xxiii. infancia
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CAPÍTULO VEINTITRÉS
INFANCIA.
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CUANDO KAZ REGRESÓ A LA HABITACIÓN CON un vaso de agua, encontró a Stasiaj sentada un poco más erguida, todavía envuelta en su abrigo como si fuera una manta. Su respiración se había estabilizado y Kaz pudo ver que lo estaba mirando mientras entraba en la habitación. Estaba aliviado de que ella estuviera receptiva una vez más.
―Stasiaj...―ella lo miró, mientras Kaz se acomodaba a su lado, colocando el vaso de agua frente a ella.―¿Qué pasó?
―¿Por qué crees que pasó algo?―ella rió, aunque su voz era ronca. Por mucho que se esforzara por ocultar el dolor, Kaz lo notó de inmediato.―¿Qué me delató?
―No me arrojaron ninguna daga cuando entré a la habitación.―respondió. Ella la lanzó una mirada de alivio, contenta de que él no mencionara su estado o el hecho de que su habitación había sido destrozada.―Pero, hablando en serio Stasiaj, ¿qué pasó?
―Hardy me encontró.―respondió ella. Su voz no era más que un susurro.―Me estaba yendo. Volvía a casa y él me encontró. Quería saber sobre la jurda parem.
―Dudo que eso te haya molestado.―se quedaron en silencio, mientras Stasiaj tamborileaba sus dedos contra el cristal del vaso.―¿Qué...?
―Estaba en un barco de esclavos.―ella murmuró. Kaz se congeló, volviéndose para mirar a Stasiaj.―Estaba en un barco de esclavos. Él era un esclavista.
―Stasiaj, yo...
―Estaba en un barco de esclavos, Kaz.―lo interrumpió.―Alguien me puso en ese barco de esclavos y ahora todo lo que puedo pensar es que mis padres me pusieron en un barco de esclavos para venderme a un burdel... O me robaron de mis padres y me dejaron en ese barco de esclavos.
―Stasiaj...
―Y se supone que debo estar concentrada en la misión y recuperar a Inej y hacer el intercambio, pero no puedo.―sus dedos regresaron a su cabello.―No puedo pensar en nada más que por qué estaba en ese barco de esclavos y quién me puso allí. Y pensé que podría dividir mi mente para concentrarme en las dos cosas, pero no puedo, ¿bien? no puedo...
Los hombros de Kaz cayeron al verla tan derrotada. La rubia se secó una lágrima, los sollozos ahogaron su respiración y Kaz se dio cuenta de que quería abrazarla de nuevo.
―No puedo hacer esto, Kaz, no puedo hacer esto.―murmuró.―Ya no sé lo que estoy haciendo. Ni siquiera sé quién soy, por el amor de los santos.
―Eres Stasiaj Yahontov.―Kaz la interrumpió.―Eres la Serpiente de Ketterdam. Eres una Cuervo. Eres mi informante.
―No puedo hacer este atraco contigo, Kaz.―resopló Stasiaj, frotándose los ojos.―No puedo seguir fingiendo que está todo bien cuando no lo está. Necesito saberlo. Tengo saber qué me pasó.
―Entonces nos ocupamos de eso de una vez por todas.―respondió Kaz, sus ojos mostraban sinceridad mientras la miraba.―Nosotros... yo, necesito que vuelvas a estar a mi lado. Así que nos ocupados de esto y lo averiguamos para que puedas conseguir un cierre y puedas seguir adelante.
Stasiaj lo miró con ojos tristes.―Eres un fugitivo.
―No me importa.―interrumpió su protesta.―Cámbiate, agarra tus colmillos y vámonos. Terminemos esto esta noche y luego vamos por Inej.
Stasiaj tardó unos momentos en prepararse. Se aplicó pintura de guerra y eso fue todo lo que necesitó para estar lista.
―Toma.―le tendió su abrigo negro, esperando a que Kaz se lo volviera a poner antes de que salieran de su habitación, bajando apresuradamente al sótano y saliendo por una de las muchas salidas. Kaz la siguió a través de los túneles, serpenteando por debajo de la ciudad hasta que Stasiaj se detuvo debajo de una tapa de alcantarilla y la abrió, saliendo.
