Cap. 17 - Vientos de Guerra

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https://youtu.be/K0rEQGH69ys

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Lameto la tardanza, pero tuve que estudiar bastante el lore de Warhammer 40k para conocer todo lo que ocurre en el Sector Oscurus andes de continuar, incluyendo los capítulos de marines que operan en el lugar y otras fuerzas. Eso sin incluir que recien recuerdo que Cadia esta por aquí. Así que ya vere como conectar todo sin modificar mucho el lore.

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Tairon: - Mariscal Werhner, Coronel Tairon y Comisario Harrus reportándose para servir. -

En una oscura cámara del interior de uno de los acorazados que orbitaban al planeta colmena Malfi, el coronel y el comisario se presentaron ante su nuevo superior: un enorme astarte de dos metros y medio de alto que portaba la característica cervoarmadura negra de los Templarios Negros.

Su pose era magnífica, como debia ser la pose de uno de los ángeles del Emperador. Los crucifijos y escrituras sagradas decoraban su armadura mientras una corona doraba se alzaba tras su casco, justo encima del generador de potencia. Y en sus manos, una fina espada sumamente afilada y forjada con materiales incomprensibles para los míseros mortales, en cuya hoja se podía apreciar la determinación de su portador grabadas sobre el metal. Entonces, una poderosa voz surgió del interior de su casco negro.

Werhner: - Coronel. Esperábamos su llegada. Estamos listos para partir de inmediato. -

Tairon: - ¿Tan pronto? Pensé que teníamos que esperar los refuerzos de lo Hijos Oscuros antes de partir. ¿Y la Legión de la Noche?  -

Werhner: - Por desgracia no tenemos tiempo para esperar por ellos. Nos acaban de informar que la horda de orkos se dirigen al mundo industrial Aten III. Si lo perdemos, todo el sector se verá afectado. -

Tairon: - ¿Y los refuerzos de Cadia? -

Werhner: - Cadia tiene problemas más grande que nosotros en estos momentos. Debemos partir con lo que tenemos. Prepare a sus tropas coronel. Partiremos de inmediato. -

Tairon: - Si señor. -

Tan pronto recibieron la órden, Tairon y Harrus diron media vuelta y se retiraron de lugar. Ninguno de los dos había dicho una palabra, pero estaban bastante nerviosos ante la presencia del astarte. Y de un mariscal de los Templarios Negros nada más y nada menos. Eso era algo que muy poco hurmanos podrían tener el lujo de contemplar. Aún así, había algo más que los preocupaba. 

Harrus: - Esto no está bien.

Tairon: - ¿También te diste cuenta? -

Harrus: - Se que se dice que los marines espaciales son sumamente efectivos en batalla, pero no se si será suficiente para enfrentar a la horda de pieles verdes. -

Tairon: - Yo tampoco he visto a uno de ellos en acción, pero sus azañas no se escribieron en el papel por mera fantasía. Aún así... Estoy de acuerdo con usted. No se si seamos suficientes. Además... Estos orkos actúan demasiado fuera de lo común. -

Harrus: - ¿Cree usted que se trata de una fuerza que se desprendió de la horda de Armaggedon? ¿Acaso un grupo que se rebeló contra Ghazhkull? -

Tairon: - Lo veo poco probable. Puede que estos orkos actuen un tanto extraño, pero siguen siendo orkos después de todo. de ser el caso, seguirían junto a la horda hacia el siguiente mundo a atacar. -

Harrus: - Entonces... ¿Cree que se trate de otro Caudillo orko? -

Tairon: - Es solo una teoría... Pero creo que es lo más probable. -

Harrus: - Solo espero que seamos suficiente para detenerlos. -

Tairon: - ¿Qué me dice de sus tropas? -

Harrus: - Cien mil efectivos del Astra Militarum. -

Tairon: - Valla. Un gran salto para un simple comisario. -

Harrus: - Estoy tan sorprendido como usted. Supongo que estamos carente de oficiales. Pero si le soy sincero... Entre usted y yo... No me siento preparado para tener a tantos hombres bajo mi mando. Solo soy un simple comisario de guerra. -

Tairon: - Uno que se enfrentó a una horda y logró detener su avance. Uno que supo manejar el campo de batalla incluso antes de haber llegado. Uno que estaba dispuesto a dar la vida por el Emperador... Tenga más confianza en usted mismo, comisario. Además, estará bajo mi mando, así que no se preocupe, que no estrá solo. -

