Camino a la Guerra

En diferentes lugares de la Galaxia los planetas se pueden ver tan extraños y diferentes, no existían dos planetas iguales, incluso los mundos colmena tendrían pequeñas diferencias, aunque en ocasiones se necesita poner atención para encontrar esos elementos que les hacen únicos.

Cuando comenzo la Cruzada Carmesí todo fue para poner orden en el Imperio, estaban ante una galaxia caotica, varios mundos estaban esparcidos o sumergidos en el fanatismo, Sanguinius se encargo de enviar agentes de la INquisicion para suprimir a cada lider rebelde y debilitar esos movimientos antes de que causen mas problemas.

Sanguinius estaba en su nave insignia, su anterior nave fue destruida hasta donde sabia, por lo que tuvo que esperar a que Yamato o alguno de los astilleros de Marte fueran capaces de darle una nueva nave, queria iniciar con cada nave disponible y si sus instintos eran correctos, era mejor no arriesgar una nave ya asignada a esperar algunas semanas por una nueva.

Grande fue su sorpresa cuando lo que recibio era una de las mas grandes embarcaciones construidas, a partir de una PCE entregada para ese proposito especifico, fue reforzada por la tecnologia que Yamato le aseguro mantendria a la disformidad afuera y viajar por el Inmaterium seria un viaje mas tranquilo a menos que fueran atacados.

Los cañones estaban modificados para desintegrar hierro sin problemas, sus campos de energia fueron agregados a un Ancla de Realidad, la version de Yamato de un campo de proteccion Geller, y aun decia que todavia no era ribal para su Motor Logico de Realidad.

La nueva Enbarcacion era un Crucero de diez kilometros de largo, robusta, recubierto de placas de metal y ceramita, cañones de diferentes calibres esparcidos, sistemas automatizados hasta cierto punto, los peligrosos motores para entrar a la fisformidad fueron automatizados, no exactamente para salvar alguna pobre alma de la agonia de cargar el combustible radioactivo, sino porque era mucho mas eficiente.

El punete estaba en el centro para mantener una mejor proteccion para oficiales y los cerebros que manejan todo, en realidad tambien agrego algunos diseños de su creador, ente ellos un "Cañon de Cronotones" y un "Cañon de Antimateria".

Le llamo armamento adecuado para sus enemigos, el primero era un tipo de arma que creaba paradojas temporales en la materia afectada, los escudos de energia eran la unica esperanza para no ser despedazado en la linea temporal, mientras que el cañon de antimateria desintegro el material expuesto, y bajo ciertas circunstancias podria crear agujeros negros, pero le recomendo no tentar la suerte.

Los Angeles Sanguientos le estaban siguiendo de cerca, listos para dirigirse a una zona cercana al Ojo del Terros que fue abandonada tras una tormenta disforme particularmente poderosa, que sumergio el planeta en caos, hasta donde sabia no habia ningun sobreviviente leal, pero era probable que algun Inquisidor o algun Caballero Gris estuviera en la region.

Yamato se habia retirado, alegando que queria estar lejos de ese agujero de la realidad mientras sus sistemas y contramedidas contra la Disformidad no estuvieran listos y pudiera caminar sin temor a que Neoth o algo peor entre a su cabeza como lo hizo alguna vez ese maldito perpetuo dorado, por lo que se alejo en direccion contraria.

El viaje fue pacifico y no tuvieron problemas con ataques como lo hubiera esperado, sus hijos no reportaron anomalias, cosa extraña, queria pensar que era gracias a la capacidad de proteccion del Ancla de Realidad, pero mientras estaba en el viaje tuvo una vision, una que no sabia como interpretar.

En aquel escenario veia un campo de batalla sumergido en la locura, un hombre luchando solo contra las interminables ordas del caos, demonios tratando de alcanzarlo, pero la vigura en armadura negra estaba resistiendo, sin una mano, recubierto de metal negro que se incrusta en su carne, estaba protegiendo a un minusculo grupo de personas en la cima de una montaña de carne y siendo observado por cinco figuras, que juzgaban como dioses desde sus posiciones.