―¿En qué muelle está?―Kaz murmuró, conduciendo a Stasiaj a través de los barcos. El puerto estaba completamente silencioso, sin ningún sonido. Casi todos los marineros estaban dormidos por el alcohol en sus barcos.
―Diecisiete.―respondió Stasiaj, apresurándose para seguir el ritmo de los pasos largos de Kaz. Su cojera apenas lo detenía.―Está en el muelle diecisiete.
Kaz asintió, agachando la cabeza mientras pasaban frente a varios barcos hasta que llegaron al muelle diecisiete. No habían luces encendidas y Stasiaj vaciló antes de seguir a Kaz hacia el barco.
―Espera aquí.―murmuró, volviéndose para mirarla.―Lo levantaré y lo subiré a cubierta y los nos dirigiremos a Vellgeluk.
―¿Por qué?
―No queremos que otros lo escuchen.―contestó Kaz.―Vamos a obtener respuestas. Te lo prometo, Serpiente.
Ella asintió, apoyándose en los botes salvavidas mientras esperaba. Pasaron minutos, antes de que Kaz reapareciera en la cubierta, apuntando su arma a la cabeza de Hardy. El corazón de Stasiaj se congeló cuando lo vio, pero trató de mantener la calma.
―¿Tú?―Hardy siseó, pero se detuvo ante un fuerte golpe del arma de Kaz.
―Sube al bote salvavidas.
―N... Está bien, voy.―murmuró, mientras Kaz le daba otro empujón sólido hacia el bote de madera. Stasiaj lo siguió, sentándose en el extremo más alejado del bote, lejos del hombre.
Bajaron lentamente hacia el mar, y Stasiaj sintió que se le revolvía el estómago ante la perspectiva de obtener información y estar en el mar una vez más.
―Vas a remar a Vellgeluk silenciosamente, de lo contrario, este viaje se volverá muy doloroso de forma rápida.―Kaz dijo y Hardy comenzó a remar a través del océano. Stasiaj se quedó callado, evitando las miradas que ambos hombres le dedicaban mientras esperaban llegar a Vellgeluk.
El viaje fue silencioso y la demora solo ayudó a aumentar aún más el miedo en el estómago de Stasiaj. No disminuyó, ni siquiera cuando aterrizaron en tierra una vez más. Kaz obligó a Hardy a ponerse de rodillas mientras esperaban a que Stasiaj saliera del bote.
―Es todo tuyo, Serpiente.―murmuró, antes de retroceder hacia el bote, observándola desde la distancia para asegurarse de que ella estaba bien.
―Pensé que teníamos un trato.
―Nunca hicimos un trato.―respondió ella, sacudiendo la cabeza.―No hago tratos con esclavistas que trafican con niños.
―No he hecho eso en años.
―Lo sé.―respondió ella, respirando profundamente.―No desde el naufragio. Tenías una niña a bordo.
―¿Cómo lo...?
―Me dejaste en ese barco para que me ahogara.―respondió Stasiaj, con las manos temblorosas mientras se sacaba los colmillos del cabello. Iba a obtener respuestas, cueste lo que cueste.―Tenía cinco años y me dejaste para que me ahogara en un barco. Ni siquiera me liberaste.
―¿Cómo...?―Hardy se apartó de ella.―¿Quién es usted?
―Soy Stasiaj. Me dejaste.―gruñó.―¡Me dejaste en un barco mientras se hundía!
―De―deberías estar muerta.―tartamudeó.―Pensamos que estabas muerta.
―Bueno, aquí estoy.―dijo Stasiaj, secándose las lágrimas de los ojos.―Y me vas a decir cómo llegué a estar en ese barco o te juro que te mataré.
―Juré guardar el secreto.―negó con la cabeza.―No puedo decirte. ¡Es un secreto que juré llevarme a la tumba!
―La tumba se acerca rápidamente, señor Hardy, así que me dirá quién me puso en ese estúpido barco.―Stasiaj respondió.―¡Necesito saber!
Minutos pasaron, él pareció responder.
