xx. la serpiente y el manos sucias

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CAPÍTULO VEINTE
LA SERPIENTE Y EL MANOS SUCIAS.
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SUSPIRANDO, STASIAJ SE FROTÓ LA CARA MIENTRAS leía hojas con información más tarde esa misma noche. Los Cuervos se habían ido a dormir, y con suerte, no habían destruido su casa en el proceso. Por lo que ella sabía, solo ella y Kaz estaban haciendo planes por separado.

Pero mientras sus ojos se enfocaban en el papel frente a ella, su cerebro daba vueltas a sus palabras y a la conversación con Kaz Brekker en su cabeza. Estaba repitiendo la situación de Vellgeluk una y otra vez.

Kaz había vuelto la cabeza un poco, sus ojos atraparon los de ella y Stasiaj nunca había visto tanto pánico en ellos como cuando Van Eck pidió que se la llevaran. El miedo en sus ojos había hecho que su propio corazón se detuviera, antes de que un Squallers saliera de la nada y Stasiaj se viera obligada a usar sus colmillos. Se vio obligada a ver la luz dejar los ojos de alguien de nuevo, obligada a ver a uno de sus amigos ser robada, mientras ella estaba ahí, inútil, sin poder hacer nada.

Se suponía que era una corredora de información, se suponía que debía saberlo todo y de alguna manera, no lo había visto venir. ¿Cómo podía llamarse a sí misma la Serpiente si no veía algo así venir?

Stasiaj gimió, enredando sus cabellos entre sus dedos, tirando de ellos mientras respiraba profundamente, lo que hizo temblar su pecho y pulmones mientras se obligaba a contener las lágrimas y los sollozos. Stasiaj era la razón por la que Inej estaba cautiva. Todo era culpa suya.

Las lágrimas se derramaron mientras todas las emociones por las que había pasado la abrumaban. Colocando una mano sobre su boca, Stasiaj trató de calmar su respiración agitada. No quería despertar a nadie.

Ella era la Serpiente. Ella era fuerte y podía hacer esto. Lee la información. Encuentra el chantaje. Recupera a Inej. Eso es todo lo que debía hacer.

Tomando otro aliento, Stasiaj se secó las lágrimas de los ojos y la cara, se alisó el cabello y volvió a mirar la información que tenía frente a ella. Ahora que la leía lentamente, se dio cuenta de que esa información se la había dado el Hombre Cuervo.

Su Hombre Cuervo. Y de repente, su cerebro volvió a centrarse en Kaz.

Stasiaj gruñó, volviendo a tirar de su cabello mientras salía de sus pensamientos y se volvía a concentrar en la información en sus papeles. En el Quinto Puerto habían llegado nuevos comerciantes.

Hojeando los nombres, Stasiaj los memorizó rápidamente. Hizo una pausa y se quedó pegada mirando un nombre en la lista.

Gurner Hardy.

Stasiaj volvió a perder el aliento y le empezaron a temblar las manos mientras leía y releía el nombre. No podía ser... No podía haber estado allí, pero estaba allí. Realmente estaba en la lista. Stasiaj pensó que estaba muerto, pero obviamente no.

Se puso de pie tan repentinamente que derribó su silla en el proceso, saliendo apresuradamente de su habitación y bajando al comedor, con el papel apretado en su mano. Al abrir las puertas de golpe, Stasiaj solo vio a Kaz adentro.

―¿Cuándo recibiste esto?―preguntó y él arqueó una ceja.

―¿Qué?

―Una fecha, Kaz, dame una fecha.―el hombre le quitó el papel de la mano y lo leyó detenidamente.

―No lo sé. ¿Dos días antes de que te lo diera?―respondió, sacudiendo la cabeza.―¿Por qué?

―¿Todavía estará en el puerto?

―Asumiría que si.―respondió y Stasiaj asintió, girando y paseándose mientras mordía los labios. Sus manos comenzaron a temblar y sabía que Kaz tenía una capacidad molesta para leer a los demás.

―¿Cuánto tiempo estará en el puerto?

―No lo sé.―contestó Kaz. Él ya se había percatado de su pánico.―¿Qué está pasando?

―Solo necesito saber...

―Serpiente...―Kaz comenzó, pero Stasiaj lo interrumpió de nuevo, concentrada profundamente en sus murmullos mientras pensaba en un plan.

―Si puedo llegar allí... tal vez debería enviar una de mis víboras

―Stas...

―Celia está acostumbrada al Quinto Puerto, tal vez...―cuando Stasiaj se volvió, se encontró cara a cara con Kaz, que se había puesto de pie para llamar su atención.―¿Qué?

―¿Qué está pasando, Stasiaj?―la chica negó con la cabeza, pero Kaz pudo ver sus manos temblando y el enrojecimiento en sus ojos. Puede ser que no tenía mucho conocimiento sobre las chicas, pero Kaz sabía leer a la gente.―Stasiaj, ¿qué está pasando?

―Necesito hablar con él.

―Somos fugitivos. No se puede, de otra manera todos estarían en riesgo.

