xxi. smeet
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CAPÍTULO VEINTIUNO
SMEET.
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KAZ BREKKER MANTEDRÍA A STASIAJ FUERA de su próximo movimiento y eso a ella no le gustó nada.
―¿Por qué no puedo ir?―Stasiaj se inclinó contra su escritorio, él enarcó una ceja.―Puedo ayudar.
―Todavía estás pensando en el Capitán en el puerto.―señaló Kaz, sacudiendo la cabeza hacia ella.―No me arriesgaré.
―Necesitarás una rubia para hacer que el abogado de Van Eck se quede en la mesa. Yo soy rubia y es sería más fácil para hacerlo para mi que para Nina.―señaló.―Sabes que todavía está enferma.
En los últimos días, Kaz y ella, con la ayuda de Wylan, habían elaborado un plan sobre cómo empezar a desmantelar el imperio de Van Eck, empezando por su abogado, Smeet. El plan era simple, mantenerlo en la mesa jugando mientras otros se colaban en su casa y encontraban la información que necesitaba.
Ese había sido el enfoque de Stasiaj. El de Kaz era colgarlo de un faro. Nadie estuvo de acuerdo.
―No te dejaré ir, Serpiente.―gruñó Kaz, mientras Stasiaj entrecerraba los ojos.
―Estás interponiendo tus sentimientos antes que el trabajo.
―Claro que no.
―Claro que si.―lo señaló.―Te olvidas de que te conozco.
―Serpiente...―Kaz la fulminó con la mirada.
―¿Te preocupa que vas a tener problemas para lidiar con mi asombrosa belleza toda la noche?―sonrió Stasiaj, mientras Kaz suspiró y se frotó la frente.―¡Apostaré dinero y ganaré!
―Bien, si tienes tantas ganas de venir, hazlo.―Stasiaj sonrió ante eso, habiéndose salido con la suya una vez más. Sabia que probablemente no debería haber utilizado la naturaleza competitiva de Kaz, y sus sentimientos por ella para manipular la situación... pero realmente no le importaba.―Si algo sale mal, será tu culpa.
―Si, si, ve a enfadarte a otro lugar.―Stasiaj intentaba ahuyentarlo de su habitación.―Sal, Hombre Cuervo, a menos que quieras volver a verme desnuda.
―Eres incorregible.―murmuró mientras Stasiaj se encogía de hombros y sonreía.
―Hago lo mejor que puedo solo para ti.―contestó. Kaz tomó otra respiración profunda.―Hombre Cuervo.―Stasiaj le envió una sonrisa sincera, dejando caer su fachada burlona mientras hacía contacto visual con él una vez más.―Sé cómo actuar. Puedo hacer esto y te lo prometo, no habrán distracciones.
―Gracias.―Kaz había esperado otro comentario coqueto en lugar de la sinceridad que mostraba Stasiaj.
―Hago reuniones contigo y no me distraigo con tu apariencia.―y ahí estaba. La cara de Kaz decayó cuando la miró, luchando contra el calor en sus mejillas.―Si puedo hacer eso, entonces estoy bien.
―¡Cállate, Serpiente!
✧・: *✧・゚:*
Kaz estaba empezando a arrepentirse de haber permitido que Stasiaj los acompañara, porque la chica tenía razón. Él estaba luchando por permanecer concentrado en el paisaje a su lado cuando ella estaba sentada frente a él riendo en el regazo de otra persona.
Sabía que lo había jodido cuando ella había bajado las escaleras, con el cabello rubio suelto, con dos de sus dagas sosteniendo dos trenzas a los lados de su cabeza. Una serpiente plateada estaba enroscada alrededor de su oreja; tenía diminutas esmeraldas por ojos. Casi había perdido la compostura cuando vio el vestido negro que llevaba, que tenía un escote alarmantemente bajo y sin espalda, con solo cadenas de plata para mantenerlo fijo en el cuerpo de Stasiaj. Ella le había enviado una sonrisa sensual, sus labios estaban pintados de rojo y Kaz casi había cambiado todo el plan y había obligado a Nina ir en lugar de Stasiaj.
