013.

Choi Yuna

El trabajo de medio tiempo que tenía a los 17, apenas ayudaba a mi padre, así que cuándo cumplí los 18, me metí a lo que me perseguiría toda la vida. Quería algo más, siempre quise más, y me quedé a la mitad.

Y sobre Yuju, era un tanto complicado explicar quién es, en realidad, esa persona que inventé cuándo llegué a ese lugar, la chica que solo tenía el trabajo de bailar para ganar dinero. La situación la ameritaba, era lo único que encontré en ese momento, por desgracia.

Estudiar, bailar por las noches mientras un montón de viejos asquerosos me miraban, regresar a casa y escuchar a mi padre, quejarse por las cuentas, era... y sigue siendo algo que me estresa en sobre manera, sin dejarme dormir, teniendo lapsos cada cierto tiempo.

Cuándo conocí a Namjoon, era como cualquier pervertido de ese sitio, pero fue el primero al que decidí besar, al que decidí que me tocara... y al ver como se fue, me hizo entender que nadie querría estar con alguien como yo, Rowoon me lo confirmó cuándo cortó conmigo y me dejó llorando. El regreso del señor hoyuelos, solo trajo confusión, una tan grande por los sentimientos que crecieron, más cuándo nos dejamos llevar y tuvimos sexo.

Él se acostó con Yuna, pero besó también a Yuju. También era difícil para mi saber que hacer, por qué decirle la verdad no era lo adecuado. No sé qué decir. Sus ojos no dejan de mirarme, esperando alguna respuesta.

Tragué saliva. Si le digo que soy Yuju, me hará muchas preguntas, seguro no querrá que sigamos siendo amigos, me odiará, seguro me insultará, no volveremos a vernos, y algo dentro de mí tiene la necesidad de tenerlo a mi lado.

Pero tampoco podía ser egoísta. Él me preguntó, tal vez debería.

—Yo

La puerta principal sonó, haciéndome callar. Se suponía que mi padre llegaría tarde hoy.

—¿Qué sucede?

—Mi padre ha llegado a casa, y no puede verte aquí, claro que no. —Tendría taquicardias en nada, más al escuchar los pasos de mi padre y mi nombre. — Quédate aquí, trataré de hacer que se meta a su habitación o algo, vendré a buscarte con prisa para que puedas salir.

Hizo una leve sonrisa, así que la acepté con gusto para salir de la habitación. Al cerrar la puerta detrás de mí, justo miré a mi padre pasar de la cocina a la sala con una lata de cerveza.

—Pensé que estabas dormida al no escucharte.

Me acerqué hasta él, siguiendo la acción de sentarme en el suelo, mientras encendía la televisión.

—Llegué hace unos minutos y estuve ocupada en la habitación de arte.

Quedamos en silencio. Se notaba exhausto, seguro que solo tenía ganas de beber un poco e irse a dormir. Fruncí mis labios, deseando que esa mirada que tenía mi anciano padre desapareciera.

—¿Ocurre algo? —Negué rápido— Es que me quedas viendo de esa manera, ¿me quieres decir algo? Sabes que tu padre siempre te escuchará.

Tenía confianza en él, pero cuándo le contaba algo, se sobre preocupaba, buscaba hasta lo más mínimo para hacerme sentir bien, por ello, ahora mismo sé que no podría ayudarme. Lo último que quiero es agobiarlo con mis problemas.

—Estoy bien. Cuéntame tú que tal fue hoy en el restaurante.

—Igual que todos los días. La única novedad es que miré decaído a Rowoon. Es un gran muchacho, recuerdo cuándo se preocupaba por ti, por qué salías tarde del hospital. Al parecer quiere acercarse nuevamente, pero tú no lo dejas.

Nuestro error fue decir que nos amábamos, pero no demostrarlo cuándo debimos y no tener la confianza suficiente. O eso creo. Ahora mismo no me interesaba nada de lo que tuviese que ver con él, estaba cansada de pensar en sus sentimientos sin interponer los míos.

—Papá, sobre el hospital —Dejando de lado ese tema, he estado pensando en decirle a mi padre que dejaré ese empleo y que conseguí otro, para no seguir mintiendo— Creo que...

—Cierto, sobre el hospital. Me gustaría decirte que el dinero que ganas nos ayuda mucho, en serio que sí, pero quiero que cambies los porcentajes. Solo necesito que me ayudes en casa, y ya está, el otro dinero, quédatelo tú, cómprate algo lindo, cómprate esos libros que tanto querías cuándo eras niña y nunca pude comprarlos, ve a un parque de diversiones, ve a Seúl. Gasta ese dinero en ti, por qué tú te lo has ganado.

