xxxii. esperaría toda la vida

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CAPÍTULO TREINTA Y DOS
ESPERARÍA TODA LA VIDA.
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DOLOR. ESO FUE TODO LO QUE SINTIÓ STASIAJ. Un dolor ardiente y cegador que le atravesaba el abdomen y la pierna. Gimiendo, Stasiaj abrió los ojos y maldijo. Ella estaba viva.

Qué desafortunado.

Tomando una respiración profunda y agitada, Stasiaj se obligó a ponerse de pie, mirando a su alrededor con confusión. ¿Estaba en una habitación de hotel? Al menos eso parecía. Se agarró de la pared mientras tropezaba hacia la puerta.

¿Dónde estaban los demás? Empujando la puerta, Stasiaj salió a una especie de pasillo, lleno de pinturas y alfombras de aspecto caro. Stasiaj rodó los ojos y resopló antes de sonreír ante el sonido de las voces de los Cuervos en el pasillo. Al menos, todos parecían estar vivos.

Con cuidado, y usando la pared como apoyo, Stasiaj se dirigió en esa dirección, escuchando las palabras que decían. Stasiaj se paró en la puerta y los observó a cada uno de ellos. Nina y Matthias estaban abrazados y sonriendo. Inej estaba sentada detrás de Kuwei, Jesper y Wylan en el suelo. Finalmente, Kaz estaba en una esquina, apoyado en su bastón con Malkus a sus pies.

―Ella afirma que tiene sangre Lantsov y que es una aspirante al trono de Ravkan.―Stasiaj arqueó las cejas ante eso, antes de dar a conocer su presencia.

―Ah, alguien más con derecho al trono, qué divertido.―habló, antes de toser mientras los demás se volvían para mirarla.―Parece que fumé treinta cigarrillos al día durante los últimos diecisiete años. ¿Alguien tiene un vaso de agua?

―Serpiente...―Kaz se puso de pie primero, con los ojos muy abiertos, antes de que los demás la envolvieran en abrazos mientras la rubia reía. Inej y Nina casi la derribaron, pero Matthias las estabilizó mientras Jesper le daba un beso en la cabeza. Stasiaj envolvió sus brazos alrededor de todos ellos de la mejor manera que pudo, sonriendo ampliamente.

―Todavía estoy herida y necesito agua.―murmuró y todos se alejaron de ella, en busca de agua y comida para la chica. Stasiaj se hundió en el sofá junto a la silla de Kaz y Malkus inmediatamente se acurrucó junto a ella.

―Mamá.―Malkus balbuceó. Stasiaj le dio un beso en la cabeza.―Le dije que estarías bien. Sabía que estarías bien.

―Dije que volvería contigo, ¿no?―preguntó y él asintió con la cabeza.

―¿Cómo te sientes?―Kaz preguntó sin mirarla. Stasiaj arqueó una ceja.

―Como si alguien hubiera revuelto mis tripas.―se encogió de hombros, antes de acercarse a Malkus, que tiraba de su ropa.―¿Si, cariño?

―El Hombre Cuervo quería entregarse con Kuwei y luego el Hombre Cuervo y el de las armas se pelearon y tuve que detenerlos.

―¿Tuviste que hacer eso?―preguntó Stasiaj, aceptando el vaso de agua que Nina le dio, volviéndose para mirar a Kaz.―Has estado ocupado.

―Casi todos se han vuelto contra nosotros.

―No me sorprende realmente.―murmuró ella.―Entonces, ¿cuál era el plan?

―Vamos a subastarme.―Kuwei dijo, colocando algo de comida en su regazo.―Dunyasha.

Stasiaj hizo una mueca de dolor cuando Malkus se recargó contra sus costillas.―¿Qué hay con ella?

―Ella tiene un posible derecho al trono de Ravkan.―dijo Matthias, mientras los demás se volvían para mirarlo. Stasiaj asintió, haciendo otra mueca de dolor antes de empujar suavemente a Malkus lejos de sus costillas.―Nikolai es un nuevo rey, uno vulnerable. Hay preguntas sobre su propio linaje. Pero el informe sugiere que Dunyasha es errática, posiblemente delirante. Determinaron que era demasiado impredecible para tal trabajo.

―Pekka podría haber hecho que nos siguiera desde Black Veil anoche.―dijo Inej.

―¿Sabemos cómo Pekka encontró el escondite?―preguntó Nina.

