xlvi. un imperio

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CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS
UN IMPERIO.
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STASIAJ YAHONTOV HABÍA COMENZADO A PENSAR QUE Kaz Brekker la había estado ignorando en el tiempo posterior al final del atraco. Eso fue hasta que recibió un mensaje de él a través de Malkus, diciéndole a Stasiaj que se reuniera con él en el Quinto Muelle al amanecer. Entonces, con el sol saliendo frente a sus ojos y el último roce de la noche sobre su cabello, Stasiaj tomó el conocido camino al Quinto Puerto.

Los adoquines se alineaban en las calles, los borrachos se desmayaban en las puertas y otros corrían a toda prisa para llegar a casa para un merecido descanso. Stasiaj se limitó a mantener la cabeza gacha, escondiendo la barbilla en el cuello de su abrigo y siguió adelante.

Girando a la derecha, Stasiaj arrugó la nariz al ver el mar, así como a su Hombre Cuervo, que miraba hacia el agua pensando profundamente. Estaba vestido con el familiar abrigo oscuro que Stasiaj adoraba tanto, el viento frío azotaba su cabello tanto como lo hacía con ella.

―Estaba empezando a pensar que me estabas ignorando.―Stasiaj caminó a su lado, observando los barcos en el puerto. Entraban y salían lentamente y Stasiaj encontró la vista un tanto pacífica. Fue lo más en paz que pensó que podría estar con el mar frente a ella.

―¿Cómo estás las víboras?

―Vivas.―sonrió Stasiaj al pensar en sus pequeños informantes.―Nadie resultó herido durante la "plaga" y todos están emocionados de volver a sus trabajos habituales.

―Entonces, ¿todavía tendré a mi sombra?

―Bueno, a Malkus parece gustarle ignorar mis pensamientos sobre lo que debería hacer cuando se trata de ti.―Stasiaj rodó los ojos.―Rondará contigo constantemente, así que debes mantener dulces contigo y trata de que no se acerque a nada con cosas brillantes, a él le gusta tomarlas.

―Ha pasado demasiado tiempo con los cuervos.―murmuró Kaz y Stasiaj sonrió.―¿Escuchaste que Wylan está dejando que Jesper juegue en los mercados?

―Es un buen plan. Canaliza su amor en algo más productivo.―asintió ante la información de Kaz.―¿Hablaste con Inej?

―Antes de venir a hablar contigo.―respondió Kaz, antes de asentir en otra dirección. Stasiaj se volvió, para ver a Inej abrazando a otros dos adultos.

―¿Encontraste a sus padres?

―Tu hermano lo hizo.

Ella sonrió.―Debajo de todo eso, tienes un buen corazón.―Kaz finalmente se volvió para mirarla, arqueando una ceja con cierta confusión.―Puedes negarlo todo lo que quieras, Brekker, pero sé que es verdad. Malkus me dijo que ahora llevas caramelos en tus bolsillos para él.

―Eso es porque me molesta hasta que consigue uno.

―No puedes negarte a sus ojos de cachorrito.―Stasiaj negó con la cabeza.―Pero te lo juro, Brekker, si se enferma o algo así, te mataré.

―Gracias, Stasiaj.―resopló, pero Stasiaj rió.―Te llamé aquí para cumplir mi parte del trato.

―¿Tu parte...?―Stasiaj se desvaneció en confusión, antes de que una sonrisa se formara en su rostro cuando Kaz le tendió la mano. Curvándose alrededor de sus manos pálidas, había una serpiente oscura, de ojos esmeralda.―Me compraste una serpiente.

―Te compré una serpiente.―murmuró Kaz, sacudiendo la cabeza mientras se preguntaba cómo Stasiaj parecía tenerlo bajo su dominio.―Tómala.

―Pensé que iríamos juntos a buscar la serpiente.―dijo Stasiaj, antes de sacar con cuidado la serpiente de la mano de Kaz y tratar de no tocarlo en el proceso. Finalmente, la serpiente se acurrucó en la mano de Stasiaj mientras Kaz murmuraba algo ininteligible.―¿Qué fue eso?

―La vi y pensé en ti.―se sonrojó hasta las orejas, mientras se apresuraba a enterrar su rostro más profundamente en el cuello de su abrigo, pero Stasiaj lo vio y sonrió para sí misma mientras miraba la serpiente en su mano.―¿Cómo la vas a llamar?

―El sucia escalas.―bromeó Stasiaj y Kaz la miró.―¿Qué? ¿No te gusta?

―No la vas a nombrar por mi, Yahontov.―gruñó, mientras Stasiaj reía.―Elige uno nuevo.

