Cap. 15 - Día 74 (Parte 6) - Astra Militarum

--------------------------------

Audiolibro disponible en YouTube:

https://youtu.be/2D8HBZeAFSg

-------------------------------

Poco fue el tiempo que tuve para asimilar todos estos cambios, y poco era el tiempo que tenía para hacer algo al respecto. La ansiedad me carcomía los nervios mientras escuchaba la estática que emanaba del dispositivo de comunicaciones, anhelando en silencio una respuesta proveniente del otro lado. Temiendo, a que del otro lado del campo de batalla, hubiese ocurrido lo mismo. 

—Coronel Tairon al habla. Identifíquese. —Gracias al Emperador que mis plegarias fueron escuchadas. 

—Que gusto volver a escucharlo, coronel. 

—¿Harrus? —Su voz no escondía su asombro. —¿Qué ocurrió?

—Nuestro centro de mando fue atacado. La responsabilidad del frente sur ahora cae sobre mis hombro. 

—Así que también a ustedes. 

—¿Qué quiere decir?

—El centro de mando de este sector también fue atacado. Gracias a la voluntad del Emperador que yo me encontraba en el frente, pero perdí a muchos oficiales.

—Dos puestos de mandos atacados con precisión. Esto no fue mera coincidencia. 

—Estoy de acuerdo. 

—Coronel... ¿Cuá es la situación?

—Los orkos nos ataca, comisario.

—¿Dónde se encuentra? Me uniré a usted de inmediato.

En este punto, mis palabras carecían de sentido. El peso sobre mis hombros era mucho mayor de lo que creía. No podía hacer esto solo pero... El coronel estaba del otro lado del campo de batalla... Y... Nosotros no seríamos capaces de resistir esa horda que se nos lanzaba encima. ¿Qué debería hacer?

—Negativo. El frente principal se establecerá en las llanuras del la ciudad cerca de su posición. Comisario, tome a sus hombres y...

Antes que pudiese siquiera terminar de hablar, un fuerte sonido escapó del dispositivo de comunicaciones obligándome a alejar mi oído, y provocándome un fuerte tinnitus por varios segundos. 

Mi cabeza daba vueltas, ese sonido ensordecedor que saturaba mi sentido auditivo, mientras escuchaba el retumbar de la tierra a mi alrededor. ¿Qué estaba pasando? 

—¡Fuego Enemigo!

A duras penas logré recuperar algo de mi audición cuando logré escuchar la voz de un soldado a la distancia, y de inmediato, el interminable fuego de láser de aquellos que estaban a mi espalda. 

Llegaron. Los orkos ya estaban aquí. ¿Cómo pudieron avanzar tan rápido? ¿Se suponía que estaban a cinco kilómetros al este? ¿Qué demonios estaba pasando? Aun desorientado, volví a tomar mi comunicador, y desesperadamente intenté volver a contactar con el coronel.

—¡Coronel Tairon! ¡Coronel Tairon! ¿¡Me recibe!? —Pero no hubo respuesta. —Demonios... Preston, comuníquenme cualquier superior de inmediato. 

Los segundos pasaron y nada aparecía por el altavoz. Con mi mente ligeramente más lúcida, alcé la mirada y los vi. La marea verde que se abalanzaba sobre nosotros, mientras mis hombres por instinto ya tomaba posiciones defensivas. Sin embargo, la falta de respuesta de algún superior cada vez me irritaba más y más.

—¡Preston! ¡Comuníqueme con...! con...

Mis palabras se ahogaron en mi garganta, cuando me di cuenta que aún portaba el artefacto de metal sobre mi mano, pero el cable que lo unía al repetidor de señal estaba cortado. Miré atrás un segundo, y un escalofrío recorrió mi cuerpo, al no ver a Preston y a los dos ayudantes de comunicaciones. 

Ellos deberían estar allí... Justo detrás de mi, a poco más de seis metros. Sin embargo, allí no había. Solo un pequeño cráter, y restos humanos, sangre y pedazos de metal esparcidos en todas direcciones. 

Mis ojos asustados se volvieron al frente... Mirando con terror a la fuerza orka que sabíamos no seríamos capaces de detener. Bastaba una mirada para saber que era miles, tal vez millones más que nosotros, pues mi vista no era capaz de definir el horizonte por encima de las mecestas de donde salían los orkos. Como hormigas rabiosas para defender su hormiguero. Y un grito ahogado, lleno de desesperación escapó de mi.