Mi labio inferior iba a empezar a temblar.

Estiró su brazo, para poder tocar mi mano que yacía encima de la mesa central. Le dio un par de palmadas y luego la sostuvo, con tanto cariño que podría tirarme a llorar.

—¿Podríamos ir juntos a un parque de diversiones?

Sonrió al escuchar mi pregunta.

—Tu padre está muy anciano. Deberías buscar a alguna amiga, ir con esa descarrilada de Bora, o ir con algún chico que te guste. No importa si no es Rowoon, pero dale una oportunidad, sea lo que sea por lo que lo dejaste, es un buen muchacho.

Después de regalarme una sonrisa, se levantó de golpe del suelo. Apagó la televisión y salió de la sala, solo para detenerse en el camino.

>>> —Estoy muy cansado, así que iré a dormir. Si mañana no haces nada, ven a ayudarme al restaurante, solo estaremos tu y yo, tal vez te invito un helado luego.

Asentí, viendo como se alejaba y se adentraba a su habitación. Limpié una leve lágrima que salió por la impotencia del momento. Suspiré con fuerza, pensando en la posibilidad de hacer las cosas bien para no decepcionar a la única persona que ha confiado en mí.

Mi padre, era todo lo que tenía, el único que por lo visto me amó desde el primer instante en que nací. No me abandonó, me cuidó, hizo tantos sacrificios, me crio de la mejor manera que parece imposible no sentir mi corazón arrugarse cuándo lanza sus pequeños discursos.

Tomé fuerza y me levanté, recordando que había un Namjoon encerrado en mi habitación. Fui hasta esta, tocando suave la manija. Al abrirla, pude observarlo a él, sentado en mi silla, admirando un par de lienzos que hice hace unos días y que decidí colocarlas en mi escritorio como exhibición.

—Lamento tanto haberte hecho esperar.

Murmuré, llamando su atención. Se levantó de la silla, mirándome. Me acerqué a él, y pude ver los lienzos, en verdad me quedaron bien, eran muy básicos. Pero pude percatarme de cuál miraba más, era el más pequeño, donde dibujé un pequeño fantasma bajo una farola en el campo.

—No, está bien. En realidad, me quería disculpar sinceramente contigo. —Volví a verle— Escuché la conversación con tu padre, justo cuándo te mencionó lo del hospital. No debí desconfiar de ti, no sé por qué pude creer por un momento en lo que dijo el estúpido de Taehyung.

Porque tenía razón. No sé si ahora con esto la cosa se complicó, en realidad no sé qué pasará. Mis manos empezaron a temblar, así que solo me dispuse a preguntar.

—¿Y quién es Yuju?

Sí, había sido un tanto hipócrita.

—Oh... pues es una chica que conocí en un club, alguien que marcó un poco mi vida, cuándo visité por primera vez Jeju hace un par de años. Pero, pienso que debería alejarme. —Eso sería lo mejor— Cambiando de tema, ¿podría quedarme esa pintura?

Señaló la que sabía. Sonreí, tomando el lienzo entre mis manos, solo para alzarlo hacia él.

—No tengo ningún problema que la tengas. Te la regaló, como un disculpa de que te golpearan por mi culpa.

La tomó entre sus manos, viéndola y luego viéndome a mí.

—Gracias, Yuna.






Me levanté de mi escritorio, lista para explicar un par de cosas a los niños que ya habían acabado con la tarea que les había dejado.

Hoy teníamos un pequeño recital, donde los niños, en las dos horas de clase, tomaban su figura ya seca hecha el día anterior y tendrían que decorarla con algo fuese significativo, y explicarlo enfrente de sus padres que llegarían al final.

Este ejercicio, les ayudaría a buscar un significado a lo que hacían, por más que fuese diferente al resto, para ellos sería algo especial.

—Como ya se fijaron, al lado de vuestro escritorio dejé un estuche donde están los pinceles y la pintura ahora misma pasaré dejándola. —Tomé la bandeja donde puse anteriormente los botecitos de pintura. La dejé en la mesa de frente a ellos, donde habían materiales extras— El color que necesiten, podéis venir a tomarlo. No hay prisa, no hay arte feo.

