━twenty four: walking through the fire

══❅•°•CAPÍTULO XXIV•°•❅══
CAMINANDO A TRAVÉS DEL FUEGO.

❝Aquí ella está en el fuego que la lleva alto, enciendelos a todos sin miedo, sé un dragón❞

Era media noche de aquel frío veinte de diciembre cuando la gran embarcación cruzaba el estrecho de las Puertas del Infierno, cerca del Océano Ártico, en un silencio sepulcral. Lo único en escucharse eran las cadenas a los costados y el metal de la proa romper las olas, a veces algún que otro dragón quejándose entre las jaulas que se encontraban en la popa seguido de un atrapador haciéndolo callar con algún golpe de su espada contra las rejas que apresaban al animal.

Hacia mucho frío, era invierno en pleno Ártico y el clima empeoró cuando comenzó a nevar levemente. Algunos de los dragones no estaban preparados para estas bajas temperaturas pero poco o nada les preocupaba a los hombres a bordo, eran cazadores de todos modos. La neblina cubrió la cubierta principal mientras dos hombres hacían guardia esa noche helada, burlándose de los dragones asustados mientras uno de ellos llevaba una lámpara en manos para iluminar su camino.

Un sonido hueco se escuchó a unos metros tras ellos haciéndolos frenar antes de darse la vuelta, el más alto quien tenía la lámpara quiso iluminar el pasillo más la negrura y la niebla imposibilitaba ver más allá de donde estaban. Pensando que nada más había sido uno de los dragones, ya que era normal que se golpearan contra las rejas, siguieron su camino sin notar a la figura oscura que se acercaba a ellos. El que tenía la espada se adelantó hasta donde estaba un Nadder que comenzó a graznar para callarlo mientras que el sostenía la lámpara siguió caminando en el mismo ritmo anterior, casi aburrido.

— Ya cállalo —bufó—. Estas bestias me tienen harto, solo quisiera llegar a tierra con personas que no sean ustedes, ir a gastar mi paga en alcohol y en un buen burdel, tal vez pida dos mujeres ya sabes, para más emoción.

El otro hombre se limitó a rodar los ojos mientras golpeaba la hoja de la espada por las rejas para silenciar al dragón de color celeste, este asustado bajó la cabeza mientras sus sonidos eran tapados por el bozal que llevaba hasta callarse. El que habló momentos antes abrió la boca para continuar con su parloteo cuando sintió que algo se enredaba en su tobillo, bajó la mirada y no pudo hacer nada al ver lo que parecía ser una garra ya que lo había tirado para atrás y arrastrado hasta la neblina. La lámpara al caer hizo un sonido contra la madera de la cubierta llamando la atención del otro.

— ¿Horik? —preguntó al notar la ausencia de su compañero bocazas, se acercó lentamente hasta el candil para alzarlo entre sus manos y alumbrar el lugar—. Si es uno de tus chistes no es divertido, nunca lo son de hecho —suspiró dándose la vuelta siguiendo buscando esperando que el hombre aparezca de un lado para asustarlo y fue cuando escuchó pisadas a unos metros detrás, volteó de vuelta pensando que era Horik más lo que le recibió fue una figura oscura parada en medio del pasillo, abrió los ojos y retrocedió un paso—. ¿Ho-Horik?

La chica pelirroja tras el casco sonrió burlona, el plan era tener una buena entrada pero vio el aspecto del lugar y no pudo evitar darle un tinte más sombrío del que por sí ya tenía. Sacó lo que parecía un tubo, como el mango de una espada pero con dos lados, antes de apretar el botón encendedor y sacar la hoja doble que se envolvió en llamas. Hipo no se lo había dicho sabiendo que se iba a negar, pero su regalo de cumpleaños además del traje era una espada doble parecido a Inferno que se lo había dado antes de partir hasta aquí.

