021.
Choi Yuna
Aparte de encontrarme a Namjoon en su casa, las flores y que golpeó a Rowoon, solo hace que mi padre tenga una mala imagen de él, cuándo es todo lo contrario. Es un gran dilema que debo resolver, antes de que todo se arruine.
—Cuídate.
Fue lo único que escuché que salió de su boca. Se dio la espalda y se dirigió hasta la salida. Cerré mi puerta, y me quedé ahí, albergando dudas sin fin, de querer cumplir las expectativas siempre, apoyando al hombre que me ha ayudado desde que nací, que me cuidó, pero por primera vez, no tenemos la misma opinión, estaba yendo completamente en su contra, dejando de lado lo del club.
Miré el atuendo encima de mi cama, que escogí minuciosamente antes. Me gustaba. Falda corta de color negro, jersey azul marino, mi chaqueta negra favorita, y mis botas. Perfecto.
Dejé todo a un lado por un momento, quería pasarlo bien esta noche, y lo iba a hacer. Empecé a alistarme, mientras me daba prisa, ya que tardé bastante secando y peinando mi cabello. Coloqué un par de collares luego de ponerme todo, un par de argollas y me miré al espejo, asegurándome de que mi maquillaje estuviese bien. Salí con prisa, con mi bolso en mi mano, junto a mis botas.
Me senté en el asiento de la parada de bus, viendo a las personas pasar, y esperando el autobús. La verdad es que no tenía ni idea de lo que haríamos, pero mencionó que iríamos al centro de la ciudad, así que lo esperaré allá.
Saqué mi móvil, para ver la hora. Llegaría a tiempo. Alcé mi vista, todo para encontrarme con un coche llegando. La puerta se abrió, dejándome ver a Namjoon. Quedé absorta por lo hermoso que se veía, tenía el cabello más corto, casi tirando a rubio, o gris, no lo sé. Tragué saliva, sin creer que saldría con ese hombre.
—¿Qué haces esperando aquí?
Solté una pequeña sonrisa.
—Hola. Creí que nos veríamos en el centro.
Alzó su mano hacia mí, así que me puse de pie, en camino a él.
—Vámonos.
Dejó que ingresara primero, para luego él. Cerró la puerta, mientras que yo me limité a saludar a JungEun, la conductora. Me parecía una chica tan linda, y siempre me ha parecido extraño que suela llevar a Namjoon a todos lados, pero después de descubrir que era casi un heredero, era más que normal, supongo.
Miré toda la ciudad por la ventanilla, ya todo estaba oscureciendo. Voltee hacia el dueño de la mano que tomó mi meñique. Ya había subido a este coche, pero el ambiente era tan distinto, quería permanecer viéndolo siempre, dejando atrás las preocupaciones. Este miraba a través de su ventana, aun sin soltarme.
—Te ves... —Llamé su atención, pero no podía encontrar la palabra perfecto. Podría decir el poema más lindo, o la frase más cautivadora, pero me sentía incómoda de que me pudieran escuchar, y avergonzada— Te ves muy deslumbrante.
Simplemente, me miró, esbozando una leve sonrisa, que ya se podía ver uno de sus hoyuelos. Mis mejillas se sintieron calientes, solo de pensar que quería llenarlo de besos.
—Gracias. Por mi parte, me ahorraré todas las cosas que estoy pensando ahora mismo de ti, por qué me llevan a prisión para separarme de la mejor mujer que he tenido en mi vida.
Eso era todo. Caí redonda, bueno, más que antes.
Su voz grave, y esos ojos dulces, era tan cálido que flotaba en gravedad cero, como si los únicos ojos que me miraran, fuesen los suyos, como si mi respirar se volvió dependiente a Namjoon.
Todo el camino, apenas hablamos. Quería proponerme solo a escucharlo, en como decía tener ya preparados los papeles necesarios para ir a Seúl, cada uno que inculpaba a su familia entera en negocios extraños. Por lo visto, aún no sabía cuándo viajar, pero sería lo más pronto posible, que tenía que resolver algo importante aquí.
