1.
Algunos dicen que existe un poder sobrenatural inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido.
Llámale como quieras: suerte, karma, casualidad o destino.
Este poder actúa sobre nosotros como si fuéramos sus títeres y tira de las cuerdas a su antojo provocándole a unos más dolor que a otros.
...
En una tarde de Mayo, un pequeño niño fue dejado en la puerta de una casa hogar para niños desamparados. El niño, quien tenía poco más de un año de edad, lloraba amargamente al sentirse solo y abandonado por su madre.
Mildred, una joven de 20 años quien trabajaba en la casa hogar abrió la puerta, ya sabía lo que pasaba, no era la primera vez que alguien actuaba de esa manera tan cobarde de abandonar a un niño de esa edad a su merced, era una total cobardía e injusticia. Pero por fortuna y desgracia, para eso estaban ellos, para ayudar a esos pobres angelitos que no tenían la culpa de los errores de sus padres.
Cuando Mildred abrió la puerta, el niño miró visiblemente aterrado, ella pudo notar en sus pequeños ojitos como se reflejaba el miedo y la tristeza profunda que solo alguien que sufre un abandono de tal magnitud puede sentir.
Indudablemente se conmovió con la escena que tenía delante.
Él tenía sus mejillas sonrosadas y humedas por el reciente llanto, mientras estaba allí de pie con una pequeña bolsa en la mano, sin saber que hacer, sin tener a donde ir, sin consuelo, sin protección.
Al principio se mostró a la defensiva cuando vio que la desconocida quería tocarlo, pero su miedo se fue desvaneciendo a medida que ella le hablaba, estaba siendo muy paciente y amable con el pequeño no entendía nada más que su madre lo había dejado en ese lugar, hasta que después de mucho rato, debido al cansancio por fin cedió y decidió confiar en ella. La amorosa mujer lo tomó en brazos, lo llevó adentro y lo arrulló hasta que el pequeño pudo descansar con más tranquilidad.
Fue entonces cuando Mildred revisó la pequeña bolsa que el niño no había soltado en ningún momento y encontró dentro de ella apenas unas cinco prendas de ropa desgatada, un juguete improvisado y dos papeles mal doblados.
Uno en el que la madre del niño expresaba con un temblorosa caligrafía, que no podría cuidarlo debido a su creciente consumo de drogas y que sabía que en cualquier momento perdería la custodia del pequeño, así que no tenía elección y quería dejarlo en buenas manos.
Ella suspiró al terminar de leer la carta y pensar que el angelito que cargaba en sus brazos, no podía tener una vida normal de ninguna manera.
Sacó el otro papel y supo que era su acta de nacimiento, en la que acreditaba que efectivamente el niño que cargaba dormido en sus brazos, se llamaba Shin Hoseok.
...
Los días comenzaron a transcurrir a toda prisa y los planes de Mildred se veían frustrados una y otra vez mientras avanzaba el tiempo. Desde aquel día que recogió al pequeño Hoseok en la puerta del orfanato, sintió una conexión especial con él así que decidió que iba a adoptarlo. Pero no le otorgaban su custodia ya que lamentablemente ella era una mujer soltera de 20 años de edad que ya había adoptado a dos niños del orfanato y la consideraban insuficiente para ocuparse de los tres pequeños.
Aunque ella no se rindió.
Aún así, para cuando Hoseok cumplió cinco años, Mildred estaba cansada de pedir su custodia, era la quinta vez que se la negaban sin importar lo que ella hiciera.
Ellos no entendían que ella lo amaba, era como su hijo, que lo cuidaba más que a nadie y siempre trataba de hacerlo sentir bien.
Incluso un día llegó a enterarse que una familia rica había concretado una cita para conocer a su Hoseok y sintió que su mundo se vino abajo. Sabía que si ellos lo miraban, lo iban a querer adoptar y no se los iban a negar, no es como que su amor por el pequeño fuera algo de importancia para la ley. Pero también sabía que ellos no planeaban adoptar porque de verdad querían a un niño nuevo en la familia, lo hacían porque debían cuidar su imagen de buena gente y de vez en cuando hacer "actos de caridad" para que los vieran como personajes ejemplares.
En definitiva era una cortina de humo de publicidad para mantener distraídos a los demás de sus verdaderos problemas.
Mildred conocía el caso de un muchacho que creció en situación de adoptado dentro de una familia rica y se veía obligado a trabajar duramente para todos y a mantener la boca cerrada aparentando llevar una buena vida en todos los aspectos, frente al público, pero con las puertas cerradas tenía que soportar maltrato, ser denigrado y soportar que le sacaran en cara que ellos lo habían rescatado, gritándole con desprecio que les debía incluso la vida.
