xxxix. epílogo
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EPÍLOGO.
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KAZ BREKKER A MENUDO OLVIDABA QUE STASIAJ YAHONTOV aterrorizaba a todos los criminales del Barril. Se había acostumbrado a verla simplemente como Stasiaj, no como la Serpiente. La Stasiaj que bebía chocolate caliente y le robaba camisas, que amaba los baños calientes a pesar de su odio por el agua y que tenía una extraña fascinación por su bastón.
Pero, de regreso en el Barril, recordó el miedo que ella causaba. Un mero susurro de su nombre había hecho que los hombres se pusieran pálidos y corrieran en busca de refugio para que ella no escuchara sobre sus actividades ilícitas que tenían lugar en la oscuridad. Siempre que sucedía, una sonrisa cruel se formaba en su rostro y Kaz se volvía a enamorar de ella.
―Me estás mirando de nuevo.―dijo Stasiaj, sacándolo de sus pensamientos y Kaz descubrió que había estado mirando fijamente su rostro, trazando sus ojos a lo largo de sus labios que se dibujaba una sonrisa suave en lugar de una sonrisa cruel. A menudo se encontraba pensando en cómo sería tener sus labios sobre los suyos, sentirlos contra su piel y acercarla a sus brazos. Pero él no le dijo nada de eso.
El sol se había escondido hace mucho tiempo, los últimos restos de naranja y ámbar manchaban el horizonte en la distancia, por lo que el resplandor de la luz de las velas era lo único que iluminaba la pequeña habitación. Los colmillos de Stasiaj estaban apilados en la esquina de la mesa, al lado del bastón de Kaz. La rubia estaba haciendo girar el anillo en sus dedos mientras leía las páginas de información frente a ella. Cómo podía haberlo atrapado mirándola era un misterio para Kaz, pero no desviaría la mirada.
Finalmente, ella levantó la vista de las páginas, su suave sonrisa creció mientras lo miraba, la adoración creció en sus ojos.
―¿Tengo algo en mi cara?―preguntó y Kaz negó con la cabeza.―Así que, ¿por qué me estás mirando?
―Estoy admirando.―contestó él y ella rió entre dientes, antes de estirarse y pasarse una mano por el cabello.
―Bueno, soy hermosa.
―Y engreída.―bromeó Kaz, antes de levantarse y agarrar su bastón para salir cojeando de la habitación y hacia la pequeña cocina en el Club.―¿Algo interesante para ti?
―No, pero si leo algo más sobre los márgenes de beneficio, me voy a apuñalar.
―Estás siendo demasiado dramática.―ella le lanzó una mirada de completa molestia mientras comenzaban a trabajar al unísono para crear dos tazas de chocolate caliente. Stasiaj finalmente había logrado que Kaz no bebiera café durante la noche.―¿Dónde está Malkus?
―Dormido.―respondió Stasiaj, señalando con la cabeza hacia la habitación de Kaz.―Se quedó dormido después de aproximadamente la segunda hora y, honestamente, no puedo culparla.
―Puedes irte a casa.
―¿Cómo llevaré a Malkus? Tiene once años ahora y no es exactamente fácil de llevar de regreso a la Guarida.―resopló Stasiaj, vertiendo leche tibia en las tazas.―Además, dejarlo aquí contigo, Jes y Wylan provocaría el fin del mundo.
―De nuevo, estás siendo demasiado dramática.
―Jes le dio demasiado azúcar y del alguna manera, Malkus le prendió fuego al Club y ustedes cuatro casi matan a alguien en el mismo periodo den cinco minutos.
―Ese fue un incidente aislado.―protestó Kaz, manteniendo su voz baja mientras ambos se sentaban en la mesa. Con su mano libre, Kaz alcanzó la de Stasiaj. Trazó su pulgar por el dorso de su mano, luchando con los temblores que surgieron.―No ha pasado nada desde entonces.
―Eso fue la semana pasada, Kaz.―Stasiaj rió entre dientes, apretando su mano suavemente mientras bebía su chocolate caliente.―No importa, dormiré de nuevo aquí.
Kaz levantó sus manos unidas, luchando contra los pequeños temblores que lo acompañaban. Durante los últimos seis años, se había sentido mucho más cómodo expresándose a través del contacto físico, especialmente hacia Malkus y Stasiaj. Sin embargo, todavía no había reunido el coraje para besar a la chica, a pesar del impulso que sentía por hacerlo.