Después de varios minutos, el coche se detuvo. La puerta se abrió, gracias a Namjoon. Estábamos enfrente de un gran edificio, que estaba más que segura que alguna vez lo había visto en una serie de televisión. Nos despedimos de JungEun, y nos pusimos en marcha, me daba miedo por lo lujoso que se veía todo nada más entrar.
Llegamos hasta la planta correspondiente. Nos encaminamos hasta la gran puerta, que nos abrieron. En la entrada, con solo mirar a Namjoon, le indicaron que siguiera a un camarero. Esto ya me parecía de otro mundo.
Nuestra mesa estaba cerca del gran ventanal, donde se veía toda la ciudad de Jeju. Escogí donde sentarme, por obviedad, enfrente de Namjoon. Coloqué mi chaqueta detrás de la silla, y me senté.
—¿Te gusta? —Asentí, aun viendo como tonta todo el lugar. Traté de disimular, ya que jamás había estado o había comido en un sitio tan refinado— Enfrente de ti, está la carta, escoge lo que más te gusta.
Tomé entre mis manos la carta negra, abriéndola y viendo el menú. Manduguk de carne, kimchi, Kimbap, como entrante, y de plato principal, nos recomendaron el magret de pato con curry rojo y leche de coco. No tengo mucha idea de todo lo que trajeron, pero se veía delicioso. Por mi parte, me gustaban más los mariscos, pescado y langosta, pero Namjoon se inclinaba más por carnes.
A Namjoon no le gustaba la comida que provinieran del mar, lo hacía a selección.
Luego de comer un poco, tomé mi copa, para beber el vino que habían puesto antes en esta. La verdad, estaba disfrutando todo. No podía creer que este podía ser mi paraíso. Casi no suelo comer, ya que paso ocupada en algo, y todo es casero hecho por mi padre o yo.
—Entonces, ¿aparte de trabajar en el museo de arte contemporáneo de Australia, como monitor, que otras cosas hiciste?
Agarré un trozo de espárrago de uno de los platos, y esperé su respuesta, mientras esté limpiaba sus labios.
—Muchas cosas que ni siquiera me vas a creer. Después de graduarme y regresar a Australia, hice varias postulaciones en el Museo Art Gallery of NSW, mientras ingresé a un Grado en Lenguas y Literaturas Modernas.
Quedé completamente sorprendida. No podía terminar de creer que Namjoon fuese tan increíble, desde el hecho que habló sin tanta importancia en como era un heredero, a brillar los ojos mientras decía con orgullo que era parte de algo que amaba en verdad.
—¿Lograste que te contrataran?
—Dos años después. Sentí que todo estaba yendo cuándo cumplí los 25, ya que también me volví parte de una asociación australiana poco apoyada, se llama "To the Sea", buscan ayudar a la vida marina. Pero sabes, aun lo mejor vino el siguiente año, cuándo me volví a graduar, y lo primero que hice fue publicar mi primer libro.
Alcé ambas cejas, deteniendo todo lo que hacía. Tal vez sería inapropiado decirlo, pero mi chico era fenomenal. Sí que podía creer todo lo que decía, por esa sonrisa en sus labios, y claro que podría esperar todo eso, viniendo de él.
—¿Cómo se llama libro?
Solté, casi a punto de estallar por la emoción.
—Fue un gran éxito, un best seller por decirlo así. Gracias a ello...
—Oh, vamos, dime como se llama.
Expulsó una risa. Dios, él se miraba tan feliz que me contagiaba a mí.
—Pues, el libro trataba de como crecemos a través de dificultades, pero es más importantes aprender a cuidarnos nosotros mimos. Encontrar el verdadero valor de lo que valemos, por más de los terceros y tú mismo te machaques.
Había un libro similar que leí hace un par de años, pero no era el suyo, ya que el que leí es bastante antiguo. No lo presionaría a decirlo, pero me crucé de brazos.
