Cap. 40 - Hueso Espectral

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Podcasti diponible en YouTube:

https://youtu.be/DsUJTcadXSQ

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No hay nada mejor que una buena pelea para comenzar un día, eso es algo que todo buen orko sabe, y la paliza que esa aeldari le dió a Kanan fue por mucho, una buena dosis. Ahora, Lith guiaba a Kanan por los pasillos del mundo astronave. Curiosamente, a la misma zona noble de donde ese vengador presuntuoso lo hechó a patada... casí. 

Kanan: - No logro entender como con ese aspecto logras golpear tan fuerte. Ninguno de mis chikos me había dejado tantos moretones... Al menos no en una misma pelea. -

Lith: - Esa es una pregunta curiosa... con una respuesta aún más interesante... Dime. ¿Qué sabes del hueso espectral? -

Kanan: - Solo he escuchado de él... Algo que solo ustedes aeldari saben como fabricar... Pero nada más. -

Lith: - El hueso espectral es un material... vivo... Por decirlo de forma sencilla. Más duro que el adamantio y con la capacidad de regenerarse. Creado y producido por nuestros ancestros y... en mi más humilde opinión... la base de la socieda aeldari. -

Kanan: - ¿Más duro que el adamantio? Me cuesta creerlo... Aunque supongo que esta galaxia tiene muchos secretos que esconder. -

Lith: - En parte si... y en parte no. -

Kanan: - ¿Más acertijos? -

Lith: - La costumbre. Usando ingenieria psicotécnica, logramos manipular las energías y transformarla en un objetó sólido. -

Kanan: - ¿Energías? ¿Qué clase de energías? -

Lith: - Energías disformes... por supuesto. -

Kanan: - Mejor no hubiese preguntado. - Ante este comentario, la aeldari no pudo contener una pequeña risa. 

Lith: - Entiendo tu reacción, pero ten por seguro que este material está muy lejos de ser corrompido por las fuerzas del caos. Es un material puro y noble... No puede seder ante las tentaciones. -

Kanan: - Me resulta extraño que te refieras a un material como algo vivo. -

Lith: - Es la naturaleza misma del hueso espectral. Uno que decidí aceptar como parte de mi misma para seguir la senda que escogí. -

Kanan: - ¿De tí? -

Lith: - La senda del Centinel Espectral. Aquellos que sacrifican sus propios huesos de calcio para remplazarlos por hueso espectral. -

Kanan: - Eso suena... doloroso. -

Lith: - No eres capaz de imaginarlo... Aunque con los siglos te acostumbras. -

Kanan: - Aún así, la fuerza que mostraste es suficiente para derrotar a imnumerables enemigos. ¿No deberían crear más como tu? -

Lith: - La palabra crear... no es la que usaría para este método. Es un sacrificio... un sacrificio peligroso. -

Kanan: - ¿Peligroso? ¿Destruye el cuerpo o algo similar? -

Lith: - No el cuerpo... sino el alma. - Lith no tuvo que preguntar, pues el rostro de Kanan decía perfectamente que no entendía lo que estaba diciendo. - El hueso espectral brinda una mayor conexión con los poderes ruinosos, pero si eres suceptibles a ellos terminarás siendo corrompido... Como muchos otros en el pasado. -

Kanan: - Ya veo... -

Lith: - En otras palabras. Lo que sentiste no eran mis puños, sino la propia fuerza del inmaterium golpear tu piel. -

Kanan: - Eso es... impensable... Pero... Siento que esto que me estás contando debería ser un secreto. '

Lith: - Y lo es. - Kanan no pudo esconder su cara de poker. 

Kanan: - ¿Y simplemente vas por allí contándole a cada ser vivo que conoces? - Preguntó con ironía. 

Lith: -Por supuesto que no. - Afirmó tras una carcajada. - Pero alguien que se burló de la Sedienta no es cualquier ser vivo. -

Kanan: - ¿La Sedienta?... ¿te refieres a...? -

Lith: - Así es... Slaanesh. -

El orko pudo sentir un escalofríos recorrer su cuerpo. Kanan no recordaba haberle dicho en ningún momento a nadie su vínculo con Slaanesh, mucho menos a una aeldari. ¿Acaso ella podía leer la mente? ¿O ver el pasado? Con la avanzada que era la tecnología aeldari tales cosas podrían no ser muy descabelladas. 