Me quedé enfrente de mi escritorio, con los brazos cruzados, viendo a todos los niños concentrados en lo suyo. Debía estar pendiente si necesitaban algo, y percatarme de cualquier posible accidente.

Varias de las figuras de los niños, era una forma de bola de futbol, corazones, intentos de personas, y flores. Menos Suni, quien estaba concentrada pintando de rosa, lo que parecía ser una taza, pero no lo era. Era un cuadrado con piernas y brazos, tal vez se podría meter alguna plata dentro.

Ayudé a un par que se ensució más de lo normal, y pude darme cuenta de que el tiempo ya se estaba acabando, es decir, era la hora de que los padres entraran. Mientras los pequeños seguían inmersos en lo suyo, me dirigí hacia la puerta trasera del salón, para abrirla y ver como los padres ya estaban esperando afuera. Les hice una señal para que pasaran en silencio y se quedaran ahí detrás, viendo como sus hijos estaban en suma concentración.

Volví a mi puesto, observando que algunos ya habían acabado.

—¿Estáis listos?

Dijeron un sí, conjunto. Cada uno pasaría al frente a presentar su figura, y yo puntuaría. Les ayudé a moverlas y dejarlas en la mesa de enfrente.

No puedo negar que un par de explicaciones me dieron risas, era las típicas de, el corazón por el amor, por mis padres, la bola, por qué les gusta el futbol, por qué les recuerda a sus padres, y así. Pero cuándo fue el turno de Suni, ambas buscamos a su madre, solo para darnos cuenta de que no estaba, no había nadie.

Mi corazón se rompió. Di un paso hacia al frente, al ver como Suni solo miraba su figura con los ojos húmedos.

—Explícanos tu figura, Suni.

Me giré, para ponerme entre los escritorios de los niños, como si yo fuese su madre, para que pensara que había alguien que le prestaría atención a ella. Esta tartamudeo al principio, pero formó su mano en un puño para tener valor.

—La verdad es que no tiene mucho sentido —Frunció los labios— Pero creo que así es como nos solemos sentir. Ah... como si por un momento quisiéramos... ah... ser una taza rosa con brazos y pies. O algo así.

Y es que talvez, aquello había sido demasiado profundo para una niña de su edad, que ninguno de sus compañeros entenderían, ni ellos mismos, pero era como podría sentirme, solo como una taza rosa, demasiado llamativa para que alguien notara interés en mí. Tragué saliva, para ver si ese nudo que se formó desaparecía.

Todos aplaudimos y continuó el siguiente niño, así que volví a mi lugar. Justo cuándo Suni se sentó en su silla, miré como entre los padres aparecía una señora, su tia.

Al final de la clase, aproveché para hablar con los padres sobre el rendimiento de sus hijos, teniendo en cuenta de dejar de último a la abuela de Suni.

Una maestra llegó al salón para llevarse a la nena unos minutos, mientras que el director y otra tutora nos quedábamos hablando sobre la situación que ha existido últimamente.

—Señora Chang, creo que sabe por qué queríamos hablar con usted.

—Sí, director. Lamento haber llegado tarde, es que volvieron a ingresar a mi hermana en el hospital. No tenemos quien se haga cargo de la niña todo el tiempo, tenemos la buena suerte de que mi hijo volvió de Australia para que nos ayude, pero desde la muerte de mi cuñado, todo ha ido mal.

Me sentía tan mal por la situación en la que se encontraban. Además, no sabía que Namjoon estuvo viviendo en Australia todo este tiempo.

—Tenemos algo de conocimiento de ello, podemos ser compresivos, pero creemos que se le está dando poca importancia a la menor en cuestión. El centro de menores se puso en contacto con nosotros, ya que en la escuela no le va bien, y aquí se les olvida hasta a venir a recogerla.

El director estaba siendo muy directo, tenía razón en parte, pero tampoco conocíamos a la perfección de lo que vivían en sus hogares.

—Mi hijo y yo estamos tratando de buscar alguna solución, puesto que al estar la madre de Suni internada, esta tendrá que mudarse a mi casa. Si de verdad son compresivos, séanlo aún más. No hay problema de dinero...