―Está bien, está bien.―rodó los ojos antes de pensar detenidamente.―Tatiana.

―¿Por qué?

―Ese era el nombre de mi madre.―murmuró Stasiaj, acariciando la parte superior de la cabeza de la serpiente mientras ella se curvaba más al calor de Stasiaj.―Dudo que la conozca alguna vez, pero sería bueno tener algo para recordarla.

―Tu madre, la serpiente.

―Así, ¿qué pasa ahora?

―Ahora.―Kaz hizo una pausa, antes de que él Stasiaj iniciaran su camino de regreso al Barril.―Ahora gastamos nuestro dinero y vivimos.

―Me debes dinero.

―Esperaba a que te olvidaras de eso.

―Nunca lo olvido las cosas, Brekker. Eso es lo que me convierte en la mejor corredora de información.―asintió Kaz con la cabeza, mientras Stasiaj se volvía hacia adelante.―Me refería a, ¿qué pasa con nosotros?

Se quedaron en silencio y Stasiaj no se atrevió a mirar a Kaz por ver una emoción que a ella no le gustaría en su rostro. Después de otro momento de silencio, Stasiaj sintió que algo le rozaba su mano libre. Haciendo una pausa, Stasiaj miró hacia abajo cuando sintió la mano de Kaz entrelazarse con la de ella.

Chispas de electricidad parecieron crepitar entre ellos y Stasiaj ocultó una sonrisa y el rubor creció en su rostro. Un temblor lo recorrió, pero Kaz pareció enterrarlo. Sus manos estaban sorprendentemente frías y su toque era vacilante, como si no quisiera lastimarla.

―Tú lo dijiste, Serpiente.―murmuró, mirándola con sus ojos oscuros.―Tenemos que dirigir un imperio.

―Eso es lo que haremos.―sonrió Stasiaj, pero no se atrevió a acercarse más a él, entendiendo que aún debía superar muchas cosas.―Siempre quise saber, ¿por qué los cuervos como estética?

―Dime tu razón y te diré la mía.―Kaz respondió, mientras continuaban caminando por las calles del Barril.

―Durante mucho tiempo, solo me tuve a mi misma.―se encogió de hombros la rubia. Kaz era su Hombre Cuervo y confiaba en él lo suficiente como para revelarle algunos secretos. Además, ahora Kaz conocía las consecuencias de romper esa confianza.―Era solo yo, por mi cuenta en las calles. Las serpientes normalmente trabajan en las sombras y la gente las asocia con cosas malas que sucedes. Yo era esa cosa mala que pasaba en las sombras. Yo era la que tenía el veneno para llevar a la gente de rodillas a pesar de mi tamaño y estatura más pequeña. Ahora, al igual que antes, la gente le teme a las serpientes, y a mi.

―Serían unos tontos si no te temen, princesa.―Kaz contestó. Stasiaj sonrió ante el término, luchando contra el sonrojo. Oírlo decir ese apodo; hacía que su estómago se encogiera y tensara. A ella le gustó.

―Tú turno. ¿Por qué los cuervos?

Los ojos oscuros de Kaz permanecieron sobre el horizonte, el sol naciente pintaba una luz pálida en el cielo.―Los cuervos recuerdan los rostros humanos. Recuerdan a las personas que los alimentan, que son amables con ellos. Y también las personas que les hacen daño.

―No sabía eso.

Él asintió lentamente.―No lo olvidan. Se dicen unos a otros a quién cuidar y a quién vigilar.

―Al igual que tú haces con tus cuervos.―Stasiaj hizo la conexión, Kaz asintió.―Como dije, Kaz, eres un buen hombre debajo de todo eso.

―Deja de intentar desmantelar al Manos Sucias, Stasiaj, lo necesito para mantener la gente a raya.―bromeó Kaz en voz baja, mirando a todos los que los rodeaban mientras Stasiaj resoplaba de risa.

―Envíamelos, yo los romperé.

―Sé que lo harás.―Kaz le envió una mirada a Stasiaj, que podría haber considerado suave.―Y si necesitas a alguien muerto...

―Entonces te los enviaré.―sonrió Stasiaj.―Creo que me gusta esta asociación.

―Te dije que sería beneficioso para los dos antes de que fuéramos a la Corte de Hielo.

―Solo fui porque me rogaste.―ella dijo y Kaz hizo una mueca.―De rodillas y nunca me sentí tan feliz en la vida.

―Fue una única vez, no volverá a suceder, princesa.―él contestó y apretó su mano, luchando contra el temblor.

―Sigue diciéndote eso, Hombre Cuervo.―ella sonrió, contenta.―Haré que suceda de nuevo. No te preocupes.



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