El hombre abrió la boca viéndola con asombro, Idunn entonces llevó su dedo índice hasta sus labios para sisear pidiendo silencio. El plan era no alertar a todos los cazadores del barco y solo encargarse de los guardias que estén en la popa, la parte de la prisión de dragones. Un gruñido se escuchó tras ella antes de que un par de alas grandes se alzaran junto a pequeños rayos chocando entre si antes de impactarlos contra el suelo haciendo correr la electricidad por las jaulas y el metal del traje de su dueña. La pelirroja con armadura púrpura se acercó entonces y el hombre reaccionó alzando su espada para que la hoja en llamas no le llegara a cualquier parte de su cuerpo.

El metal chocó de vuelta y desarmarlo fue fácil con su nueva arma, utilizó la empuñadura larga para dar la vuelta y tirar la espada lejos de él. Lo empujó haciéndolo soltar la lámpara, desvió un par de puñetazos hasta que pudo golpear su cabeza contra la reja hasta dejarlo inconsciente. Atajó su cabeza y hombro soltandolo con delicadeza en el suelo para que no haga un ruido fuerte. Alzó la mirada hasta la vela, donde el equipo debía estar —ya que de la neblina y la nevada no se notaba nada— para luego girarse hasta Trueno y hacer un movimiento con la cabeza para avanzar.

Se puso de pie guardando la hoja en llamas para abrir las jaulas y mostrarle a los dragones que no iba a hacerles daño, si estaba yendo todo bien como suponía el equipo ya estaría preparándose para bajar y ayudarla con la liberación. Alzó su casco para no producir miedo a los dragones por su casco, ya de todos modos estabas asustados para empeorar su situación.

— Alejate de la jaula, sea lo que seas, con lentitud y alza las manos —avisó una voz tras ella, escuchó como extraía una espada de su vaina por el sonido familiar del filo escapandose del cuero—. Hazlo ya, te superamos en número.

Tragó saliva mirando de reojo para calcular cuantos eran, el dragón frente a ella que resultó ser un Gruñón Tambaleante se alejó de la salida al notarlos tras ella. La habilidad de este es cambiar de color dependiendo su estado de ánimo, así que pasó de amarillo a rojo indicando que estaba entre enojado y asustado. Idunn lo miró antes de bajar su casco y cambiar la capsula del gel de Pesadilla Monstruosa con movimientos lentos. Trueno entonces apareció chocando contra dos de los cuatro hombres dándole tiempo a Idunn de darse la vuelta y encender su espada, aprovechando la distracción de los que quedaron de pie.

Las espadas chocaron y utilizó al hombre para atajarse y darle una patada al que estaba detrás, volvió a la pelea dándole crédito ya que este sí era un buen espadachin. El segundo se paró y maldijo a Hipo ya que le había obligado a prometerle que no mataría a nadie, bufó, aunque si podía herir, ¿verdad? Utilizó una de las hojas para golpear las piernas y echarlo, quemando parte de la ropa del cazador que se desesperó claro esta. Este llevaba una lampara que cayó rompiéndose dejando que el aceite de deslizara por el suelo mientras él intentaba extinguir el fuego de su pantalón.

El hombre con el que seguía peleando le propinó un golpe en la cabeza con la suya que la desorientó unos momentos que él aprovechó para echarla al suelo. Rodó a propósito para alejarse, pasando bajo el aceite que hizo contacto con el fuego creando grandes llamaradas hasta que paró poniéndose de pie. Los hombres se alejaron al ver parte del pasillo en llamas altas y grandes, Idunn suspiró viendo el fuego de dragón extenderse sintiendo el ardor familiar en su brazo derecho.

Suspiró antes de dar el primer paso entre las llamas para caminar a través del fuego.

Los hombres retrocedieron más al ver lo que estaba haciendo, con un traje extraño, no se veía su rostro, con una espada doble en llamas, un dragón y ahora caminaba sobre fuego. Nunca en tantos años de servicio habían visto algo así e Idunn sonrió de lado al ver sus expresiones de sorpresa y terror mientras salía de la pared de fuego sin un solo cambio.

