Cap. 10 - Mi Antigua Sangre

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Me quiero disculpar por lo sucedido. Me acabo de dar cuenta que el capítulo anterior en Español solo tenía 1200 palabras de las 2000 que debería tener. No se por qué ocurrió esto, pero ya se ha arreglado. A modo de compensación les traigo la continuación mucho antes de lo planificado. Espero les guste.

ACLARACIONES:

-El Idioma orko será representados con letras normales. -

-El idioma gótico se reprentará con letras inclinadas. -

-El idioma Alto Gótico será representada en negritas. - 

- El idioma Eldar será representado con negritas inclinadas. -

-El Idioma Necrón será representado con palabras subrayadas. -

-El idioma Tau será representado con letras subrayadas inclinadas. -

Mucho de estos idiomas no será usados de momento, pero ya vale la pena aclararlo. Igual lo recordaré en siguientes capítulos. Quisiera usar otro estilos de letra para hacer esto, pero Wattpad no me da más opciones. 

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La sensación de entrar en la disformidad por primera vez es... indescriptible. Aunque no necesariamente algo agradable. Los chikoz estaban bastante atentos a todos lados, vigilando de cerca aquellas mareas distópicas que pasaban peligrosamente cerca del armazón de sus "naves". Los nervios se apoderaron de los presentes, pues luchar contra una criatura, por muy poderosa que fuese, era mejor que esto. Al menos a los monstruos se les puede matar con un balazo en la cabeza... Pero esas energías disformes eran algo incomprensibles para ellos. Y si no se puede matar, entonces da mucho miedo. Pensamiento orko simple, pero efectivo.

Ni siquiera la sonrisa de Kanan en su rostro podría calmar a los presentes, sobre todo, porque no podían definir que tipo de sonrisa portaba. En el rostro del líder orko se podía observar algo de soberbia, como si estuviese expectante de lo que la disformidad tuviese reservados para ellos, pero al mismo tiempo se veía nervioso, preocupado, incluso temeroso cuando terribles recuerdos de las luchas contras las fuerzas del caos saturaron su mente. Pero afortunadamente, sus expectativas se verían profundamente incumplidas. 

Apenas unos segundos tras adentrarse en la fantasmagórica zona disforme, un nuevo portal se alzó frente a ellos, sacando a todas las naves de la disformidad sin siquiera sufrir daños. Cada orko presente estaba atónito ante es inexplicable evento que duró menos de un minuto, pero sin lugar a dudas, Kanan eran el más confundido de todo. 

Las preguntas inundaban la mente del orko a borbotones. ¿Qué diablos había pasado? ¿Un viajes disforme? ¿Cómo? ¿Y tan rápido? ¿Dónde demonios estaban? ¿Por que Slaanesh hizo tal cosa? Suponiendo que halla sido su voluntad. ¿Y que cosas estaba maquinando ese dios macabro en su mente? Preguntas como esas y muchos más se formaban en su mente, y solo el grito de uno de los orkos en cubierta lo sacó de su pensamientos. 

Orko: - Planeta a la vizta. - 

Su entusiasmo fue compartido rápidamente por todos los presentes, quienes se amontonaron sobre las escotillas para ver lo que ese evento tan extraño con la disformidad había puesto frente a su camino. Nuevas tierras que asaltas. Posibles enemigos fuertes a los que enfrentar. La expectativa sin duda crecía en todos, incluso en Murrey, quién solía ser bastante calmado la mayor parte del tiempo. 

Kanan tuvo que abrirse paso como un orko más en la marea verde que se aglutinaba frente a las escotillas. Los orkos al principios se molestaban al sentir a uno de sus semejantes queriendo adelantarse para ver esas nuevas tierras, pero cuando giraban la cabeza y notaban que se trataba de Kanan retrocedían sin pensárselo dos veces. Algunos se disculparon inclusive, pero el orko de pelo blanco le dió la menor importancia. 

Entonces lo vió. Un hermoso planeta de color blanco como la nieve. Carente de cualquier otro color que no fuese la palidez de su tierra fértil, y solo la ligera tonalidad azulada provocada por la deformación de la luz de su estrella en sus polos hacía un leve contraste en el horizonte. Kanan lo vió, y tardó varios segundos en hacer memoria, pero recordó esa descripción en un antiguo texto de cuando aún estudiaba antes de convertirse en una Adeptus Astarte hecho y derecho. 

