Cap 24 - La Guerra en el Cielo
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Podcast dispoble en YouTube:
https://youtu.be/5rOauHwWDgo
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Werhner: - ¡Prepárense para el impacto! -
El grito del mariscal viajó a traves de todos los canales de comunicación de la nave insignia de la flota humana. La batalla en el espacio se había vuelto un caos total, y lo que antes fueron majestuosas naves de impecable belleza gótica, ahora se habían convertido en pedazos de metal abollados que hacía lo posible por seguir funcionando.
Cuando las naves orka estuvo al alcance de fuego, ambas flotas comenzaron a disparar todo lo que tenían. Las dos flotas, aunque jóvenes y carentes de experiencia, contaban con imponente potencia de fuego que hacía temblar hasta la propia disformidad.
Haciendo de buque insignia de la armada del Imperio, se encontraba un formidable acorazado Emperador, aquel desde el cual el mariscal miraba todo el escenario de guerra con sumo detalle.
Contando con cinco torretas, baterías de cañones y hangares de cazas a babor y estribor, y baterías tanto en popa como en proa. Su imponente casco era titánico, y junto en el frente mostraba un glorioso blindaje rojo con la icónica cabeza del águila imperial como adorno. Su nombre. El Impolutus. Nave insignia de la cruzada Calixus.
??????: - ¡Máxima potencia a los escudos de estribor! ¡Sujetáos fuerte! -
La voz de una mujer resonó en el puesto de mando y se esparció por toda la nave. Puede que el mariscal estuviese al mando de toda la cruzada, pero nadie podía aplacar la voz de la almirante Vasíkila Kozlov en su propia nave. No te dejes engañar por ese hermoso rostro marcado por cicatrices y marcas de combates previos. Pues la ira de esta mujer era lo que menos querías experimentar en esta galaxia.
La enorme nave se sacudió violentamente cuando algo colosal impactó por uno de los costados. Los sistemas fallaron, las luces parpadeaban haciendo lo posible por mantenerse encendidas, los ensordecedores ecos de las piezas de artillerías cesaron, y todos temían ante la inminente calma.
Soldado: - Almirante. Nos han abordado. Registramos orcos en la zona media del casco. -
Vasílika: - Que los regimientos de armas acudan de inmediato. No dejen que esos malditos xenos pisen mi preciada nave. -
Soldado: - Si, señora. -
Vasílika: - ¡Que dos cruceros venganza se coloque en posición y destruyan ese maldito adefesio desde afuera! ¡Cortadle la ruta a otras naves! ¡Manténgalas alejados de la flota principal! - Gritaba con su marcado acento.
Werhner: - Almirante. Le dejo el control de la flota. Yo iré personalmente y me encargaré de los polizones. -
Vasílika: - Cuento con usted. Mariscal. ¡Que las fragatas ocupen el frente! ¡Y desplegad a los Tiranos de una vez! -
Tal como se indicaba en los paneles de la sala de control, una nave Brute orka había logrado escabullirse entre las incontables salvas de artillería y láser y había logrado embestir la nave capital de la armada Imperial. Una de las muchas que intentaron alcanzar su destino.
La flota Imperial era masiva, contando con numerosos cruceros y fragatas que acompañaban al acorazado Impolutus como escolta. Ocho cruceros clase Venganza, cuatro Dictador, dos Tiranos y doce clase Luna, así como tres docenas de fragatas clase Espada. Sin contar las decenas de destructores clase Cobra y Víbora que inundaban el espacio aéreo alrededor de la flota principal.
Del otro lado, cientos de cruceros ligeros clase Basha inundaban las filas de naves de guerra orkas, acompañodos de tres docenas de cruceros clase Killa y seis Terror, todos rodeados por imnumerables clases de asalto Brute, Raveger, Savage y Onslaught. Los crucero de batalla clase Hammer sin duda relataban entre la gran marea de chatarra y potencia de fuego, siendo un total de diez de ellos, los cuales contaban con una gran versatilidad tanto en combate a larga como a corta distancia. Pero sin lugar a dudas, era el Deadnot justo en medio de la flota orkoide el que más destacaba.