—Señora Chang, esto no es el dinero, es que Suni esté bien. Le recomendamos un par de especialistas, entre ellos psicólogos, para que la lleven. Ella necesita más atención, y amor. Perder a un padre es lo más doloroso para alguien de su edad, pero perder a los dos, es algo que quedará marcado en su vida para siempre. —La señora tomó el papel que el director había dejado sobre la mesa. Lo leyó por encima, para luego vernos. Sus parpados estaban algo hinchados, como si hubiera llorado por mucho tiempo. —Agradeceríamos que, desde la próxima semana, pasen a recoger a Suni a tiempo, ya que las maestras aquí presentes tienen mucho que hacer. Por otro lado, si necesitan información sobre alguna ayuda, no dude en comunicarse con nosotros.

Hablaron un poco más, sobre un par de situaciones casi similares que existió un tiempo atrás en el centro, mientras yo aporté el avancé que tenía Suni, como persona, pero que en verdad necesitaba atención.

No era mentira cuándo dije que quería ayudar. Era un niña tan linda desde que la conocí, y sobre todo, le cogí mucho cariño.

Después de la reunión, me apetecía pasar a verla, pero según escuché tenían prisa, ya que debían ir al hospital. Lo único que deseo es fortuna para esa familia, que logren pasar todas las adversidades que por lo visto pasaban desde hace un tiempo.

Hoy tenía planeado ir desde temprano al club, para practicar el baile y un poco de canto. Esto de que me pusieran a cantar, era agradable, no lo hacía tan mal, al menos dejaba de bailar por un rato.


La puerta fue abierta, dejándome ver a Kyu. Saludé y me adentré en el sitio bien iluminado. Habían pocas personas. Unos limpiaban o ensayaban. Por mi parte, fui hasta el apartado de camerinos, para dejar mis cosas.

Miré de reojo un par de atuendos que podría ponerme esta noche, depende de qué clientes tendría podría saber qué escoger. Salí de la habitación, para dirigirme al pasillo que me llevaría hacia afuera, pero justo ahí me encontré con Jackson caminando hacia mí, con una camisa de tirantes semiabierta y por lo visto, sudado.

—Hola Wang.

Saludé, haciendo que se detuviera y soltara una pequeña sonrisa.

—No sabía que vendrías temprano hoy.

—Bueno, al final me animé. Tengo que ensayar un poco. —Mencioné. Este parecía no importarle mucho, así que solo hice una pequeña reverencia para alejarme. —Nos vemos.

Seguí con lo mío. Recuerdo conocer a Jackson cuándo entré, él había sido uno de los que no quería que yo trabajara aquí, mencionando, al principio me hizo la vida imposible para que renunciara, pero solo deseaba algo dinero en esa época, y claro, ahora también.

Llegué hasta la barra principal, donde alguien limpiaba. Me senté en un taburete para ver el ensayo de un par de chicas. Hoy debía coger una canción para bailar, además, tenía un solo, así que sería un tanto complejo.

Saqué mi teléfono para buscar entre mi lista de reproducción, solo para desviarme y ver un par de mensajes que tenía. Bajé la barra de notificaciones y le di, solo para entrar en el chat que tenía con Namjoon. Sonreí leve, al ver la foto que me había enviado junto a unos mensajes.

Kim Namjoon
Escuché por mi madre
lo que ocurrió en la
reunión.
5.00 p.m.

Pasé la tarde con Suni
para sacarla del hospital
y me pidió mandarte
una foto.
5.03 p.m.

*Foto*
5.10 p.m.

Expulsé una gran sonrisa, tanto que mis mejillas dolerían. Por lo visto la llevó al parque, ella estaba subida en un columpio y se miraba tan feliz. Justo volvió a caerme un mensaje.

Kim Namjoon
Ahora estoy en
camino a dejarla.
6.00 p.m.

Sabes, ella no deja
de hablar de ti.
Así que pensé en
que un díabpodríamos
salir juntos, los tres.
6.01 p.m.

Hola Namjoon.
Me gustaría salir con
ustedes algún día.
6.03 p.m.

Kim Namjoon
Podríamos dejarlo para
este fin de semana.
6.03 p.m.

Suni te manda besitos.
*Foto*
6.08 p.m.

Por alguna razón, mi corazón se alteró... bueno, si tuvo razón, ya que la fotos que apareció fue una donde estaba él, con una gran sonrisa junto a Suni quien lanzaba un beso a la cámara. Fruncí mis labios, tratando de hacerme entender que Namjoon solo era un amigo, así habíamos quedado.

Al encontrar la canción que necesitaba, me levanté del taburete para dirigirme al escenario. Las chicas habían acabado su ensayo, así que era mi turno.

Sí. Era mi turno. Había estado toda la tarde ensayando una pequeña coreografía para esta noche. Habían muchas personas hoy en este lado, así que tocaba mantenerlos ocupados.

