━twenty nine: about change the world

══❅•°•CAPÍTULO XXIX•°•❅══
SOBRE CAMBIAR EL MUNDO.

❝Dibujaste estrellas sobre mis cicatrices❞

Una pequeña Idunn de diez años caminaba de la mano de su padre, del otro lado el mayor sujetaba a Alistair, mientras que Brann los seguía y desviaba a los dos dragones bebés que jugaban entre ellos con choques y burlas dejando ver lo caóticos que resultaron ser. Brann odiaba que lo dejaran de niñero pero todos sabían lo sobreprotector que era con aquellas criaturas, dragones y humanos por igual.

Subieron la colina y algunos vigias los saludaron mientras ascendían, Idunn se fijó entonces en su padre, en el porte que cargaba. Morag aquel día se había puesto una capa roja con detalles que simulaban las escamas de un dragón, ondeaba con delicadeza gracias al viento, su rostro estaba ligeramente escondido tras las pieles castañas que poseía la capa para proteger al dueño del frío y el broche tenía el emblema de la isla y del Clan Kerr. El dragón trípode. Recordaba sus palabras cuando el mayor la pilló probandose a escondidas. Algún día iba a ser suyo y la felicidad no la abandonó por el resto del día.

Lástima que nunca tuvo el coraje suficiente para ponérselo cuando llegó el momento.

Se detuvieron al llegar al borde de la isla, el mar chocaba contra las rocas y el viento enredaba su rojo cabello. Morag cerró los ojos para recibir aquella frescura y que su olfato se inundara con el olor salado del océano, golpeando el acantilado con fuerza. Las piedras negras siempre recibían toda la ira de Rán, mientras que más allá Ægir y Njörðr mantenían la calma y el equilibrio, era un contraste hermoso que los dioses ofrecían.

Alistair lo imitó tratando de no distraerse con los sonidos de los dragones detrás de él. Idunn, en cambio, volteó la cabeza y se fijó en las enormes estatuas de los dragones legendarios que daban la entrada a la isla, si se movía un poco más podría ser capaz de tocarlos. Se trataban de dos gigantes Monstruos Alados, parados uno frente al otro al borde del acantilado, con las alas plegadas y los hocicos abiertos, perfectamente conservados tras casi diez generaciones.

Eran los protectores de la isla, quienes resguardaban el lugar de quienes cruzaban el Río Losgadh hasta el puerto y la ciudad. Sus antepasados lo habían hecho. Los mismos dragones de donde se partían las tres cabezas del blasón.

— Recuerdan la historia de esos dragones, ¿no? —preguntó Morag luego de notar su mirada, se fijó en ambos quienes asintieron aunque estaban emocionados de que les volviera a contar la misma historia. El Jefe sonrió al ver sus ojos desesperados, sin esperar más continuó—. Los Monstruos Alados son dragones sagrados, legendarios, nadie ha visto uno y se cree que son solo cuentos. ¿Alguien sabe por qué es nuestro emblema?

— ¡Yo! —exclamó Alistair rápidamente dejando a su hermana con la boca abierta, pues Idunn quería responder a eso—. Se dice que es porque los hermanos que fundaron Fair los tenían, que los montaron y por eso fueron los primeros en llegar al archipiélago. Por eso el dragón de tres cabezas, los representa a ellos.

— Muy bien, Al —sonrió orgulloso, observó a la mayor de los gemelos entonces—. ¿Sabes por qué solo hay dos estatuas en vez de tres? —asintió rápidamente y se apresuró en responder.

— Porque el tercer dragón es el Dovahkiin, la sangre de dragón que vive en nosotros.