Había querido encerrarla, para evitar que cualquier hombre la viera o la tocara, pero se había recordado a sí mismo que esto era por el plan. Todo era para recuperar a Inej. Podía mantener los celos bajo control por algunas horas.
―¿Estoy ganando ya, Kaz?―Stasiaj le había susurrado al oído cuando pasó junto a él para enganchar sus brazos con Jesper, quién la acompañaría. Él tragó saliva, sin querer admitir que estaba ganando.
Lo que Kaz no sabía era que mientras la admiraba, ella casi se sorprendió al ver sus manos desnudas. No llevaba guantes y Stasiaj había estado observando cómo sus manos repartían cartas, con una habilidad casi mecánica. Había algo fascinante en ella, al menos para Stasiaj.
Una mano rozó su espalda desnuda, por lo que Stasiaj se obligó a soltar otra risita de sus labios, envolviendo su brazo alrededor del cuello del abogado, Smeet. De vez en cuando, Stasiaj deslizaba su mano a un bolsillo en busca de un silbato, pero ella se detenía antes de que él se diera cuenta y ordenaba otra botella de champán u ostras a Wylan.
El chico, en cuestión, se inclinó para llenar el vaso vacío de Stasiaj cuando Smeet comenzó a hablar de nuevo.―Un juego de cartas es como un duelo. Son los pequeños golpes lo que preparan el escenario para el golpe final.―miró a través de la mesa a Jesper.―Ese muchacho está sangrando por toda la mesa.
―No sé cómo puedes recordar las reglas de forma tan clara en tu cabeza.―Stasiaj comentó, sin querer beber nada más por esa noche.
Smeet sonrió, claramente complacido.―Esto no es nada comparado con la gestión de una empresa.
―Tampoco puedo imaginar cómo lo haces.―Stasiaj podía hacerlo. Ella tenía un negocio.
―A veces yo mismo no me conozco.―Smeet suspiró.―Ha sido una semana difícil. Uno de mis empleados nunca regresó de sus vacaciones, por lo que estamos atascados con escasez de personal.
Wylan estuvo a punto de dejar caer la botella que sostenía, salpicando champán al suelo mientras Stasiaj le lanzó una rápida mirada. No podía estropearlo, de lo contrario Stasiaj se había arreglado para nada.
Es cierto que lo estaba haciendo principalmente para tratar de provocar celos en Kaz, pero si Wylan lo estropeaba, Kaz estaría demasiado concentrado en intentar matar a Wylan en lugar de estar concentrado en ella.
―Estoy pagando para beberlo, no para usarlo, muchacho.―espetó Smeet, secándose los pantalones mientras murmuraba:―Eso es lo que pasa por contratar extranjeros.
―Pobre bebé.―susurró Stasiaj, pasando sus dedos por su cabello ralo y soñando con pasar su mano por el cabello de Kaz en su lugar.
Jesper se reclinó en su asiento, golpeando con los dedos los mangos de sus revólveres. El movimiento pareció llamar de Smeet, mientras Stasiaj tomaba un respiro y bebía champán, sonriéndole a Kaz. En respuesta, Kaz entrecerró los ojos antes de volver su mirada a las cartas que tenía en la manos.
―Esos revólveres son extraordinarios. Real nácar, si no me equivoco.―dijo Smeet con el tono de un hombre que nunca se equivocaba.―Yo mismo tengo una excelente colección de armas de fuego, aunque nada en la línea de revólveres.
―Oh, me encantaría ver tus armas.―susurró Stasiaj, manteniendo sus ojos fijos en Kaz, quien luchó contra el rubor de sus mejillas.―¿Nos vamos a sentar aquí toda la noche?
Tal como lo había pensado, el rostro de Smeet adoptó una mueca ligeramente terca.―Silencio ahora. Si gano en grande, puedo comprarte algo bonito.
―Me conformaré con más ostras.
―No te has terminado las otras aún.
Stasiaj luchó contra las ganas de vomitar. Sabían a mar y Stasiaj no estaba de humor para que le recordaran esa noche, especialmente porque todavía estaba procesando que el capitán de ese barco estaba en Ketterdam.
