iv. escape
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CAPÍTULO CUATRO
ESCAPE.
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—ENTONCES, ESTE ERA TU GRAN PLAN.—murmuró Stasiaj, alzando una ceja hacia Kaz mientras observaba cómo la Heartrender curaba los moratones, huesos rotos, un par de dientes rotos en el hombre.—¿No se...?
—Cállate, Serpiente.—la interrumpió Kaz, mientras Stasiaj suspiraba, recostándose contra la pared de la prisión mientras los veía trabajar.
Stasiaj admitiría, tanto como se lo permitiera su corazón frío y reptil, que Matthias Helvar era un hombre apuesto. Era fuerte y musculoso y tenía todo lo que una típica mujer buscaría en un hombre, pero Stasiaj no era una mujer típica.
—¡No la cara, Nina!—Kaz murmuró, tamborileando con los dedos su bastón.—Necesito que se mueva, pero no tanto como para que nos moleste. Apúrate.
—Deja a la enamorada en paz, Hombre Cuervo.—sonrió Stasiaj.—Quiere admirar a su juguete antes de que despierte y recuerde que ella lo puso allí.
Nina se tensó y respiró hondo mientras Kaz le lanzaba una mirada de advertencia. Les había dicho a los demás que no debían hablar con Stasiaj, ya que ella tenía la costumbre de meterse en la piel de las personas y descubrir todos sus secretos. Solo Kaz se ocuparía de ella, ya que estaba acostumbrado a sus palabras manipuladores e infantiles.
—Serpiente, no estás ayudando.
—Solo estaba diciendo un hecho.—Stasiaj rodó los ojos.—¿Ya casi terminas? Yo, por mi parte, me gustaría salir de este lugar.
El hombre musculoso se estaba despertando, él y Nina hablaron en voz baja antes de que él la volteara y la golpeara contra el suelo, con las manos alrededor de su cuello. Stasiaj se enderezó e inclinó la cabeza mientras veía cómo se desarrollaba todo. Su suposición había sido correcta, Matthias había recordado quién lo había puesto allí y no estaba feliz por eso.
—Las manos lejos de ella, Helvar.—la voz de Kaz llenó el tenso silencio, acompañada por el clic de su arma. Esto se estaba volviendo cada vez más interesante a cada segundo.
—Adelante, dispárame.—la voz de Matthias era profunda, su acento se escuchaba lleno de ira.
—Eso arruinaría el plan del Hombre Cuervo y, por muy interesante que sea, necesito que funcione, así que levántate.—Stasiaj se empujó fuera de la pared, antes de patear las piernas de Matthias y sacar al hombre de encima de la bruja.—Vamos, hombre lobo, te vamos a sacar de aquí, así que coopera.
—Serpiente, déjalo ir.—Kaz ordenó, Stasiaj hizo una mueca de burla antes soltar al hombre de su agarre.—Pero ella tiene razón, te vamos a sacar de HellGate, así que tienes que colaborar con nosotros.
—Nadie sale de HellGate.
—Esta noche lo hacen.—gruñó Kaz, mientras Inej ayudaba a Nina a ponerse de pie y Stasiaj se quitaba el polvo de las manos. Odiaba tener que ensuciarse las manos, pero a veces era necesario para que sucedieran las cosas.
—No puedes simplemente sacarme de aquí. Los guardias me reconocerán.—gruñó.—No voy a perder los privilegios de lucha por que ustedes intenten sacarme de aquí.
—Estarás enmascarado.
—Los guardias podrían revisar——
—Estarán demasiado ocupados como para hacerlo.—respondió Kaz cuando empezaron a escucharse gritos. Stasiaj arqueó las cejas mientras reía con incredulidad.
—¿Abriste las jaulas, Hombre Cuervo?—preguntó y él resopló ante el uso de su apodo, antes de asentir de mala gana para que ella no dijera nada más.
—Se suponía que Jesper debía esperar hasta las tres campanadas.—Kaz bufó.
—Fueron tres campanas.—gruñó Inej, con el peso de Matthias sobre ella. Stasiaj sentiría lástima por ella, pero era más divertido así.
—¿Desde cuándo Jesper es puntual?—se quejó, echando un vistazo a su reloj.—Ven, Helvar. Salgamos de aquí.
El pasillo fuera de la celda era un caos. Hombres y mujeres disfrazados corrían rápidamente, gritando y empujándose unos a otros, tratando de escapar de la arena. Los guardias sacaron sus armas y Stasiaj pudo oír los disparos.
Kaz señaló hacia el arco de la derecha, indicando que debían moverse contra el flujo de la multitud y entrar en la arena.
Matthias se metió entre la multitud, pero Kaz enganchó el dorso de su bastón alrededor de la capa del hombre y tiró del hombre hacia atrás.