Habia sido una vision corta, pero importante, ya que sus visiones siempre estaban cercanas a lo que se consideraba un punto de inflexion, vio la llegada de su padre a Baal, vio su propia muerte a manos de su hermano, por lo que si estaba viendo a esta figura significaba que era un engranaje clave, aunque no sabia de donde venia la vision.

Podria quedarse alli y no hacer nada, pero decidio actuar para seguir adelante, sabia que si los enemigos del imperio estaban alli, significaba que tenia que actuar de inmediato, ya fuera destruir o recuperar a ese objetivo.

En otra parte de la galaxia

Los preparativos para la batalla incluian una parte muy importante, se trataba de metodos que se requerian para que cada parte de la armadura funcione a plena capacidad, un solo paso ejecutado de manera erronea o en el orden equvocado podria acarrear problemas tecnicos, que en el fragor de la batalla serian una sentencia de muerte.

Nader estaba en la armería de su nave, las maquinarias estaban a su alrededor, con brazos mecánicos colocando placas de armadura sobre su cuerpo, Servidores y Sacerdotes del Mechanicus estaban trabajando en colocar su nueva armadura, se escuchaba el metal crujir, como se unía con el portador y los mecanismos comenzaban a trabajar.

Escuchaba cada cantico seremonial, como rociaban aceites sagrados y parecian adorar a la maquina, sino es que lo hacian, Ferrus siempre parecia despreciar la idea de creer en dios, tachando todo por superstición, Nader era mas pragmatico, veia todo como parte de la humanidad, no se veia atraido por la religion, ya que no creia que algun dios fuera digno de su veneracion, o que hubiera hecho algo por él, y lo mas cercano era X, quien dejo claro que si menciona solo su nombre lo haría polvo.

Sentía como el metal lo abrazaba por todas partes, su antigua armadura estaba perdida, no sabían que sucedió exactamente, algunos decían que se perdió durante la masacre del desembarco, otros dijeron que fue robada durante la herejía, pero no tenían información verídica y posible de verificar.

Por eso es que con la tecnología de Terra y la ayuda de tecnología de Yamato creo una nueva armadura, ya no era el Caparazón de Medusa que alguna vez conocieron, decidió reformar su armadura, aun con los planos de una de sus antiguas obras de arte, pero agregando nuevas actualizaciones que le dieran ventajas cuando llegue el momento de su revancha.

En la mente de Ferrus solamente ardía la llama de la venganza, solo superada por su lealtad al imperio, pero aun bajo eso, siempre deseaba una revancha contra Fulgrim, esperando el momento de encontrar a su hermano traidor, el que fue su amigo mas cercano, por eso es que entrenaba a Nader, preparando un mejor cuerpo para tomar la cabeza de los traidores.

Ferrus y Nader lentamente se acercaban mas uno al otro, se estaban volviendo una mente conjunta, complementarios uno del otro, un cuerpo perpetuo capas de soportar el aura del primarca, ademas de que era un Paria, perfecto para perseguir a los traidores que abrazaron al caos antes que a su padre.

La nueva armadura era una imponente estructura de metal negro que reflejaba un leve brillo oscuro, casi maligno, en el pecho llevaba el simbolo del culto Mechanicus, una calavera que mostraba complementos mecanicos, mostrando union del humano y la maquina, ademas de que abajo estaba la insignia de la misma Legion de los Manos de Hierro.

Algunos lo vieron como subordinacion, pero no era asi, se trataba de un recordatorio de que los Manos de Hierro y el Mechanicus estaban trabajando juntos y no era conveniente que los molesten, ademas de que la insignia de la legion estaba iluminada por un poderoso brillo de fuego rojo, parecia arder con llamas vengativas, apropiadas para lo que era Ferrus Nader, alguien que volvio de la muerte solo para vengarse de hechos cometidos en una era pasada.

Sus brazos estaban libres de cualquier protección, ya que al poder recubrirlos de Necrodermis era poco importante, aunque le quitaba la posibilidad de montar armas en sus brazos, pero esto se compensaba con un toque de genialidad de Ferrus, un sistema de Servomecanismos, tecnología para instalar brazos mecánicos en la espalda de la armadura y como una Gorgona tendría varias cabezas de serpiente para atacar.