El muchacho se sometía a sus castigos y a sus malos tratos y al final, cuando su "padre" murió, el fue desheredado.
No quería que Hoseok pasara por eso, no lo permitiría mientras viviera, así que como cualquier madre, se dispuso a hacer algo por salvarlo, incluso si ese algo fuera considerado ilegal.
Ella escondió al niño y cuando la familia se ricachones llegó al lugar, pidieron que todo se hiciera rápidamente, Mildred salió a disculparse diciendo que el niño estaba muy enfermo y que no iba a poder salir de su habitación, pero tal como lo supuso, a ellos ni les importó. Buscaron otro niño y lo adoptaron.
Y aunque también sintió pena por ese pequeño, debía admitir que sintió un gran alivio en su pecho. Pero la culpabilidad fue inevitable en su conciencia, porque quizá estaba negándole a Hoseok una buena vida económica que ella jamás podría darle.
Llegó a la habitación del pequeño y lo vio jugando tranquilamente con el pequeño juguete improvisado que tenía y lo acarició, y fue en ese momento donde puso en marcha un plan como una alternativa desesperada a su intento frustrado de adopción.
Iba a dejar a Hoseok en el orfanato, que le dieran todo lo necesario para cuidarlo y cada vez que alguien quisiera adoptarlo, ella iba a interponerse, para que cuando el tuviera 18 años y saliera del orfanato y pudiera tomar sus propias decisiones, se fuera a vivir con ella, así ella ahorraría dinero para pagarle la Universidad y ellos por fin podrían ser una familia.
Quizá no era lo correcto, quizá era muy malo, pero era lo único que podía hacer y cada día rezaba al cielo para que después Hoseok no se enterara y no la odiara por hacer eso, pues él sufría cada vez que miraba a uno de sus compañeros encontrar una nueva familia, pero aunque a Mildred le rompiera el corazón decidió seguir con su plan, sólo le restaba esperar.
...
Cuando Hoseok cumplió los seis años, el orfanato organizó una excursión para llevar a los niños a dar un paseo por un parque muy bonito, darles una merienda distinta y aprovechar a jugar al aire libre.
Después de todo era el dia del niño y ellos también tenían derecho a divertirse.
Hoseok estaba leyendo un libro que le habían prestado en la biblioteca de la escuela, era muy inteligente y muy curioso. Mildred sabía que algún día llegaría a ser un gran biólogo, o escritor, o matemático, o quien sabe quizá sería un abogado. Fuera cual fuera su decisión, ella iba a apoyarlo.
Amaba verlo concentrado, empapando ese pequeño cerebro de conocimiento, pero al fin y al cabo, la excursión era para que tuviera diversión e hiciera amigos, así que Mildred se acercó y le quitó el libro.
Él arrugo su pequeña carita en respuesta, pero luego de que Mildred le diera sus motivos él decidió ponerse a jugar.
Por suerte Mildred le había traído su único juguete, el que le había dejado su madre cuando lo dejo en el orfanato.
Era un pequeño carro improvisado con un trozo de madera y un par de tapones de refresco, pero para la diversión, la calidad no importaba, así que se dispuso a jugar con su juguete en la tierra, hacia pequeños caminos con obstáculos y jugaba a que su carrito tenía superpoderes y podía volar sobre los obstáculos.
Ojala la vida fuera así.
A pesar de que estaba teniendo mucha diversión solo, escucho a un niño correr, entonces por pura curiosidad giró y vio a un delgado niño con pantalones cortos muy limpios a punto de caerse directo al pequeño estanque.
Al principio Hoseok pensó en ignorarlo, pero siempre había sido demasiado cuidadoso con todos los niños del orfanato y aunque él no fuera uno de ellos, no pudo evitar ayudarlo.
Rápidamente agarro su carrito y comenzó a correr en dirección al niño. Antes de que cayera al pequeño estanque lo empujó hacia un lado cayendo ambos al suelo, ensuciandose.
El delgado niño lo miro asustado y confundido.
Él rápidamente se levantó.
- Yo... lo... lo siento, es que estabas a punto de caerte y... - le señaló el estanque con nerviosismo - lo siento, yo no quería esto... - miró la ropa del delgado con preocupación - puedo limpiarlo si quieres.
El delgado niño negó un poco más calmado.
- Eh... No te preocupes... - sonrió levemente - tengo gente que lo lavan por mi, pero mi auto cayó justo allí - señaló una parte del estanque- y no podría sacarlo, me da miedo meterme porque no se nadar.
Hoseok lo pensó por un momento, pero asintió. Al final, le debía un favor después de tirarlo sobre el lodo.
Se quitó los zapatos y los dejo a un lado. Tenía ventaja de no andar tener calcetines.