La nave insignia de la armada orka, y aquella donde se encontraba el propio Gul'kar, era un enorme acorazada de chatarra fabricado a partir de los cascos de múltiples naves imperiales recicladas durante estos meces de guerra. Un colosal adefesio armado hasta los dientes, literalmente. Portaba docenas de cañones y torpederas. Y su colosal tamaño dejaba en ridículo a sus acompañantes. En cambio, era lento a más no poder.
Gul'kar: - ¿¡A ké esperaz, baboza ezpazial!? ¡Noz eztamoz kedando atraz! -
Orko: - Vamoz lo máz rápido que podemoz. -
Gul'kar: - ¡Arg! ¡Por mi pata de palo! ¡Kuanta inkompetenzia! -
Squig perico: - ¡Inkompetenzia! ¡incompetenzia! -
Gul'kar: - ¡Uzted se kalla! -
Tanto para el capitán pirata como para el resto de orkos dentro de la gran nave era triste ver como las otras naves los dejaban rezagado, llevándose la mayor parte de la diversión viendo como tanto las naves enemigas como la de ellos mismos explotaban en gigantescas bolas de fuego.
A decir verdad, enfrentarse a una armada orka era relativamente sencillos. A diferencia de otras facciones. Los orkos siempre atacaban de frente, y el kapitán en cuestión al mando aún tenía mucho que desarrollar ese cerebro para poder crear una estrategia mediocre. La naves de los pieles verdes cargaban de frente, siempre. Disparando con todo lo que tenían y lanzando todos los torpedos que pudiesen tener. Aunque más de la mitad ni siquiera se acercaba a sus objetivos.
Por otro lado, la armada imperial solo debía colocarse en posición de ataque y disparar a esos tontos pieles verdes que cargaban hacia ellos hacia una muerte segura. El problema, como con todo lo relacionado con los pieles verdes, era muchos.
Las naves orkas más pequeñas eran muy difíciles de abatir, y eso distraía a los buques imperiales lo suficiente como para que el resto de naves más grande se acercasen lo suficiente a una distancia de disparo más peligrosa, inclinando la balanza hacia los pieles verdes.
Los cañones de los buques imperiales impactaban directamente contra las corazas frontales blindadas de las naves orcas, pero incluso los proyectiles más grandes eran repelidos, y eso que ni siquiera portaban escudos de vacío. Y por si fuera poco, dado que las naves orkas eran chatarra de por si, podían seguir avanzando incluso teniendo un enorme agujero en sus cascos. Con estos tipos, no había estrategia válida que fuese efectiva, pues eran tan impredecibles, que preever sus movimientos era algo imposible. Y si había alguna duda, podrían preguntarle al propio Imotekh; Señor de la Tormenta.
Vasílika: - ¡No dejéis de dispara bajo ningún concepto! Mariscal... ¿Me recibe? ¿Cómo va la situación con los piles verdes? - Habló por el comunicador.
Werhner: - Todo bajo control. Los orkos fueron controlados antes que causaran cualquier daño. -
Vasílika: - Bueno escucharlo. Estese atento, cada ves son más las naves que atraviesan nuestras defensas. -
Werhner: - ¿Cual es la situación? -
Vasílika: - Hemos perdido a tres Venganza, un Dictador y a los dos Tiranos. Solo nos quedan cinco clase Luna. Y ya ni siquiera puedo contar cuantas fragatas quedan operativas. Nuestros interceptores están teniendo problemas para acercarse a las naves enemigas, y los Starhawk han sido diezmados casi en su totalidad. Aún así, la batalla se mantiene pareja, ya que la flota orka se ha reducido a la mitad. -
Werhner: - No pierda la esperanza, almirante. Siga resistiendo. Nuestra victoria depende de eso. -
Vasílika: - Mariscal. Las naves orcas están manteniendo una distancia prudente. Eso no es común. Algo extraño está ocurriendo aquí. No me gusta es... -
Oficial: - ¡Se acercan torpedos enemigos! -
Cuando Vasílika alzó la mirada vió algo que le heló la sangre. Nunca antes había visto una oleada de torpedos tan grande en su vida. Ni siquiera contra otras flotas orcas a las que había enfrentado. Los proyectiles se acercaban a gran velocidad y eran miles de millones de ellos, pero de un tamaño mucho menos que los que solían usar con regularidad. Aún así, no podían dejar que los alcanzaran.
