Cap. 12 - Días 74 (Parte 3) - Redespliegue

---------------------------------------

Audiolibro disponible en YouTube:

https://youtu.be/UROKC-xD0LA

-------------------------------

—¡Por el Emperador!

Mi grito eufórico se unió al resto de mis hombres. Lo hicimos. Habíamos resistido lo suficiente. Desconocía el cómo y el por qué los refuerzos habían llegado, pero no era el momento para hacer preguntas. Era el momento para unirse a la contraofensiva. 

La tierra se estremeció, y nuestras miradas se giraron hacia nuestras espaldas. Nuestros corazones saltaron de euforia, cuando el horizonte tras nosotros se llenó de los millones de soldados de las fuerzas principales que habían alcanzado el frente. De un momento a otro, miles de botas remplazaron nuestros esfuerzos, dejándonos detrás para unirse a los ángeles del emperador en la batalla. Llegaron... Pensé que no lo lograríamos... Pero lo hicimos. 

—¡Comisario!

La voz de Crosta rápidamente llamó mi atención, y me giro hacia la capitana que se movía a paso ligero hacia mi posición, con Henry, Erik, y muchos otros a sus espaldas. Tan pronto llegaron le lanzaron a nuestra improvisada trinchera junto a nosotros, pues si bien el frente había sido desplazado hacia la formaciones de Templarios Negros, un disparo sin trayectoria podría darnos una innecesaria muerte. 

—Me alegra verla, capitana. Y a ustedes también chicos. 

—Lo mismo digo, comisario. —La voz del joven Henry no pudo ser contenido. 

—Saludos para después, soldado. Comisario. ¿Dónde está el resto?

—Murphy debría estar más al sur, y Mason al norte. El coronel Tiaron se encuentra varios kilómetros al norte de nuestra posición, pero perdimos contacto con ellos cuando el repetidos fue destruido. 

—Las señales de mediano alcance debería estar operativas. Varios equipos de radio esperan en la retaguardia. 

—Bueno escucharlo. Preston, comuníquese con los otros grupos de inmediato. 

—Si, comisario. 

El joven operador comenzó a manipular los controles de su radio, mientras varias frecuencias expulsaban esa desgarradora estática. Sin embargo, en pocos segundos, una voz se escuchó de otro lado del dispositivo. 

—Sector 12 al habla. ¿Alguien me recibe?

—Bueno volver a escucharlo, soldado. 

—¿Crosta? ¿Dónde están? ¿Está con Harrus?

—Estoy aquí, capitán. Reúnase con nosotros en el frente central. 

—Entendido. Vamos de camino. Tenemos muchos heridos, así que nos tomará un tiempo. 

—Entendido. Aquí lo esperamos. 

—Frecuencia de Mason encontrada. —Comentó Preston al concluir de trastear el dispositivo. 

—Recibido. Póngalo al habla. —Y segundos, y escucho el pitido que indica que el canal de frecuencia ha sido establecido. —Mason. ¿Me escucha?

—¿Comisario? —Su voz se escuchaba bastante preocupada. —En realidad es usted.

—En carne y hueso. ¿Cómo está la situación sobre su posición?

—Podría estar peor... De no haber sido por los hombres de Krieg no hubiésemos podido aguantar. 

—Me alegra volver a escucharlo. Regrese con nosotros. 

—En camino, comisario. 

—Preston. ¿Alguna suerte con la frecuencia del coronel Tairon?

—Si señor. Tengo la frecuencia en línea. Pero parece estar interrumpida. 

—El coronel seguro debe estar recibiendo órdenes de arriba. Tendremos que esperar. Capitana Crosta, tome a las reservas y valla al frente. Busque a cualquier astarte o miembro del Astra Militarun que parezca estar al mando y pida por instrucciones. Nosotros los alcanzaremos en breve. 

—Ja... Se está volviendo bueno en esto, comisario. Ya oyeron. En marcha. 

Fue un cumplido muy bien recibido, pero aún tenía mucho que aprender antes de poder pavonearme de mis conocimientos militares. De momento, solo quería beber algo y recuperar las fuerzas mientras esperaba por instrucciones. 

Nos reagrupamos tras las trincheras. Con los Ángeles del Emperador al frente, la línea defensiva se había trasladado lo suficiente para que nuestra posición fuese relativamente segura, y pudiésemos montar un improvisado campamento temporal. Nuestro principal objetivo sería recuperar fuerzas y atender a los heridos. 