Se metió al estanque, el agua le daba hasta las rodillas y comenzó a buscar con la mano el auto del niño delgado.
Cuando por fin lo encontró sonrió alegremente y volteó hacia el niño delgado quien daba pequeños aplausos de alegría.
Entonces salió del agua y se fue hacia donde él.
- Lo encontré - levantó el pequeño auto con una sonrisa victoriosa ¿Viste que si pude? ¡Soy como Aquaman!
El niño asintió emocionado.
- ¡Lo eres! - sonrió contento - además eres muy valiente, yo no hubiera entrado allí ni loco... Soy Hyungwon... - le extendió la mano y Hoseok la estrechó con amabilidad.
- Yo so... - sus palabras fueron interrumpidas por el emocionado niño, asustandolo un poco.
- ¡Ya se! - Hoseok frunció el ceño - Te llamaré Wonho, te mereces ese nombre... - sonrió contento - y también te mereces mi auto, quedatelo.
Al escuchar esas palabras el pequeño Hoseok se sorprendió demasiado.
- ¿Qué? - susurró - No, no...
Extendió el pequeño auto, intentando devolverlo a su dueño, pero Hyungwon se negó.
- No te preocupes, tengo 20 más de esos en casa - se encogió de hombros despreocupado - al parecer tu necesitas uno...
Hyungwon señaló el auto improvisado en la mano izquierda de Hoseok y él agachó la mirada.
- Yo no pue... - su suave voz volvió a ser interrumpida.
De repente una mujer se dirigió hacia donde ellos.
- ¡Hyungwon! ¿Qué haces aquí sólo? - tomó la mano del delgado niño y lo examinó con la mirada - ¿Por qué estás así? ¿Acaso te hizo daño este vagabundo?
Miró a Wonho con desprecio ante la triste expresión de Hyungwon.
《Vagabundo》 se repitió mentalmente Hoseok y miró sus ropas, estaban con parches y costuras, no tenía puestos sus zapatos aún y con el lodo quizá se miraba peor de lo que en realidad era.
Podría parecerlo, pero no lo era, él tenía una casa y también iba a la escuela, era muy inteligente, no era un vagabundo.
Hyungwon lo miró intentando decirle con la mirada de que no se creyera esas palabras. Y rápidamente respondió.
- Estoy bien mamá... sólo estaba jugando... - señaló a Wonho - Mira el es-
- No importa Hyungwon, te he dicho mil veces que no te acerques a esos niños sucios del orfanato - lo regañó tirando con demasiada fuerza de su delgado brazo - ¿Por qué insistes? ¿Acaso quieres que te castigue?
El labio inferior del menor comenzó a temblar.
- No madre... - susurró con la voz rota.
La mujer le apartó un poco el lodo.
- Ahora nos iremos a casa, debes darte un buen baño, no sea que se te pegue una buena peste - miró a Wonho con mucho desprecio - esos críos seguro que ni se han de bañar.
En ese momento Hoseok estaba enfurecido. Él no era todo lo que esa mujer había dicho, además no le había hecho nada a Hyungwon nunca, ni en ese momento ni cuando lo veía jugando solo en su enorme jardín.
Hyungwon y su familia vivían a un par de casas del orfanato y Hoseok siempre lo miraba al volver de la escuela.
Antes de que él pudiera decir algo, la mujer comenzó a arrastrar a Hyungwon hacia alguna parte ante la mirada triste de Hoseok.
Hyungwon formo con sus labios un "hasta luego" con una sonrisa triste.
Hoseok miró los juguetes que aún tenía en la mano y una lágrima se derramó por su mejilla.
- ¿Hoseok? - Mildred frunció el ceño al ver a su pequeño tan triste.
Hoseok se giró levemente para encontrarse con el rostro de quien consideraba su madre.
- Hola Mildred... - susurró sin levantar la mirada.
Ella se agachó frente a él.
- ¿Qué pasa mi niño? - buscó el rostro del pequeño pero él la evadía.
En medio de sollozos, el pequeño se armó de valor para hacer una de las preguntas más difíciles de su vida.
- Mildred... - levantó su cristalizada mira y la clavó en los ojos de la mujer - ¿Es verdad que soy un vagabundo?
Mildred se sorprendió demasiado ante aquella pregunta tan fuerte ¿por que un niño de seis años estaba preguntandose si era un vagabundo?
- Claro que no hijo - limpió su abultadas mejillas con cuidado - ¿Quién te ha dicho eso?
Miró a su alrededor intentando divisar a alguien.
- No es nada, sólo lo pensé... - susurró.
Ella lo miró con tristeza.