— Así es, nosotros somos el tercer dragón, bendecidos por el hermano que se sacrificó por todo el legado Kerr y que vive en ustedes, los últimos dragones —los gemelos tragaron saliva, todo el legado de la Dinastía caía sobre sus hombros, Morag suspiró viendo el paisaje que la naturaleza le regalaba, viendo a una dirección exacta como todas las veces que iba ahí. Se fijaba como si estuviera viendo más allá del océano y las nubes, Idunn se preguntaba lo que habría más alla—. A veces es difícil creer todo eso, lo sé, pero solo miren detrás y fíjense en sus dragones. Tal vez los Monstruos Alados estén extintos, pero sus dragones —bajó la mirada hasta ellos surcando sus labios en una pequeña sonrisa—. Ellos siempre estarán con ustedes.

— ¿De verdad crees que los Monstruos Alados estén extintos? —preguntó la pelirroja, Morag se limitó a sonreír de lado y volver a fijarse en la misma dirección, al Mar del Norte.

— Eso deberás averiguarlo tú misma, Dovahkiin.

• • •

El vuelo comenzaba a tornarse tedioso, era diferente volar con rumbo y un objetivo claro, esto era diferente. Hipo había tomado un camino sin explorar, a unos miles de kilómetros de Fair y Kain —eran las islas cercanas a su actual vuelo— pero básicamente estaban a mitad de la nada, sin embargo, el castaño se veía con ganas de seguir, no como los demás. Claro, el joven Jefe amaba explorar, volar y nunca se cansaba de aquello, era normal que tuviera una pequeña sonrisa mientras iba en la punta de la bandada de dragones, guiando el camino a su nueva casa.

Idunn había estado cerca de él, recostada sobre el lomo de Trueno con la mirada entre las nubes mientras trataba de distraerse con la conversación del equipo, aunque no lo estaba logrando. Le dolía la herida, no podía desviar el dolor, no podía simplemente ignorarlo como lo hizo con otras heridas, le dolía el golpe, le dolía que el viento fuera muy agresivo con su comisura rota, el suave toque del fuego seguía en su memoria, del ácido que esta vez marcó su rostro.

Y estaba totalmente segura de que tenía un moretón por el golpe de la madera astillada, lo presentía, porque conocía el dolor de la quemadura y podía separar las etapas de dolor. Bufó irónica al pensar en ello.

— ¿Estás bien? —preguntó Alistair acercándose junto a Arwen, quedando un poco encima de ella pues con Trueno era imposible hablar lado a lado. Idunn lo miró, se veía preocupado, puso una mueca de la cual se arrepintió por el dolor. Ella debería estar preocupada por él, aunque lo entendía, ambos estaban asustados más no lo admitirían—. ¿Volviste a ponerte la pomada?

Tragó saliva fijándose en la cresta del híbrido, lo había hecho, pero no creía que sirviera mucho. En cambio a todo lo que su hermano esperaba, comenzó a jugar con su mano marcada. No se había puesto los guantes luego de quitarse el uniforme, Alistair no lo sabía y no debería de saber que su brazo ardía desde que las Garras Mortales aparecieron de vuelta. La piel recordaba el fuego que las marcó.

— ¿Cómo está nuestro primo? —preguntó, era la primera vez que empezaba la conversación de ese tema, aún le parecía extraño tener a alguien más que compartiera su sangre. Alistair le había comentado con lujo de detalles su visita al reino de Kain y todos los misterios que al parecer residían en aquella isla, comenzando con Kristoff Haraldsen.

El pelirrojo la observó por unos segundos con una mirada indescifrable antes de suspirar y girar para recostarse en su montura, sintió a Arwen ronronear. Masajeó su sien antes de pasar su mano por su cabello enrulado despeinandose en el proceso, no sabía como se sentía, eran muchas emociones y trataba de distraerse con algo o iría en búsqueda de Grimmel él solo. Cuando vio la jeringa en el bosque el día anterior se le revolvió el estómago y se había aguantado las ganas de no soltar su desayuno, hubiera reconocido esa cosa infernal no importa cuantos años pasara. Estaba en sus pesadillas todas las noches al igual que el cadaver de su padre diciendo que había fallado. Agradecía a Hipo que no se lo hubiera contado a Idunn.

