🌙ꪾ〬ꩌ۪٬ླྀ 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗘 𝗗𝗢𝗖𝗘.

❝ꓸ᭄ꦿ⃔𝐖𝐀𝐑 𝐅𝐎𝐑 𝐅𝐑𝐄𝐄𝐃𝐎𝐌 ─── Eren Jaeger.
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅᴏᴄᴇ: ᴅᴏs ᴇsᴄᴜᴅᴏs.
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Orlando envolvió la rodilla de su melliza en un moño con un pedazo de tela.

— ¿Te gusta? — Sonrió con las mejillas calientes al ver como su hermana sonreía fascinada.

— ¡Me encanta, Ori! — Lo abrazó del cuello — Me gusta el color azul...

— Queda muy bien con tus ojos. — Acomodó el cabello de la niña y se alejó un poco.

— ¡Gracias! ¡Los tuyos son más claros que los míos! Literalmente tus ojos parecen el cielo pero sin nubes.

Entre abrió los labios con asombro, y el calor en sus mejillas regresó pero con más intensidad.

— Artemisia, Orlando. — Sonne llegó con ellos y sonrió calidamente al ver el vendaje provisional que le hizo el mellizo — Que tiernos son, ¿quieren galletas? Pueden llevarle a sus amigos.

— ¡Claro que sí, mamá! — Artemisia no perdió el tiempo y corrió dentro de la casa con una enorme sonrisa.

Sonne miró de reojo a su otro hijo y puso una mano en su cabeza.

— ¿Qué sientes? — Preguntó en voz baja y calmada.

Orlando enarcó una ceja confundido.

— ¿Sobre qué, mamá?

— Artemisia. — Caminó cerca del jardín de la casa.

— Me siento feliz de ser su mellizo, porque ella es demasiado alegre. — La siguió a su lado.

La azabache asintió con una leve sonrisa. Acomodó la canasta en su brazo y abrió la puerta del hogar.

— Orlando, aunque no lo entiendas, tus lazos con Artemisia son extremadamente fuertes. — Su sonrisa fue desvaneciendo mientras hablaba — Así que cuídala, incluso si tu vida está en riesgo. Ella haría lo mismo por ti.

El niño no sabía a qué se refería, pero terminó por asentir a lo que dijo.

— Por más que haya alguien que les atraiga, ustedes siempre terminarán protegiendose a capa y espada. — Dejó las cosas en la mesa de madera y miró como iba llegando Artemisia con Ferdinand a su lado — Así que no te preocupes si algún día llegan a separarse, porque terminarán encontrándose de una u otra forma.

Sonne sonrió a su hijo y se dirigió a su esposo e hija, los abrazó con cariño y miró de soslayo al ojiazul.

— ¡Vamos a jugar! — Artemisia agarró la bolsa de galletas y tomó la mano de su mellizo — ¿Qué esperas, Orlando?

Parpadeó varias veces seguidas y sonrió de vuelta.

— Vamos.

Corrieron en busca de sus amigos, pero Carla les dijo que Eren y Mikasa habían salido hace un rato ya. Así que corrieron al mercado para ver si de casualidad estaban ahí.

— ¡Esto parece un circo! — Advirtió Artemisia a Orlando con la bolsa entre sus manos — ¡Vamos!

Hannes ebrio estaba en una pelea de golpes contra un vendedor de algún mercado, mientras que por otro lado el trío de amigos peleaba contra los abusadores del vecindario.

Bueno, Armin no mata ni a una mosca.

— Yo me encargo. — Orlando pasó a su hermana y saltó a la pelea que llevaban Mikasa y Eren contra los otros dos niños.

— ¡Ori! — Lo alcanzó.

Eren miró como Orlando llegó de un salto, pateó en el estómago a los dos brabucones que los golpeaban y Artemisia apareció de la nada con la bolsa de galletas en una mano y con un pie estampandose en el rostro de los enemigos.

Mikasa tomó al otro y le dio una vuelta para dejarlo caer al polvoso suelo.

Llegó otro policía a detener la pelea, haciendo que los abusadores huyan antes que los otros cinco niños.

— ¡Esperen! — Eren intentó detenerlos.

— ¡Eren, olvídate del pan! — Armin lo sostuvo de las axilas.