- No pienses cosas tristes... - le sonrió intentando animarlo - mejor cuéntame ¿Cómo obtuviste este juguete tan bonito? Espero que no lo hallas tomado sin permiso de su dueño.
Arqueó una ceja esperando una respuesta que no tardó en llegar.
- Claro que no - sonrió débilmente - yo le ayude a rescatarlo y dijo que me lo podía quedar... - se quedó pensativo un momento y la débil sonrisa desapareció de nuevo - Pero no lo tomaré.
Ella frunció el ceño.
- ¿Por qué? - buscó la mirada del niño nuevamente.
Él mantenía la cabeza agachada.
- No quiero que piensen que he tomado cosas que no son mías... - hizo un puchero que acabó por entristecer a Mildred.
Levantó su pequeña barbilla para mirarlo a los ojos.
- Si el te lo regalo, debes aceptarlo Hoseok... - le sonrió mientras acariciaba su cabello - Es de mala educación rechazar los regalos que alguien te da.
Hoseok miró el juguete en su mano.
- Es la primera vez que me regalan algo Mildred... - su vocesita se rompía.
Ella le sonrió con tristeza.
- Pues míralo como un tesoro... - susurró con voz dulce - Anda cariño, ponte los zapatos y limpiate un poco, es hora de volver.
Hoseok sonrió y asintió.
Hyungwon le había hablado y le regaló un auto de los suyos, un tesoro.
A
hora serían amigos ¿no?
...
Cuando llegaron al orfanato Hoseok seguía sonriendo y viendo su nuevo juguete.
- ¿Mildred? - llegó tímidamente hacia donde la mujer.
Ella dejó los papeles que tenía en la mano para prestar atención al pequeño.
- Dime... - se quedó extrañada ante el comportamiento del niño.
Hoseok tardó un poco en poder formular su pregunta pero finalmente lo hizo.
- ¿Qué significa "Wonho"? - la miró con curiosidad.
- Significa "Protector" ¿Por qué? - arqueó una ceja esperando una explicación.
《Protector》 lo había salvado, lo protegió, era su protector y se sentía feliz por ello. Agradecía que Mildred tuviera conocimiento en ese tipo de cosas.
- Por nada... - se dio la vuelta con una enorme sonrisa en los labios que desconcertó a la mujer - Pero llamame así de ahora en adelante, me gusta mucho ese nombre.
Sonrió una vez más y fue a quitarse la suciedad a su habitación ante la confusa mirada de Mildred quien no dejaba de pensar en que ese niño solo hacia preguntas muy raras, pero ella respondería a todas ellas.
...
Una semana había pasado desde el dia de la excursión y Wonho no había vuelto a ver a Hyungwon.
Así que ese día al venir de la escuela decidió pasar más de cerca por la casa de Hyungwon, quizá pudiera verlo.
Cuando llegó al lugar, se acercó a la cerca de concreto y metal con diseños hermosos y busco alguna pequeña abertura para espiar un poco el enorme jardín que había adentro.
Y ahí estaba él, jugando pacíficamente.
Wonho sonrió al verlo tan feliz sonriendo, corriendo con sus manos extendidas y sus ojos cerrados como si pudiera volar.
- ¡Eh, crió! ¿Qué miras? - volteó asustado al escuchar la voz del guardia de seguridad - ¡Ve a robar a otra parte!
Sintió como como lo tomaban de la mochila y lo levantaban del suelo.
- ¡Yo no soy ladrón! - forjeceó con él pero era inútil.
- Pues aquí tampoco es la dulcería, ve a velar a otra parte - lo puso en el suelo nuevamente y lo empujó para que caminara - no tienes nada que estar viendo aquí.
Él empezó a caminar lentamente, mientras escuchaba al hombre, pero algo más llamó su atención.
- ¡Hyungwon! ¿Qué haces allí afuera? Tienes órdenes de no salir de la casa - frunció el ceño y se detuvo - + ¿Acaso quieres que llame a tus padres?
Wonho se enfureció. ¿Cómo se atrevía a hablarle así a Hyungwon? ¡Él no estaba haciendo nada malo!
Se giró para mirar al hombre quien estaba a unos 5 metros de distancia, preparó su garganta y le gritó
- ¡Hey, tu! - el hombre lo miró con confusión - ¡Si, tu! ¡Eres un tremendo idiota!
Y le mostró el dedo medio. Pero tan pronto como lo hizo comenzó a correr, mientras el guardia le seguía.
Fue un duro trayecto, corrió como por diez minutos sin parar, hasta que el hombre de seguridad se cansó y se regresó.
Estaba muy cansado y ni siquiera sabía dónde estaba, aún debía llegar a casa y estaba casi sin fuerzas.
Pero sonrió, había salvado a Hyungwon una vez más, o al menos eso esperaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top