Mason llegó al poco tiempo, pues su posición no estaba tan lejos de la nuestra. Muchos soldados de su grupo habían caído, pero aún tenía las fuerzas suficientes. Cosa que no podía decir de Murphy y sus chicos. 

El capitán llegó varios minutos después que Mason, con un cuarto de sus tropas a sus espaldas, y más de la mitad estaban heridos. El propio Murphy tenía un vendaje alrededor de su brazo, pero parecía ser capaz de moverlo. En un rápido reporte, me contó como fueron flanqueados, ya que al ser el extremo de la formación, los orkos pudieron avanzar por su lateral sin encontrar resistencia. Me alegra haber mandado esos refuerzos a tiempo, pero siento un amargo sabor de boca al ver tantas vidas perdidas. Pero aún no estábamos derrotados. 

—Comisario, el coronel Tairon está en línea. —La voz de Preston rápidamente llamó mi atención. 

—Comuníquemelo. Coronel. Comisario Tairon al habla. 

—Me alegra volver a escucharlo, comisario. 

—El sentimiento es mutuo, coronel. Alabado sea el Emperador por eso. 

—¿Cómo están sus tropas?

—Recuperándonos. Algunos de mis hombres quieren agradecerle por haberles salvado el trasero en el centro. —Miro con picardía a Mason y a sus chicos y estos me devuelven el gesto. 

—Ha sido un honor. Comisario, tengo órdenes del propio Capellán. 

—Lo escucho. 

—En diez minutos partiremos al frente. Más refuerzos viene en camino, pero debemos recortar la distancia entre nuestra posición y la ciudad capital. 

—¿Hay algún motivo?

—Afirmativo. Informes reportan que esto solo era la avanzada orka. La verdadera horda se está concentrando al este. 

—Entiendo. ¿Cuáles son mis órdenes?

—Escuche. Usted está demasiado lejos, y tenemos que movilizarnos de inmediato. Valla al sur, y reúnase con el resto de sus hombre y con el 9vo Batallón de Malfi. Preséntese ante el Comandante Hibrid y póngase bajo su mando. 

—Entendido. Que la luz del Emperador lo proteja. 

—Que la luz del Emperador lo proteja. 

Las órdenes fueron dada, y en diez minutos, todos los que quedamos rezagados estábamos listos para marchar al frente. Atrás, solo quedaron los heridos y unos pocos soldados para proteger el improvisado campamento, el capitán Murphy incluido. Fueron pocos minutos de descanso. No los suficientes. Pero la guerra no iba a esperar por nosotros. 

Éramos unos diez mil hombres los que quedamos atrás. Aquellos que aún teníamos la posibilidad de andar con nuestros propios pies, y nuestras almas no habían sido destrozadas por el miedo y la locura. He visto a hombres y mujeres morir por igual frente a este implacable enemigo. Y se... que esta sangrienta batalla por Aten III apenas estaba comenzando. 

En pocos minutos llegamos al frente, y mientras ordenaba a mis tropas reabastecerse, me dirigí hacia el puesto de mando del sector guiado por varios soldados que se aterraban al verme. Y pronto entendí el por qué. 

Una vez en mi destino, ubicado no muy lejos de la zona de guerra, me topé con un modesto puesto de guerra, con algunos mapas y varios oficiales dando reportes de estado y actualizaciones. A juzgar por lo que escuchaba, el conflicto principal no había comenzado del todo, y solo algunas escaramuzas se llevaban a cabo en zonas separadas. 

—¿Comandante Hibrid? —Pregunté al sujeto que parecía más importante del lugar. 

—¿Quién es usted? —Me preguntó severo, pero sin faltarme el respeto al identificar mi vestimenta. 

—Comisario Harrus de las Ultionem Militum. Me ordenaron presentarme ante usted. 

El comandante Hibrid era un tipo recto. Su mirada era fría, pero no despiadada, y las marcas en su rostro hablaban por si mismo de las consecuencias de una larga vida de servicio. Una cicatriz sobre su labio, segura provocada por un objeto cortante, y una quemadura que abarcaba el lado derecho de su rostro desde su oreja hasta la comisura de sus labio. La clásica marca que deja un rifle láser cuando no te mata.  

—Así que es cierto. Cuando me informaron que un comisario estaba al mando de una división completa del Astra Militarun pensé que era una broma. Veo que me equivoqué. 

—Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. 

—Concuerdo. 

