21
Al día siguiente los gemelos esperaban a que Jimin saliera para acompañarlo al colegio, al verlo Agust noto el caminar de Jimin por lo cual tragó saliva. Jimin les dio una sonrisa tímida y se acercó despacio a estos.
—¿Estás bien? —preguntó Yoongi.
—No es nada. —negó. —Solo me duele un poco el cuerpo, pero estoy bien.
—Yoongi tiene pastillas para el dolor. —mencionó Agust. —ya que como juega basquetbol, debe de tener para el dolor.
—¿Quieres una? —preguntó Yoongi.
—Claro. —asintió.
Yoongi abrió su mochila y sacó las pastillas, Jimin la tomó y miró con una leve sonrisa a Agust para tomársela. En el camino al colegio hablaban despacio de algunas cosas.
—Jimin. —le dijo Yoongi.
—Sí. —lo vio.
—Este fin de semana queríamos saber si quieres estar con nosotros en una pijamada. —mencionó Yoongi.
—Este fin de semana tengo que salir fuera de la ciudad por una emergencia. —los vio. —pero puede ser el otro.
Los chicos asintieron, las clases fueron con normalidad y esta vez Jimin le tocó irse solo a su casa. Al llegar a esta vio que su puerta estaba abierta, él entró despacio y cerró camino hacia su habitación y vio todo en el suelo, se giró al escuchar un ruido y vio a un chico el cual tenía su álbum abierto con las fotografías.
—Este eres tú. —le dijo.
—¿Cómo entraste? —pregunto. —y eso no es mío.
—Deja de mentir. —le dijo.
—No tienes prueba alguna que sea de mi pertenencia. —retrocedió despacio.
—Eres un maldito mitómano. —lo encaro. —de seguro a todos les has dicho lo mismo.
—Kai no sé dé que hablas. —lo vio.
—A mi hermana y a mí dijiste que era la primera vez que veías mellizos. —le dijo. —Y aquí hay una foto nuestra que subiste supuestamente a un blog.
—Yo nunca dije eso. —Negó.
—Lo dijiste y aquí hay muchos mellizos y gemelos. —lo vio.
Jimin tomó un bate que tenía y le dejó ir un fuerte golpe al chico, el cual cayó al suelo por el golpe. Jimin se rio al verlo en el suelo lleno de sangre por los repetidos golpes que le había dado.
—No debiste venir. —le dijo mientras lo tomaba del cabello. —Debiste quedarte en tu ciudad natal y no seguirme.
—No voy a permitir que ellos tengan el mismo destino. —se quejó.
—Ellos ya firmaron su condena al darme mi primer beso. —hablo con burla. —Tal vez llore por sus muertes.
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