Kanan: - ¿Cómo...? -

Lith: - ¿Cómo lo se? - Intuición o lectura de mente, el orko estaba convencido de eso. - Por más que nos pese admitirlo, los aeldari compartimos un vínculo con la Sedienta que no podemos romper... al menos no del todo. Desde que te ví pudo reconocer la marca de la diosa de la muerte sobre tu alma, algo que... no logro detectar ahora. -

Kanan: - Es... complicado. -

Lith: - Ha de serlo para que ni siquiera se les hallas contado a tus seguidores. -

Kanan: - ¿Les preguntaste? -

Lith: - Sólo por curiosidad... Pero ninguno de ellos sabía de lo que estaba hablando... O al menos eso era lo que sus caras me decía... Aunque tengo la impresión de que Murrey sospecha algo. -

La mirada de Kanan se posó sobre el suelo frente a sus pasos. Su consciencia le decía que era correcto contarle a los chikos la verdad... por lo menos a sus más allegados pero... ¿Sería sensato hacerlo? Tal vez no. Tal vez al conocer sus orígenes el resto de orkos lo rechazarían... Tal vez incluso quisieran matarlo. Aunque ahora que había sido aceptado por los dioses orkoides tal vez sea diferente... ¿No? La duda no le permitía elegir la decisión correcta, postergando lo que sabía er inebitable. 

Lith: - Bueno... Aquí estamos. -

Kanan no se dió cuenta, pero tras perderse en sus pensamientos la aeldari decidió no interrumpirlo. Se veía claramente afectado por sus dudas, así que simplemente siguieron caminando en silencio. Finalmente, llegaron a un enorme lugar, donde un portón colosal para nada sencillo se alzaba frente a ellos.

Lith: - Espera aquí. Hablaré con el consejo para anunciar de tu llegada. -

Kanan: - Creía que los Señores Fenix eran los líderes aeldari... ¿Por qué debes responder antes un consejo? -

Lith: - Es más complejo que eso. De momento espera aquí. No me tardo mucho. -

Y sin decir una palabra más, la aeldari ingresó al lugar cuando el enorme portón se abrió de forma automática, y se cerró sin permitir a Kanan ver nada más que sombras borrosas y cosas que no pudo definir que eran. 

La larga espera. Algo que al orko no le agradaba en absoluto, mucho más ahora que había aceptado su naturaleza orkoide. Aún así, su control sobre sus impulsos era suficiente como para clamar su anciedad. Claro... siempre y cuando no hubiese algún idiota para molestarlo. 

?????: - ¿Otra vez aquí? - Habló en idioma aeldari

Kanan tuvo que suspirar al escuchar de nueva esa voz, y ni siquiera tuvo que darse vuelta para saber quién sería. Tendría que tener mucha suerte para que se tratase de alguien más, pero su fortuna era limitada.

El orkos se dió la vuelta con pesar, solo para ver a ese mismo Vengador que lo llevó hacia el coliseo. De los millones de aeldari que habitaban en ese mundo astronabe, y tuvo que toparse con el único que no quería ver. Meuda su suerte. 

Vengador: - Creía que había sido claro en decir que te quedara en el coliseo. -

Kanan: - Creeme... De los dos, el que menos quiere estar aquí soy yo. -

Vengador: - Por supuesto... ¿Y que me dirás esta vez?... ¿Que te volviste a quedar dormido y despertaste aquí?... ¿De nuevo? - Ver la vena de la sien de Kanan irritarse era todo un espectáculo.

Kanan: - Para nada... Digamos que... me obligaron a venir. -

Vengador: - Oh... Pero que oportuno... Otra metira qe por supuesto, no pensaste mucho para elaborar. - Kanan tuvo que reirse... De lo contrario comenzaría a golpearlo sin misericordia. 

Kanan: - Escucha enano, me da igual lo que pienses. Pero agradecería que desaparecieras... No estoy de humor para tus tonterías... tengo cosas más importantes en la que pensar en este momento. -

Vengador: - ¿Cómo osas comportarte como un cretino en mi presencia? No saldrás impune de esta.

La forma en la que esos dos se miraban no significaba nada bueno. Kanan ya estaba cansado de ese idiota, y el vengador parecía estás decidido a mostrar su superioridad o algún compejo de esa índole. Kanan apretaba su puño, como esperando el más mínimo indicio de agrecividad para atacar, mientras el aeldari llevaba su mano sutilmente hacia la espada que colgaba de su cintura. El aire se tornó seco y pesado, los sonidos parecían ailarse por un momento ante la imponente mirada de los guerreros. Y de pronto... el portón gigante se abrió una vez más. 