Los hermanos confiaban plenamente el uno en el otro, solían contarse todo, a excepción de las cosas que los atormentaban. Sus demonios seguían ahí aunque pensaran que ya se habían ido, habían estado equivocados.

— Está bien, supongo —contestó luego de algunos minutos—. Deberías mandarle una carta, sé que estará feliz de leerte, de sentirse aceptado por ti.

— No sabría por donde comenzar —negó—. Prefiero ir a verlo, hablar, decirle todo lo que quiero. Que vea el desastre que es su prima —sonrió ligeramente por esto último, prima, repitió su subconsciente, jamás creyó decir algo así.

— Ya le advertí sobre eso, descuida, está preparado —murmuró con su humor regresando más leve. Ninguno de los dos tenía ánimos pero ahí estaban, tratando de distraerse de los fantasmas del pasado.

No hablaron más del tema luego de aquello, Idunn preferiría no hablar para no mover los músculos de su mandíbula y Alistair porque tenía demasiado en mente. El silencio de parte de ambos había llamado la atención de los demás, Hipo los veía preocupado a los dos. No quería volver a ver a Idunn de aquella manera, con ese terror en sus ojos y el cuerpo temblando por la simple mención de aquel cazador. Grimmel le había hecho demasiado daño, a ella, a ambos, apreciaba a Alistair, no por ser hermano de su novia, era su amigo también.

Bajó el catalejo para girar hasta Astrid, la pilló mirando a Alistair con el ceño fruncido. Tal vez no era el único que se preocupaba por ellos. Se aclaró la garganta para llamar la atención de la rubia, quien al fijarse en su pequeña sonrisa rodó los ojos y volvió a ignorarlo. El castaño no pudo evitar soltar una pequeña risa.

El vuelo continuó hasta que el sol del mediodía llegó a su punto máximo, aunque era opacado ligeramente por las grandes nubes que traspasaban mientras volaban. Algunos jinetes se encontraban dormidos sobre sus dragones, la noche estuvo demasiado agitada como para pegar un ojo. Cuando Idunn comenzó a cerrar los ojos para seguir el ejemplo del resto el chillido de Patapez la sobresaltó, el vikingo rubio venía desde lo más profundo de la bandada desviando todo dragón, barco y objetos que pudo torpemente sobre Albóndiga. La pelirroja se incorporó de inmediato al pensar en lo peor, los habían descubierto, pensó.

— ¿Qué sucede, Patapez? —preguntó Hipo al observar el rostro de su amigo, Ingerman abrió la boca sin saber por donde comenzar.

— Ugh, para hoy, no tengo todo el día —bufó Patán desde atrás con los brazos sobre la manija de su montura, tenía una expresión aburrida y claramente hastiada por estar horas sentado. Patapez lo ignoró pues lo que había visto era de más importancia que darle atención al pelinegro.

— Estaba haciendo inventario de todos los dragones por si alguno se perdía, especialmente con los bebés y no podrán creer lo que encontré —relató con los ojos bien abiertos, la pelirroja no hizo otra cosa que respirar, no era lo que había pensado.

— ¡Fue culpa de Brutilda! ¡Ella me obligó! —exclamó Brutacio señalando a su hermana quien lo miró indignada, los demás se limitaron a observarlos en silencio y solo Hipo suspiró—. Oh, no es nada de eso, olvidenlo.

Patapez pidió que lo siguieran luego de aquello y fue lo que hicieron, curiosos y preocupados de lo que habría encontrado. Idunn cruzó miradas con su hermano y con el berkiano antes de llegar a uno de los drakkar colgantes sujetados por Nadders. Era el drakkar pintado de verde donde habían puesto a todos los dragones bebés que aún no sabían volar tan bien, frunció el ceño sin entender que podría haber hallado en aquel bote lleno de crías de dragón. Sobrevoló al no tener espacio suficiente para que Trueno se pusiera a lado de los demás y se fijó en donde Patapez señaló. Se trataba de un bebé dragón negro con el cuello largo y pequeños cuernos grises, la luz del sol mostraba que sus alas tenían un color escarlata claro mientras se sujetaba por sus dos patas traseras y los espolones de sus alas.

