25

La habitación estaba bañada por la suave luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas. Jimin y Yoongi estaban en la cama, el ambiente lleno de una mezcla de anticipación y ternura. Después de la conversación que habían tenido en el salón, Jimin sabía que esta sería su primera vez, y no podía haber imaginado a nadie más que Yoongi para compartir ese momento.

Yoongi, siempre cuidadoso, lo miraba con atención, asegurándose de que Jimin estuviera cómodo y listo para continuar. Sus ojos reflejaban paciencia y cariño, y Jimin sentía que estaba en manos seguras. Ya no había espacio para el nerviosismo; solo una suave expectativa.

—¿Estás bien? —preguntó Yoongi en voz baja, sus dedos rozando el rostro de Jimin en una caricia ligera.

—Sí, Yoongi. —Jimin asintió, su corazón latiendo rápido pero no por miedo, sino por la emoción de lo que estaba por venir. —Estoy listo.

Yoongi sonrió y se inclinó para darle un beso lento y profundo, un beso que hablaba de amor, de cuidado y de promesas. Sus labios se movían con una suavidad que hizo que Jimin se relajara por completo, entregándose a las sensaciones que recorrían su cuerpo.

Poco a poco, Yoongi comenzó a recorrer el cuerpo de Jimin con sus manos, deslizándolas por su piel con una delicadeza que hacía que cada toque se sintiera como un susurro. El calor de sus manos dejaba un rastro de calma y deseo por donde pasaba, y Jimin cerró los ojos, dejando que la experiencia lo envolviera.

Yoongi tomó su tiempo, explorando cada parte de Jimin con dedicación, asegurándose de que cada momento fuera especial. No había prisa, cada movimiento era un reflejo del respeto que sentía por él. Jimin, por su parte, correspondía con caricias tímidas, pero cada vez más seguras, dejando que sus instintos lo guiaran.

Cuando llegó el momento, Yoongi se detuvo, mirando a Jimin una vez más, buscando cualquier señal de duda.

—Si en algún momento quieres detenerte, me lo dices. —susurró.

—Confío en ti, Yoongi. —Jimin asintió nuevamente, con una mezcla de confianza y vulnerabilidad en su mirada.

Con ese consentimiento, Yoongi continuó, siendo extremadamente cuidadoso. Los movimientos eran lentos, medidos, y Yoongi no dejaba de observar a Jimin, leyendo cada reacción, asegurándose de que todo lo que hacía era bien recibido. Jimin sintió una mezcla de placer y asombro, su cuerpo respondiendo a las atenciones de Yoongi de una manera que nunca había experimentado antes.

El placer fue creciendo lentamente, como una marea que subía con calma pero con firmeza. No hubo ningún momento de prisa o incomodidad; todo fue suave, considerado, y profundamente íntimo. Jimin se aferró a Yoongi, sus manos buscando su piel, sintiendo la conexión entre ellos volverse cada vez más fuerte.

Cuando finalmente alcanzaron el clímax, fue como si el mundo se desvaneciera a su alrededor, dejando solo el calor y la seguridad del otro. Jimin sintió una oleada de emociones que lo abrumó, desde la satisfacción hasta el amor, y no pudo evitar que unas pocas lágrimas de alivio y felicidad escaparan de sus ojos.

—Lo hiciste increíble, Jimin, estoy muy orgulloso de ti. —Yoongi lo abrazó con fuerza, sus labios rozando los de Jimin.

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