—Los chicos como tú no están destinados a tener ideas, Helvar.—dijo Kaz.—Esa escalera conduce a una salida. ¿Crees que los guardias no revisarán debajo de esa máscara antes de dejarte pasar?
—Los chicos en general no están destinados a tener ideas, Hombre Cuervo.—murmuró Stasiaj, mientras Kaz suspiraba y continuaba caminando hacia la arena.
Si el pasillo había sido un caos, entonces la arena era un tipo de locura. Las hienas saltaban por los bordes. Otros se alimentaban de un cuerpo con una capa carmesí. Un elefante golpeaba la pared de la arena, levantando una gran nube de polvo. Un oso blanco y uno de los grandes felinos de la jungla de las Colonias del Sur se miraban de forma amenazante, mostrando los dientes.
Se lanzaron a través de la arena, donde Matthias había luchado por privilegios durante los últimos seis meses, pero mientras se dirigían hacia el túnel, un lagarto del desierto se acercó hacia ellos, de su boca goteaba un veneno blanco espumoso, su cola gruesa azotaba el suelo. Inej saltó sobre su espalda y mató a la criatura encajando dos dagas brillantes bajo su cuello.
Kaz los condujo por el túnel más allá de las jaulas, a lo que Stasiaj sonrió. De modo que si había escuchado a todo lo que ella había dicho sobre la prisión.
Las jaulas eran celdas viejas que habían sido entregadas a las bestias que los maestros del Hellshow habían puestos en manos de animales de circos, incluso ganado enfermo, criaturas sacrificadas del bosque. Pasaron junto a un jabalí que se alimentaba de un guardia y un gato que gruñía, pero no se les acercaba.
Stasiaj pasó rápidamente junto al guerrero sorprendido, caminando junto a Kaz que sacaba una antorcha verde de su abrigo y la encendía. Stasiaj la tomó como una señal, sacó su máscara y la colocó sobre su cara y respiró hondo.—Esta cosa es sofocante.
—Serpiente...
—Apenas dije algo.—ella dijo y la playa apareció a la vista, un bote estaba en la orilla junto a otro miembro de la tripulación de Kaz.
—Llegaste temprano, Jesper.—dijo Kaz, mientras Stasiaj sonreía. Jesper Fahey, un francotirador y un Fabrikator con un grave problema de juego del que Stasiaj estaba ansiosa por explotar.
—Llegué a tiempo.
—Para ti, eso es temprano. La próxima vez que planees algo impresionante, avísame.
—Los animales están fuera y te encontré un bote. Aquí es cuando me agradeces.
—Gracias, Jesper.—Nina dijo.
—De nada, hermosa. ¿Ves, Kaz? Así es como se comporta la gente civilizada.—Jesper gruñó antes de volver su mirada hacia Stasiaj.—Debes ser la Serpiente.
—Veo que el Hombre Cuervo habla con cariño de mi.
—Cállate, Serpiente.—él dijo y Stasiaj sonrió, antes de inclinarse hacia Jesper.
—Puedes escuchar el afecto en su voz cuando lo dice.—ella resopló y Jesper ayudó a la chica a subir al bote.—Él tiene una debilidad por mí.
—Puedo verlo.—respondió Jesper, mientras Kaz se frotaba la frente, harto de Stasiaj y sus palabras. Un chapoteo detuvo los chismes de Stasiaj y Jesper; ambos se volvieron para mirar a Matthias en el agua y el rostro inocente de Inej.
—Qué torpe este chico.—dijo la chica.
—Ponlo a dormir, Nina.—ordenó Kaz, antes de que Jesper o Stasiaj pudieran hacer algún comentario.
—No lo hagas.—protestó Matthias, el pánico lo invadió.
—Eres lo suficiente tonto como para volcar el bote.
—Aléjate de mí, bruja.—gruñó Matthias hacia Nina.
Nina le dio un asentimiento tenso.—Con mucho gusto.
—Bueno, este ha sido un pequeño viaje muy emocionante, Hombre Cuervo.—habló Stasiaj, sentándose junto a Kaz, quién se puso rígido y se alejó de ella.—No deberíamos hacerlo de nuevo. Ahora, solo tienes que darme mi información y ambos podremos ir por caminos separados.
—No.
—¿No?—Stasiaj enarcó una ceja y se volvió para mirar a Kaz lentamente.—Teníamos un trato, Hombre Cuervo. Intenta recordarlo.
—Nina, ponla a dormir.
—No te atrevas.—Nina miró de un lado a otro con cuidado mientras Stasiaj lo señalaba con un dedo.—Piensa muy bien en lo que estás haciendo, Kaz Brekker.
—¡Ponla a dormir, Nina!—respondió Kaz, manteniendo contacto visual con la Serpiente de Barril, que parecía estar luchando contra la inconsciencia, con los ojos cerrados.—Que tengas una buena siesta, Yahontov.
—Te arruinaré, Rietveld.
VOTEN—COMENTEN :-)
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