―¿Pekka encontró el escondite?―preguntó Stasiaj, cada vez más confundida. Ella estaba fuera de circuito de información y eso no le gustó ni un poco.―¿Alguien puede darme un resumen de lo que salió mal?

―Todo. Una de sus personas debió haber visto a uno de nosotros.―respondió Kaz.―Eso es todo lo que haría falta.

―Dunyasha tenía la ventaja de la sorpresa al igual que Stasiaj.―habló Inej.―Si el hotel aún no está comprometido, puedo llegar a la embajada y regresar sin que me vean.

―Bien.―Kaz dijo. Stasiaj resopló y se hundió más en el sofá.

―Hay otro problema.―Nina comentó.―Matthias, cúbrete los oídos.

―No.

Intercambiaron susurros, antes de que Nina se volviera a los demás.―Ravka no puede ganar la subasta. Estamos en quiebra.

―Oh.―Matthias murmuró.―Lo sabía.

―No. No lo sabías.

―Incluso yo lo sabía.―Stasiaj se encogió de hombros.―Es algo de conocimiento común en este momento.

Nina frunció el ceño.―Al menos podrías haber fingido estar sorprendido y Stasiaj, eres terrible.―la rubia sonrió.―Los problemas financieros de Ravka no son ningún secreto. Su tesoro se agotó tras años de mala administración por parte de los reyes de Lantsov y de luchas en sus dos fronteras. La guerra civil no ayudó, y el nuevo rey se ha endeudado mucho con los bancos de Kerch. Si seguimos con la subasta, Ravka no será una competencia.

Kaz se removió en su asiento.―Es por eso que el Consejo de Comerciantes de Kerch los financiará.

Jesper se echó a reír.―Fantástico. ¿Hay alguna posibilidad de que quieran comprarme una bomba de oro macizo mientras están en ello?

―Es es ilegal.―dijo Wylan.―El Consejo es responsable de llevar a cabo la subasta. No pueden inferir con su resultado.

―Y ellos saben eso.―habló Kaz.―Kuwei y su padre se acercaron al Consejo de Comerciantes en busca de ayuda, pero tenían tanto miedo de comprometer su neutralidad que se negaron a actuar. Van Eck vio su oportunidad y ha estado operando a sus espaldas desde entonces. ¿Qué ha estado haciendo Van Eck todo este tiempo? Ha comprado granjas de jurda parem  para que cuando se desate el secreto de jurda, él lo controle. Gana sin importar quién tenga a Kuwei.  Cuando Kuwei Yul-Bo, hijo de Bo Yul-Bayur, anuncie la subasta, el consejo sabrá que el secreto del parem podría hacerse público en cualquier momento. Finalmente serán libres de actuar y estarán buscando oportunidades para asegurar su fortuna y la posición de Kerch en la economía mundial. No pueden involucrarse en la subasta, pero pueden garantizar que ganarán mucho dinero sea cual sea el resultado.

―Comprando más jurda.―dijo Wylan.

―Exactamente. Creamos un consorcio, una oportunidad para que los inversionistas dispuestos a hacer una buena oferta se vayan al infierno. Le brindamos al Consejo una oportunidad y dejamos que su codicia haga el resto.

Wylan asintió con la cabeza, su rostro estaba cada vez más ansioso.―El dinero nunca va al consorcio. Lo canalizamos a Ravka para que puedan permitirse pagar por Kuwei.

―Algo así.―contestó Kaz.―Y tomamos un pequeño porcentaje. Como hacen los bancos.

Stasiaj asintió.― Me gusta. Es inteligente, no deja tanto margen de error como el plan anterior. Si pudiera...

―Estás herida.―Kaz la interrumpió de inmediato; Stasiaj lo miró con los ojos entrecerrados. Así que, ¿ahora se preocupaba?

―¿Quién estará en la subasta?―preguntó Jesper.―Van Eck ha visto todas nuestras caras a excepción de Nina y Specht. Incluso si uno de nosotros de alguna manera se apareciera en persona, el consejo de comerciantes no le va a entregar su dinero a un recién llegado sin credenciales reales.

―¿Qué tal un granjero jurda que ha estado encerrado en la suite más cara de Ketterdam?

―¿Yo?―Stasiaj se congeló antes de incorporarse y mirar a la otra persona en la habitación. ¿Cómo no se había fijado en él cuando entró?