En la espalda había varios brazos mecánicos con diferentes propósitos, había un Blaster de Plasma, que disparaba poderosos proyectiles de plasma rojo que desintegraba todo a su paso, tenía un lanzador de granadas múltiple, que podía usar como mortero, incluso agrego un rifle de Gravitones y un lanzallamas pesado, entre otras armas variadas.

Pero había dos aditamentos que fueron resultado de la idea que Nader tuvo, si bien en el combate cercano serían siempre una bestia no podían depender siempre de estar cerca, por lo que necesitaba poder hacer mucho daño desde la distancia, y para eso agrego cuatro brazos extra construidos a partir de nano máquinas, fue un dolor de cabeza conseguir la tecnología, pero tras cobrar algunos favores al Mechanicus logro conseguir lo que esperaba.

De esa manera consiguió dos nuevas armas, Tenazas de Medusa, un par de brazos mecánicos flexibles, tan fuertes que podrían levantar a Ferrus Nader sin problemas, finalizado en tenazas de tres puntas, podían ser usados para tareas delizadas, pero también podían ser usados en combate, disparando ráfagas de plasma o girando como cuchillas en una trituradora.

La segunda creación fue Tifón, si las Tenazas de Medusa eran un arma exacta y de combate cercano, el Tifón fue una creación hecha para devastar ejércitos enteros, se trataba de un par de cañones giratorios de tres barriles, que disparaba Miles de balas por segundo, atravesaría blindaje con pocas rondas, además de poder alternar a disparar ráfagas de plasma, alimentándose del núcleo de energía de la armadura, o recargar con una descarga eléctrica.

Los sacerdotes estaban armando cada mecanismo, acomodando las placas, hasta que el último estuvo en su posición, podía sentir el metal del collarín que protegía parcialmente su rostro, pero sabía que no era buena idea confiarse de su inmortalidad, por lo que dejó que instalen un carro protector que el había modificado de su Antigua armadura.

Un casco que filtrara cualquier toxinas convencional y le daría soporte vital aún en el vacío del espacio o debajo del agua, tenía tecnología para ayudar a controlar los brazos extra de la armadura, apuntaba mucho mejor y ayudaba a que pudiera servir mejor en combate cercano, ya que la computadora ayudaría a predecir movimientos enemigos, Nader no sabía que hacer con las computadoras, pero Ferrus dijo que estaría bien por ahora.

Cuando terminó el ritual la armadura fue bañada en una capa de aceite ceremonial y vapores emergieron desde el piso, los canticos se detuvieron, y emergiendo de la armería apareció un titán de hierro de casi cuatro metros, caminaba imponente por la nave, siendo seguido por una escuadra de exterminadores que servirían como si escolta en la inminente batalla.

El planeta donde llegaron se llamaba Midland, un planeta feudal que estaba bajo control del Imperio, pero que se perdió a inicios del milenio por culpa de tormentas Disformes y conflictos más importantes, que les impidió poder recoger diezmos o mandar refuerzos cuando fueron atacados por una flota rebelde, no supieron que sucedió cuando fueron atacados por una banda de Guerra del caos.

Se había tomado la decisión de que el planeta permaneciera en su estado mas primitivo, por lo que estaban vulnerables a ataques exteriores, para lo cual contaban con bases de protección en la luna y un anillo de protección, en antaño pudieron haber tenido algunas naves, pero todo se había perdido.

Lo que fue parte de una ruta comercial de importancia menor ahora estaba abandonado, no quedaba nada de su pasado glorioso, los anillos parecían apagados y decadentes tras el paso del tiempo, pudieron ver partes separadas que estaban separadas de la estructura, se veía abandonado y sin funcionar. 

Ahora todo parecía demasiado tranquilo para ser simplemente una falla de comunicaciones, la flota se estaba tratando de comunicarse, pero permanecía el silencio radial, nadie contestaba, todo cambio cuando una de las dos Naves Negras abrieron fuego contra el anillo de protección del planeta.

Fue entonces que Ferrus lo vio, personas estaban caminando entre las ruinas, abrieron fuego contra la flota, no deberían estar vivos, no sin soporte vital en el vacío del espacio, aparecieron entonces las naves de los traidores, atacando las naves principales, la nave insignia estaba temblando con cada impacto poderoso, pero no podía superar sus escudos. 