―No.―gruñó Stasiaj con los ojos enrojecidos, antes de volverse hacia Kaz y extender su manos. Unos segundos después, él colocó su bastón en sus manos, retrocediendo mientras observaba a Stasiaj Yahontov derrumbarse frente a él.
Kaz se volvió hacia el barco y se alejó cojeando al oír un golpe y luego un grito cuando Stasiaj golpeó con el bastón el cuerpo de Hardy. Nunca la había considero una mujer violenta, manipuladora si, pero nunca verdaderamente violenta. Siempre había tenido como misión no matar o dañar, pero estas últimas semanas la habían cambiado. Poco a poco, pero con seguridad, Stasiaj había comenzado a deshacerse de todo lo que la había convertido en Stasiaj.
Al volverse, su corazón se rompió cuando vio a Stasiaj gritar y a Hardy caer con dolor. Ya casi no podía ver ningún parecido con Stasiaj. Solo una serpiente.
El Barril finalmente la había roto.
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Cuando Kaz decidió que era seguro aventurarse de nuevo al lado de Stasiaj, la encontró inclinada sobre el cuerpo de Hardy. Los huesos rotos se veían a través de la piel, la sangre brotaba de su cabeza y Kaz estaba bastante seguro de que a Hardy le faltaba un ojo. Un colmillo sobresalía de su pecho.
―¿Stasiaj?―la chica temblaba, sus manos al igual que el bastón de Kaz estaban cubiertas de rojo.―Vamos, vamos a limpiarte.
Kaz esperó a que se pusiera de pie, guiándola suavemente hacia el mar, donde la observó lavarse las manos.
―Yo... yo lo maté.―murmuró, mirando sus manos temblar de miedo.―Lo maté, Kaz, lo maté y ni siquiera tenía una razón para hacerlo.
―Si, lo hiciste, Stasiaj.―contestó, agachándose a su lado.―Te robó una vida y te puso en un barco de esclavistas. Esa es razón suficiente.
―No debí matarlo.
―Si no lo hubieras hecho, yo lo habría hecho.―murmuró Kaz en respuesta.―Stasiaj, mírame. ¡Mírame!
Ella se volvió hacia él lentamente, sus ojos verdes estaban muy abiertos por el dolor.
―¿Qué dijo él?―su rostro perdió color de nuevo, mientras comenzaba a negar con la cabeza.―¿Stasiaj?
―Ni siquiera sé si creerlo.
―¿Por qué?
―Porque suena demasiado inverosímil para ser verdad.―respondió. Los sollozos no demoraron en volver.―No suena real. ¿Qué pasa si me mintió y lo maté y no puedo obtener más información? He perdido mi única fuente.
―Entonces encontraremos una nueva fuente.―Kaz contestó.―¿Qué dijo, Stasiaj?
―Anastasiaj.
―¿Qué?
―Aparentemente, mi nombre real...―Stasiaj se calló, frotándose los ojos y lamiendo sus labios.―Mi nombre real es Anastasiaj Lantsov.
Kaz titubeó ante las palabras, mientras Stasiaj negaba con la cabeza.
―Me dijo que me robó de una fiesta cuando tenía cuatro años y que estaba planeando venderme, porque una princesa vale mucho ante un burdel.―respondió, secándose las lágrimas de los ojos mientras se sentaba en la arena.―Aparentemente, soy de la realeza.
―Stasiaj...
―Pero eso no puede ser cierto.―resopló, frotándose la cara.―¿Cómo puedo ser de la realeza? He estado en las calles. Soy un criminal. No puedo ser de la realeza.
Kaz no supo qué decir, pero se obligó a tirarse al suelo junto a ella y con cuidado tomó le tomó la mano, dejándola envolver sus dedos alrededor del cuero de sus guantes.
―No sé qué hacer, Kaz.
―Recuperaremos a Inej.―dijo, manteniendo la voz firme mientras la sentía temblar a su lado.―La recuperaremos, derribaremos a Van Eck y luego averiguaremos qué pasó. ¿Puedes hacer eso?
―¿Te vas a quedar conmigo?―preguntó y Kaz la miró y pudo verla vulnerable por primera vez.
―Estaré contigo, Stasiaj.―respondió.―Todavía tengo que comprarte esa serpiente.
VOTEN—COMENTEN :-)
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