―Malkus, ¿quién es ese?―Stasiaj murmuró al niño, quién dejó de masticar unas frutillas para hablarle.

―Colm Fahey, el padre del Hombre de las armas.―contestó y ella asintió para volver a concentrarse en la conversación.

―Tiene un rostro honesto.―Jesper dijo con amargura.―No lo mantenías a salvo en este hotel, le estabas tendiendo una trampa.

―Nos estaba construyendo una salida.

―¿Como un puente?

―Si.

―No vas a meter a mi padre en esto.

―Él ya está en esto, Jes. Lo metiste cuando hiciste hipotecar su granja para pagar tus deudas del juego.

―No.―repitió Jesper.―Van Eck va a establecer una conexión entre Colm Fahey y Jesper Fahey. No es un idiota.

―Pero no hay ningún Colm Fahey alojado en el Geldrenner. Colm Fahey alquiló habitaciones en una pequeña posada del distrito universitario y, según los manifiestos del capitán del puerto, abandonó la ciudad hace varias noches. El hombre que se aloja aquí está registrado con el nombre de Johannus Rietveld.

Stasiaj se congeló. Rietveld. ¿Kaz usó su apellido? ¿Por qué haría eso? ¿Qué estaba tramando?

―¿Quién diablos es él?―preguntó Nina.

―Es un granjero de un pueblo cerca de Lij. Su familia ha estado viviendo allí durante años. Tiene propiedades en Kerch y en Novyi Zem.

―¿Pero quién es él en realidad?―Jesper preguntó.

―Eso no importa. Piensen en él como un producto de la imaginación del Consejo de Comerciantes, un maravilloso sueño hecho realidad para ayudarlos a sacar algún beneficio del desastre de parem.

Colm asintió con la cabeza.―Lo haré.

―Papá, no sabes lo que estás aceptando.

―Ya estoy albergando fugitivos. Si voy a ayudar, que sea de verdad.

―Si esto sale mal――

―¿Qué tengo que perder, Jes? Mi vida eres tú y la granja. Esta es la única forma en que los puedo proteger a ambos.

Jesper se levantó del suelo y se paseó de un lado a otro frente a las ventanas.―Esto es una locura.―susurró, frotándose la nuca.―Ellos nunca caerán en la trampa.

―No pedimos demasiado de ninguno de ellos.―dijo Kaz.―Ese es el truco. Establecemos un piso bajo para ingresar un fondo, digamos, dos millones de kruges. Y luego los dejamos esperar. Los Shu están aquí. Los Fjerdans. Los Ravka. El consejo comenzará a entrar en pánico. Si tuviera que hacerlo una apuesta, diría que tendríamos millones de cada miembro del consejo para cuando terminemos.

―Hay trece miembros del consejo.―Jesper comentó.―Eso son sesenta y cinco millones de kruges.

―Quizás más.

Matthias frunció el ceño.―Incluso con todas las estadísticas y la presencia del Consejo, ¿podemos realmente garantizar la seguridad de Kuwei?

―A menos que tengas un unicornio para que él se vaya, no hay escenario que garantice la seguridad de Kuwei.

―Puedo hacer que mis víboras se muevan.―murmuró Stasiaj.―Mantenerlos alerta y ocultos. Nadie, aparte del psicópata asesino sabe que realmente existen y saben cómo luchar.

―Ya veremos.―respondió Kaz.

―Yo tampoco contaría con la protección del consejo.―Nina dijo.

―¿Han aparecido alguna vez en público?

―Hace veinticinco años.―dijo Kaz.

―¿Y crees que van a aparecer para proteger a Kuwei ahora? No podemos enviarlo solo a una subasta pública.

―Kuwei no estará solo. Matthias y yo estaremos con él.

―Todo el mundo conoce sus caras. Incluso si tuvieran algún tipo de disfraz...

―Sin disfraz. El Consejo de Comerciante es considerado con sus representantes. Pero Kuwei tiene derecho a elegir su propia protección para la subasta. Estaremos en el escenario con él.

―¿El escenario?

―Las subastas se llevan a cabo en la iglesia del trueque, justo frente al altar. ¿Qué podría ser más sagrado? Es perfecto: un espacio cerrado con múltiples puntos de entrada y fácil acceso a un canal.

