026.

Kim Namjoon

Lo que tenía frente a mis ojos, era la escena más obscena de mi vida y la mejor sorpresa, por supuesto. Yuna se encontraba en medio del salón, bajo la luz tenue, moviendo su cuerpo de una forma sensual, acorde a la música que sonaba en el fondo.

No tenía ni idea de que pudiese bailar tan bien, o mejor dicho, de esa forma tan... singular. Me acomodé mejor en la silla, sintiendo el calor de la habitación. De pronto, empezó a bajar poco a poco, para después gatear viniendo hacia mí, haciendo que dentro de mi pantalón se volviese loco.

La tenía más cercana, entonces pude ver mejor como sus caderas se movían tan bien, como era bastante flexible para abrir de esa forma sus piernas. Me dio la espalda unos segundos, apoyando su cuerpo hacia delante, dejándome a la vista sus bragas, ya que su vestido era bastante corto. Era inherente recordar eso ahora, pero lo único que se me puede pasar por la cabeza, viendo como baila obscenamente, es en Yuju.

Eran tan distintas, a pesar de que nunca he visto el rostro de ella, pero ahora viendo esto, es imposible no pensar en ella. Debía olvidarme de eso, así que quise ponerme de pie, pero esta vino hacia mí, gateando. Puso sus manos sobre mis rodillas para detenerme y sus ojos eran tan lascivos que ya podía imaginarme miles de escenarios.

—Yuna...

Sus manos traviesas fueron al botón de mi pantalón, el cual desabrochó y después de darme una corta mirada, le ayudé a bajarlo, junto a la ropa interior, dejando a la vista mi miembro con una erección ya. Esta lo miraba como si fuese un tipo de comida, que solo me ponía más duro. Sus dedos tocaron la punta y un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo.

No me arrepiento de haber venido a Corea, ¿quién podría hacerlo después de haberse encontrado a esta mujer? Aparte de ser tan inteligente, amable y hermosa, sus labios queman cuándo rozan la piel de mi pene. O mejor aún, cuándo su lengua empezó a lamer como si fuese la paleta de su sabor favorito. Lo metió por completo a su boca que me asustó, pero no podía hacer más por el inmenso placer, que llevé mi mano a su cabeza.

Jadee, que se escuchó escandaloso porque justo acabó la canción. Voltee a verla, como se detuvo, lo sacó de la boca y un hilo de fluidos apareció que me sentía más duro que nunca. Esta se puso de pie enfrente de mí, donde sin decir ni una palabra, bajó los tirantes de su vestido, por sus hombros, y luego vi como se caía por su cuerpo, dejándola solo con sus bragas.

Oh, vaya, quería jugar conmigo. Relamí mis labios completamente perdido, siguiéndola con la mirada. Tomó una copa llena de vino que había en la mesa y la bebió, vi que intencionalmente, un poco de ese líquido cayó por su cuello, joder, estaba sediento.

Caminó, mientras se escuchaba como sonaba una nueva canción jodidamente sexual. Sin esperarla, quité mi camisa y quité mis zapatos, queriendo quitar del todo mi pantalón, y justo cuándo acabé de hacerlo, la vi frente a mí como toda una diosa. Esto era tan nuevo para mí, en el sentido de su completa aura, era diferente, estaba impresionado.

Tomó mis brazos, e hizo que los dejara a cada lado de la silla, para luego sentarse encima de mi regazo. Pude sentir lo mojada que estaba, y solo deseaba meter mis dedos. Lo peor de todo, que seguía luchando contra mi pensamiento, recordando a Yuju, pero la forma en la que me mira Yuna, me recuerda a esa vez que casi lo hago con Yuju en el club, cuándo se subió en mi regazo.

Sus labios fueron a besar mi cuello, mientras tocaba mis abdominales. Quise tocar su piel, tan suave y fría gracias al aire acondicionado que prendió. Necesitaba hacer algo, quería darle placer, quería tener esos pezones en mi boca, así que tomé su espalda, atrayéndola a mí, directamente para meter uno de esos lindos pezones a mi boca. Lo chupé, escuchando al instante un jadeo por parte de ella.

Chupé, lamí, con los dos, para luego acariciarlo con mis dedos, eran delicioso, más aún sintiendo como esta movía sus caderas de vez en cuándo por inercia, lo que me tenía más motivado. Quise besarla, que aunque ella no quería, ya que me hizo un oral, tomé su cuello y la atraje a mis labios.