Vasílika: - ¡A todas las baterías! ¡Abrid fuego! -
El campo de batalla espacial se llenó de incontables disparos, por parte de los buques Imperiales. Incluso los cañones anti-cazas más pequeños comenzaron a disparar ante la interminable marea de torpedos que se abalanzaban sobre ellos. Miles de os torpedos eran destruidos cada segundo, pero eso solo era una minúscula fracciona de la enorme cantidad que se les abalanzaba. No había salvación posible. El impacto era inminente.
Vasílika: - ¡Sujétense! -
Esta vez, su voz recorrió todos los canales de la armada. Cada humano presente se aferró con fuerza al objeto sólido más cercano que tenía cerca, mientras los astartes y el propio Mariscal esperaba el impacto serenos hasta la médula. Y ante la macabra expectativa, los proyectiles enemigos hicieron contacto.
Como balas ante un pedazo de carne, los torpedos impactaron los cascos de las decenas de naves Imperiales. Ningun buque fue capaz de evitar su impacto, y solo los ligeros cazas y bombarderos restantes pudieron evitarlos con ágiles movimientos y reflejos de sus pilotos, pero ante la confusa escena, todos los tripulantes de la armada imperial quedaron atónitos al ver que ninguno de esos torpedos explotó.
Vasílika: - Reporte. - Preguntó tan pronto como su preocupación se esfumó de su rostro.
Oficial: - Miles de impactos confirmados. La mayoría en la proa de la nave. Los daños registrados se mantienen al mínimo. -
Vasílika: - ¿Qué fue todo eso? -
Wrehner: - Almirante. ¿Que fue todo eso? - Habló por el comunicador.
Vasílika: - Mariscal. Impacto confirmado de múltiples proyectiles en la proa de la naves, pero ningun daño mayor ha sido registrado. -
Werhner: - ¿Se sabe el motivo? -
Vasílika: - Negativo. Al parecer estos proyectiles eran demasiado pequeños para suponer una amenaza. -
Werhner: - ¿De qué tamaño estamos hablando? -
Vasílika: - De dos a cuatro metros. -
Werhner: - Eso es demasiado extraño. Iré a investigar. Usted continúe al frente de la flota. -
Vasílika: - Entendido. -
Acompañado de algunos astartes de los Templarios Negros que se quedaron en la nave, y un numeroso grupo de soldados de defenza de la nave, el mariscal se dirigió hacia la proa del buque insignia, donde la mayor parte de estos extraños torpedos había impactado.
Algo estaba incomodando al mariscal. Eso no era nada común. Los orcos preferían usar las salvas balísticas más grandes que pudiesen encontrar, así que el uso de este método era algo que no lograba entender del todo. Había leído los informes, y era conscience que esta horda de orcos actuaba un tanto extraño. Y en ese mismo momento tenía la sensación de que algo no andaba bien.
Mientras tanto, en el puente de mando del deadnot, un capitán pirata reía con cierta malicia.
Orko: - Kapitan. ¿Ké fue ezo? Ni zikiera explotó. -
Gul'kar: - Ah, grumete. Eza fue una idea alokada del kaudillo. Y por las mareaz disformez que fue una idea maravilloza. -
Lo que muchos ignoraban, sobre todo dentro de las naves imperiales, era que esos torpedos nunca tuvieron la intensión de explotar. A diferencia de la norma, estos tenían una punta sumamente afilada y reforzada por varias capaz de metal, y en su interior, solo había un espacio vacío.
Una vez calleron en calma, los torpedos se acentaron como quedaron sobre el fuselaje de la nave. Algunos lograron alcanzar zonas más profunda dentro del casco, otros, quedaron varados fuera del fuselaje. Pero cuando todo parecía estar en calma. Esas vainas de metal se sacudieron con fuerza.
Un enorme pedazo de metal salió disparado de las paredes de los proyectiles, y de su interior hueco, salió un enorme orko listo para la batalla.
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