— Que Hel me lleve, ¿qué eres? —preguntó el hombre que la había golpeado en primer lugar. Ella se encogió de hombros al mismo tiempo que se le venía una idea.

— Vengo de Muspelheim* —contestó con la voz distorsionada por el casco y eso le dio un toque más de terror a todo su teatro, sonrió más esta vez tratando de no reír al ver como abrían los ojos pues si eran vikingos debían saber lo que ese lugar significaba, miró detrás de ellos como una mancha oscura conocida se acercaba—. ¿Les digo algo? Los demonios no atacan solos.

En eso se escuchó una chispa y voltearon para ver como otra figura, esta vez negra, encendía otra espada de un filo rodeandolo de fuego. Idunn aprovechó la distracción proporcionada y se acercó con rapidez deslizándose por el suelo hasta golpear el tobillo de uno de ellos echándolo de espalda dejando que Hipo se encargara del otro. El hombre se quejó pero rápidamente se paró, dio vuelta su arma para que quede frente a ella y se puso espalda contra espalda con el castaño.

El éxtasis y la adrenalina que sentía eran muy altos, no había desesperación como todas las veces pasadas en las que peleaba en Fair o enojo esa vez en Vrede, no había miedo o ira, en cambio lo estaba disfrutando. Y en eso hay que añadirle también que era su primera pelea mano a mano junto a Hipo, creía que eso lo volvía más emocionante. Pelear en conjunto y protegerse mutuamente.

Atacaron a ambos, metiéndose en la pelea del otro cuando parecían estar en aprietos. Hipo terminó primero y volteó para ayudarla en el momento en que la pelirroja golpeaba al hombre contra la reja de una jaula con fuerza dejándolo inconsciente. La fairiana respiró agitadamente alzando su casco y guardando la hoja de la espada a la que debía darle nombre, por cierto. Hipo se quedó mirándola moviendo sus labios en un "wow" hasta que lo miró.

— De tenerle miedo al fuego a caminar a través de él, esa es mi chica —soltó sin pensar y agradecía que su casco seguía puesto ya que se había sonrojado al darse cuenta de sus palabras y mucho más cuando Idunn le sonrió.

— Llegas tarde, pecas —se limitó a decir conservando su sonrisa, pasó a su lado palmeando su hombro para así encaminarse hasta el equipo que tocaba cubierta uno a uno.

Hipo la miró en todo el recorrido, aún no entendía por qué comenzó a llamarlo así sabiendo que, aunque sí tenía pecas, ella también y mucho más incluso. El apodo comenzó hace una semana atrás cuando iniciaron a trabajar en los trajes, un día había llegado con mucho ánimo y como las primeras veces cuando recién se estaban conociendo, se quedó mirándolo y soltó un "siempre me parecieron lindas tus pecas, te llamaré así desde ahora". Pero claro que se sonrojó y se puso nervioso, no se lo esperaba ya que hacía tiempo no soltaba esa lengua tan sincera que tenía, aunque no le disgustaba para nada.

— ¿Demonios? ¿No se te pudo ocurrir otra cosa? —preguntó un divertido Alistair bajando de Arwen, su informe era marrón claro, oscuro y un poco de blanco con cuello de pieles del mismo color que solo se trataban de las escamas de su dragona, en sus brazos salían esquirlas de hielo que Arwen le había hecho y en su pecho tenía dibujos de copos de nieve. Era el perfecto contraste a lado de su hermana.

— Dioses, ¿nos viste sus caras? —preguntó en cambio la pelirroja al acercarse, rió levemente—. Lo volveré a hacer para la próxima, soy un demonio con permiso.

— No hace falta que lo digas, lo sabemos —habló Astrid con una sonrisa burlona, Idunn abrió la boca mirándola fingiendo estar ofendida—. Por cierto, feliz cumpleaños a ambos tomates.