—Un best seller, pero yo no puedo saber el nombre. Cuando te sientas seguro, me lo dices.
—Está en inglés, no hay traducciones en ningún sitio.
—Me ofendiste, ¿esto es por qué no sé inglés? —Alcé ahora una ceja, flipando. Escuché nuevamente su risa, pero ni de broma podía enfadarme. Tomé un poco de agua, viéndolo fijamente— Estoy dispuesta a aprender inglés, enséñame.
—Totalmente de acuerdo.
Seguimos comiendo un poco todo lo que nos quedaba, hasta que el camarero nos trajo un postre muy famoso en España. Según dijo el hombre; "Tarta de Santiago, uno de los postres más conocidos, dulce y tradicional de la cocina gallega, elaborado con harina de almendras mezclada con huevo y azúcar a partes iguales". Recordaría siempre todo lo que comí, una delicia.
Nos levantamos de la mesa. Él me dijo que esperara afuera, que él pagaría y vendría. Me sentía un poco mal, ya que me había propuesto pagar la próxima vez que saliéramos a comer, pero en serio, jamás podría pagar una cantidad como esa.
Varios segundos después, lo vi venir hacia mí y simplemente suspiré, con gran dolor en mi pecho, no lo sé, me dolía bastante. Mis manos sudaban, y mi corazón iba rápido, hasta la forma en la que caminaba se veía tan lento, con pasos firmes, como una escena de película. No era real.
—¿Qué te pasa cariño?
Fruncí mis labios, sintiendo un nudo en mi garganta.
—Nada, estoy... bien.
Sonreí apenas. Tomó mi mano, en camino al ascensor, pero en vez de bajar, subimos. No pregunté nada, a penas podía calmar mis extraños sentimientos, no los entendía. Me gritaba todo dentro de mí, que me ponía nerviosa.
Llegamos al piso indicado, no había casi nadie por los pasillos. Fuimos hasta una gran puerta dorada, que casi podía recordarme a la puerta que hay cuándo se pasa al club privado, detrás del Cherry.
Quedé sumamente sorprendida, era una habitación, o algo así. Solo lograba ver el gran ventanal con balcón que había al final de todo, pero miré alrededor, todo estaba lleno de diferentes flores, y figuras delicadas. En una mesa estaba llena de chocolates y pequeñas pinturas que me recordaba a la que le regalé a él. Giré mi cuerpo, para ver a Namjoon que sonreía de oreja a oreja.
No me moví, solo esperé a que este llegara a mí. Tomó mi mano, e hizo que le diera la espalda. Mi mirada solo estaba hacia enfrente, aun sin comprender toda aquella hermosa imagen nocturna, hasta que me dio una señal a que caminara hacia el balcón.
Sus manos se acomodaron a cada lado de mis brazos, mientras ambos mirábamos a lo lejos.
—Alguien me comentó que las vistas que tiene este restaurante eran las mejores. Eso es lo que creía de la habitación donde dormía, en la casa de Jungkook. ¿Recuerdas la primera vez que estuvimos juntos? Esa noche tú te encontrabas viendo la gran ciudad, tomando fotos, había tanta tensión entre los dos después de la fiesta.
—Lo recuerdo, qué vergüenza. No podía dejar de temblar porque estabas sin camisa.
Reímos. Su suspiro, aun detrás de mí, tranquilizó aquellos nervios tontos. Puedo entenderlo, es que verlo a mi lado, ver como siempre camina hacia mí, todo eso hace que mi corazón se acelere, que todo de mí piense, que yo no merezco a alguien como él.
Pero justo hoy, solo quise ser egoísta y decirle que yo quería ser la única mujer en su vida, que también quería que él fuese el único hombre el cual yo amaba.
—Sooyoung me dijo que si yo sentía algo por ti, por qué fue la primera vez que la dejé ahí sola, todo por salir corriendo por ti. Eso fue otro día, cuándo pensabas que yo tenía algo con ella la primera vez que nos vistes. Siempre me sentí preocupado por ti, quería saber que era lo que tú sentías, o si nos parecíamos en algo.