Tomando otro aliento, Stasiaj rápidamente tragó las ostras, tratando de no dejar que le tocaran la lengua mientras le sonreía a Smeet.―Delicioso.―dijo, volviéndose hacia Wylan.―Tomemos un poco más.
Esa fue la señal. Wylan se abalanzó y recogió el gran plato lleno de hielo y conchas desechadas.
―La dama tiene un antojo.―dijo Smeet.
―¿Ostras, señorita?―preguntó Wylan?―¿Langostas con mantequilla?
―Tendrá las dos.―dijo Smeet con indulgencia.―Y otra copa de champán.
―Maravilloso.―respondió Stasiaj, colocándose en el regazo de Smeet para evitar que el abogado mirara hacia abajo con más frecuencia.
Cuando Wylan regresó, después de otro aburrido juego de cartas, Kaz se levantó de la meza e hizo un gesto como si se estuviera sacudiendo polvo, señal que un comerciante había terminado su turno. Specht se sentó con una corbata de seda azul atada al cuello para ocultar sus tatuajes. Pidió a los jugadores que subieran o retiraran su dinero.
Stasiaj tomó el silbato en su mano, sujetándolo por el extremo mientras se lo entregaba a Kaz. Stasiaj realmente hizo todo lo posible por no tocarlo, sabiendo que no tenía los guantes puestos, pero ella no estaba mirando y sus ojos se abrieron momentáneamente cuando sintió su piel contra la de ella.
Kaz se apresuró a alejarse antes de que Stasiaj pudiera captar su atención y mirarlo con disculpa. La dejó con un agujero en el estómago y el champán y las otras no ayudaban en nada.
Una mano acariciando su trasero hizo que Stasiaj regresara al presente, mientras de mala gana sacaba a Kaz de su mente y volvía a la situación en cuestión.
―Hemos tenido una buena racha.―Smeet dijo, mirando a Jesper, quién miraba abatido su pila de fichas.―Puede que encontremos animales más gordos en otros lugares.
―Pero mi comida acaba de llegar.―Stasiaj hizo un puchero con gracias, acercándose aún más al hombre. Aún así, sus pensamientos estaban en Kaz y en la sensación de su pie, contra la de ella.
―¿Es todo de su agrado, señor? ¿Puedo ofrecerle a usted y a la dama algo más?―preguntó Wylan.
Smeet lo ignoró, aún con la mano sobre el trasero de Stasiaj. La rubia luchaba contra el impulso de sacar una daga de su cabello y apuñalarlo repetidas veces.―Hay comida más fina y un mejor servicio en el Lid, querida.
Un hombre corpulento con un traje a rayas se acercó a Smeet, ansioso por ocupar su asiento.
―¿Va a cobrar?
Smeet le dio a Jesper un gesto amistoso con la cabeza.―Parece que ambos estamos ansioso de hacerlo, ¿eh, muchacho? Mejor suerte para la próxima vez.
Jesper no le devolvió el gesto.―No he terminado aquí.
Smeet señaló la triste pila de fichas de Jesper.―Ciertamente parece que si.
Jesper se levantó de la mesa, se desató el cinturón y lo dejó en la mesa junto a sus revólveres.―¿Cuánto por estos?―preguntó.
Specht se aclaró la garganta.―El Cumulus no es una casa de empeños. Solo aceptamos efectivo y crédito del banco Gemens.
―Apostaré.―dijo Smeet casi sin desinterés.―Si eso hará que el juego se vuelva más entretenido. ¿Mil kruges por las armas?
―Valen diez veces eso.
―Cinco mil kruges.
―Siete.
―Seis, y eso es sólo porque me siento generoso.
―¡No lo hagas!―Wylan soltó. La habitación se quedó en silencio, Stasiaj se volvió hacia él con una mirada furiosa.
La voz de Jesper era fría.―No recuerdo haber pedido tu consejo.
―¡La insolencia!―dijo Smeet.―¿Desde cuándo los camareros se involucran en el juego?
Wylan titubeó bajo la mirada áspera de Stasiaj y la voz fría de Specht.―Caballeros, ¿volvemos a poner en marcha el juego?