Los hermanos alzaron la vista al mismo tiempo para querer ver la posición de la luna, sin embargo, las nubes tapaban el cielo con ímpetu así que solo notaron una pequeña luz de un lado. Idunn sonrió sin mostrar dientes y Al se limitó a poner una mueca antes de aproximarse a una de las jaulas en silencio, habría tiempo despues para felicitarse, era su mayoría de edad de todos modos y el aniversario de la muerte de su madre. A Alistair no le gustaba su cumpleaños por esa razón y ella lo sabía.

Iniciaron entonces a liberar y tranquilizar a los dragones, el frío cada vez era peor y se notaba en la nieve que caía como también en lo notorio de sus alientos y mejillas rojas. Tal vez estaban acostumbrados al frío pero el invierno en estos lugares se caracterizaba por ser crudo y pues lo estaba demostrando. El metal estaba congelado en ciertas partes y los dragones que no soportaban el frío extremo temblaban bajo una capa de la nieve que caía sobre sus lomos, sus trajes eran lo suficientemente calientes para no sentir tanto frío pero sus rostros descubiertos no entraban en esa lista.

Idunn estaba de cuclillas tranquilizando a un cremallerus viendo como en el otro pasillo Alistair se encontraba abriendo una jaula en compañía de Astrid, se veía por el aliento de ambos que estaban hablando. Astrid como buena observadora se habrá dado cuenta de su reacción y estaba bastante segura que trataba de alzarle el ánimo, la rubia era muy buena en eso y le agradecía por haber tenido paciencia con ella y ahora con su hermano.

Suspiró acariciando la cabeza izquierda del cremallerus cuando escuchó la madera crujir y el crepitar del fuego, dio vuelta su cabeza antes de pararse para sacar al dragón, era el último que quedaba de su lado. Al volver a escuchar el mismo sonido se movió para ver al otro pasillo y nunca fue tan rápida en desviarse del hacha que apareció en su visión y que hubiera terminado incrustrado en su cabeza si no se hubiera quitado del camino. Rodó por el suelo quedando con una rodilla incada y la respiración agitada, llevó por instinto su mano a donde estaba sujeto la empuñadura de su espada alertando a quienes estaban cerca de ella, Alistair y Astrid.

— ¡Nos descubrieron! —exclamó la rubia para alertar a los demás viendo como una cantidad de cazadores aparecían del pasillo, separandolos de Idunn que quedó del otro lado.

La pelirroja encendió su arma poniéndose de pie viendo las posibilidades que tenía y al verse rodeada no tuvo de otra que retroceder cada vez alejándose de su equipo. Gruñó y el crepitar volvió con más fuerza, esta vez lo acompañaba el olor a quemado y entonces recordó las llamas que había causado, era fuego de dragón y ni la tormenta más fuerte lo apagaría con facilidad. Miró hacia donde se oía y sonrió mirando a los hombres, se bajó su casco antes de correr queriendo encontrar más lámparas para usar el aceite que estas tenían. Se alejaban de ella por la espada de fuego que llevaba pero habían intrépidos que no les importaba mucho, su idea era rodear para llegar junto a sus amigos.

Frenó de repente cerca de las llamas, dándose cuenta que la madera se había roto y ahora existía un hueco que se desplazaba cada vez más, se alzó el casco para llevar dos dedos a su boca para silvar, necesitaba a Trueno. Guardó la espada, bajó el casco de vuelta para tomar impulso y correr saltando encima del hueco, se deslizó dejando atrás a algunos cazadores respirando agitadamente por su carrera. Mientras tanto los demás, especialmente Hipo, comenzaba a desesperarse al no verla por ningún lado a la vez que peleaban con los cazadores. Debían irse pero ella no aparecía.

Ordenó entonces que tomarán vuelo quedándose junto a Astrid y Alistair quienes liberaron al último dragón, un Erutcálido, que lo obligaron rápidamente en tomar vuelo aunque todos estaban sobrevolando el area confundidos y desorientados.