Según mencionó Solar, por lo visto también habían muchas personas pidiendo las salas vip, eso significaba que yo atendiera en esa parte. No me quejaba, además de que por lo visto me escogió a mí para el cliente que pagó mucho. Es decir, pagó aquella cantidad por qué quería un buen servicio, y no es por nada, pero era muy buena en ello.

Traté de enfocarme en mi espectáculo. Las luces se apagaron, solo iluminando el reflector justo donde estaba la barra pegada al techo. Caminé yendo hacia esta misma, mientras la canción justo empezaba.

Y como siempre, bailé tocando pocas veces el metal frío, hasta que llegó al coro la canción, haciendo que me subiera. Llevaba unas medias que llegaban hasta mis muslos, de color rojo, esto dada una mejor percepción por las luces que pusieron. Abrí completamente mis piernas de forma invertida, para volver a tocar el suelo, sin esperar un segundo a volver a lanzarme, dando un par de volteretas, enrollando mis pierna y dejando necesariamente mi trasero a la vista del público, quien gritaba hasta hacerme dolor los oídos.

Me sostuve con mi brazo, mientras la barra tocaba mi cintura en la vueltas. Hice que pasara la barra por mi muslo, cogiéndome ahora de ahí. Todo esto sin dejar de girar. Acabé boca abajo, sosteniéndome con mi mano sobre mi cabeza, una de mis piernas abierta completamente con la ayuda de mi otra mano, mientras que la otra pierna estaba enrollada sobre la barra.

Sin dificultad, me bajé. Pero me tiré al suelo, gateando hasta la orilla del escenario, viendo a clientes que estaban cerca. Justo ahí apagaron las luces, dándome señal de que mi pequeño espectáculo hacía finalizado. Me escabullí hasta detrás del telón lila.

—Veo que cada día te desean más —Levanté mi cabeza para ver que Soyeon estaba en una esquina, bebiendo algo mientras me miraba— Cada vez que te bajas, duran tanto gritando.

No dije nada y acabé de coger mi botella con agua para ir hacia mi camerino. Debía cambiarme. Estaba a punto de entrar al pasillo, cuándo escuché que rio.

—¿Necesitas algo?

—Nada. Solo me provocó gracia verte vestida de rojo y tacones negros que dañan a la vista.

Discutir con el tipo de persona que era, no valdría la pena, así que simplemente me di la vuelta para seguir con mi camino.

Llegué hasta mi camerino, y con prisa me desnudé, tomé una ducha y volví a salir. Escogí la ropa que me pondría, para luego ir hacia mi tocador. Cogí el rizador e hizo un par de cosillas en mi cabello, para cambiar un poco el aspecto.

Después de maquillarme, y vestirme, salí hacía dirigirme al pasillo de las habitaciones vip. Ahora, en la manija de cada puerta, había un indicador con nuestro nombre en código. Por lo visto, a mí me tocaba en la que estaba al final. Entré rápido, quitando el indicador. Como siempre, el cliente no estaba, así que me tocaba preparar todo.

Sería un espectáculo digno del precio que se pagó. En la pared que miraba el cliente, había un par de cortinas, así que yo lo esperaría ahí. Dejé lista la música, coloqué mi antifaz y apagué las luces, haciendo que lo único que mirara fuera mi silueta por el panel de luz pegado a la pared,

A mi lado tenía el botón para activar la música cuándo fuese el momento, y ese sería en nada. La puerta se abrió, y se cerró al segundo, dejándome ver también la silueta del hombre alto. Parecía llevar un traje y sabía como funcionaba esto. Fue directamente hasta el sofá, cayendo sobre este mismo y cruzando sus piernas.

La música empezó. Toqué con lentitud las delgadas cortinas, abriendo paso para pasar. Moví mis cadera suave, llevando el ritmo conmigo. Había reproducido una playlist de canciones lentas, sucesivamente, hasta cuándo llegara a él cambiaran.

Di cortos pasos, y con el pequeño mando que llevaba en mi mano, hice que la luz cálida del panel, cambiara a una fría, permitiendo que viese mejor a quien estaba en ese sofá.

Era el mismo de siempre.

Namjoon.

Mi señor hoyuelos. 

.

Lamento actualizar hasta ahora. Gracias por leer.

Manténgase saludables.
Dios les bendiga, besitos.
Muak <3

—Herbst

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top