La primera batalla contra los enemigos mas odiados de su legión comenzó, por momentos aparecían pequeños recuerdos de la masacre del desembarco, estaba molestándolo, por lo que se golpeo la cabeza con fuerza, de inmediato comenzó a dar ordenes, avanzando a toda velocidad contra la banda de guerra que los igualaba en numeros.

Ophelia VII

Siegfried habia tomado un pequeño desvio para visitar ese planeta, desde el puente de su nave, el Amanecer Carmesi, estaba contemplando el lugar, como un abismo, se le habia asignado escoltar a diferentes dirigentes para asegurar el planeta, incluyendo a las denominadas Hijas del Emperador, quienes estaban alli para levantar una nueva base.

No estaba comodo con la situaacion actual, habia tenido que aumentar la seguridad de su nave al maximo, estar atento a cualquier intento de traicion, no solo de la Eclesiarquia, sino de la Inquisicion y quizas algun capitulo de Marines Espaciales mandado para asesinarlo.

Se encontraba en medio de un juego de poder que lo podria consumir si no ponia un limite, no planeaba entrar a ese lugar a un patetico juego como ese, por eso adoraba la batalla, mas directa, sin complicadas tramas tras de ella, llegas, usas tu ingenio para ganar y seguir avcanzando hasta la victoria, eso era todo.

Fue un Comisario, sabia lo horrible que era un maldito dia en la politica, mas de una vez participo en discuciones donde señores planetarios querian rendirse, y vio a sus compañeros dispararle, o deponerlo para mantener el planeta leal al imperio, todo un dolor de cabeza.

Por ahora tenia una mision que completar y un sistema planetario que necesitaba diezmar, hasta donde sabia, se revelaron, por lo que tendria que llegar, mostrar mano dura y acabar hasta con el ultimo traidor, despues llegaria alguien que repare el mundo, pero eso ya no era su problema, solo tenia que seguir avanzando.

Sus soldados estaban actuando a corde a lo esperado de ellos, no habia mucho que pudieran hacer hasta que tengan al enemigo de frente, era una existencia vacia, pero despues de todo, eran malditos, solamente se levantaron de la tumba por rencor y odio, por lo que el primer batallon que murio en ese planeta ahora no era mas que almas que lucharian a su lado por la eternidad.

Zero fue bastante generoso en cuanto a su trato, entretenimiento, guerra eterna, es todo lo que buscaba, un conflicto que se liberara y despues ir por otro, a cambio le entrego una fuerza de varios soldados que no temen a la muerte, porque ya estan muertos.

Almas llenas de odio y rencor que solo buscarian liberar esa rabia contra quien se ponga frente a ellos, hasta el momento no tenian regiostro de los Marines Espaciales que lo asesinaron, por lo que tendria que seguir avanzando, tarde o temprano podria encontrarlos en una batalla perdida o quizas seria destruido y el nunca podria saber quienes eran.

La peor parte es que estaba maldito, todas esas almas viviendo dentro de él, con cada batalla que pasaba nuevas almas llenas de ira y deseos de una justa venganza volverian a él para poder materializarse en el campo de batalla, en especial sus soldados de armadura negra.

Mientras estaba en su mente escucho que estaban entrando, sabia quien era, los ojos de sus soldados servian para tener una vision total de todo su entorno, Alicia Dominica, la mujer entro al lugar con una expresion severa, acompañada de dos de sus hermanas, nadie mas dijo algo relacionado al tema de la masacre de sus hermanas y compañeros de combate.

Siegfried: ¿A que debo el honor de que la mujer que libero al Imperio del traidor Vandire venga a verme? —Todo estaba manipulado, los Custodes dijeron que era la mejor manera de mantener una fuerza de combate, la Eclesiarquia lo estaba apoyando y tambien la Inquisicion, al final era preferible a tener que soportar una division de opiniones, mejor mantener el mito—

Alicia: estamos aqui para anunciar que estamos por temrinar el desembarco, Aberracion, espero no tengamos que cruzar caminos nuevamente, a menos que se me alla dado la orden de eliminarte

Siegfried: estoy aterrado, de verdad ¿Que haria si un monton de monjas con rifles me sigue? oh, ya recorde, ganar de nuevo —Disfruto escuchar el gruñido de Alicia, y en especial disfruto ver como ella veia la armadura que Ferrus Nader habia hecho para él, asi como sus armas—

Era un hecho que Siegfried se volvio un enemigo jurado de las renombradas Hijas del Emperador, Hermanas de Batalla, incluso cuando estaban en el mismo lado nunca nego que disfruto cada instante de la batalla en Terra para tomar el palacio de la Eclesiarquia.