Mientras nos fundíamos en un beso húmedo, con la ayuda de una de mis manos, la pasé detrás de su espalda, bajando y haciendo a un lado sus bragas, donde pude al fin sentir su parte íntima, mojada y llena de sus fluidos. Toqué como quise, sintiendo como esta detenía nuestro beso.

—Déjame darte placer.

—No, yo quiero darte placer.

—Cariño, escuchándote jadear y feliz, ya es un gran placer para mí.

Murmuré cerca de sus labios, justo cuándo introduje dos dedos en su entrada y soltó un gemido que era música para mis oídos. Ya no podía soportar más, así que después de penetrarla con mis dedos unos segundos más, aparté de sacar mis dedos de ese paraíso, era el turno de mi pene.

Esta lo sabía, así que se puso de pie, así que se quitó sus bragas y yo aproveché para quitar mi ropa interior. Vino con prisa hacia mí, se acomodó y tomó por sí misma mi miembro y lo introdujo, bajando poco a poco, volviéndome por completo loco. Es la primera vez que lo hacemos en esta posición, y creó que se iba a convertir en mi favorita, ya que podía ver sus dos preciosos senos saltar, su rostro tocando la gloria, sus gemidos más claros, era tan buena.

Puse mis manos sobre su cintura, dando señal que podía hacerlo más lento si quería, pero esta, en cambio, se apoyó sobre mis hombros y saltaba más rápido. Era tan buena montándome, esto sería mi escena y posición favorita. Los chasquidos de nuestra piel chocando me envolvía en una nube de excitación suprema, y necesitaba que ella se sintiera igual, por eso mismo, mientras esta hacía un buen trabajo, me dediqué a masajear sus pechos.

—Mete... Mételos a tu boca.

Escuché en un hilo de voz. Subí mi mirada, viendo lo desesperada que estaba, y bueno, mi diosa lo pedía, me dio tremenda sorpresa, como podría negárselo. Esta disminuyó la velocidad, y cuándo daba un pequeño saltito, se abalanzaba hacia adelante y hacia atrás, así sí que podía chupar bien esos pezones, que cuándo empecé a hacerlo, la habitación ardía en fuego por nuestro buen sexo.

Y antes de esperar a que acabáramos, llevé ambas manos a sus glúteos, era hora que la ayuda aún más. Hice que esta se apoyara más sobre mi cuerpo, entonces era yo el único que movía mis caderas, penetrándola por mí mismo, más rápido.

Entonces recordé nuestra primera vez juntos, cuándo gimió de la misma forma en la que lo hace ahora cerca de mi oreja. Sin más, me salí de ella y sentí como empecé a eyacular. Quería seguir, y esta parecía pensar lo mismo, cuándo se sentó mejor, viéndome.

—Otra vez.

—¿En la misma posición?

—Todas las que quieras Namjoon, hazme tuya las veces que quieras esta noche.

Bueno, lo que mi preciosa Diosa quisiera, así lo haría.







Terminé de lavar mis dientes y salí del baño, con una toalla en mi cintura, ya que me había duchado. Miré hacia la cama, todo para afirmar que seguía dormida. Quise acercarme, me senté en la orilla, viendo como dormía pacíficamente, con su frente estaba a la vista, puesto que tenía el cabello desordenado.

Ayer, después de hacerlo un par de veces en la cama, tuvimos que cambiar las sabanas y ducharnos, pero ella decidió dormir desnudo después, por eso ahora simplemente la cubría una manta desde la cintura para abajo, dejando su espalda al aire.

Me levanté para empezar a cambiarme. Hoy era el día, me tocaba ir a la casa de ese hombre, mi padre. Había querido dejar de lado esta conversación, pero ya era hora.

Después de hacer todo lo que debía en casa, es decir, cambiarme, buscar los papeles que llevaría, preparar el desayuno para Yuna, que lo dejé en la cocina, con una pequeña carta de lo que iba a hacer, y donde encontrarnos luego. Salí.

Ya le había avisado la hora y todo lo que haríamos a Jung Eun, por eso mismo, ya estaba esperándome en la entrada. Abrí la puerta del coche, y me subí a la parte de atrás.

—Buenos días, Jung Eun.

—Buenos días, Sr. Kim —La miré por el retrovisor, por lo visto se lo estaba tomando bastante en serio—. Te ves bien.