— Hipo, necesitan que su Alfa los guíe —habló el pelirrojo, el castaño volteó a ver y abrió su boca para hablar más el fairiano no se lo dejó—. Ella está bien, la conozco, Chimuelo solo debe mantener el orden.

— Alistair...

— Abadejo, los dragones te necesitan, ella es mi hermana y hemos pasado por esto por cinco años —señaló con dureza, con la voz de Alistair el Jefe—. Ve, me quedaré con Astrid.

Hipo sabía que tenía razón y aunque esté preocupado también sabía que Idunn podía cuidarse sola, además Trueno ya fue a buscarla. Se acercó al pelirrojo y le extendió a Inferno que estaba encendido, Alistair suspiró agarrando la empuñadura antes de asentir y ver como se subía sobre el Furia quien lanzó un rugido antes de alzar vuelo. Lo miró batir sus alas negras y como su lomo se iluminaba con esa luz azul mostrando su lado Alfa, suspiró bajando la cabeza ya que aún le tocaba un poco el corazón ver al dragón, debía admitirlo.

Astrid se puso a lado suyo atajando su hacha y él empuñó con fuerza a Inferno cuando algunos rayos aparecieron de un lado llegando hasta los cazadores, Idunn apareció deslizándose por el suelo con el fuego tras ella. Respiró con dificultad porque había seguido corriendo y peleando a la vez, puso sus manos en las piernas para recuperar la respiración aliviada de haber llegado. No había montado a Trueno por dos cosas, costumbre, en Fair no lo hacía por su fobia a las alturas y se mantenía peleando a su lado en tierra, la segunda porque estaba liberando a un último dragón al que tenían encadenado con mucha más seguridad, un Cortaleña. El dragón grande que al verse en peligro rebanó una parte de la cubierta del barco, exactamente por eso lo tenían mejor encandenado que los demás.

— ¡Váyanse ya! ¡El barco se hunde! —exclamó, pues aún se encontraba un poco lejos.

Alistair miró a la rubia y ambos asintieron antes de montarse en sus dragonas, guardó a Inferno viendo como su hermana guiaba a un muy desorientado Cortaleña hasta la orilla, de entre toda la nieve, fuego y el agua que se colaba debía llegar a escuchar a Chimuelo desde ahí. Mientras eso pasaba notó el fuego así que tomó vuelo para que Arwen pudiera apagarlo al menos un poco, Tormenta la siguió y finalmente el Cortaleña escuchó al Furia por lo que abandonó el barco para unirse al resto.

Idunn suspiró girando para ver si no les faltó nadie y en ese momento el suelo bajo ella crujió de una forma horrible, maldijo en voz alta cuando se rompió haciéndola caer hasta el otro piso ardiente donde salió una llamarada gigante. Trueno rugió al borde al verla caer mientras que Hipo abrió los ojos observando como el fuego se la tragaba, respiró agitadamente sin saber que hacer hasta que el híbrido se echó hasta donde salía la pared de fuego. Los segundos pasaron pero él no se dio cuenta, solo podía pensar en que el fuego era demasiado fuerte para que el traje pudiera resistirlo y se quedó congelado ahí arriba hasta que Trueno finalmente salió con ella en su lomo, respiró.

Tragó saliva cerrando los ojos un rato para calmarse antes de decirle a Chimuelo para ir a casa, no se pudo acercar a ella ya que Alistair lo hizo primero y no quiso meterse, era su hermano y claro que no fue el único que se asustó. Dejaron el barco que lentamente fue hundiéndose tras ellos. Volvieron a Berk en silencio, o bueno más bien él, ya que todos hablaban mientras se mantenía en la punta guiando a los dragones hasta su nuevo hogar.

Idunn lo miraba cada cierto tiempo pensando que se había enojado por su desaparición momentánea y casi muerte, aunque en parte si era por esa razón.