— Idiota, tenemos que irnos antes de que nos atrapen. — Orlando llegó al lado de Mikasa, Armin y Eren — Esperen, ¿y Artemisia?

Atraparon a los otro cuatro que quedaron en el lugar. Artemisia lloraba porque los niños golpeadores  le quitaron las galletas que había hecho su madre.

— ¡Entonces iré a romperle la cara por llevarse las galletas de Artemisia! — Se zafó de Armin y corrió detrás de los brabucones.

— ¡Eren, detente! — Mikasa intentó llamar la atención del chico, pero la ignoró por conpl

— Idiota Jaeger. — Maldijo Orlando cuando miró a su melliza en mares de lágrimas.

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— ¡Orlando! — Mikasa corrió a donde estaba el ojiazul con las piernas colgando — ¡¿Dónde está Eren?!

Lo sacudió del cuello con los párpados bien abiertos debido a su desesperación, en cambio, Orlando le dio un vistazo fugaz antes de continuar en un silencio melancólico.

La de rasgos asiáticos notó su comportamiento, así que apartó las manos de sus ropas y se asomó hasta debajo de las murallas. Sus cabellos negrizos se movían con suavidad a un lado gracias a la brisa, Mikasa entró en pánico cuando lo único que vio eran Titanes puros en el cráter que provocó el Titán colosal hace unas horas.

— Se lo llevaron.

La chica regresó a Orlando estupefacta.

— Berthold y Reiner también se llevaron a Ymir y a Artemisia.

Tapó su boca con la mano derecha.

Armin se acercó a ellos y se puso de rodillas ante Mikasa que miraba aterrorizada a Orlando.

— El Titán acorazado venció a Eren. — Continuó Armin para que Orlando no siguiera recordando — Ya hace cinco horas de eso.

— ¿Alguien fue tras ellos? — Desvió la mirada al horizonte.

— No.

— ¡¿Por qué?!

— Porque no podemos pasar al otro lado a los caballos. Hay que esperar que los pasen al otro lado, así que prepárate, Mikasa. — Pasó sus ojos grandes al chico deprimido — La líder de escuadrón Hanji y los demás superiores no pueden moverse. Necesitamos a todo el que pueda participar en esta operación. Especialmente gente diestra.

Orlando se levantó y decidió alejarse de ellos, pero antes, puso una mano en la cabeza de Mikasa, la cual estaba con las piernas abrazadas y la bufanda roja alrededor de su cuello.

Ella no dijo nada, así que el chico siguió su camino.

— Orlando, Mikasa. — Hannes sonrió al quedar frente al mellizo de Artemisia — Seguro han de tener hambre, coman esto.

Le entregó una ración de comida a Orlando, este la aceptó cabizbajo, a lo que el adulto pasó la mano por encima de su cabello para desordenarlo más de lo que ya lo estaba.

— Tú siempre te has encargado del bienestar de Artemisia, por lo que ahora no deberías pensar en otra cosa que no sea en la manera en la que la rescatarás. — Habló en voz baja para el joven — Sonne siempre supo que tú serías el mejor hermano que Artemisia podría haber tenido.

Le dio una palmada en el hombro y se encaminó a donde estaban Mikasa y Armin, les entregó igualmente sus raciones y comenzó una charla similar a la que tuvo con el de Caria.

Orlando desenvolvió la comida y le dio un mordisco.

“O tal vez mi destino es ser tu guardián, Artemis.” Pensó.

Siguió comiendo con la cabeza más en alto y una determinación rodeando en sus expresiones faciales.

Porque a pesar de la lejanía, la maldición sobre ellos siempre será mucho más fuerte.

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¡Hola!
Sé que no avisé sobre la publicación seguida, pero tenía que hacerlo.

Tengo tanto revoltijo por el penúltimo capitulo del manga, que me siento muy abatida, y sentí que lo correcto sería publicar un capítulo en la perspectiva de Orlando.

Nunca será tarde para recordar que amo a Eren, y que por como van las cosas hasta ahora en la recta final, los mellizos no tendrán un buen final.

Menos Artemisia y Eren, ya solo es cuestión de disfrutar estos momentos que gozarán como no tienen idea, porque el amor que quiero reflejar en esos dos, es el que le tengo yo a Eren.

Y bueno, un besito en el cachete a todxs, si tienen recomendaciones para la historia de los mellizos, me lo pueden hacer saber. 🧚‍♀️

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