Nina negó con la cabeza.―Kaz, tan pronto como Matthias suba a ese escenario será reconocido por la mitad de la delegación de Fjerdan y tú eres el hombre más buscado de Ketterdam. Si se presentan en esa subasta, ambos serán arrestados.

―No pueden tocarnos hasta después de la subasta.

―¿Y entonces qué?

―Va a ver una gran distracción.―Stasiaj murmuró antes de gemir al ver la sangre filtrándose a través de las vendas de su cintura y pecho.―Disculpen.―dijo para luego empujar suavemente a Malkus lejos de ella y dirigirse al baño para limpiar su herida. Podían conspirar solos. Ella tenía que ocuparse de eso. Stasiaj se quitó la camisa que usaba y siseó mientras cortaba las tiras de la toalla, usando unas tijeras que habían dejado en el fregadero.

―Necesito tu ayuda para trazar una ruta hacia el Slat.―Kaz apareció detrás de ella. Ella arqueó una ceja ante el espejo, para después darse la vuelta, sin notar el rubor que se apoderó de sus mejillas al verla sin camisa.

―Estoy ocupada pensando por qué no morí. Esto es realmente doloroso, así que no.

―No puedo caminar por las calles.―Kaz siguió. Ella abrió el agua caliente mientras maldecía. Así que iban a hacer esto ahora.

―Bien, hay una tapa de alcantarilla fuera de este hotel.―respondió Stasiaj mientras Kaz la veía limpiar la sangre de su estómago.―Síguelo de regreso hasta el sur de la Guarida. Desde allí, toma el túnel del oeste de regreso durante diez minutos. Subirás justo a la puerta. Haré que Malkus te lleve, él conoce el camino.

―No debería llevarme.―Kaz comentó, cruzándose de brazos.―Estaba preocupado por ti.

―¿Era el único?

―Los Cuervos estaban preocupados por ti.―dijo y Stasiaj suspiró.

―Sabes exactamente a lo que me refiero, así que no evites la pregunta.―lo señaló con un dedo en forma de advertencia, antes de sisear por una herida. Las manos de Kaz se lanzaron hacia ella, antes de que se detuviera y retrocediera.―Estabas preocupado.

―Parecías muerta.

―Eso es lo que pasa cuando estás inconsciente.―contestó, antes de llevarse una toalla húmeda hacia la herida.―Gracias por cuidar de Malkus.

―Me arrojó una daga.

―Le agradeceré por hacer algo que debí hacer hace mucho.―Stasiaj hizo una seña hacia su pierna que parecía dolerle más de lo normal.―Parece que duele mucho. ¿Todo bien?

―Atravesé el techo de la casa de Van Eck y aterricé en la mesa del comedor.―dijo y la rubia rió. Kaz se relajó un poco al escucharla. Era pura y llena de felicidad, como antes de que todo esto sucediera. Sonaba como una especie de ángel.

―Espera hasta las seis. Si no vuelvo, intenta sacar a todos de la ciudad.―hizo un amago de salir de ahí, porque si se quedaba más, no se iría jamás.

―Kaz――

―Hay un ladrillo descolorido en la pared detrás de Club Cuervo. Detrás de él encontrarás veinte mil kruges. No es mucho, pero debería ser suficiente para sobornar a unos cuantos idiotas del stadwatch.―siguió y Stasiaj entrecerró los ojos. No se iría sin hablar antes con ella.―Tendrás una mejor oportunidad por tu cuenta.

―Broma graciosa, pero eso no pasará.―respondió ella, antes de sisear de nuevo.―Será mejor que no te vayas.

Kaz hizo una pausa antes volverse hacia ella. Se miraron el uno al otro, la tensión crecía entre ellos, pero Kaz la rompió rápidamente.

―Háblame de tu asesino.

―Bueno, no me detuve y pregunté por su nombre como lo hizo Inej. Ivarn le clavó una daga en el ojo antes de que pudiéramos tener una conversación adecuada.―Stasiaj sacudió la cabeza.―Era bueno. No escuché su nombre. Probablemente estaría muerta si lo hubiera dejado hablar.

―Pero no estás muerta.

―No puedes deshacerte de mi, Kaz.―le sonrió Stasiaj, sentándose en el lavado.―Todavía tienes que comprarme esa serpiente.

―Lo haré.―volvieron a quedarse en silencio, mientras Stasiaj comenzaba a cortar más toallas para ponerse como vendaje.