Y yo empecé a sentir algo por ti, desde la primera vez que nos vimos, hace 5 años... con un antifaz de por medio.
>>> —A lo que quiero ir con todo esto, es que fui minucioso al poner un par de cosas que me gustan de ti. Cada vez que veo una flor, pensaba en tí, aún estando en Busan. Los cuadros, cuándo nos encontramos en el museo y me tachaste de acosador —Solté una pequeña sonrisa, aguantando las ganas de llorar— Esas pequeñas figuritas de arcilla, porqué estoy seguro de que hasta con los ojos cerrados podrías hacerlos, los dibujos, la vista hermosa.
—¿Que tiene que ver la visita conmigo?
Volviendo a sentir nervios, me giré para ver su rostro.
—Ver la ciudad a detalle, el mar de fondo, las estrellas hermosas me cautivan. Pero esa noche en el balcón, me di cuenta de que todo era tan vano, comparado contigo. No quería capturar la imagen de atrás, quería obtener la imagen perfecta que eres tú. Dejó de importarme todo lo demás, solo anhelaba verte a ti.
Mordí mi labio, aguantando aún más las ganas de llorar.
—Ah, Namjoon yo quiero...
—Espera, antes de que digas algo, lo que más ansiaba en toda mi vida, era concentrarme en mí, lograr mis metas, todo yo solo, no quería nada de romance, por más que pareciera necesario. Pero desde que llegué a Corea del Sur, desee con todas mis fuerzas crear el mejor romance de todos, contigo.
Me puse un poco de puntillas, para abrazarlo, posando mis brazos sobre su cuello. Era tan fuerte, que por medio de aquello necesitaba que supiese que sentía todo lo que dijo. Una de sus manos tocó mi espalda, dando palmadas.
Ahora, con una de mis manos, sobre su mejilla, lo miré. Tomando todo el valor posible.
—Yo quiero decirte que no puedo dejar de pensar en ti, todo me recordaba a ti. Me preguntaba si podía imaginarme un día contigo, una semana, o tan solo una vida entera que me aterró seguir pensando.
—Cariño.
—No encontraba la forma de acercarme, y luego todo fue tan rápido que me aterró. Namjoon, anhelo conocerte en todas las formas posibles, quiero estar ahí cada momento, por grande o pequeño que sea.
Sus ojos me miraban fijamente.
—Entonces, después de decir todas esas lindas palabras, amaría preguntarte si... ¿Me dejarías ser tu novio?
Pegué mis labios sobre los suyos, sintiéndolo, siendo tan cálido gracias a su delicado tacto sobre mi cintura. No quería que este momento lindo acabase, me sentía verdaderamente querida sin pedirme nada a cambio.
—¿Tu novia? —Susurré en medio del beso— Ansiaba escuchar esa pregunta al día, por qué tenía planeado responder con un largo y tierno beso.
Y así hice. Me aferré a él con fuerza, acariciando su cabello, sintiendo sus labios placenteros. Su lengua hizo presencia, dejándome más absorta por qué cuándo lo hacíamos, me volvía completamente suya.
Ser su novia, eso hacía que mi estómago sintiera un hormigueo inquieto.
•
Escuché sobre la historia de JungEun. Según me comentó Nam mientras nos dedicamos a caminar un rato al lado de las calles, ella era algo así como su prima política. Por lo visto, su tío, la adoptó. Pero, los pequeños niños dentro del entorno familiar le molestaban por ello. Namjoon, junto a otra persona, por lo visto siempre la defendían, por ello eran tan unidos.
—Mira, ahí viene de quién hablábamos.
Un coche se aparcó justo enfrente de nosotros. Nos subimos al coche, siempre detrás. Saludé a JungEun, que entre más conocía de ella, mejor me caía.
—¿A dónde les llevo?
Sentí la mirada de Nam en mí, pero yo no sabía, no me importaba a donde ir, si iba con él.