— Pobre criatura fea, ¿qué clase de dragón es ese? —preguntó Brutilda con un mohín.

— No estoy seguro, es decir, si lo estoy, pero no puede ser posible...

— ¿Tú no estás seguro sobre la clase de los dragones? Alguien anote esto, es algo que no puedo olvidar.

— Cállate, Patán.

Mientras el equipo seguía hablando, Idunn y Alistair se fijaron en el pequeño que parecía lo bastante interesado por todos aquellos humanos que hablaban de él. La mayor de los Kerr ladeó la cabeza antes de fijarse en el bordado en la manga de su ropa, el dragón trípode. Soltó una larga respiración y sin esperar un segundo, bajó a Trueno a una altura pequeña contra el drakkar y usó su ala para aterrizar sobre cubierta.

No escuchó si alguno de ellos volvió a hablar o dirigirse a ella, caminó directamente ante aquella criatura desviando a todos los bebés que pudo. El dragón no se movió ni tampoco rompió miradas con ella cuando se puso de cuclillas frente a él. Idunn le extendió una mano esperando paciente hasta que confíe en ella, el pequeño dragón olfateó su mano y estornudó sacando un hilo de humo, pues su olor lo confundía. Sonrió de lado retirando su mano izquierda para alargar la derecha, la quemada, y se sorprendió cuando comenzó a lamer sus dedos.

Todos se habían quedado en silencio viendo lo que estaba haciendo, Hipo la miraba fascinado. La pelirroja no pudo evitar mover sus labios a una sonrisa por el suave tacto de su lengua contra su piel sensible, sus ojos naranjas la miraron como si ya la conociera toda una vida y alzó la cabeza para fijarse en el equipo, aunque realmente miró directamente a Alistair.

— Es un Monstruo Alado.

Alistair, quien también estaba teniendo sus sospechas, abrió los ojos antes de sonreír. El dragón legendario entonces comenzó a trepar su brazo hasta sentarse en su hombro con la cabeza en alto y pasar su cola alrededor de su cuello, dejando que sus alas cuelguen en donde tenía el bordado.

La sorpresa y conmoción no dejaban su cuerpo, tenía al dragón ancestral de su Clan y de su isla colgando de su hombro. Un regalo de los dioses y sus antepasados que la hacían recordar que no estaban solos en su lucha.

• • •

Siguieron volando luego de aquella pequeña sorpresa, aunque al principio Trueno no quiso alzarla por tener aquél dragón por ella, tuvo que ceder al final. Un poco más animada al distraerse con su nuevo amigo continuaron su camino con interrupciones varias por parte de la Furia Luminosa que echó por lo aires a Hipo antes de volver a desaparecer. Finalmente pasado el mediodía encontraron una isla para pasar la noche y descansar, todos estuvieron de acuerdo ni bien las palabras abandonaron la boca del Jefe.

Era un lugar agradable, lleno de vegetación y lagos, era más grande que Berk, a su vez los grandes árboles y altas colinas le daban seguridad. Aunque la isla era hermosa, el plan era hallar el Mundo Oculto, un lugar que nadie sabía si existía de verdad. Bajó sus cargas del híbrido en donde el pequeño dragón estuvo feliz de saltar y recorrer sus objetos. Idunn lo miró curiosa, se preguntaba como había aparecido de repente, ¿había estado en Berk desde el Snoggletog? Si era así, ¿cómo no lo había visto?

Escuchó a Trueno bufar antes de acostarse sobre la hierba frente a ella quien lo imitó al sentarse, Brann se acercó curioso hasta el nuevo miembro de la familia y lo miró con curiosidad. Idunn sonrió al verse rodeada de aquellos tres dragones, pronto se les unió Chimuelo.