—Que el Emperador nos ampare...

¿Qué podía hacer? ¿Qué esperanza quedaba? ¿Acaso valía la pena luchar? ¿Acaso sería mi deseo de reclamar venganza más fuerte que el terror que sentía en ese momento? Preston y dos chicos murieron a unos metros de mi, y la imagen de sus cuerpos me había dejado sin palabras. 

En aquel entonces, no supe que me había paralizado. ¿La muerte de Preston? Lo dudo. No era la primera vez que veía un cuerpo mutilado de esa forma. ¿Nuestros enemigos abrumadores? Tampoco, la situación en Cantus no fue muy diferente. ¿La falta de comunicaciones? Tampoco sería la primera vez ene esa situación. ¿El peso de millones de vidas sobre mis hombros?... Tal vez... pudiese ser eso... O tal vez... pudiese ser todo al mismo tiempo.

—¡Harrus!

La voz de Murphy se alzó entre las balas, mientras lo veía llegar en un jeep a toda velocidad. Tenía puesta su armadura, pero los vendajes eran perfectamente visibles bajo las placas de metal. El capitán se acercó a mi, y supo interpretar la situación tan pronto vio mi rostro. Él me leyó como un libro abierto, y a pesar de la estoicidad que intentaba mostrar, la falta de reacción de mi parte parecía haber sido suficiente para él. 

—¿Mu... Murphy? —Dejé escapar cuando estuvo cerca de mi, aunque las palabras se me seguían atorando en la garganta. 

—Vinimos tan pronto recibimos las noticias. Intentamos comunicarnos con ustedes, pero no hubo respuesta. 

Yo no dije nada... Aún en mi shock, fui capaz de mirar de nuevo al cráter, y Murphy chasqueó la lengua al entender lo que había pasado, viendo lo que una vez fue nuestro equipo de comunicaciones... los otros chicos y... y Preston.

—Comisario. 

Su voz, ahora más firme llamaba hacia mi. Sus ojos, sin vacilar, me miraban con fría emoción y nula piedad. Él siempre fue así, pero... se sentía diferente. Era como... Si no hubiese sido él. Había algo en Murphy... algo distinto. ¿Una luz en sus ojos tal vez? ¿Una luz dorada? No sabría decirlo. Aunque aún creo que solo fue producto de imaginación. Pero lo que si no imagine, fue el pesos de sus palabras caer sobre mis hombros. 

Comisario Harrus. Usted es ahora el oficial al mando de toda la 9na compañía de Malfi, y este sector depende de usted. Cumpla con su deber... Comisario. 

Jamás había escuchado a Murphy dirigirse a mi de ese tono. Solía ser un tipo directo, pero hasta él tenía sus límites. Una vez sus palabras alcanzaron mi cordura, pude notar como el capitán pestañó en repetidas ocaciones, sus pupilas se dilataban y su mirada parecía atravesarme, mirando más allá de mi posición. Incluso sacudió un poco la cabeza, y su mirada fría se convirtió en una confusa. Pero no más confusa que mi propia expresión. Sin embargo, el efecto que estas causaron en mi corazón no demoraron en estallar de mi pecho. 

—¡Desplegad las tropas! ¡Quiero que se extiendan en un frente único de dos kilómetros! Que todos los blindados que tengamos pasen al frente y disparad con todo lo que tengan! ¡Desplegad la artillería y que alguien me ponga en contacto con el coronel de inmediato! ¡Resistid mis camaradas! ¡Por la humanidad! ¡Por el Emperador! ¡Por Cantus! -

Noto a Murphy salir de la conmoción ante mis palabras, y pronto veo a más soldados llegar a nuestra posición. El capitán no pierde em tiempo y comienza a darle órdenes a sus soldados. Mientras tanto, un equipo de comunicaciones de reserva que había venido con Murphy se cercaba a mi. Por desgracia, era un equipo más ligero que el que necesitaba.

—Comisario, no podemos contactar con el coronel. Su señal está demasiado lejos de cualquier repetidos. —Comentó la voz del operador. 

—Entonces comuníquense con todos los sectores. Máxima prioridad. Mantened posición a toda costa. Y que la Luz del Emperador nos guie. 