—Nos quedaremos cerca del barrio Jib.
El coche arrancó. Me encontraba sumamente feliz, aun sin pronunciar alguna palabra, el silencio decía más que todo. Era inimaginable que no me atreviera a abrir la boca con respecto a mis sentimientos, ya que no sabía que él podría sentir lo mismo.
Aunque, tuvimos una pequeña charla en el camino con JungEun, era simpática y se notaba que creció junto a Namjoon por la forma en que hablaba.
Llegamos a estar cerca del barrio como había dicho. Nos bajamos del coche y decidimos ir a la tienda de conveniencia que había justo al lado. Jung decidió venir con nosotros, pero iba a su rollo.
Me fui al pasillo de bebidas, teniendo a Nam justo detrás de mí.
—¿Nos emborracharemos?
Miré un par de marcas de bebidas, que alguna vez probé, pero tampoco eran la gran cosa.
—Si tú quieres, podemos hacerlo.
—¿Seguimos hablando de lo mismo?
Detuve mis pasos, para girarme y verle. No tenía ningún gesto en su rostro, como si no bromeara.
—Ahora que somos pareja, veo que no te da vergüenza hablar de eso tan al aire libre.
—Nunca me ha dado vergüenza, ¿no es acaso algo normal?
Se encogió de brazos. Mi rostro se sentía caliente, así que seguí mi camino, yendo ahora por el pasillo de envasados y snacks. Que bien estaría comer un snack de Topokki Gochujang, se me hacía la boca agua de solo pensar en ello.
Busqué con la mirada a Namjoon, quien llevaba un par de cosas en la mano. Me acerqué a él, viendo que tenía justo dos paquetes de lo que yo había pensado antes, junto a una caja de bebidas.
Sonreí en lo bajo, sintiendo mi corazón arder por lo atractivo que era, afectuoso y absolutamente perfecto con no hacer nada, solo con estar ahí de pie, sosteniendo un par de cosas, mirándome un par de veces.
Después de pagar, salimos, y ahí pude darme cuenta como a un lado de la entrada había una hoja, donde pedían que alguien trabajara ahí por la noche y los fines de semana. No estaba tan lejos de mi casa, si dejaba el club, volver a tener otro soporte, además de ser maestra, estaría más que perfecto.
JungEun había ido a otro sitio, así que la esperamos dentro del coche.
—Tenía planeado beber esto los tres, pero ella desapareció.
—No pasa nada,
Mencioné.
Dejé mi bolso a un lado, y me quité mi chaqueta, ya que dentro del coche hacía calor. Giré para verle, y este solo tenía su cabeza recostada sobre el respaldar, mientras permanecía con los ojos cerrados. Siguiendo con mi valor que crecía cada vez más, me atreví a subirme encima de su regazo, lo que provocó que este, aun con los ojos cerrados, sonriera y colocara sus manos sobre mi cadera.
Tenía el rostro tan bonito, unos deliciosos labios y unas manos cautivadoras que se escabulleron para tocar mi pierna.
—Jung podría venir.
Susurró, abriendo sus ojos un poco. Toqué su rostro de forma lenta, queriendo sentir esa suavidad, llegando a tocar sus labios.
—No lo hará.
Bajé mi cabeza, para poder besarlo, mientras este hizo mi cabello a un lado para poder tomar mi cuello.
Me olvidé de sus labios que aún me traía loca, todo para bajar a su quijada, dando besos húmedos, cayendo directamente a su clavícula desnuda. Su mano, que se mantenía en mi pierna, fue subiendo, acariciándola a la vez, hasta adentrarse en la falda y tocar mi trasero, apretándolo con la misma fuerza en que emprendía en mis besos sobre su cuello.
Ahora era su turno, pero justo cuándo estaba dispuesta a sentirlo, mi móvil empezó a sonar. Me desconcentré por completo del ruido, cuándo me dio un pequeño beso sobre mi mejilla.
—No sabía que eras así de coqueta.