―¿Qué pasa si regresas del Slat? ¿Si la subasta sale según lo planeado y logramos esta hazaña?

―Entonces tienes tu serpiente y mi dinero.

―¿Y tú?

―Hago todos los estragos que puedo hasta que se me acabe la suerte. Utilizo nuestro botín para construir un imperio.

―¿Y después de eso?

―¿Quién sabe? Tal vez lo queme hasta los cimientos.

―¿Y qué hay de nosotros?―Kaz se quedó paralizado y se volvió para mirarla.

―¿Qué hay de nosotros?

―No te hagas el tonto, Kaz, no te queda bien.―respondió ella, pensando en si debía coser las heridas o no.―¿Podemos hablar de ello, por una vez? Entiendo que esto es difícil, pero no puedo seguir haciendo esto una y otra vez.

―¿Qué hay para decir?―preguntó y Stasiaj lo fulminó con la mirada.―¿Qué quieres que te diga?

―No lo sé. Algo, cualquier cosa en realidad.

―Te lastimaste por mi culpa.―él negó con la cabeza.―Sigues saliendo lastimada por mi culpa.

―Soy la persona que sabe los secretos de todo Ketterdam y que también podría ser una Lantsov.―Stasiaj arqueó una ceja.―Siempre podría salir lastimada. Considérate afortunada de que no te haya lastimado aún.

―¿Vas a ponerte una venda?

―Si pudiera moverme mejor, lo haría, pero no tengo suficiente flexibilidad.―respondió Stasiaj, sacando algunos colmillos de su cabello y dejándolos sobre el lavado.―Haré que Nina o Jesper lo hagan.

―Puedo ayudarte.―Kaz dijo y Stasiaj le lanzó una mirada antes de negar con la cabeza.

―No te esfuerces.―se encogió de hombros.―Necesitas tu fuerza para cualquier cosa estúpida que estés planeando. Además, no tienes guantes puestos.

Había una guerra detrás de sus ojos oscuros, pero también había determinación y Stasiaj colocó las vendas y las tijeras a un lado, cediendo. Kaz era terco, pero si creía que podía hacer esto, Stasiaj confiaría en su juicio. Dio un paso adelante y de repente estaban cara a cara. Azul verdoso contra un café. Kaz se quedó paralizado, pero Stasiaj esperó a que lo hiciera a su propio ritmo.

Dio otro paso hacia adelante, parándose entre sus piernas mientras Stasiaj se deleitaba con el calor que irradiaba su cuerpo y el vapor del baño.

―¿Por dónde empezamos?―murmuró, sin atreverse a alzar la voz por encima de un susurro mientras se miraban atentamente.

―Por el frente.―respondió él, sosteniendo su mirada. Cortó los últimos trozos de toalla para envolverla alrededor de ella. Stasiaj respiró, esperando a que él comenzara a enrollar las vendas alrededor de su estómago.

Sus nudillos rozaron su piel, pequeñas chispas dejaron un rastro mientras el par se congelaba. Stasiaj miró a Kaz, observando la forma en que sus manos temblaban suavemente mientras pasaba las vendas alrededor de su cintura.

No dijeron nada, quedaron atrapados en un silencios, sin tocarse. Stasiaj vio la forma en que se detuvo por un momento, antes de pararse más derecho y apartarla del lavado para envolver el trozo de toalla alrededor de la herida de su espalda.

El cuchillo había entrado en su pecho y en su espalda, por lo que Stasiaj tenía el doble de dolor. Si Ivarn no lo hubiera mayado, Stasiaj habría estado feliz de hacerlo ella misma.

Las manos de Kaz estaban temblando, mientras se inclinaba hacia adelante y tomaba otro trozo de toalla y lo acercaba a su pecho. Necesitaba hacer eso de una vez antes de que la herida comenzara a sangrar de nuevo, pero Stasiaj veía el miedo en sus ojos mientras se alejaba de ella.

―Kaz.―ella no lo tocó, solo tiró del puño de su camisa para llamar su atención.―Kaz, no tienes que esforzarte. Podemos hacerlo a tu ritmo y si aún no estás listo, no lo hagas.

Sus grandes ojos marrones volvieron a encontrarse con los de ella. Stasiaj le envió una leve sonrisa.