―¿Puedo robarte una camisa?―su suave voz hizo que Kaz dejara de imaginarse besando a Stasiaj.
―Lo harías sin importar lo que dijera.―respondió y Stasiaj le guiñó un ojo, tragando el último sorbo de chocolate caliente antes de desaparecer en la habitación de Kaz, dejando al líder de la pandilla solo con sus pensamientos.
Enroscó aún más las manos alrededor de la taza, saboreando la calidez que le proporcionaba mientras trataba de forzar sus pensamientos a volver a un orden más informativo. Pero, en luchar de concentrarse en los datos que necesitaba revisar antes de una reunión la mañana siguiente, su cerebro se centró de nuevo en la idea de besar a Stasiaj.
Kaz gimió, golpeando su cabeza contra la mesa. Una risita sonó de la esquina, y abrió los ojos para ver a Stasiaj, que ya estaba vestida con una de sus camisas blancas cuidadosamente planchadas, las mangas estaban arremangadas hasta los codos y el dobladillo caía hasta sus muslos. Al igual que la primera vez que la había visto con su camisa, Kaz sintió la abrumadora necesidad de extender la mano y abrazarla. Pero a diferencia de la última vez, actuó y Kaz alcanzó a Stasiaj, entrelazando sus manos y permitiéndose pasar los dedos por su cabello.
―Estoy tratando de aclarar mis pensamientos.―murmuró en respuesta a las risitas de Stasiaj.
―¿Estás demasiado ocupado pensando en mi?
―Desafortunadamente.―se puso de pie, elevándose sobre la chica.―No me permite concentrarme.
―Ese es el problema con los hombres. No pueden hacer una sola cosa a la vez. Demasiadas distracciones.
―Sin embargo, eres una hermosa distracción, lo cual, sin duda, no me hace ningún bien.―él dijo y Stasiaj lo miró con ojos calculadores. Estaba tratando de averiguar si algo andaba mal y qué podía hacer para ayudar.―Basta, Serpiente. No puedes ayudar.
―¿Estás seguro?
―Si.―Kaz sabía que la verdadera respuesta era no. Stasiaj podría ayudar porque podría besarlo y tal vez eso le permitiría estar un poco menos consumido por sus pensamientos sobre ella.
La rubia lo miró con los ojos entrecerrados, antes de fruncir el ceño.
―Estás mintiendo.―afirmó ella. Kaz negó con la cabeza antes de soltar su mano y cojear hacia el dormitorio mientras Stasiaj suspiró de mala gana y lo siguió.―Bien, bien, no voy a preguntar, pero algo te está molestando y lo sé. Has estado de mal humor durante los últimos días e incluso Jesper y Wylan lo han notado.
―No tienen nada mejor que hacer que cotillear.
―Eso es lo que hacemos los dos, pero lo llamamos manipular, así que no empieces.―respondió Stasiaj, mientras Kaz le cerraba la puerta en la cara para quitarse una de las pocas camisas que tenía para cambiarla por una más informal.―Mira, sé que tienes esa reunión importante mañana y quiero ayudar.
Kaz volvió a abrir la puerta, alborotando su cabello húmedo para sacar el agua mientras la observaba. Abrió la boca, considerando si debía o no preguntarle si podía besarla, antes de sacudir la cabeza y pasar junto a ella.
―Vi eso.
―Sé que lo hiciste.―murmuró. Stasiaj lo siguió mientras Kaz apagaba todas las velas y cerraba las ventanas.―Mira, no es nada.
―Entonces definitivamente es algo.―contestó ella y Kaz suspiró, contemplando por qué alguna vez podría lograr que Stasiaj lo dejara tranquilo cuando ella era bueno descifrando las verdades de los demás. Se dio la vuelta y observó a Stasiaj con atención.
Su rostro estaba iluminado por la luz de la ciudad fuera de la ventana, sus ojos brillaban con intensidad.
―Bien, yo...―se calló, suspirando de nuevo y volviéndose para que ella no viera su rostro. Era vergonzoso.―He estado pensando en besarte.
Hubo un silencio y Kaz casi pensó que no lo había escuchado, pero Stasiaj lo hizo y la chica se apresuró a caminar al armario, dejando atrás a un confundido Kaz. Frunció el ceño, mirando a Stasiaj hurgar un momento antes de hacer un pequeño baile feliz al encontrar algo. Kaz luchó contra una sonrisa, a pesar del miedo que se retorcía en su estómago.