— Todos quieren su atención y me dejan solo —escuchó la voz de Hipo por lo que volteó para mirarlo, puso una pequeña sonrisa de lado cuando se sentó a su lado.

— Tienes mi atención ahora, amor —murmuró causando que el castaño volteara a verla.

Observó su rostro por unos segundos antes de alzar una de sus manos, dudó al principio pero pasó los dedos por su nueva cicatriz con suavidad y delicadeza para no dañarla, dibujando sobre ella un mar de estrellas, la pelirroja cerró sus ojos por el tacto asustando a Hipo quien retiró su mano pensando que le había dolido. Sin embargo, ella volvió a acercarlo dejándole de paso un beso en su palma. El berkiano sintió su corazón derretirse. No fue sino cuando volvió a abrir sus azules ojos que se atrevió a hablar.

— Eres hermosa —soltó con la más pura sinceridad, sonrió al verla por primera vez sonrojada—. Aún más hermosa.

Idunn gruñó ocultandose en su cuello oyendo la suave risa que emanó de su garganta al abrazarla, se mantuvieron así un buen rato, en un silencio cómodo donde solo estaba ellos dos rodeados de cuatro dragones, como escudos que los protegían de la realidad de su situación. La fairiana se movió para mirarlo, el Jefe conectó miradas y ella no dudó en acortar distancia para besarlo. Un beso lento que expresaba todo los miedos de perder al otro, los miedos que se expusieron la noche anterior, los miedos que seguían al tener al enemigo pegado a sus talones.

Escucharon un gruñido agudo y se separaron solo para notar como el pequeño Monstruo Alado, aún sin nombre, había sido el causante del sonido. Los miraba, especialmente a Hipo, con una seriedad no propia de una cría, parecia juzgarlo por besarla. Idunn rió ligeramente mientras el castaño lo miraba incrédulo, Brann se acercó lentamente para agarrarlo de la cola y arrastrarlo lejos de ellos, el pequeño se aferró a la tierra dejando el rastro de sus garras por esta y sus quejidos fueron escuchados. Seguramente diciéndole a la pobre Pesadilla que lo soltase, necesitaba seguir analizando y juzgando al berkiano.

Esta vez Hipo se sumó a las risas de ella, la observó reír y se alegró que por un momento se esté olvidando de todo. Bajó su mano hasta la suya para entrelazar sus dedos llamando su atención, esta alzó su mano libre para acariciar su mejilla pecosa, cerró sus ojos un momento al sentir la piel callosa de la mano derecha. Abrió los ojos para notar que lo observaba, no pudo descifrar su mirada.

— ¿Sucede algo? ¿Estás bien? —preguntó tal vez un poco preocupado, ella asintió sin darle mucha importancia a su estado.

— Tú y yo vamos a cambiar el mundo.

Vio sus ojos brillar al finalizar la oración y se contagió de aquel optimismo apretando su mano, ambos sonrieron antes de que ella lo vuelva a abrazar. Y así quedaron viendo como el atardecer caía lentamente, queriendo olvidar sus responsabilidades por unos momentos y sus deseos de ser una pareja corriente que podía pasar más tiempo juntos. Olvidar al asesino que los cazaba y las consecuencias que los deparaban.

YOU AND I GOING TO CHANGE THE WORLD!!

¡Hola, hola! Al fin aparezco, lo siento muchísimo por la tardanza pero tengo una buena excusa, comencé un trabajo y apenas tengo tiempo para respirar. Lo odio btw, pero la plata la plata mueve al mundo ah. A los de 18 para abajo, un tip: no crezcan, es todo una farsa *inserte gatito llorando*

Trataré de buscar estos pequeños momentos que tengo para adelantar todo, pues a wttf le falta muy poco para terminar y quisiera hacerlo ya este año *sobs*.

En fin, espero les haya gustado el capítulo (si es así voten pls), díganme que tal xfa, es necesario ):

Sin más, les dejo esto por aquí y me voy, ¡nos leemos!

Por MarieWeasley

Mag.

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