Alicia: me alegra ver que sigues blasfemando en contra del todo poderoso, aun cuando eres amigo de uno de sus hijos, pero no estoy aqui para discutir ese tema, ambos sabemos que estas aqui para investigar la lealtad del planeta, y si vieras algo fuera de lugar te mandaron porque no dudaras en bombardear el planeta hasta escombros

Siegfried: y no estarias mal, Alicia Dominica, mataria a todos en el planeta, son tan culpables como Vandire, pero creemos que a corrido suficiente sangre y el Imperio necesita dirigir esa energia a sus enemigos —Se acerco a una mesa, de donde tomo una vieja botella de licor que habia robado de una vieja cava en uno de sus planetas conquistados— ¿Gusta un trago? 

Cuando ella guardo silencio él dejo la botella y bebio de su copa, girando el liquido lentamente, una substancia color marron, lo ingirio de un solo trago y dejo el vaso sobre la mesa sin ningun problema, la mujer ya no tenia nada que decir, por lo que le dio la espalda y la ignoro, dejando que saliera.

Una vez que estaba solo apreto sus dientes, deseaba de verdad poder bombardear el planeta, pero en epecial conseguir informacion, es lugar tenia informacion sobre quienes los atacaron, queria saber quienes fueron, en este punto poco importa el odio, el Imperio es primero, pero queria rascar esa comezon en su cerebro, de no saber a quien odiaba realmente.

Midland

La sangre corria sobre el planeta por Miles de litros, rios enteros se habian transformado en sangre, la tierra se transformo en carne que palpitaba, los cielos del planeta estaban transformados en una tormenta de energía Disforme, pero sobre el planeta se lograba ver como un amanecer, debido a una lucha entre colosos de hierro, que disparaban uno contra otro, acercándose cada vez mas a tierra.

Para la gente del mundo ese era un escenario apocalíptico, nunca habían visto una nave, para ellos era como ver la lucha entre dioses, acercándose a ellos cada vez mas, algunos proyectiles destruia castillos, otras veces colosos de hierro aterrizaban sobre ellos, pero la guerra en el cielo era el menor de sus problemas.

En tierra eran atacados por lo que solo podían ser descritos cómo Demonios, criaturas de todos los tamaños y formas que les seguían para devorarlos o hacerlos sufrir hasta la locura, desde monstruos que estaban inflados cómo globos por enfermedades,  Monstruos azules de muchas bocas y colosos Carmesí que luchaban enloquecidos contra los pocos ejércitos que se atrevían a defenderse en lugar de atacar.

Las animaciones estaban en una orgía de sangre y sensaciones, tomando todo lo que podían, se movían por tierra y mar, logrando ganar territorio, hasta llegar a una isla, una donde había aterrizado una cápsula de desembarco del cielo, pero dónde en apariencia no había sobrevivido nadie, pero los demonios eran otra historia.

Ellos llegaron al lugar para matar a quien estaba allí, la isla estaba despierta, libre de cualquier tipo de vida, más allá de un grupo reducido de personas que estaban en medio de las rocas, tratando de sobrevivir a las embestidas que lanzaban los demonios contra ellos, tratando de tentar a todos para que sucumbian a la influencia del Caos.

Se proyectaban horribles imágenes en sus cabezas, tratando de arrastrarlos más dentro de la oscuridad, los más débiles de voluntad fueron los primeros en caer ante los aberrantes seres Disformes, algunos se enfermaron de manera repentina, y trataron de infectar a los demás, pero fueron despachados rápidamente.

Otros se volvían luchadores enloquecidos, que no paraba hasta perder la cabeza o tener tanto daño que no se podían mover, algunos buscaban el éxtasis en recibir o causar daño a los demás, los meno afortunados se transformaron en masas de carne que gritaba en una afonía eterna, pidiendo que los salven o los saquen de su miseria.