―Solo somos tú y yo.―ella murmuró. Podía sentir su aliento caliente dejando su boca seca, mientras luchaba contra el dolor. El calor que irradiaba de su cuerpo, el cabello rubio caía sobre sus hombros hasta la punta de sus dedos.―Sé lo que es querer algo y luchar por hacerlo. A veces, me cuesta meterme en el baño porque creo que me voy a ahogar, pero el miedo a estar sucia después de años en la calle me asusta tanto que no sé qué hacer. Me tomó un año y medio ver los canales en Ketterdam y no vomitar.

Sus manos siguieron temblando cuando terminó de envolver la primera venda alrededor de su pecho.

―Me tomó seis años subirme a un bote e incluso entonces, casi me desmayo.―rió, sacudiendo la cabeza.―Y me has visto unos días sobre el mar. No me las arreglo muy bien.

Se inclinó de nuevo hacia ella, su aliento como un fantasma acariciaba su oreja. Stasiaj tragó saliva ante la sensación, antes de continuar hablando.

―Kaz, se necesita tiempo para superar un miedo y no me importa esperar.―se echó hacia un lado para que él pudiera hacer un nudo, ambos se miraban el uno al otro.―Esperaría toda la vida si eso es lo que se necesita.

―¿Por qué?―su frente llena de sudor se frunció, pero se quedó donde estaba, sus respiraciones se mezclaban entre si.―¿Por qué? ¿Por qué quedarse cuando hay otros que no temen...?

―¿Por qué debería irme?―Stasiaj negó con la cabeza.―No quiero a nadie más.  Tú eres todo lo que necesito.

Stasiaj hizo una pausa, esperando a que él hiciera algo. Estaba tan cerca de ella que podía sentir el calor de su cuerpo, ver las tenues pecas en su piel.

Con un movimiento simple, sus labios rozaron su mejilla. Stasiaj se congeló, la sensación de sus labios contra su mejilla le hizo algo a su corazón. De repente, la imaginación de Stasiaj cobró vida cuando su mente se llenó de pensamientos sobre los labios de Kaz sobre los de ella, su mano en su cabello y sus brazos alrededor de su cintura. Pero luego, se esfumaron cuando Kaz tropezó hacia atrás y respiró con dificultad.

Haciendo una mueca, Stasiaj se puso la camisa mientras Kaz se deslizaba en el suelo. Estaba de vuelta en sus recuerdos, así que Stasiaj hizo lo único que se le ocurrió: ella agarró su abrigo de donde lo había dejado y lo puso con cuidado sobre su cuerpo, antes de alejarse de él y permitirle calmarse.

Si ella intentaba ayudar, él entraría en pánico aún más y hablando por experiencia, eso no era nada agradable.

―¿Qué estás haciendo?―preguntó él; su voz sonaba áspera mientras la observaba.―Vete.

―No me iré, Kaz.―ella negó negó con la cabeza. Se tomó el tiempo de tomar unas largas respiraciones mientras ajustaba sus vendajes.―Puedes gritar todo lo que quieras, pero no me alejaré. Ahora estás atrapado conmigo.

―No.

―Si.―ella le devolvió la mirada la sonrisa familiar que él conocía muy bien estaba plasmada en su rostro.―He golpeado a alguien hasta matarlo con tu bastón, tienes dos de mis colmillos y según Nina, nos hemos confesado nuestro amor el uno por el otro. Enfréntalo.―ella le envió otra sonrisa antes de arrojarle sus guantes.―Vamos, Hombre Cuervo.―Stasiaj le guiñó un ojo mientras él se ponía de pie y a pesar de el dolor que estaba sintiendo.―Tú y yo tenemos una ciudad que gobernar, un imperio que construir y un líder de pandilla que destruir, así que hazlo.

―¿Qué pasa si decido no hacerlo?―preguntó Kaz, poniéndose los guantes.―¿Qué pasa si decides irte?

―Eso no pasará, todavía tienes que comprarme una serpiente.―se encogió de hombros.―Y hay cosas que necesito hacer.

―¿Hacer qué?

―Hacértelo.―ella le sonrió. Kaz se detuvo y la miró con los ojos entrecerrados.

―¿Cómo pasas de ser amable a ser así, princesa?

―¿Cómo pasas de ser un bulto tembloroso a ser el Hombre Cuervo?―Stasiaj se encogió de hombros de nuevo y abrió la puerta del baño, revelando a Malkus, quién inmediatamente se aferró a las piernas de su madre.―Es un misterio del que nunca tendremos una respuesta.


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