―¡No jodas, Kaz!―Stasiaj respondió bruscamente, pero Kaz simplemente arqueó una ceja ante su arrebato.―Lo sé. Pero tengo que hablar con él.

―¿Por qué?―ella no respondió, comenzó a caminar de nuevo.―¿Por qué necesitas hablar con él?

―¡Simplemente tengo que hacerlo, Kaz! ¿Bien? Simplemente tengo que hacerlo.―Stasiaj se dejó caer en una silla mientras la habitación se quedaba en silencio y la chica comenzaba a tirar de su cabello, tomando otra gran bocanada de aire. Kaz solo la observó.―Tengo que hablar con él.

―¿Por qué?―Kaz se sentó a su lado lentamente, haciendo una mueca cuando sintió un dolor en su pierna.―Stasiaj...

―Él era el Capitán.

―¿Qué?

―Él era el Capitán del barco en el que estaba.―respondió Stasiaj, finalmente soltando su cabello para esconder su rostro. Kaz se congeló, su cerebro comenzó a maquinar. Lo único más importante para Stasiaj que su vida en Ketterdam, era probablemente lo que le causó miedo al océano. Una de las cosas que ella no le había dicho.

No sabía qué hacer. Kaz quería consolarla. Quería extender la mano y envolver un brazo alrededor de sus hombros, presionar un beso en su cabeza, como había visto que Matthias hacía con Nina. Quería tomar su mano o decirle algo tranquilizador, pero no podía. Quizás en otra vida, podría haberlo hecho, pero él era Kaz Brekker y ella era Stasiaj Yahontov, y por lo tanto, no iba a suceder.

―Oh.―él murmuró Stasiaj rió entre dientes, secándose los ojos.

―Si, oh.―su corazón se rompió al ver sus ojos rojos y su expresión de derrota.―Necesito hablar con él, Kaz. Tengo que hacerlo. Si no lo hago, nunca sabré por qué estaba en ese barco abandonado por Dios en primer lugar.

―Stasiaj, ¿qué pasó en ese barco?―preguntó gentilmente. Se quedaron en silencio, mientras Stasiaj respiraba profundamente.

―Se hundió.―rió de nuevo.―El barco se hundió y yo todavía estaba dentro. Él...―luchó con las palabras, sin encontrar un nombre lo suficientemente grosero para el Capitán.―Me dejó en el barco, bajo cubierta, se llevó a sus hombre y se fue remando en el único bote salvavidas. Yo tenía cinco años. ¡Cinco!

Kaz asintió, dejándola continuar.

―Necesito saber por qué estaba en ese barco, Kaz.―Stasiaj dijo.―Necesito saber quién era antes de ese barco. Si tenía una familia o hermanos o algo esperándome antes de esta vida. Si no lo hago, me va a matar.

―¿Estar aquí en Ketterdam no es suficiente?―Kaz preguntó, sintiendo que su corazón se hundía. ¿Se iba a ir?

―Tenías a Jordie y a tus padres, Kaz, incluso si te gusta fingir que no los tenías.―espetó.―No he tenido a nadie desde hace años. ¡Desde hace doce años! He estado en la calle desde que tenía cinco años. ¡Ni siquiera tengo familia! Elegí un nombre para mí y partí desde allí, pero no tengo lazos a cualquier cosa. A un hogar. A unos padres.

―Nos tienes a nosotros.―respondió Kaz, mientras Stasiaj descansaba la cabeza en sus manos.―Me tienes a mi.

―Lo sé, Hombre Cuervo.―murmuró, lanzándole una sonrisa entre las lágrimas.―Pero solo quiero saber si hay algo para mi.

―Y lo sabrás.―Kaz asintió con la cabeza.―Te ayudaré a averiguarlo, pero tenemos que recuperar a Inej. Tenemos que asegurarnos de tener un hogar al que volver cuando esto termine.

Stasiaj lo miró por el rabillo del ojo.

―Obtendrás tus respuestas, pero Inej y el atraco son primero.―dijo y ella entrecerró los ojos, antes de soltar un bufido, recostándose en la silla. Kaz se humedeció los labios antes de decir las palabras que estaba pensando.―¿Está bien?

―No tienes idea de cómo consolar a alguien, ¿verdad Hombre Cuervo?―ella bromeó, volviendo a levantar el rostro. Pero Kaz vio las grietas en ella, el cansancio, la tristeza y el dolor de no saber.―Kaz Brekker, Bastardo del Barril, no sabe cómo consolar a una mujer para salvarle la vida.

―Cállate, Stasiaj.―respondió, pero no había ninguna malicia detrás de las palabras. El par se quedó en silencio. Tenían opciones y planes imposibles or delante, pero por ahora, Stasiaj y Kaz se sentaron juntos en un silencio hasta que la luz del amanecer arrojó al comedor un cálido resplandor. Solo entonces dejaron a Stasiaj Yahontov y Kaz Rietveld  y se convirtieron en la Serpiente y el Manos Sucias. Tenían trabajo que hacer y para ellos, las emociones eran un lujo que solo los débiles podían permitirse.

La Serpiente y el Manos Sucias no eran débiles.

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