Había tratado de lucir un poco más elegante, no por qué él creyera a veces que parecía un hippie, eso me importaba poco. Mientras emprendíamos camino, repasé un poco con todos los papeles que tenía, no eran la gran cosa, pero para él sí, tenía hasta unas hojas de demanda si no quería aceptar lo que le proponía.

Kim SeoJeon, el heredero de la gran empresa mundialmente conocida, Hankook tire. Se casó por medio de un contrato con la hija de un gran empresario, dueño de la gama de coches más famosa coreana, Seo Gyeon-Hui. No había ni siquiera una pizca de amor ahí, de alguna forma y por obligación, me tuvieron, pero para uno siempre he sido el niño que debía convertirse rápido en hombre para llevar una gran empresa, mientras que para la otra, seguía siendo su niño amado.

Durante toda mi vida, a pesar de las cosas horribles que tuve que pasar, no me puedo quejar. Tuve una hermosa y autosuficiente madre, quien miraba en todo momento por mí, la que me ayudó a nunca olvidar los valores correspondientes que debe tener una persona. La gran Gyeon-hui, no pudo evitar que me descarrilara un poco por los sentimientos abrumadores que surgen cuándo ya no puedes más.

Era tan pequeño cuándo la familia Kim y Seo se enteraron de que había un "bastardo" en la familia, y de paso, no tenía mucha diferencia con el heredero. Un constante reclamo de ser el mejor, de que debía superar a mi tonto medio hermano, que parecía escuchar las incoherencias de su madre, la amante de mi padre, que prontamente se volvió la señora Kim, cuándo mis progenitores se divorciaron.

Lee Hwang era una bruja desalmada, la causante de que yo acabara siempre castigado. Las palizas que recibí de mi padre, ya que Joheon me incitaba a pegarle, eran interminables, las discusiones con Lee Hwang para que le llamara madre eran siempre constantes. Casi gracioso me parecía no haberle dicho todo eso a mi madre verdadera para no preocuparla... hasta llegar aquí.

El coche se detuvo y pude ver por la ventanilla esa gran mansión.

Lo único que había en su cabeza esa el dinero que podía producir por minuto, mientras que sus hijos, eran simples marionetas que debía controlar para cuándo él muriera, fueran igual que él. Desprecia pro completo los sentimientos, tan manipulador que si tuviera en mi adolescencia, me temblaría las piernas por enfrentarme con él.

Recuerdo cuándo conocí a mi amigo del alma, Yoongi, también al idiota de Kim en esa época. Íbamos a la misma escuela, y nos volvimos bastante unidos. Para mi padre fueron la peor influencia, pero para mí, se volvieron los momentos y recuerdos donde estuve verdaderamente feliz y cómodo. Tiempo después, se formó un cuarteto en el cual ingresó el pequeño Jungkook. Salíamos hasta altas horas de la noche, sin hacer nada indebido, solo desahogándonos de las presiones que nuestros padres nos imponían.

Salí del coche, viendo como había dos empleadas ya frente a mí. Tomé con fuerza mi carpeta, sintiendo como los recuerdos me invadían, los años que han pasado desde que no pisaba esta casa. La última vez, fue cuándo me enfrenté de él por segunda vez, con tanto valor, pero no conseguí nada, solo más amenazas.

Caminé hacia la entrada, escuchando como me saludaban y querían ayudarme, como si fuera inválido o algo por el estilo. Quería que JungEun me seguiría, a pesar de ser de la familia, se quedó afuera mejor.

—¿Joven Namjoon?

Giré mi cuerpo, reconociendo la voz. Se trataba del encargado de la casa, un hombre bastante mayor que tenía más derecho que todos en el lugar. El único que varias veces me salvó de palizas.

—Park In-Deok.

Hizo una larga reverencia.

—No merezco ser llamado por mi nombre completo, más por el hombre en el que...

—Señor Park, usted me vio en pañales, no me trate con tanto respeto, aunque estemos solos, el mayor es usted —Hice una reverencia hacia él—. Me alegro de que siga con vida y se vea tan saludable. Debería jubilarse.

Dio un par de pasos hacia mí, poniendo su mano sobre mi hombro.

—Gracias al cielo no lo hice, si no, no hubiera podido volver a verlo. Es un eterno agradecimiento tener esta oportunidad, y dirigirlo hacia su padre.