Kanan: - Dreah. -

El orko de pelo blanco dejó escapar ese nombre, llamando la atención de todos los presentes. El simple hecho que su líder conociera el mundo era bastante alentador, y ya algunos se estaban imagiando las épicas batallas que podrían tener. Y la verdad... Puede que tuviesen razón. 

Entonces Kanan lo supo. Por primera vez desde que abrió sus ojos en este cuerpo de color verde, sabía donde estaba. Donde realmente estaba. Dreah, un mundo agrícola del Sector Calixis, en el Segmentum Obscurus. 

E orko de pelo blanco rió, rió con todas sus fuerzas, pensando en la ironía de su suerte. Era ridículo lo cerca que estaba de Terra, su mortal objetivo, pero a la vez, tan lejos. Para llegar a su destino debía atravesar nada más y nada menos que la Cicatrix Maledictum, el basto campo disforme que atravesó la galaxia y dividió al imperio de la humanidad en dos. Trayendo un caos tan devastador como pocas veces la galaxia había experimentado. O como los orkos la conocían: "La Sonrisa de Gorko."

Aún así, atacar la santa Terra con sus fuerzas actuales era un suicidio, una imprudencia, rozando la estupidez. Tenía que reunir más fuerzas. Tenía que crear la marea verde más grande que la galaxia halla visto. Los orkos intentaron atacar Terra una vez, y ni siquiera su enorme fortaleza planetaria pudo hacer tal trabajo. No. No podía simplemente hacer su cruzada de forma tan patética. Necesitaba más seguidores... Necesitaba más orkos. Y solo había una forma de conseguirlo.

Kanan: - Preparen sus arma. Bajaremos a la superficie de inmediato. -

Kanan ni siquiera les dió tiempo para asimilar la noticia antes de darse vuelta y salir del lugar. Los orkos se quedaron atónitos ante tal decisión, y la euforia comenzaba a crear estragos en sus cuerpo. Incluso Murrey y Kurnet fueron presa de la emoción colectiva. El grito de "Whaaag" más grande que los seguidores de Kanan había profetizado en sus vidas había sido dado, y pudo ser escuchados en varios sectores aledaños. 

Miles y miles de orkos se volvieron como locos dentro de las naves, buscando su equipo, armas, corazas de metal y munición. Los mecánicoz afinaron los "motores" de sus máquinas y vehículos de combate. Los guerreros se aramron con todo lo que tenía a su disposición. Orkos, grentchins y snotling por igual se preparaban para el asalto, montando sus improvisadas lanzaderas hechas de pedazos de chatarra y cinta adhesiva. 

Kurnet se retiró al basurero que llamaba habitación, donde decenas de armas de todo tipo estaban regadas por doquier. El orko más grande del Whaaag siempre tenía dificultades para encontrar un arma que le llamase la atención, y usaban su brazo metálico como un soporte para todo tipo de armas cuerpo a cuerpo. Garras, cuchillas, mazas, mazas encadenadas, y todo lo que fuese útil para partir en dos el cráneo de sus enemigos. Y en su otra mano, debía decidir que tipo de arma a distancia sería la más adecuada para la ocasión. Era la primera vez que se iba a enfrentar a los humanos, así que debía estar acorde a la importancia de la ocasión, como un mozo vistiendo de etiqueta para una importante cita. 

Murrey, en cambio, tenía su habitación mucho más organizada. El matazanoz tomó varios de sus equipos de cirugía y los metió en una mochila rústica hecha de piel de squig, pero lo suficientemente resistente para el campo de batalla. Uno nunca sabe cuando tendrá la oportunidad de probar con un camarada herido sus técnicas de cirujia. Y en su mano derecha, su confiable bolter.

Kanan, en cambio, solo pasó por sí habitación para recoger a Blanco. El squig blanco se había convertido en su compañero más cercano, luchando a su lado en cada momento durante la conquista de Heim.

El orko de pelo blanco no tenía un arma predilecta ni nada por él estilo. Antes de cada batalla se pasaba por la armería, y toma la primer arma cuerpo a cuerpo que fuese más grande que su antebrazo y un bolter que no estuviese muy desgastado. Usando uno diferente en cada batalla. Y ahora, se dirigía junto a su brutal bestia a las lanzaderas para unirse al asalto.