Lith: - Oh... Exarca Haleth... No esperaba verle por aquí. - Se dirigió al vengado al poder analizar la escena con facilidad. 

Haleth: - Se... se... señora Fenix Nygleisha Lith... No... no sabía que estaba aquí. -

Lith: - Si si. me doy cuenta. Así como noto que está molestando a nuestro invitado. -

Haleth: - ¿Su invitado? - Preguntó nervioso

Lith: - Correcto, el señor Kanan, caudillo orko, jefe de guerra, campeón de la arena, verdugo de Lucius, retador de la Sedienta y... practicamente el motivo por el cual este mundo astronave aún se mantiene de una pieza... se disponía reunirse con el consejo. -

Ninguno de esos títulos era necesario, aunque no por ello menos cierto, pero de cierto modo una lección necesario. Mientras más Lith hablaba de Kanan, el rostro del aeldari se ponía cada vez más y más lúgubre. Como si estuviera escuchando una sentencia de muerte, aunque su casco escondía muy bien su rostro. El propio Kanan tuvo que incluso sofocar una risa para no arruinar el momento, pero al menos las palabras de Lith surgieron efecto, ya que el ahora conocido como exarca prefirió retirarse sin decir una palabra. Después de todo... ¿Quién sería tan loco como para desafiar a un señor Fenix? 

Lith: - Ah... Jóvenes... Son tan imprudentes... -

Kanan: - ¿Jóvenes? Tu te vez demasaido jóven para decir eso. -

Lith: - Que tus ojos no te confundan... Soy una Señora Fenix... tengo miles de años sobre mis hombros. Ahora vamos... No hagamos esperar a tus anfitriones. -

¿¡Míles de años!? Imposible. Seguro era una broma de la aeldari para liberar tensión del ambiente. Claro... Debió haber sido eso... o no. La mente del orko estaba hecho un caos en ese momento. 

Siguiendo a la aeldari, Kanan ingresó por el colosal portón, ahora capaz de admirar la magestuosidad del salón donde se encontraban. Propio de la habilidad aeldari, el orko se maravilló con las colosales columnas y arcos suaves que decoraban el lugar, con banderas, torfeos y adornos que, de alguna forma, sabía que contaban valerosas historias del pasado. Una larga sala principal, la cual culminaba en un par de tronos alzados por una escalinata. y sobre los tronos, dos figuras aeldaris que imponían respeto, y majestuosidad. 

Lith fue la primera en dar un paso al frente, poniéndose de rodillas ante las figuras y bajando la cabeza. Kanan no sabía nada de rangos entre aeldaris, pero si una Señora Fenix se mostraba sumisa ante esos dos lo mejor sería seguirle el ritmo, mostrando un respeto hacia unos seres que ni siquiera conocía. Entonces Lith habló. 

Lith: - Gran consejo del Mundo Astronave de Cernunnos. Os presento al caudillo orko y aquel que luchó a nuestro lado para defender vuestro hogar. El jefe de guerra orko... Kanan Scott. -

Kanan alzó la cabeza, y sus ojos se posaron sobre los tres seres que lo miraban. Era como una representación divina de las voluntades y la cohesión. A mano derecha, se encontraba sentado sobre un trono negro un aeldari, macho, el cual parecía no apartar la cólera de su mirada ni de Kanan bajo ningún concepto, aunque su casco impedía al resto ver sus intenciones. Como si lo viese como una amenaza para los suyos. Uno que, a pesar de su posición, portaba su armadura de batalla. 

A la izquierda, todo lo contrario. Una aeldari miraba a Kanan más con interés que con algún tipo de desprecio. Su mirada mostraba curiosidad, como si intentase entender todo lo que pudiese acerca del orko de pelo blanco. Otro rostro oculto a la vista de los presentes. Todo lo apuesto a su contraparte del lado derecho. 

Y finalmente, aquella que regía sobre todos en el mundo astronave. La matriarca de Cernunnos. Una aledari cuyo rostro no mostraba expresión alguno, solo serenidad y autocontrol. La única cuyo rostro estaba al descubierto, y cuyos ojos celestes casi blancos parecían ser los portadores de una enfermedad visual y aún así, ser capaces de ver perfectamente a quienes tenía al frente. O al menos... Sus almas. 

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