez en su tacto, el corazón de la azabache estaba roto, su hermano mayor, su única familia, estaba muerto. Ella misma lo había visto ser asesinado por Lord Voldemort mientras estaba escondida dentro de un armario como James le había indicado antes de morir.

Los únicos gritos que estaban presentes eran los de Eleanor y Harry Potter, ambos en posiciones casi exactas pero con diferentes personas.

A la niña ya no le importaba nada, sus padres habían muerto hace dos años y ahora también su hermano. La vida era muy injusta, le arrebataron a las personas que amaba: su familia. Le quitaron todo, su mayor miedo se había cumplido. No le quedaba nada.

O eso era lo que creía.

Unos brazos la rodearon abrazándola y no tuvo que voltear para saber de quien se trataba, lo conocía muy bien por su aroma, su llanto era igual de incontrolable que el de ella, ambos cuerpos temblaban mientras estaban aferrados al de James, los llantos de Harry interrumpieron ese momento y Sirius se levantó no sin antes advertirle a Eleanor que no se moviera de allí. La niña estaba tan perdida acariciando el rostro de su hermano que ni lo escuchó.

Repartía besos en sus mejillas rogándole que despertara aunque sabía que eso no sucedería. Seguía rogándole a Merlín por volver a escucharlo.

«No me dejes, Jamie...» rogaba entre el llanto. «No quiero vivir en un mundo donde no estés conmigo».

Volvió a escuchar más pasos dentro de la casa pero los ignoró, sabía que era la voz de Sirius y otra más que no podía reconocer pero poco le importaba, solo deseaba que no la separaran de su hermano James... de su Jamie.

¿Quién la volvería a llamar «Ellie»? James ya no estaba.

Ya no eran los hermanos Potter... ahora solo quedaba ella.

Escuchó otra voz que solo logró hacerla llorar con más fuerza porque cada vez su mayor temor se hacía cada segundo más real.

Miró a los mejores amigos de su hermano con los ojos rojos peleando pero... ¿Y Harry?

¿Dónde estaba su sobrino?

—¡Debo de ir con Artemis y los niños! ¡Quédate con Eleanor y Harry, Lunático!

Sirius desapareció sin dejar que su amigo le respondiera. Él entendía. Black debía cerciorarse que su familia estuviera bien pero eso no le quitaba sus dudas de como era que el encantamiento fidelio había sido descubierto. Una parte suya le gritaba que era absurda esa pregunta porque ya tenía la respuesta pero no podía aceptarla, no aún.

Un destello de luz entró en la casa directo en donde se encontraban para luego tomar la forma de un fénix. Era el patronus de Albus Dumbledore.

—Señor Lupin, lamento mucho la pérdida de sus amigos. Necesito que se lleve a la señorita Potter con usted, cuídela hasta que estemos seguros de que Lord Voldemort ha sido derrotado. Debe llevársela, después pasaré a su casa para hablar sobre el destino de la niña. En cuanto, el pequeño Harry Potter estará con la hermana de su madre, la señora Petunia Dursley y su esposo, sea lo más discreto posible.

Cuando el patronus se desvaneció el hombre lobo no dudó en agarrar a la pequeña Potter alejándola por primera vez del cuerpo de James para cargarla y abrazarla, Harry estaría —desgraciadamente— con los Dursley por órdenes de Dumbledore, y como le indicó el director de Hogwarts, él podía cuidar a Eleanor por un tiempo, se lo debía a sus (ahora difuntos) mejores amigos, iba a protegerla inclusive de su pequeño problema peludo. No la abandonaría.

—Jamie... nos de...dejó...

Remus sacudió la cabeza con una mueca llena de tristeza y besó su frente.

—Él siempre estará con nosotros, Elle.

«Debí decirle cuanto lo quería, debí de repetirle que él era el mejor hermano del mundo... debí haber hecho más por él». No paraba de repetirse Eleanor entre sollozos. Culpándose por no poder hacer más.

James y Lily Potter habían sido asesinados por Lord Voldemort aquella noche de Halloween.

Y no cabía duda que todo se le había arrebatado aquel terrible año.

Nota de autora:

Finalmente les traigo el prólogo editado de warrior y con nuevas escenas, es probable que se vea ligeramente modificado (casi nada). Sin embargo, espero que les guste este nuevo cambio, trataré de no tardar.

Les mando muchos besos enormes,
Fergie 🦋

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