Harrus: - Sus palabras son todo un alivio, coronel. -

Tairon: - Además... Tengo entendido que la mayoría de sus tropas provienen de Cantun. Parece que usted se ha vuelto una especie de héroe local. -

Harrus: - No pudiesen estar más equivocados... Perdimos... Sabíamos que no podíamos ganar... Y no pudimos hacer nada para evitarlo.  -

Tairon: - Y aún así, decidió darse vuelta y enfrentar la muerte. Recuerde comisario, la fe de un soldados hacia su superior es tan valiosa como la fe al propio Emperador. -

Harrus: - Ja... Palabras atrevidas para alguien como usted. - Dijo a modo de burla.

Tairon: - Una pena que no sea usted de Krieg. Habría sido un gran honor llamarlo hermano. -

Harrus: - Me alaga demasiado. - 

Y por primera vez, Harrus escuchó la casi imperceptible risa del coronel. 

Tairon: - Bueno... Tengo que organizar a mis hombres, y usted los suyos. Nos vemos en el cuque de retaguardia cuando este listo. -

Harrus: - Allí estaré, coronel Tairon. -

Tairon: - Allí lo espero, comisario Harrus. -

Ambos mostraron su respeto en un enérgico saludo militar, el cual hizo eco en el corredor de la nave junto al eco de las suelas de sus botas al golpear el suelo. Ese día en Cantus se formó un laso de armas entre ambos oficiales, por muy diferente que fuesen sus orígenes y costumbres. El silente y calmado coronel Tairon, y el enérgico y entusiasta comisario Harrus, se enfrentarían a los horrores que la galaxia les lanzase... unidos. 

Aún así, puede que las palabras que el coronel Tairon le dijo al mariscal Werhner no carecieran de verdad. Si bien el improvisado ejercito contaba con una fuerza descomunal, aquellos que vieron la fuerza de la horda piel verde dudaban si fuese suficiente.

Dos millones de tropas del Astra Militarum, un millón de soldados de los cuerpos de Krieg, un parte de la 339ºLegión de Acero de Armageddon, seiscientos veinte tres astartes de los Templarios Negros, de los cuales trescientos eran neófitos. Cien astartes de las Serpientes de Hierro, setenta y nueve astartes de la Guardia Nocturna y cincuenta y cuatro astartes de los Halcones de la Tromenta. Y aún así, Tairon y Harrus consideraban que tal vez no era suficiente. Eso sin contar la docena de naves que se disponían para tal ejército y las unidades de apoyo del Mechanicus.

Y así, a las 0:00 horas marcadas por el reloj de la campaña, el mariscal Werhner habló a traves de cada altavoz de las naves.  

Werhnel: - ¨¡Soldados!¨ - Su imponente voz llamó la atención de todos. - ¨¡Hoy marcharemos hacia la batalla, llevando honor y victoria a la humanidad, a la santa Terra y al Emperador. Hoy daremos descanzo eterno a los caidos, y vengaremos sus muertes en su nombre! ¡ ¡Alzad sus espadas y sus bolters. Porque hoy daremos inicio a la cruzada Calixus! ¡MUERTE AL SUCIO XENO Y ENEMIGO DE LA HUMANIDAD! ¡ALABADO SEA EL EMPRADOR!¨ -

Y así, impregnado de los gritos de euforia de los millones de hombres y mujeres que conformaban las filas del ejército, las enormes naves encendieron sus motores y pusieron rumbo a su destino. 

Los miembros del Adeptus Astronomicia, psíquicos especializados en sentir el Astronomicón conocidos como Navegantes, usaron sus poderes para dirigir las enormes naves a través de la Disformidad gracias a su tercer ojo, aún cuando esto consumía sus propias vidas en el proceso.

Enormes portales disformes se abrieron ante sus ojos, y los nervios se pusieron de punta para aquellos más novatos. Y no era para menos, pues solo un loco entraría al propio infierno y navegaría por sus turbias aguas de miasma y energía negativa para llegar de un lugar a otro. Pero para la tripulación de las naves y los más veteros, eso era lo más normal del universo.

Que los chicoz de Kanan estuviesen listos, pues estaban a punto de conocer la batalla más grande y épica que sus ojos hallan presenciados. Su momento tan esperado había llegado.

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