Stasiaj regresó apresuradamente, sosteniendo lo que parecía ser un pañuelo de seda en sus manos.
―¿Vas a intentar estrangularme con eso? Porque podría agradecerte que me salves de esta vergüenza.―murmuró Kaz.
―No, mantenlo ahí.―ordenó Stasiaj, colocando suavemente el pañuelo sobre su rostro para que fuera como una barrera entre ellos.―¿Se siente bien así?
―Si. ¿Qué estás haciendo?―Kaz trató de sacar el pañuelo de sus rostro, pero al ver la mirada de Stasiaj lo dejó donde estaba.―Stasiaj, ¿qué estás planeando?
―¿Confías en mí?
―Desafortunadamente.
―Kaz, hablo en serio.
―Sabes que confío en ti con mi vida.―Kaz dejó el acto de burla y Stasiaj asintió, antes de ponerse de puntillas y poner sus manos en la mandíbula de Kaz. El Hombre Cuervo se tensó momentáneamente, sintiendo la tela en su piel, suave y fría.―¿Qué...?
No tuvo oportunidad de terminar la pregunta; Stasiaj presionó sus labios contra los de él, la tela apenas los separaba. Kaz se congeló, sus ojos se cerraron, revoloteando al sentir la presión de los labios de Stasiaj en los suyos. Todo en su cerebro pareció apagarse, enfocándose más en la extraña sensación que venía al besar a Stasiaj a través de la tela de seda. Se apartó un momento después, con una sonrisa en el rostro.
Los ojos de Kaz se abrieron lentamente, sus manos cayeron mientras la miraba. La sensación de sus labios era embriagadora y abrumadora, haciendo retroceder la sensación del agua y el cuerpo frío de Jordie junto al suyo, incluso si fuera algo momentáneo.
―¿He dejado sin palabras al gran Kaz Brekker?―Stasiaj bromeó, sim saber de qué otra manera llenar el silencio que había caído sobre ellos. Kaz respiró hondo, volviendo sus ojos oscuros hacia ella mientras sonreía. Armándose de valor, hizo retroceder cada temblor y cada recuerdo de Jordie de su mente, llenando sus pensamientos con Stasiaj.
Quería hacer esto. Quería sentir los labios de Stasiaj sobre los suyos más que nada e incluso si sabía que podría arrepentirse más tarde, a Kaz no le importaba. Había esperado y esperado hasta sentirse lo suficiente cómodo para hacer esto y, si no lo hacía ahora, Kaz estaba seguro de volver a reunir el valor.
―Cállate, Serpiente.―dijo y Kaz se inclinó rápidamente presionaba sus labios contra los de ella, luchando contra cada temblor que volvía a aparecer. Llenó su mente de recuerdos de Stasiaj y la sensación cálida bajo su toque. Sus labios estaban cálidos, estaban ligeramente separados por la sorpresa mientras se agarraba de su camisa como un salvavidas. Pero el beso fue devorador, quemando su cerebro mientras Kaz sonreía.
Se apartó poco después, mirando el rostro conmocionado de Stasiaj. El beso había sido todo lo que había imaginado, en su mayor parte, y no estaba seguro de por qué no la había besado antes.
―¿He dejado sin palabras a la gran Stasiaj Yahontov?―rompió el silencio, riendo mientras una amplia sonrisa crecía en el rostro de Stasiaj, el rubor se extendía por todo su cara.
―Ha valido la pena la espera, Kaz Brekker.―murmuró en respuesta, levantando la mano y permitiéndole hacer el primer proveimiento. Kaz acarició sus nudillos y entrelazó sus dedos con los de ella.
Descubrió que sus pensamientos todavía estaban llenos de Stasiaj y el beso en lugar de la reunión de mañana. El beso no había calmado ninguno de sus pensamientos y los temblores ocasionalmente lo molestaban, pero a Kaz realmente no le importaba. Su único pensamiento era Stasiaj Yahontov, la Serpiente de Ketterdam y la única mujer a la que veneraba y amaba más que nada en su vida y no lo haría de otra manera.
Porque Kaz Brekker, que nunca se atrevió a soñar que alguna vez encontraría la felicidad, había encontrado a Stasiaj Yahontov, a quien nunca pensó que podría amarla.
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1) aaa, no puedo creer que se acabara. muchas gracias a todas las que apoyaron la historia, no saben cuanto las aprecio<3<3<3
2) thanks to Imaginebooks for letting me translate your story<3 we all loved the story of the snake and the bastard.
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