Jesper empujó sus revólveres a través de la mesa hacia Smeet y Smeet le devolvió la gran pila de fichas a Jesper.
―Está bien.―Jesper murmuró.―Empecemos.
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―Enviaré a alguien a buscarlos, nena quejica.―bromeó Stasiaj, tirando de la mejilla de Jesper mientras el francotirador fruncía el ceño.―Cualquiera pensaría que son tus hijos.
―¡Lo son!―Jesper lloró en respuesta. Stasiaj abrió la puerta de su casa para que pudieran entrar.―Son mis hijos preciosos y brillantes.
―Es preocupante que hables de ellos de esa manera.―respondió Stasiaj, rodando los ojos mientras se quitaba la capa, dejándola con el vestido ajustado.―Esa no es forma de hablar de un niño.
―Llamas víboras a tus informantes.
―Eso es es diferentes.―respondió Stasiaj cuando Malkus apareció en la cocina.―Son mis hijos. ¿Si, cariño?
―La misión del Hombre Cuervo salió bien. Amenazó a su hija.―fue en ese momento en que Kaz, Matthias y Wylan aparecieron en la puerta.
―Malkus me estaba diciendo que amenazaste a un niño.―Stasiaj sonrió a Kaz, quién frunció el ceño. No podía creer que el niño lo había seguido y que no se había dado cuenta, pero de alguna manera Malkus lo había hecho y había regresado antes que ellos.―Realmente maduro de tu parte.
―Cállate.―él dijo y ella sonrió en respuesta, pateando una silla para que él se sentara a su lado mientras Jesper ubicaba el alcohol (en una de las gabinetes en la parte superior para que sus hijos no lo alcanzaran) y colocó cinco vasos frente a él.
―Entonces, ¿qué encontraste?―preguntó Jesper, sirviendo el alcohol para todos. Nina y Kuwei estaban arriba, probablemente dormidos, ya que era de madrugada.
―Hablaremos cuando todos hayan descansado un poco.―murmuró Kaz, sin apartar los ojos de Malkus.―Y cuando no haya ninguno de los informantes de Stasiaj cerca.
―Estarás esperando un rato entonces.―sonrió ella, antes de palmear a Malkus en el hombro.―Vete a la cama, cariño.
―Si, señorita Stasiaj.―le sonrió, antes de mirar a Kaz y salir corriendo. Poco después, los demás se retiraron; Matthias para encontrar a Nina, Jesper y Wylan para hacer quién sabe qué.
Gimiendo, Stasiaj se quitó las dagas del cabello y las dejó en la mesa junto con la serpiente que decoró su oreja. Kaz miró hacia arriba, viéndola quitarse la armadura de la Serpiente.
―Lo siento.
―¿Por qué?―Kaz preguntó, bebiendo todavía.
―Estoy bastante segura de que te toqué accidentalmente mientras te entregaba el silbato.―Stasiaj suspiró.―No sabía dónde estaba tu mano y lo siento mucho. Sé que no te gusta el contacto piel con piel.
―Está bien, estoy bien.―murmuró Kaz en respuesta, tomando otro sorbo de whisky. Sus ojos estaban fijos en Stasiaj. Todavía no podía olvidar su vestido.―Tú...
Se interrumpió, sin tener suficiente coraje para decir lo que quería. Stasiaj arqueó una ceja, su cabeza se inclinó hacia un lado mientras esperaba a que hablara.
―¿Qué?―preguntó. Ella esperaba un insulto o una burla.
―Te veías hermosa esta noche, Stasiaj.―él dijo y la rubia se olvidó de cómo molestar a Kaz en se momento. El rojo cubrió su rostro mientras se quedaban en silencio. Kaz miró hacia arriba con una sonrisa en los labios cuando se dio cuenta de que la había dejado sin palabras con un simple cumplido.―Serpiente...
―No.―ella salió de la habitación, sus tacones hacían clic en el suelo de piedra mientras Kaz se tragaba la risa y terminaba su bebida, antes de seguirla con toda la intención de burlarse de ella solo para ver su rostro enrojecido. A él le gustaba ese color en ella.
VOTEN—COMENTEN :-)
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