• • •

Al medio día se había hecho un pequeño festejo en honor al cumpleaños de ambos Kerr, aunque quisieron negarse porque no festejaban desde hacía años, no hubo nada que pudieron hacer para detener a Astrid y todos saben que si la rubia se proponía algo lo iba a hacer. Idunn e Hipo no habían cruzado palabra desde el incidente, era obvio que estaba molesto y aunque la pelirroja quería aclarar el tema su orgullo era mucho más alto, también no lo quería molestar y había estado ocupada hasta que Astrid la arrastró a su festejo junto a Al, ya que se había quedado.

Ahora mismo se encontraba sentada sobre la silla que le correspondía en la mesa del Jefe en el Gran Salón, aunque la silla del Jefe estaba vacío disfrutaba la compañía de sus amigos y un buen vaso de hidromiel. No recordaba cuando fue la última vez que hubo un festejo en nombre de ambos y se sentía bien tener esa paz de volver a escuchar el coro de voces pasados de alcohol y música. En esta época cualquier cosa estaban dispuestos a festejar, el Snoggletog era en cinco días y que el cumpleaños de su general fuera en la misma semana solo era una excusa más para alargar la celebración.

Suspiró cansada y entonces se paró para ir en búsqueda del castaño, no sin antes detenerse en la mesa de las bebidas y recargar su vaso. Había estado ocupada, no había tenido tiempo de buscarlo como era debido y poner frente a todo esto, que personalmente le parecía un poco tonto. Se dirigió a la herrería luego de desviar a los berkianos y dragones que se cruzaron en su camino, sabía que debería estar ahí y acertó cuando lo vio a lo lejos. Tocó el marco de la puerta, estaba en su habitación pequeña dentro de la herrería, para llamar su atención, ya que estaba escribiendo algo en un cuaderno, él alzó su vista verdosa hasta la de ella.

— Hey, pecas, te pierdes la celebración y de paso me dejas sola —reclamó en tono amistoso dándole un sorbo a su bebida, Hipo suspiró sin saber como empezar a decirle lo que llevaba desde la madrugaba pensando—. Estás molesto conmigo, ¿verdad?

— ¿Por qué debería estarlo? —preguntó encogiendose de hombros mientras ponía sus manos en la mesa. Idunn bufó dejando su vaso a medio tomar para acercarse.

— ¿Por qué eres bastante obvio? A decir verdad me dolió un poco no verte en el almuerzo —admitió y esa oración fue lo que Hipo buscaba, la miró entonces fijamente.

— ¿Te duele que no haya estado cuando casi mueres hoy? ¿Qué hubiera pasado si no hubieras salido del barco y tu silla fuera la que estuviera vacía en tu cumpleaños? —preguntó moviendo un brazo, dejando salir todo lo que había callado, Idunn abrió los ojos deteniendo su caminata—. Arriesgaste tú vida y la nuestra al esperarte.

— No es como si me hubiera lanzado al fuego a propósito o dejar que me persiguieran —contraatacó frunciendo el ceño—. Trataba de escapar y volver a ustedes, me tardé porque quedaba un dragón más.

— Pudiste montar a Trueno pero deciste ir por el camino más peligroso.

— ¡Pero estoy aquí, Hipo! —abrió los brazos—. No pasó nada, el traje me protegió.

— ¿Y si no lo hubiera hecho? Idunn, eres descuidada —soltó y la aludida parpadeó incrédula—. Te pones en riesgo y no piensas en los demas que se preocupan por ti, cuando te vi caer yo... —suspiró bajando la cabeza hasta la mesa—. Sé que no fue tu culpa, el suelo se rompió y no te dio tiempo, pero solo pensaba en qué hubiera pasado si no tenías el traje o si no fuera tan resistente, perdí a mi padre y no quiero perderte a ti también.

Idunn suspiró calmándose y lo miró comprensiva, se acercó y lo envolvió en un abrazo. El castaño rodeó su cintura recostando su cabeza por la de ella, se mantuvieron en silencio mientras la pelirroja acariciaba su espalda y cuello, jugando con sus mechones que caían sobre su nuca mientras él simplemente la apretaba contra sí.