En una cueva entre las rocas se encontraba un grupo de cuatro personas, un hombre cubierto por una cota de malla, herido en el estómago tras intentar salvar a un camarada que fue absorbido por un ser del mar, a su lado estaba un par de hechiceras que intentaban curar sus heridas, pero todo parecía imposible.

En lo más profundo de la cueva estaba una mujer de piel morena que se sujetaba la cabeza entre balbuceos imposibles de entender para los demás, solamente se reconocía un nombre que otro de sus compañeros gritaba con un absoluto odio e irá.

En otro extremo de la caverna estaba un muchacho, demasiado débil para poder hacer la diferencia, solamente sostenía un cuchillo y vigilaba la entrada, esa arma era inútil, lo sabía, pero era un último rayó de esperanza, a lo que su mente se aferra para no caer en la absoluta locura que está fuera del planeta o sucumbir a los susurros que están en su mente.

Fue entonces que llegó un ser a la entrada de la cueva, un ser rojo con una espada retorcida, le faltaba un brazo y parte de su cabeza fue mutilada, pero todavía podía pelear, el niño se puso en posición, listo para pelear, sus manos temblaban, pero no se podía hechar para atrás o todos morirían.

Se lanzo al ataque sin pensarlo ya que sabía que el miedo lo consumiría, la criatura estaba lenta por las heridas, pero aún así era superior a cualquier guerrero convencional, la espada corto la mejilla del niño hasta que era posible ver el interior de la boca, pero él no retrocedió, corrió y apuñaló al ser justo en el corazón, o donde debería estar, ya que el golpe no fue fatal.

Seguía moviéndose, por lo que el chico solo siguió apuñalando hasta que la sangre salpicaba por todas partes, hasta que logró matar a la criatura, el muchacho se desplomó y se tocó la mejilla, estaba manchado de sangré, de inmediato planeaba retroceder cuando otra criatura entro y casi le corta la cabeza, esquivando la cuchilla oxidada por centímetros.

Salgo atrás, listo para usar su cuchillo, cuando vio entrar a un ser inmenso, más de dos metros seguramente era su tamaño, recubierto de metal negro, estaba escurriendo sangre, respiraba rápido y en una de sus manos sostenía una enorme espada de metal que tenía partes de entrañas de los monstruos asesinados previamente.

Tomo al ser verde por la nuca y lo lanzo fuera de la cueva, miro por un breve momento al niño, pero siguió adelante con su caza de los Monstruos, no se detendría, no podía, si en algún momento llegaba a ceder entonces todo habría terminado.

Escuchaba las voces de los demonios en su cabeza como un raspado enfermizo que le estaba tentando, lentamente estaba olvidando porque peleaba, solamente podía pensar en matar, matar y volver a matar, estaba bañado en sangre de sus enemigos, mientras el hierro de su armadura estaba ingresando en su carne para acomodar sus huesos rotos.

Pero cuando se estaba perdiendo en la locura el casco de su armadura retrocedió, dejando expuesto su rostro, no sabía que sucedió, hasta que vio a el Objeto de su odio volando sobre ellos, un Alcón blanco, una parodia enferma tomando en cuenta que estaba sobre todos los Monstruos y ellos parecían seguirlo.

El hombre uso su único ojo sano para verlo, y deseaba atacarlo, pero no podía moverse, su cuerpo había alcanzado su límite y sin la armadura era imposible que hiciera algo, la rabia, la impotencia, no poder hacer nada y ser un espectador de cómo el ser bajaba lentamente sobre él.

Vio como del cielo caían meteoros al rojo vivo, aterrizando en el continente, las criaturas susurraban entre si, otros rugían, todo a su alrededor estaba tornándose confuso, podía sentir un escalofríos Antinatural, pero no le importaba, en ese momento habría vendido su alma mil y una veces para poder levantarse y pelear para defender a sus compañeros.

Fue entonces que aumento esa sensación nauseabundo, pudo escuchar a sus amigos gritar desde dentro de la cueva, levantó la mirada y pudo ver un meteoro acercándose, una gran cápsula de metal negro, que era evitada por los demonios, algunos gritaron y bramaban Anatema, escapando del sitio, pero al espadachín no le importaba, seguramente moriría, lo último que hizo fue gritar el nombre de su mas odiado enemigo.

???: ¡Griffith!

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