Recuerdo cuándo entró a mi habitación a escondidas, para consolarme cuándo lloraba sin parar por la rabia. Tenía 12 años, mi padre me había llenado dado dos cachetadas con todas sus fuerzas, solo por qué estaba peleando con Joheon, algo que él provocó. "Limpia tus lágrimas Namjoon, sigue siendo el niño inteligente que eres, quieto y sereno, pero toma toda la rabia que tienes por dentro, y demuéstrale a los demás que no eres un payaso o una decepción" sus palabras aún seguían guardadas en mi corazón.

Seguí sus pasos, yendo por esos pasillos que antes eran inmensos para mí, tiempo atrás. Nos detuvimos frente a ese par de puertas marrones. Dio tres golpes y este mismo las abrió, dejándome con un espacio bien iluminado.

Mi mirada cayó primeramente en que el dueño del escritorio, estaba vacío, al igual que la oficina, solo se encontraba Joheon, sentado en un sofá.

—El señor Kim Namjoon, ha llegado.

Hizo una reverencia, y miré como Joheon movió su mano para que Park se fuera, pero este no lo hizo, simplemente se quedó a mi lado, haciendo que ese tonto se pusiera de pie.

—¿No me has entendido Park? Te puedes retirar ya.

—¿Por qué debería irse?

Se acercó a mí, mientras ordenaba su costoso traje. La forma en que me encontraba tan tranquilo, era abismal, comparado a cuándo antes miraba esa aura que me mostraba, amenazador, tentador.

—Bienvenido a casa, señor Kim Namjoon, pero tú no vives aquí, por ello espero que no se te venga arriba nada.

Sonreí leve, volteando a verle directamente a los ojos. Ja, este inútil se parecía completamente a su madre.

—No voy a hablar sobre si tengo derechos o no, por qué es lo que menos me importa —Llamé la atención del señor Park—. Terminaré mis asuntos en este lugar, luego, me gustaría salir a comer con usted.

Asintió y salió después. Estábamos solos, pero era tan diferente este sentimiento. No teníamos nada en común, él estaba empecinado en parecer un niño que obedecía cada palabra que nuestro progenitor decía, como un perro.

—Solo decirte que no han acabado de hacerle el chequeo a nuestro padre —No me apetecía prestarle atención, así que me senté en el sofá, lo esperaría. Este, aun de pie, se colocó frente a mí—. Te cortaste bastante el cabello, ¿te irás al servicio militar? Ya es hora.

Mis ojos recorrieron por completo todo el lugar, este sí que era el punto clave para acabar con todo, donde el suelo y las paredes fueron testigos de como la sangre salía de las heridas provocadas por él.

—El otro día entré a tu estudio viejo, madre de Dios —Soltó una gran carcajada—, qué asquerosidad encontré. No sabía que tú escribías poemas, tan ridículos.

Había cumplido la mayoría de edad, y era casi responsable de Taehyung y de Jungkook. A pesar de que el idiota de Taehyung hacía tonterías, hasta borrachearse, trataba de evitar a toda costa que no metería en eso al pequeño Jungkook. Pero algo que no podía evitar, es que a los tres nos gustaba salir hasta la madruga y manchar un poco las paredes de la ciudad. Nos tenían por lo visto fichados, así que un día escuché el sonido de las sirenas venir a por nosotros. Salimos corriendo para esconder a Jungkook, pero a nosotros dos nos cogieron. Mi padre mandó a su abogado a que me sacaran de comisario, para llevarme directo a casa, justo a esta oficina, donde él estaba que tiraba humo.

"Saldrás en los periódicos" "La inservible de tu madre no te crío bien" "Payaso y maricón con tus poemas" "Evades tus responsabilidades" "Decepción, me das asco". Me tomó por el cuello de mi camisa, y empezó a darme golpes en mi rostro, aun con sus anillos puestos. Recuerdo como escupí sangre después de un golpe en el estómago que me dio. Su trato era tan peligroso, tan inhumano, que cuándo el idiota de Taehyung lo supo, agradeció que al menos su padre no fuese así.

—-Ah, también creo que tendré que regresar a la isla Jeju. Me enteré de que una mujer que conocía, tuvo a su bebé. Me gustaría conocerlo para saber qué sexo fue, y quién es el padre.

Lo miré. De pronto mi sangre hirvió, sabía a la perfección que decir para llamar mi atención.

—No sabía que conocías a mujeres embarazadas.

—Ni yo que te follabas a una prostituta —Dejé mi carpeta a un lado y me puse de pie de inmediato, quedando cara a cara—. Oh, vamos... no me mires con esa carita de enfadado. Estuve en ese club, tuve que follarme a una zorra de ese club que tiene la lengua un poco suelta. Me dijo que tú habías pedido varias veces vip con una de ahí. Dejas preñada a una mujer y después estás con putas.