La cara de los orkos cuando vieron a Kanan entrar junto a su bestia blanca y sentarse en silencio al final de la lanzadera era indescriptible. Muchos, temeroso de la siempre actitud fría y distante de su caudillo, no sabían como reaccionar a su presencia, más cuando las tres docenas que estaba presentes era orkos comunes sin ningún estatus social. ¿Acaso era normal que el caudillo del Whaaah descendiera a la batalla rodeado de simples guerrero? No sabrían la respuesta, pero Kanan estaba justo allí.

Kanan: - Pueden continuar. - Dijo con una voz suave y ronca.

Los orkos se miraron extrañados, pero tras el permiso de su caudillo, continuaron hablando de lo gloriosa que serían sus batallas venideras. Aunque no con la misma intensidad de antes, pues aún tenían, el temor de molestar a su líder. Y más cuando este no tenía un rostro muy animado que digamos.

Y no era para menos. Después de todo, sería la primera vez que Kanan luchara contra otros humanos que no fuesen herejes. Los mismos humanos que había jurado proteger en su otra vida. Una extraña contradicción se formaba en el interior del orko, una contradicción formada por su antiguo adoctrinamiento y su deseo que destruir el Imperio. Ese Imperio que tanto le metió y lo uso como una simple herramienta. Al menos en lo más profundo de su conciencia, creía que aquellas almas que cegarian sus hordas encontrarían el verdadero descanso, después de todo, Slaanesh no tenía mucho deleite por almas humanas. Y su sufrimiento antes del descanso eterno. Y que el Emperador que una vez tanto admiro lo perdone... Si es que eso siquiera fuese posible. Ya que los muertos no hablan... ¿O si?

Cuando Kanan volvió salió de sus pensamientos, ya se encontraban descendiendo hacia el planeta. La sacudida que la lanzadera recibió por el impacto cercano de un proyectil enemigo indicaba que habría una resistencia decente, y eso motivaba aún más a los orkos.

Sin embargo, la mirada de Kanan se enfoco en unos seres que carecían de la fuerza y el coraje absurdo de los enormes pieles verdes. En un rincón de la lanzadera, un grupo de cinco snotling que temerosamente sujetaban sus armas. Estaban ansiosos por una batalla digna, algo que ningún otro snotling de cualquier clan de la galaxia experimentaría, pero eso no lo hacía menos atemorizante.

Kanan: - ¿Asustados? -

La voz del caudillo llamó la atención de todos. El hecho que el líder le dedicase unas palabras a los insignificantes snotling era algo impensable, y tanto los pequeños como los grandes pieles verdes abrieron sus ojos como platos ante el temple de su voz.

Snotling 1: - Z... Zi... Zeñor. -

Snotling 2: - Di... Dizen que loz.. loz humanoz zon muy fuertez.-

Kanan: - Y lo son. - Dijo con una sonrisa en su rostro.

Entonces, la lanzadera dejó de avanzar, y su descenso co concluyó cuando una sacudida dio la señal que ya estaba en tierra firme. Kanan se puso de pie y camino hacia la puerta junto a Blanco, siendo él el primero en poner un pie sobre la tierra.

Kanan miró el horizonte. Kilómetros y kilómetros de cultivos del planeta en una interminable llanura, interrumpida por decenas de mecestas y puntos estratégicos que ya Kanan iba pensando en tomar para asegurar su victoria. Y allá a lo lejos, se alzaban las siluetas de los edificios de una ciudad. No era necesario estar allí para saberlo, pero ya podía imaginar las filas del Astra Militarum y la guardia planetaria llenando kilómetros de trincheras para intentar frenar su avance.

Alzó la mirada, y pudo ver el enfrentamiento de sus "naves" orkas con las pocos cruceros imperiales que custodiadas un planeta tan apartado. Luego, viró la mirada hacia los snotling y orkos a sus espaldas.

Kanan: - Y tienes razón. Los humanos son aterradores. Y esta será una gran batalla. - Dijo con una sonrisa. - Ahora muevan esos traseros y vallan a buscar una muerte digna. -

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