Eso fue tono lo que necesité para medir su temple. Así como él para medir el mío. Realmente, un comisario es una fuerza de disciplina. Sus órdenes son mantener el orden y castigar a los traidores. Si hay que luchar hasta la muerta, es nuestro deber asegurarse que cada hombre cumpla con la orden. Si hay que mantener una posición, es nuestro deber asegurarnos que nadie retroceda. Y nuestros castigos se aplican tanto para soldados como oficiales. Y por ende, no tenemos realmente un rol jerárquico en el ejército.

Sin embargo, allí estaba yo. Un sujeto que no debería estar allí, y con la autoridad de volarle la cabeza a cada uno de ellos, pero que estaba más interesado en machacar pieles verdes que en cuestionar las decisiones del oficial al mando. Y además, esperando por sus instrucciones. 

—Si lo que escuché es cierto, confío en contar con su ayuda para sostener el frente central. Ahora mismo, estamos bajo fuego enemigo en varios sectores, pero sabemos que el grueso de la horda aún espera. Valla al frente, busca al capitán Fordo y asuma el mando. Nuestra misión será resistir hasta que el resto de tropas puedan desembarcar. 

—Entendido. Hay astartes en la zona. 

—Afirmativo. Pero ellos tienen sus propios objetivo. De igual forma, esté preparado para recibir órdenes de ellos si es requerido. 

—Entendido. Partiré de inmediato. 

—Que la luz del Emperador lo guíe. 

Sin mayor espera, tomé a mis tropas y me dirigí a mi posición designada, a varios minutos del puesto de mando. El frente estaba muy bien posicionado, con abundantes coberturas, trincheras mejor elaboradas que nuestros intentos ante el ataque preventivo. Así como varias posiciones defensivas reforzadas con tanques y antiaéreos estratégicamente posicionados. La mayoría en reposo, pues las escaramuzas aisladas no eran algo que aún requiriesen su atención. Si embargo, tan pronto llegué a la zona de guerra, una voz familiar me asaltó por un costado. 

—Harrus. 

—¿Crosta?

Giro la cabeza, y veo a la capitana avanzando hacia mi junto a otro hombre de la 9va.

—Pensé que había sido desplegada en el frente central. 

—Cambio de planes. Mandaron a la división al sur a apoyar a la 9va compañía. Le presento al capitán Fordo, él está al mando de las fuerzas de este sector. 

Ante mi se presentó un sujeto ligeramente más joven que el comandante, pero de expresión férrea como el acero. No logre identificar si era así de nacimiento, o no estaba muy alegre de que un comisario suplantase su responsabilidad de manera imprevista. Sin embargo, no tenía tiempo para preocuparme por esas cosas ene tal momento. 

—Será un honor luchar bajo su mando, comisario. —Su tono de voz me hacía pensar que no era del todo cierto. 

—Lo mismo digo, capitán. —Respondía con notoria indiferencia. —¿Cuál es la situación?

—Sin cambios. Estamos manteniendo el frente. Los sectores nueve y seis están es ataque son constante, pero logramos mantener a los orkos a raya. 

—¿Algún astarte en la zona?

—Hay varios apostados en el sector tres. Pero desconocemos sus objetivos.

—¿Han dado alguna orden?

—Nada diferente a lo que ha dicho el cuartel general.

—Muy bien. Crosta, tome a la mitad de los soldados que traje y llévelos consigo. Tome el mando del sector siete al nueve. Capitán Fordo, usted se encarga del cuatro al seis. Yo me ocuparé del los sectores del uno al tres. 

Crosta replica con un saludo y un pisotón, el capitán Fordo, en cambio, se quedó inmóvil, con los ojos bien abiertos mirándome. 

—¿Ocurre algo, capitán?

—Esto... ¿No le ordenaron que debía tomar el mando de todo el frente central? —Con esas palabras, mis sospechas fueron confirmadas. 

—Me ordenaron mantener el frente. No me ordenaron cómo hacerlo. Usted conoce a sus tropas mejor que yo. Espero que esté a la altura, y que se comunique conmigo se ocurre algún imprevisto.

Ya conozco esa cara. Fue la misma cara que Crosta y Murphy me dedicaron cuando le dije algo parecido. No voy a negarlo, aún tengo mucho que aprender, y no conozco en lo absoluto las tácticas de la 9va Regimiento. Mis decisiones puede que incluso solo sean menos efectivas que las de alguien que ya conoce a sus hombres. Además... Quiero tener a los ángeles del Emperador cerca. Ellos más que nadie saben lo que realmente pasa en el campo de batalla. 



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top