— Por favor, no me asustes de esa forma otra vez, no fue tu culpa solo... —suspiró, Idunn alejó su rostro para mirarlo a los ojos mandando sus manos hasta sus mejillas.

— Entiendo, lo siento —murmuró viéndose arrepentida, tal vez si fue un poco inconsciente con sus acciones y lo admitía, era una cabeza dura y un poco suicida—. Tienes razón, soy descuidada pero no me perderás, Hipo. Una vez te prometí que me quedaría a tu lado hasta el tiempo que quieras y voy a cumplirlo, pues, ¿qué sería de mi pequitas sin mi? —sonrió de lado para quitar toda la tensión anterior. Hipo rió ligeramente por el apodo, se quedó mirándola antes de bajar su cabeza y besar la comisura de sus labios en un rápido movimiento—. Supongo que ya estás de buen humor.

El castaño se encogió de hombros bajando la mirada, Idunn sonrió alzandole la cabeza antes de moverse hacia arriba y besarlo como se debe. Hipo aún no entendía por qué se sorprendía cuando lo besaba de esta forma, tan intensa y demandante, apretó su cintura mientras las manos de ella se enredaban en su corto cabello. Idunn ladeó la cabeza poniéndose más de puntas para intentar estar a su altura y se desestabilizó, se movió hacia atrás hasta chocar con la mesa sin soltarlo. Ambos rieron por la poca estabilidad de la pelirroja pero ella no dejó que continúe, ya que siguió besandolo.

Se sentó sobre la mesa con la ayuda del castaño y al notar que comenzaba a descontrolarse se separó de sus labios, respiraron de forma entrecortada uniendo sus frentes.

— Ven conmigo al festejo, es mi cumpleaños, dame el gusto —murmuró, el castaño hizo un sonido con su garganta con las mejillas rojas al igual que ella.

Se separó para mirarlo y sonrió al verlo así, acarició su cuello y dejó un beso en su mejilla. Se bajó de la mesa y él le agarró de la mano para volver al Gran Salón para compartir juntos la mayoría de edad de la General, una de las últimas cosas felices antes de que el desastre volviera a tocar Berk.

*Muspelheim: era el reino del fuego en la mitología nórdica, morada de los demonios y gigantes de fuego.

Ohh, ¿Mag actualizando en poco tiempo? ¿Culpa de la cuarentena? Obviamente sí ahr. No saben desde hace cuanto que quería escribir el primer asalto ay disculpen si hay errores los arreglo luego, de paso casi mato a Idunn es su cumpleaños jsjs normal.

OH si, el cumpleaños de los gemelos es el 20 de diciembre, están cumpliendo 21 que sería la mayoría de edad definitiva. Tengo algunas cosas que decir, en el próximo capítulo ya empieza la peli 👀 y hoy si wattpad deja la locura voy a publicar el fic de Al, estén atentas uwu.

¿Qué les pareció el cap? Astrid y Al están más cercanos mhmm, también me emocioné un poco al imaginar a Al con Inferno e Idunn peleando junto a Hipo con su espada nueva I'm crying actual tears.

Les dejo algunos fanarts de como imagino el uniforme, ¡todos los créditos a sus dueños, no es mío! Este sería algo parecido al de Al pero con toques marrones:

E Idunn cambió su ropa habitual a esta:

Yes, un female!hiccup, es muy bonito, pero en vez de verde es negro y con la manga.

Por último la altura de Hipo e Idunn sería como el de estos dos:

Tienen la misma altura que mis bebés, no se llevan tanto uwu. De paso les recomiendo esta serie, se llama Westworld, tiene a Ben Barnes 👀🌚

Y creo que eso es todo, atentas por el fic de Al que por cierto se llama Flame Ignited, nos vemos ahí uwu gracias por todo 💚

Mag.

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