Lo tomé de su traje, con tanta fuerza que el dolor en mis manos no se sentía. Joheon era un jodido cretino, un maldito degenerado que solo nació para ser un gran en mi culo. En su rostro se dibujó una sonrisa, lo había conseguido.

—Qué bueno tuve un chequeo antes, porque si no estos niños me matarán.

Su voz. Solté a Joheon, viendo como mi padre aparecía desde otra puerta, junto a su ayudante. Este idiota fue a colocarse frente del escritorio, haciendo una larga reverencia, hasta que el anciano se sentó.

—Buenos días, padre. Le estaba esperando, y lo que vio, fue un malentendido con mi hermano.

Cruzamos miradas, y sentí mi estómago revolverse. Era un hombre tan gélido, temeroso y odioso. No puedo comprender como es que alguna vez mi madre pudo aceptar un matrimonio con él.

—Joheon, sal.

Este volteó a verme confuso y luego al anciano.

—Pero padre, tengo que...

Y con una simple mirada, dijo todo. Este volvió a hacer esa reverencia y salió sin más. Dejándome solo con él y su ayudante que pronto se fue también. Sin más, tomé la carpeta que había dejado en el sofá y me acerqué para dejarlo encima de su escritorio.

—5 años sin verte en persona, no me saludas con respeto y me tiras eso.

—Buenos días, vengo a decirte un par de cosas claras. En primero, devuélveme la cuenta de banco que tenía en este país, que en principio, ni siquiera te pertenece, eso es la herencia de mi abuelo materno que me lo dejó a mí. En segundo, sé que sabes que vivo en Australia, por todos esos hombres que has mandado, por ello mismo, te pido que te alejes por las buenas de mi hogar, donde vivo con mi madre. Tercero, ordénale a Joheon que deje de vigilar a las personas que yo conozco, aunque sean mis amigos, no tienes derecho alguno de averiguar cosas que no son de tu incumbencia —Suspiré—. Si no estás dispuesto a aceptar ninguna de esas cosas, en esa carpeta están las pruebas de tus fraudes que tienes con el gobierno, como contribuiste para que un político completamente corrupto para que llegara a su puesto en el que está ahora. Además, como escondes tus negocios sucios y usas a tu hijo menor, el maltrato que le das a tus conocidos y diferentes demandas.

Guardó silencio varios segundos, tomando la carpeta entre sus manos. Empezó a ver cada una de las hojas, sin ningún gesto en su rostro.

—Si piensas que puedes destruir esos papeles, solo son copias. Si llegaras a encontrar los originales, solo serán más y más copias, por qué te conozco a la perfección —Levantó su mirada, vaya que se notaba molesto—. Deja a mi madre en paz, te juro que soy capaz de hasta destruirte por completo para que no la atormentes más.

Cerró la carpeta, y sin importarle, la tiro al basurero que tenía a un lado. Suspiró, y me miró fijamente.

—Siempre he sabido que puedes hacer otra cosa que no sean ridículas. Pero déjame decirte, que estás equivocado.

—¿En qué lo estoy según tú?

—Las tradiciones siempre van a seguir, quieras o no. Para tu terrible desgracia, has nacido en una cuna de oro, lleno de privilegios divinos que ha pasado en generación, nuestra línea de apellido se encuentra dentro la clase social más alta desde la dinastía de Joseon. ¿Tú crees que ahora yo, siendo la cabeza de todo lo que crearon nuestros antepasados, debo dejar todo lo que tú quieras? —Otra vez— Y estás bastante equivocado si piensas que puedes dejar embarazada a una mujer que lo peor, es una simple secretaria.

Suspiré, cansado de escuchar lo mismo siempre.

—No es mi hijo, así que ya deja de acosarla.

—De eso no estoy seguro, peor pensando que es el posible heredero de esta familia, y que puedas dejar en cinta a esa otra.

Los nervios aparecieron.

—¿De qué otra hablas?

—Con la que viniste a Seúl, la misma que trabaja en un burdel de mala muerte. No sé en lo que te metes.

Mi cuerpo se heló por completo, no sé a lo que se refiere este anciano. Seguramente me mandó a vigilar en ese aspecto con Joheon, y este le contó lo de Yuju, pero ¿qué tiene que ver Yuna con ella?







Herbst

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top