Los minutos posteriores se tornaron caóticos. Los reportes provenientes de todos los sectores eran constante. Murphy fue desplegado en mi sector, ya que yo tuve que reposicionarme al centro de las posiciones al centro, ya que, como actual cuartel general, necesitaba una mejor posición para poder controlar todo el frente. Agradezco al Emperador por haberme enviado a Murphy de vuelta, quien, aunque convaleciente, era lo suficientemente duro de roer para mantenerse firme. 

Ahora, nuestra formación era una sacada de los manuales más básico de guerra. Murphy a la izquierda, con Mason y York como apoyo. El capitán Fordo al centro, con las mejores fuerzas de la 9na Compañía de Malfi. Y Costro a la derecha, con la ayuda de Erik y Henry. Yo, ubicado en segunda línea, oculto bajo una agujero improvisado con mi equipo de radio de baja calidad y un sinfín de informes.

Mi principal papel había sido el de coordinar la artillería, y reajustar las tropas entre frentes, ya que realmente no contábamos con nada de reservas. Los hombres que vinieron con Murphy ni siquiera llegaban a los mil y lo mejor fue dejarlos con el capitán. Sin embargo, una llamada urgente del capitán Fordo hizo que se me helase la sangre. 

—¡Comisario! ¡Necesitamos fuego de artillería frente a nuestra posición de inmediato!

—Las baterías necesitarán unos minutos para recargar. ¿Cuál es la situación?

—¡Son meganobles! ¡Son miles de ellos!

Meganobles. Escuchar esa palabra hizo que mi corazón dejase de latir por unos segundos. La élite de la élite. Los mejores entre los guerreros pieles verdes, y aquellos cuya armadura se rumoreaba que era impenetrable por cualquier disparo de laser o de bajo calibre. Orkos que serían capaces de luchar cara a cara con uno de los Ángeles del Emperador, y cuyo resultado final sería indescifrable. 

—¡Cómisario!

La voz de Fordo exigiendo por ayuda me sacó de mis pensamientos, pero ninguna respuesta se materializaba en mi mente. Miré a mi alrededor, y lo único que tenía eran esos mil hombres que se habían quedado para asegurar el puesto de mando. La mayoría, heridos que aún era capaces de sujetar un rifle. Pero tan asustados como yo lo estaba. Entonces... palabras carentes de aliento escaparon de mi boca. 

—¡Resiste capitán! ¡No retroceda bajo ningún concepto!

—¡Pero, Comi...!

No lo dejé concluir, antes de cortar la llamada por mi cuenta. Mi mano temblaba, y el dispositivo de comunicaciones se sacudía al compás. Lo dejé a un lado, y tomé mi rifle, aunque cada célula de mí me decía lo contrario. Me lo enganché al hombro, y miré hacia el frente por un momento, reconsiderando seriamente lo que estaba a punto de hacer... Pero no tenía más opciones. 

—¡Mande un mensaje a todas las frecuencia! ¡Este el es Comisario Harrus del 9no Batallón de Malfi y las Ultionem Militum! ¡La resistencia es desesperada y necesitamos refuerzos de inmediato! ¡Coordenadas 1-1-C-4! ¡Y alabado sea el Emperador!

Un grito de auxilio desesperado. Si había alguien allá afuera capaz de oírnos, que al menos supieran la última posición de nuestra unidad. Al menos que supieran donde estarían nuestros restos. 

Me di la vuelta, y los soldados que me veían estaban tan asustados como yo lo estaba. Querían una respuesta. Algo que les diese esperanza. Que les dijese que todo esto realmente valía la pena... Y a decir verdad... Yo también quería esa respuesta. 

—Llegó la hora caballeros... Al frente. 

No dije nada más. Solo me di la vuelta y comencé a avanzar a paso ligero hacia la posición de Fordo. Sin estar del todo convencido que esos hombres me seguirían. Una laser más no cambiaría las cosas. Mis laser más no cambiarían las cosas. Yo lo sabía. Y estoy seguros que ellos también. Sin embargo, grata fue mi sorpresa al escuchar el retumbar de los pasos a mis espaldas. 

No estaba solo en esto. Ninguno de nosotros lo estaba. Si íbamos a marchar hacia la muerte. Lo haríamos todos. Porque nosotros éramos las Ultionem Militum. La 9va Compañía de Malfi. Nosotros somos... El Astra Militarum. 




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top