Capítulo 0: freedom
— ¡Atrápenlas!
Los gritos ensordecedores, los enardecidos reclamos, ya suenan distantes, su mano entrelazada con la de ella, casi estruja sus dedos mientras continuaban corriendo entre los árboles del bosque de los licántropos, lejos, muy lejos. Su sable rompe una gran vid que se interpone en el camino, el aliento se queda en su garganta seca, Enid rápidamente saca y lanza una de las granadas de mano de Wednesday, y una luz blanca enceguece a la multitud furiosa, quema algunos árboles pero consigue la perfecta distracción.
Es un camino intrincado que van a recorrer juntas.
— ¡No dejen que escapen!
Llegan a un barranco, con una caída mortal para cualquiera, sin embargo, Wednesday desayuna el peligro, el temor a un hueso roto es mínimo; sostiene a Enid por la cintura y se lanzan en una caída libre. Las etéreas auras acarician gentilmente el rostro lleno de lágrimas y sudor de Enid, provoca que los labios de Wednesday se curven y que de su garganta seca se escape una carcajada de genuina felicidad, Enid también se ríe a su lado, aferrada con fuerza a ella mientras ven el verde aproximarse, con su cabello claro siendo ondeado por el viento, con las ojeras marcadas en su bonito rostro.
No importa si le espera la muerte cuando impacten. En esos instantes en el aire, volando como aves, sosteniéndose mutuamente, no se escuchan los gritos de quienes niegan los sentimientos que guardan la una por la otra. De quienes critican el amor que sienten. Esta es la verdadera felicidad, el verdadero destino. Su utopía, su sueño cumplido.
Un almohadón de hojas les hace saber que han aterrizado en espesas hojarascas, el dolor se siembra en sus huesos, quizá el sonido de algo rompiéndose no fuera una rama bajo su peso, pero ¡qué más da! Ahora irían lejos, donde la crueldad y frialdad no las alcanzase, donde jamás pudieran encontrarlas.
—Te amo —dice Wednesday con una gran sonrisa, con un jadeo de dolor atrapado en su garganta—. Te amo, Enid —repite, saboreando cada sílaba, cada letra.
Sus ojos azules (como brillantes diamantes, admite Wednesday) le miran como nunca lo han hecho.
—Yo también, Wednesday, yo también te amo.
Su amor sabe a liberación, a un mundo sin las atrocidades de la guerra.
Y el beso cierra ese final.
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