—Puedo serlo aún más si tú lo quieres.
Sonrió, volviéndome loca más a mí.
—Claro que lo quiero, pero deberías contestar el móvil.
Bufé. Traté de alcanzar mi bolso. Entre tanto lo sacaba e intentaba contestar, sentí sus besos traviesos en mi mejilla, mientras apretaba mi trasero.
Puse mi mano sobre el pecho de él, para que se detuviera un poco. Me alarmé por la cantidad de mensajes del hospital sin ningún contexto y las llamadas de varios números. Preocupada, me bajé de encima de él, queriendo revisar un poco que sucedía, estando alerta para cuándo volviesen a llamar.
Me asusté un poco, ya que JungEun abrió la puerta del coche, y a la vez el móvil sonó. Contesté de prisa.
—¿Hola?
—Señora Choi, ¿hablamos con usted?
—Sí, soy yo. Choi Yuna.
—Su padre está en el hospital, en un estado grave. Desde la tarde del día de hoy, estábamos tratando de localizarla y no podíamos contactarla.
Me quedé paralizada, escuchando como seguían hablando cosas inaudibles, que apenas entendí en que hospital se encontraba. Corté la llamada, tomé mi chaqueta junto a mi bolso para salir de prisa del coche.
—¡Hey, espera! —Casi desesperada, empecé a caminar, pero Namjoon fue más rápido que yo, y me detuvo— ¿A dónde vas? ¿Qué pasó?
—Necesito ir al hospital Wondu-gil
Dije en un hilo de voz, sintiendo mi pecho pesado. Aun sin tener algún contexto, me tomó de la mano, yendo hacia el coche. Le indicó a JungEun un par de cosas, que yo simplemente pude tener miles de ideas de lo que pudo suceder, pero no tenía lógica.
Mi corazón iba a mil, y mi mirada solo estaba en las calles, deseando que fuese más rápido. El apretón de mano me consolaba, pero el nudo de garganta era más fuerte, lloraría en cualquier momento.
Nada más llegamos, fui la primera en bajarme sin importar los gritos de Namjoon porque me detuviera. Me adentré, buscando por todos los lados a mi padre, seguí caminando llegando a donde estaban los pacientes de emergencia, varias camillas con su respectiva cortina azul, y entre menos lo encontraba, más me desesperaba haciendo que corriera viendo a todos lados.
Suspiré tranquila al ver a Rowoon, así que fui hasta él, pero todo se arruinó cuándo al llegar me quedé pasmada viendo la camilla de su lado, ahí estaba mi padre. Mis manos temblaron, no podía creer que tenía su rostro todo golpeado y su ropa llena de sangre.
Llevé mis manos a mi boca, tratando de hacer que los chillidos no fueran tan fuertes. Me acerqué a mi padre, arrodillándome al lado de la camilla, tomando su mano y viendo su rostro con tristeza.
—¿Qué le ocurrió?
Tartamudee.
—Unos matones lo golpearon hasta dejarlo inconsciente. Por lo visto, este le debía una gran cantidad de dinero a ellos.
Me puse de pie, ahora sintiendo mi cuerpo lleno de rabia. Me coloqué enfrente suyo, apretando mis puños y llevándolos hasta su pecho.
—¡Me lo ocultaste!... ¡Nos vimos esta misma tarde! ¿Lo sabías, no? —Golpee con más fuerza, dejando salir sollozos interminables— ¿Por qué me ocultaste algo tan importante?
Sus mismas manos me detuvieron, así que simplemente empecé a llorar con más fuerza. Me envolvió en sus brazos, y me quedé ahí, quieta, hasta que escuché un leve tosido que me alarmó. Me separé, viendo que se trataba de mi padre, había empezado a escupir sangre.
Lo peor de todo, es que Namjoon había llegado y por alguna razón no dejaba de ver a Rowoon. Por mi parte, me centré en mi padre, gritando por alguna enfermera, ya que no entendía qué le sucedía ahora.
•
—Herbst
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